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El hombre que enseñó a pajearse a los ejércitos

 

 

Hálito Divino, le llamaban por su aliento fétido. Acá nos referiremos a él de este modo para proteger su identidad, aunque actualmente goza de inmunidad diplomática por su alto cargo en las Naciones Unidas. De todos modos, creemos que lo mejor es no mencionar su nombre de pila.

 

A Hálito Divino se le apareció la virgen cuando lo secuestraron. En la primera noche de cautiverio, ya el tipo se sobaba el pirulín mientras los demás capturados lloraban y extrañaban a sus familias. Uno de los rehenes, apodado el Pibe Esloveno, le preguntó:

 

. Vos marica es que no extrañas a tu familia?

– para nada, mi dieta es la del caballo. Pura paja y agua.

 

De este modo, los demás supieron que este sería un potro difícil de domar. No se imaginaban a lo que se enfrentarían con este sátiro,. Es que ni encadenado lograron vencer sus impulsos onanistas: la vez que lo ataron a un árbol, Hálito Divino cerró sus ojos y ordenó a su cerebro mandar impulsos eléctricos a su penca, la cual eyaculó sin siquiera ponerse erecta.

 

Esto, ocasionó la admiración de sus captores. Uno, el flaco Nixon Hermindo, le consultó:

 

– venga, mi mujer no me lo da hace años. y Yo le tengo miedo a la infidelidad. Tengo los embalses llenos, ¿puede enseñarme técnicas?

 

En un par de días, el flaco tenía todos sus calzones almidonados y diseminó el chisme de la sabiduría arcana de Hálito Divino por todo el batallón.

 

De consulta en consulta, pasaron los años, pero el peligro de la esquizofrenia que atribulaba a los soldados se difuminó y solo sus oponentes cayeron en las garras de la locura.

 

Nada mejor que un pajazo para evitar la psicosis

Nada mejor que un pajazo para evitar que el matrimonio perezca.

Nada mejor que un pajazo para que el matrimonio perezca.

 

Mejor dicho, la dieta del caballo es el remedio para la demencia del secuestro.

 

Una vez fue liberado nuestro protagonista, fue declarado Gestor de Paz por la ONU: Ya que no fueron pocos los rebeldes que le agradecían el haberles enseñado el arte de pajearse sin las manos. Muchos afirmaron que disparaban mientras eyaculaban, y eso sin necesidad incluso de tenerla erecta. Cuentan que muchos muertos perecieron con sus calzones llenos de leche. Por lo menos los miserables no murieron en total desamparo. Un ultimo respingo de placer se asomaba en sus chimbilacos.

 

La guerra es pa’ machitos, dijeron, y esta técnica masturbatoria los apaciguó.

 

Cuentan que Hálito, ya entrado en confianza con las altas cúpulas, organizaba festivas jornadas de competencias de pajareo. Las proverbiales masturbatones hicieron más famosa la ONU y Hálito se instaló como un Papa Laico que enseñó a la humanidad la dicha de correrse aunque no hubiese erección y afuera sobrara el horror.

 

Este es un reconocimiento de Mil Inviernos a una persona que se entregó a la paz de la paja.

 

Mi paja os dejo y mi paja os doy.

Sabiduría presoviética

 

El emperador Keruncjis de Los Montes Cárpatos sale a cagar aquella mañana, acompañado de su leal escudero Igor Molano.
En el forcejeo del acto, le pide a Molano una de sus habituales historias. Es así que Igor procede a relatarle:
«Una vez encontré a una moza, de pelo cenizo y ojos claros. Sus mejillas semejaban las manzanas de tierra fría y su panocha se recalcaba en su jean apretado. De sus nalgas nacía un primor que aún retumba en la soledad de mi cuarto.
La conocí en un programa de televisión donde entrevistaban a mayordomos jorobados. Ella fungía las veces de presentadora coquetona. Luego de la charla, donde la hice sonreír con anécdotas que para mí otrora fueron dolorosas, atisbé una oportunidad para mis conquistas tristes.
La invité a un par de copas y  fuimos a mi aposento. Luego de varios intentos fallidos para alcanzar una erección, ella, ya rendida, mientras se acomodaba sus calzones, me dijo:
-Gracias por su sabiduría».

Viktor ni siquiera carcajeó.
Vio fijo a su sirviente, mientras se limpiaba el culo.  Le dijo:
-Gracias por tu sabiduría

Miedo y asco entre las sábanas

Dedicado a la Marleen Dietrich del Guayas

Antes, uno se desvelaba por meterse un cojito de blanca en las ñatas; ahora basta con una comida saturada en grasas y azúcares para vérselas con el calor de la noche.
Esta noche, se dijo, pediré mi buena hamburguesa doble carne, con tocino, queso, salsa de mayonesa, una gran dosis de cátsup, cebolla grillé, y unos pepinillos, ojalá picantes y aderezados con mostaza, y un par de huevos de codorniz tan duros como mis carracas cuando me iba de fiesta. De sobre mesa, un perro caliente rociado en papas fritas tipo fosforito, salsa de piña, salsa rosada, jalapeños, guacamole, cátsup. Y, para bajar la cena, cuatro litros de coca-cola. Y, por qué no, de postre, un brownie con paleta de limón hecha a punta de anilina. Valga decir que el brownie no es de esos brownies felices que venden los muchachos en las universidades; desde que me gradué del psiquiátrico le tengo mucho miedo a las drogas. Ahora estoy consagrado a la iglesia y a la hamburguesa.
Me precio de tener un metabolismo de hierro, pues entre más como más me adelgazo. Hay gente que dice que puede ser diabetes, pero, primero Dios, yo creo que es la gracia de mantenerme joven y activo. Me la paso en los canales de misterio y gnosis de Youtube; mi última conferencia fue sobre las piedras sagradas y la pirámide del dólar que encontré en el centro de Guayaquil. No voy a decir que fueron regaladas o baratas, me costaron un ojo. ¿Y cuánto cuesta un ojo? Lo que vale una caraza.
Volviendo a mi noche de hamburguesa y hot dog, después de engullir estas delicias, me dirigí a mi cuarto matrimonial. Por fortuna,mi esposa no comparte lecho conmigo hace cuatro años: la inminencia del divorcio incrementa el sentimiento de amor. Así que tenía el lecho nupcial a mis anchas. Sería una noche de youtube con la voz dulce de Jiménez del Oso y los tonos guturales de mis flatulencias.
Me acosté boca abajo y sentí la hinchazón de mis intestinos irritarse contra el colchón. Entreabrí mi boca reseca y mi almohada fue el recéptaculo de un eructo gigante. No hay dicha más grande que empezar a sentir la indigestión. Pensé: vaya, esa carne de la hamburguesa estaba como mal cocida. Se avecinaba lo peor.

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la coca-cola del abya yala

 

 

Papis se masturbaba a lo loco y de puro loco llegó a Youtube, último remanso de la verdad oculta de los misterios de América. Le llamó la atención jalarse el miple en nombre de Huitzilopochtli  o Manco Capac. Pero tropezó con la hermosa figura de doña Ruth Rodríguez Sotomayor y, sin parar de sobarse su gusanillo,  advirtió que ella tomaba ingentes cantidades de coca-cola en una reunión sin parangón en la historia en la que también departían el insigne administrador, ilustre miembro de la escuela racionalista de Guayaquil, don David Cangá Corozo, y a su lado, un grupo de espíritus inquietos, investigadores de los arcanos y los meandros de la divinidad.

 

Doña Ruth se explayaba en sus perspectivas fenoménicas del continente Abya Yala como le dicen los indígenas bonitos del norte de este mundo bonito. Yo me pregunto, doña Ruth ¿cómo hace usted para sobrevivir a los alimentos ultraprocesados? Y me doy una respuesta:

 

USTED ES EL DOBLE DEL CHUPACABRAS.

 

Pero a diferencia del vecindario del norte, con los magufos como Campos o Parcerisa, usted ignora su fatalidad y por lo tanto no miente, usted expresa la verdad de la manera más ingenua y tierna que podamos ver: La de una maestra que está decepcionada porque sabe que sus estudiantes tienen la actividad neuronal de un paramesio.

 

Os dejamos con este diálogo cuya cota solo es equiparable a las mentiras platónicas. Y ahí sí, como Papis, Max Papis, el corredor de la fórmula kart: a correrse se dijo.

Adiós al conferencista de OVNIS de los hombres de negro: William Chávez

El mundo ovni agropecuario se despide de una de sus difusores: William Chávez de Contacto OVNI. El hombre aseguraba que a sus conferencias asistían ocasionalmente hombres de negro.

 

Buen viaje galáctico.

Compartimos una elegía que nos envía Pedro Sánchez Merlano al respecto del deceso de su amigo.

 

Elegía al último William.

 

Pobre y hombre riman
Son como agua para chocolate
Y ovni con william no riman:

son como el agua y el mercurio
De Mercurio viniste y al carajo te fuiste
Como ufólogo y odontólogo

Hombres de negro al acecho
Te hicieron beber por despecho
Y una duda en ti
Fue como un mono titi

Jamás nunca estuviste en paz
Aunque en paz ahora no respires

El ovni parqueó en tu morada
Y tu contacto fue la alborada
Para la invasión falsa que orquestan
Ya no hay William Chavez que metan
Ni exploraciones exoplanetarias
Hoy compartes un sitial en los Williams muertos:

 Blake, Burroughs y Chávez:

la santa trinidad hecha por aquellos que enamoraron a Dios

Pedro Sánchez Merlano

 

 

A propósito, los editores de Mil Inviernos nos preguntamos si acaso Sánchez Merlano mismo no es un hombre de negro que quería hacerle la cacería a Chávez.

 

 

NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO: HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO

NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO:

HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO.

Pierre Mignard

Este es un texto que nos entrega Pedro Sánchez Merlano, y sostiene  que pertenece a Andreas Faiber Kaiser, quien  se lo entregó como un secreto que solo debía saber salir en 2023, a 29 años de su muerte, porque 2 +9 es 11: es decir, las torres gemelas o los 11 apóstoles fieles a Jesús. Los kaiseristas sostienen que este texto es una mierda inventada por Sánchez Merlano. Sin embargo él cuenta con el apoyo de estudiosos de primer orden como Genios Palacios, que al igual que Grinsberg ha desaparecido sin dejar rastro. Suponemos que está preso en la consciencia de un politicucho de mierda.

Se tomó una Energizer, seguido por una coca-cola, después un cafecito bien cargado para bajar una cafiaspirina. Y ahí se dijo: a trabajar.

Mi trabajo: masturbarme.

Mi empleador: el FBI.

Mi oficio: espía energético.

 

Soy la única persona que conoce el paradero de don Jacobo Grinberg. Soy el único que puedo hacer contraespionaje a las promociones porno. Hay guerras de guerrillas, de ejércitos y guerras psíquicas. Lo mío va más por la onda del psiquismo. Fui un sujeto experimental de unas pruebas sicodélicas en los años 70 que se dieron en lo profundo del Orinoco. Soy aquel que desenmascaró a Uri Geller para hacerle un facial. Le unté su cara con mi semen cuando aún éste tenía espesura y no era ese moco transparente que me recuerda lo estéril de vivir y que hoy es una marca personal de todos mis calzones. Uri Geller desde ese día con su cara blanca reemplazó a Marcel Marceau.

 

Mis calzones manchados son leídos por la pitonisa de mi mujer. Las manchas además de semen son de caca: «frenadas de camión»,  que le dicen. Yo intento limpiarme la cola hasta que sangre pero por alguna misteriosa razón mis calzones siempre tienen manchas. Mi mujer colige que son ventosidad con caldo o recado, pero al mismo tiene aduce que ello es una gracia divina y es un mensaje para ella. En un comienzo ella lo descifró como una señal de un error por haberme casado contigo. Pero después de espantosos años de convivencia encontró en mis calzones el mismo summum del futuro. Ella, mi señora y mi amor, mi amor romántico como todo mi mundo lleno de antiguallas, es la gran consultora del pentágono.

 

Recuerdo cuando Donald Trump llegó a nuestra casa acompañado de don Jacobo que lucía demacrado y desposado. Mi mujer exhibió mis calzones recién usados, y señalando las manchas con un indicador láser, como una conferenciante de Harvard,  le sugirió que lo mejor era admirar a Putin;  a lo que Trump reverentemente dijo:

— congratulations for your cagada, mister. Your calzotations are so beautiful. I have a Little dick and Jacobo likes to kiss it.

 

Y Jacobo, con una visible cicatriz en su parietal derecho, daba señal de una amputación parcial del cerebro. El hombre solo reía y decía:

— válgame que me llevó la chingada.

 

Yo por querer hacer un chiste dije al ver la cicatriz:

— pero esa cirugía no se la hizo pachita.

 

A lo que contestó:

— Pachita me cambió el corazón. Yo antes era un científico psíquico muy pagado de mí mismo pero ella me enseñó la humildad de hacer cosas inútiles y aprender datos inoficiosos, que no son más que la aceptación de que esta vida vale mierda y no vale más que vivir.

 

— Me contaron —seguí con la conversa—, que te había ido a otra dimensión, hombre, o que te habían llevado los extraterrestres, ¿que pasó?

 

— La otra dimensión es la lívido de un multimillonario—  y señaló a Donald que en ese momento se rascaba sus exiguos atributos.

 

Donald preguntó:

— tú conocer señor pirata?  Es que los extraterrestres me han eniado una bolsa de dólares para él por el plan mundial para las ecoaldeas hexagonales leninistas.

 

A lo que yo le contesté:

— Claro, mano.

 

mI conyúge no había retirado la mirada de los calzones y con voz temblorosa le dijo a Donald:

— morirás de cáncer y tu cadáver será enterrrado en Kiev.

 

A lo que Jacobo celebró:

— yuju, por fin me voy a liberar de la cárcel de la consciencia de este pinche güero pendejo.

 

Dijo Donald:

— cuando yo morir, se acabará la dimensión en la que vive Jacobo por ende se  morirá el gran místico del siglo XXI.

 

Mi esposa más aterrada aún que antes repuso:

— no, Donald, tu moriste en 1990. En los calzones manchados de mi marido acabo de ver un pasado paralelo que es futuro. Jacobo te hace vivir y Jacobo te entregará para morir.

 

— A quién me entregará.

 

— A Cupido, que te arrancará las alas de ángel asesino que tienes, despresándote como un pollo asustadizo.

 

Yo me retiré, no sin antes la última exclamación de Jacobo, cuyo rostro se ensombreció cuando la dijo:

 

— Yo soy Cronos, yo soy Cronos.

EL MATRIMONIO PERFECTO (microcuento)

 

— Mi señora dice que soy impotente

— No es verdad, mi amor. No lo eres.

 

ADIVINANZA:

Ella ignoraba que Eduardo Carvajal se gastaba dos cajitas de tadalafilo con ella, mientras que con la esposa no le interesaba hacer ese gasto.

¿A quién ama Eduardo?

SOLUCIÓN:

A él mismo.

MORALEJA:

Egoísta. Tacaño de mierda.

 

Simón Bolívar y los galenos

Con el perdón de los Bolivarianos, existen registros históricos de que el protohombre latinoamericano cuyo nombre es sinónimo de la gesta libertadora, se portaba mal cuando se pasaba de tragos, fue rechazado por mujeres a las que literalmente les limosneaba algo de tetita,  y se enfermaba de la barriga como cualquier comepapas.

 

Bolívar con una copita listo para armar el desmadre

Uno de estos documentalistas de la vida privada del Libertador, fue el periodista Héctor Muñoz, oriundo de Cucaita, Boyacá, quien le dedicó varios títulos y obtuvo varios premios y reediciones por estos metódicos trabajos de la vida privada de la leyenda bolivariana, entre ellos «Bolívar en Anécdotas» de la que recogemos el instante en que el caraqueño padece un dolor intestinal y se precia de tener a su doctor personal para prácticamente no  utilizarlo para un carajo, similar al aristócrata que en la actualidad paga una medicina prepagada solo para cuando está a punto de morir, pues prestarle mucha atención a los consejos de los galenos por lo general desemboca en amargarse la vida.  Por eso es mejor hacer como el diabético que ignorando su enfermedad, se come dos chocorramos y un café con leche, sabiendo que así acelera su muerte.

 

‹‹Cuando en 1828 el Libertador estuvo en Bucaramanga, sufrió algunos malestares que pronto le curaron. El 13 de mayo amaneció con «el estómago algo cargado» y fuerte dolor de cabeza. Su médico, el doctor Moor, inglés, le recetó un vomitivo con tártaro emético, pero Bolívar no lo tomó. EL médico le aconsejó entonces que continuara tomando té.

El libertador le hizo estos comentarios a Perú De Lacroix:

«Este doctor está siempre con sus remedios, sabiendo que yo no quiero drogas de botica, pero los médicos son como los obispos, aquellos siempre dan recetas y estos siempre echan bendiciones, aunque las personas a quienes las dan no las quieran o se burlen de ellas. El doctor Moor está enorgullecido de ser mi médico y le parece que esta colocación le aumenta su ciencia. Creo que efectivamente necesita de ese apoyo. Es un buen hombre y conmigo de una timidez que perjudicaría a sus conocimientos y luces aun cuando tuviese las de Hipócrates. La dignidad doctoral que ostenta algunas veces es un ropaje ajeno de que se reviste y que le sienta muy mal. Está engañado si piensa que tengo fe en la ciencia que profesa, en la suya y en sus recetas, se las pido, a ratos, para salvar su amor propio y no desairarlo; en una palabra, mi médico es para mí un mueble de aparato, de lujo y no de utilidad».

El catorce de mayo Bolívar amaneció bien y le dijo a De Lacroix:

«Ve, usted coronel, que sin el emético del doctor me he puesto bueno y quizás si lo hubiera tomado estaría ahora con los humores revueltos y con una fuerte calentura». ››

 

Bolívar en anécdotas. Héctor Muñoz. Editado por El Espectador. Editado en 1983. 

Sin misericordia, el amor

«Estoy muy bien de muelas»

Don Quijote

Hay una vieja tonada sobre la misericordia que alude a la misericordia de inmisericorde forma:

Es un retruécano que otorga desdicha a aquellos que en su corazón misericordia tienen. Para los demás es una simple anécdota, así como Borges con su bigote de leche recordó aquella escena literati del hombre ciego. Las asiáticas son conocidas por sus proverbiales orgasmos, por el squirt, Georgie no podía ver lo que hacía su esposa. Ese era el cuento que le echaba María Kodama, que con ropa se hacía el amor. Los griegos en Critias lo intuyeron también a partir de las incógnitas milenarias que se manejabas desde los ritos órficos. Era la Atlántida el lugar en donde la Misericordia florecía y los bigotes de leche germinaban . A cualquier golpe de vista de un extranjero, el mensaje del continente arrasado era una lluvia de conejos, conejos blancos, grandes y pequeños, pero al fin conejos, que conducían hacia los umbrales que alejaban a los hombres de la matrix. Esos umbrales se llaman vórtices y si uno se adentra en ellos encuentra el motor de la misericordia.

Volviendo al squirt de la asiática, ella aprovechaba la ceguera de su esposo y convidaba a escritores jóvenes, como Mario Vargas Llosa, disfrazado de agente inmobiliario, al que ella seducía al punto de bajarle los pantalones y ver su enhiesto miembro incaico, tan grande que ahora es un conde español. En seguida procedían a hacer lo que siempre sucede en estos juegos fortuitos y Jorge Luis escuchaba el palmoteo de las nalgas de ella al chocar contra los muslos de aquel agente. Ella tenía razón, con ropa se hace el amor, por eso para el coito no se necesita prenda alguna más que el cerebro y la falta de misericordia.

Por eso cuando Mario, propagó su semen en el interior de la boca de la japonesita, Georgie sintió el olor a almizcle y le pidió a su esposa que se lo vertiera. Ella, respetuosa del genio, obedeció.

Los historiadores de la literatura refieren que fue el nacimiento del agente inmobiliario como novelista, pero hay historia secreta: la misericordia.

Por lo tanto, revisando la obra del fraile Luis Carlos Bernal, el sonado «Elogio de la misericordia» en donde el célebre teólogo revisa la obra del italiano más morboso en cuanto sentimientos cristianos exista: Santo Tomás de Aquino. No en vano, él es un detritus de Aristóteles.

“La misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la miseria de otro, sentimiento que nos obliga, en realidad, a socorrer, si podemos” [II-II, 30,1].

La miseria ajena provoca la experiencia de la compasión que afecta al “corazón”, al símbolo del amor entrañable; la compasión no es una “convicción intelectual” sin más, sino que altera a toda la persona, tanto que la “obliga” a realizar un gesto solidario con la persona sufriente. Se refiere a una “obligación” llevadera, no impuesta sino sugerida, suscitada por el amor y la ternura hacia la persona herida.

“La misericordia es una especie de tristeza” [II-II, 30,1] “por el mal presente que arruina y entristece” [II-II, 30, 1].

Hasta tal punto la miseria ajena, asumida como propia, afecta a la persona compasiva, que la induce a “estar triste”. Esta tristeza es garantía de la veracidad de la compasión; de que no es una ficción, ni un sentimiento de lástima sin raíz. Las mujeres y varones compasivos padecen esta suerte de tristeza generosa y sufrida, que no los desalienta ni destruye sino que les permite estar cercanos, vivir en comunión con el que sufre. A veces, no se puede hacer nada por la persona herida; pero al menos, -eso, sí- se está junto a ella, sumidos en un silencio que habla de impotencia y de cariño.

“Son aún más dignos de compasión los males que contradicen en todo a la voluntad. Por eso dice el Filósofo en el mismo libro que la misericordia llega a su extremo en los males que alguien sufre sin merecerlo” [II-II, 30, 1].

Tomado de las meditaciones de los dominicos, en : La Misericordia de Santo Tomás de Aquino 

 

Pensar que esa época fue triste pero hoy es un recuerdo feliz. ¿Pero la misericordia qué es?

Y es que la tristeza de la misericordia es algo involuntario, como lo son las flatulencias cuando la persona es incapaz de retener sus gases. Esto es muy triste y es la evidencia de la verdadera fragilidad del ser humano. ¿Quién no se ha sentido afligido con su esposa? ¿Quién no ha sentido compasión por la japonesa y el agente inmobiliario con sus escarseos genitales, no porque ellos mismos estén en una bajeza, sino por el rastro de los cuerpos viejos arrasados.

Quién sufre y goza de la misericordia siente tristeza por todo, pero se ve a sí mismo como un cadáver. En las páginas pornográficas de nuestro mundo aparecen muchas escenas que convocan a la misericordia, basta con que coloquen en el buscador los términos «cuckold», no se fijen en el acto sexual, concéntrense en la mirada de esposo, pese a que este sea un vulgar actor de pacotilla por sus ojos asoma el abismo de la misericordia. Aprovechen para deglutir esas escenas. (Un consejo de panas: vean porno mientras desayunan un buen calentao paisa y se meten su tramadol respectivo para el dolor de muelas) Pronto la pornografía, el amor romántico y el matrimonio, serán antiguallas. Lo que nunca acabará es la misericordia por los viajeros de tiempo.

Don Quijote tuvo la desgracia de no conocer el tramadol y por eso se enamoró de Dulcinea. En donde el pintoresco personaje se hubiera enganchado al opiáceo, seguro habría sufrido una impotencia que habría mandado al mismo Sancho Panza a la mierda. Eso sí. Misericordia tiene el Quijote de Cervantes y misericordia ha de tener el Quijote del tramadol.

Van Helsing, el héroe improbable. Por Francesco Vitola Rognini

 

¿Qué habría sido de la obra maestra de Bram Stoker sin ese excéntrico personaje proveniente de Holanda? Si bien el Conde y el profesor han sido objeto de múltiples adaptaciones, la complejidad intrínseca al personaje de Van Helsing ha impedido que se le dé un tratamiento justo, ya que en ocasiones se le otorga un rol insignificante, rayando en lo ridículo, mientras que en otras se lo convierte en un superhéroe. A ratos cómico y tierno, a ratos impulsivo e irascible, el profesor, con sus 72 años, desempeña un rol vital en el relato sin ser uno de los cuatro narradores, él encarna el arquetipo del sabio, un hombre que piensa antes de actuar. En general es paciente y racional, pero hay que reconocerlo, en ocasiones Van Helsing carece de tacto, pero esa desconexión con la lúgubre realidad del relato obra a su favor y le otorga un aire de jovialidad casi adolescente, ya que su imprudencia sirve también para oxigenar la tensión acumulada, como por ejemplo, cuando le pide permiso a los pretendientes de Lucy para decapitarla porque está Un-dead. Tras un breve preámbulo dice «May I cut off the head of dead Miss Lucy?» (p. 176), como si fuese la cosa más natural del mundo. La escena es cómica, y en vez de restarle dramatismo al momento, la convierte en uno de tantos episodios en los que el impredecible personaje rompe el esquema de lo previsto por el lector —si ahora la escena nos resulta impactante, imaginen en el siglo XIX cuando fue publicado el libro—. Además, su rol como hombre de ciencia y metafísico lo enfrentan el mundo del mito y lo sobrenatural en el que se desenvuelve el Conde. Val Helsing es el hombre de ciencia que usa las referencias contenidas en las leyendas para exterminar al Nosferatu y a su prole: «All we have to go upon are traditions and superstitions. These do not at first appear much, when the matter is one of life and death —nay of more that either life and death. Yet must we be satisfied; in the first place because we have to be— no other means is at our control —and secondly, because, after all, these things— traditions and superstition — are everything» (p. 204, 205).

 

Como sabemos, el mayor difusor de la obra de Stoker ha sido Hollywood, que en su afán por capitalizar a costa de Drácula la convirtió en una caricatura. Contra esa influencia será difícil hacer algo, y a pesar de que existen adaptaciones muy entretenidas e ingeniosas, no se comparan con la capacidad del autor de envolver al lector, porque Stoker era un narrador virtuoso, ejemplos de ello encontramos en abundancia, por poner uno, veamos como describe a las vampiresas cautivas en el Castillo Drácula: «In the moonlight opposite me were three young women, ladies by their dress and manner. I thought at the time that I must be dreaming when I saw them, for, though the moonlight was behind them, they threw no shadow on the floor […] Two were dark, and had high aquiline noses, like the Count, and great dark, piercing eyes, that seemed to be almost red when contrasted with the pale yellow moon. The other was fair, as fair as can be, with great wavy masses of golden hair and eyes like pale sapphires […] All three had brilliant white teeth that shone like pearls against the ruby of their voluptuos lips» (p. 31). Entre las tergiversaciones hollywoodenses —«libertades creativas» llamémoslas— la que resulta más difícil de procesar es aquella que propone a la luz solar como fuerza aniquiladora de Drácula. En la novela el Conde solo pierde parte de sus poderes durante el día, es básicamente como cualquier otro hombre de la nobleza, rico y débil. En cuatro momentos distintos se hace mención de ello, el primero, cuando Jonathan, aun con estrés postraumático tras haberse fugado del Castillo Drácula, y recién llegado a Londres, distingue al Conde en Piccadilly, durante una inusual tarde tórrida de otoño, así lo describe Mina en su diario: «I was looking at a very beautiful girl, in a big cart-wheel hat, sitting in a victoria outside Giuliano´s, when I felt Jonathan clutch my arm so tight that he hurt me, and he said under his breath: “My God!”» (p. 147), tras una breve descripción de la palidez de su esposo, Mina inquiere sobre los motivos detrás de su reacción «“It is the man himself” […] “I Believe it is the Count, but he has grown young. My God, if this be so! Oh, my God! my God! If I only knew! if I only knew!”» (p. 148). El segundo momento en que se menciona esto es cuando rastrean las cajas con arena en las que duerme el vampiro, «We must trace each of these boxes; and when we are ready, we must either capture or kill this monster in his lair; or we must, so to speak, sterilise the earth, so that no more he can seek safety in it. Thus in the end we may find him in his form of man between the hours of noon and sunset, and so engage with him when he is at his most weak» (p. 207). La tercera mención explica la pérdida de los poderes durante la jornada diurna, «The sun that rose on our sorrow this morning guards us in its course. Until it sets to-night, that monster must retain whatever form he now has. He is confined within the limitations of his earthly envelope. He cannot melt into thin air nor disappear through cracks or chinks or crannies. If he go through a doorway, he must open the door like a mortal. And so we have this day to hunt out all his lairs and sterilise them» (p. 250). La cuarta y última mención ocurre ante la posibilidad de un encuentro diurno con el Conde, así lo registra Jonathan en su diario: «It was possible, if not likely, the professor urged, that the Count might appear in Piccadilly during the day, and that if so we might be able to cope with him then and there» (p. 253).

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