Tarzán encuentra a La de Opar (Frank Frazetta) por Luis Bolaños

Tarzán encuentra a La de Opar (Frank Frazetta)
Por: Luis Bolaños

Tarzán encuentra a La de Opar

Mi relación con el maestro FF oscilará durante el recorrido del texto entre historia emocionada y homenaje anticipado por el lustro de su muerte, también en mantener el contacto con Luís Cermeño, lo cual significó que uno de los planes que tenía en mente (recoger uno que otro Bitimagen y actualizarlos) podía plasmarse de manera efectiva a través de Mil Inviernos y que mejores páginas para acogerlo que las regaladas por esa revista que está dejando huella en los aficionado(a)s.

La primera vez que me tropecé con FF, me dejo una vívida impresión, durante largo lapso more bajo sus impactos sin conocer su nombre, pero encontrando con frecuencia su impronta en numerosos trabajos, así pude seguirlo hasta llegar a identificarlo, gracias a la abundancia con que se prodigaban sus ilustraciones y dibujos en webs como Therion, Imagination y otras. Por fin pude armar una carpeta con sus obras de arte. Debido a las condiciones paupérrimas del mercado de libros, comics, magazines o revistas especializadas de nuestros países latinoamericanos (en especial Perú como no deja de repetirlo mi amigo Daniel Salvo), los tiempos de creación y publicación se interpenetran e imbrican con los de disfrute o acceso y no solemos consentir paquetes seriados de obras para observar su evolución, más bien en un momento inesperado nos atiborramos con la secuencia quebrada y mezclada la marcha de su estilo; no obstante con Frazetta tuve la suerte de tropezármelo casi secuencialmente merced a un autentico aluvión de importaciones momentáneo que me permitieron su exploración, eran las revistas de la Warren editadas en España que arribaban en containers a puerto.

Tarzán encuentra a La de Opar I
Lo más importante de Frank Frazetta, lo que me obligaba a retornar una y otra vez a observar sus dibujos y recrear las sensaciones de puro éxtasis que me generaban, era su capacidad para atrapar la escena, envolverla en sentido de aventura y salpicarla con una sensualidad que frecuentemente constituía la médula del relato que campeaba en los trazos de su peripecia, era con escasa diferencia el capítulo de un libro gozoso e interminable que por el puro placer de recorrerlo me permitía imaginar las imágenes subsiguientes y antecedentes, compartía con los grandes de la imaginería la virtud de trascender los marcos de su obra en una viñeta.

Tarzán encuentra a La de Opar II
En algún momento, acababan de estrenar Blade Runner y observé que para buscar datos adicionales que llevesen a encontrar a los replicantes en los fotogramas de una grabación de video, utilizaron algoritmos de búsqueda integrados con pixelado complementario para expandir la imagen y conservar la resolución, mecanismos que aparecían novedosos en ese instante, lo cierto fue que los asimile de inmediato y los convertí en instrumento para explicarme la manera como recreaba y gozaba las imágenes de Frazetta; acercarme era hojearlo, deleitarme con la vista y la mente y como comprobaría posteriormente, literalmente cientos de elaboradas producciones brotadas de sus artilugios (para esa época 802) cumplían con esas características, decidir cual cubriría con su esplendor la página del bitimagen que elaboraba para Velero25 fue por esa virtud un problema arduo, cada vez que determinaba uno como favorito, surgían otras opciones a porfía tomando su lugar y empujándola al descarte, como este hecho se sustenta en la altísima calidad media de un maestro es comprensible que así como me impactó y estiró el lapso para esa elección, haya dejado huellas en innumerables artistas de generaciones sucesivas, incluido el cine en los diseños de Mad Max, Conan y otros filmes (revisar Wikipedia)

Quizás por ello en ocasiones sorprendía en Boris Vallejo o en Chris Achilleos, o en Simon Bisley, Don Maitz, Michael Whelan o Arthur Suydamla influencia de Frazetta, quien había fijado de tal modo los escorzos y las poses (brazos en jarras del héroe musculoso mientras una sinuosa beldad se abraza a sus pierna, por ejemplo) que eran reconocibles en los nombrados y otros que se me quedan en la memoria (quienes rendían homenaje como señala mi hijo Arcadio, no copiaban, por que las obras de referencia poseían a su vez, sus estilos inimitables), sin embargo, frecuentemente no podía desprenderme de la impresión inicial de tales escorzos y posiciones de Frazetta e imaginarlos de otra forma en otro autor. Gracias a la plétora de Internet me he reconciliado con la multiplicidad de imágenes que pueden brotar del ferviente caletre de la pléyade de artífices que ilustran nuestras querencias.

Una nota triste, afectado por problemas de la tiroides se vio obligado a restringir su vitalidad e inspiración. Un derrame cerebral a los 82 años sombreo con un punto de quiebre su quehacer creativo. Sin embargo, el reconocimiento de su legado está manifestado en algunas grandes recopilaciones como The Alexander Gallery Retrospective, Icon, Legacy, Testament, Bud Plant Comic Art, Frazetta Pillow Book, etc, y las recapitulaciones que se continúan efectuando.

Finalmente elegí a Tarzan Meets La of Opar (Tarzan encuentra a La de Opar), composición grupal que explota suavemente bajo nuestras neuronas orientando un genuino caudal de sensaciones hacia cualquier rincón de la mente emparentado con esa continua paradoja presente en los comics donde se enlazan apetito de aventura, pulsión tanática, impulso erótico y deseo de belleza, por que eso si, si hay algo en esta exquisita viñeta es belleza a raudales: El par de oparianas que flanquean a un Tarzan broncíneo y de musculatura cincelada son alucinantes, pero quien nos deja entre estupefactos y fascinados es La, su mirada es un poema donde coexisten el poder y la tentación, ya está rendida al audaz incursor, a quien podría condenar a muerte pero que perdona por estar de inmediato dispuesta a entregarle todo (el arco de su cuerpo que parece suspendido del pubis algodonoso, se dispone trémulo a aceptar su visita, cualquiera que ella sea, aunque el reino se venga abajo, a pesar del peligro que podría representar primero lo recibirá y después vendrá la razón de estado, el enemigo atrapado ha vencido a la bella reina con el estandarte de la intrepidez, la definida gallardía de su cuerpo y su relampagueante mirada que no cede al temor, y atónitos captamos que el centro de impacto visual está distribuido entre el monte de Venus de La y la tensión que parece impulsar a Tarzan hacia ella, Frank consigue una visión madura del mito, que lo humaniza mediante la atracción carnal y lo suaviza por aceptar la apetencia que lo endurece.

Una rica gama de detalles contribuyen a proporcionar el esplendor bárbaro que requiere el tema, desde la decoración son convocados ánforas, lámparas y jarrones, columnas ornamentadas y una piel de felino sobre el lecho; desde la organización del espacio las distancias exactas para crear atracción y resistencia simultáneamente son manejadas con precisión; desde el color que destaca o vela las siluetas o los objetos entregando valor agregado al primoroso diseño; desde los personajes, ya que cada uno posee una individualidad que lo diferencia, podríamos hacer caso omiso de los nombres y roles que desempeñan en el episodio, pero La y Tarzan serían el arco que se dobla y la flecha que se erecta, y las oparianas cada cual con sus características: glúteos poderosos, curvas esplendorosas, muslos compactos, cabelleras aleteantes y pieles apetecibles, mirada donde aletea la pretensión de goce reprimido y la complicidad por lo que devendrá, las ideales acompañantes de un suceso inevitable, pero no por ello contiguo, a pesar de que se encuentran predispuestas para el acontecimiento. Un halo de potente sensualidad emerge de la escena y sumerge a la ocurrencia de la captura desplazando la atención hacia el compromiso imprescindible para el lance próximo en el tálamo.

No hay duda, Frazetta sabía lo que planificaba para conseguir sus efectos.

© Luís A. Bolaños; 12.05.2005 / renovado: 20-03-15.

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