Archive | agosto 2020

El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora).

Día 2. NICE HAUT PAYS-NICE

Ganador de la etapa: Julian Alaphilippe(Francia)

Líder de la clasificación general: Julian Alaphilippe (Francia)

El aburrimiento pasó a Agosto

Francia repite el entusiasmo del año pasado: Julian Alaphilippe ha ganado y lucirá la camiseta de líder. Si ese lugar se prolonga, los franceses se sumergirán en el entusiasmo que les permita olvidar a la peste, aunque apestado sea el circo que se ha erigido en torno a esta competencia.

Puede ocurrir que el tour termine mucho antes; quizá los equipos vayan quedando eliminados (¡otra vez el gerundio!) porque tienen un par de apestados y gane el que pudo mantener una escuadra sana: quizá sea uno de esos equipos de poca monta que carecen de sofisticadas ayudas ergogénicas, excusas para utilizar remedios para asmáticos o para jóvenes con déficit de atención, o programas de dopaje más tecnificados que los correspondientes a los descubrimientos de las trampas.

También puede ocurrir que Alaphilippe gane el tour ante la interrupción virológica. Quizá sea una vuelta de dos semanas o de unos días más. O simplemente el mundo se acabe si es que por mundo se entiende al fenómeno humano que pisó a la Tierra.

Todas estas esperanzas se barajan en el público francés que aún se aferra a una mejoría de Pinot. Hoy no subió muy bien las cuestas de primera categoría y su cara de sufrimiento formó parte de las transmisiones cinematográficas de la etapa. O de telenovela francesa en la que el francés sufrido pierde ante un español, un inglés o un europeo oriental.

El líder Kristoff se descolgó y ya es pasado. El ganador del último Dauphiné, el colombiano Martínez, cayó y muy seguramente no termine el tour – si es que a este no lo acaba antes el Covid 19- y, una vez más, regresó la vuelta francesa de siempre: aburrimiento, una caravana que sube a ritmo incomprensible para cualquier humano que no utilice algún fármaco -ya sea aceptado o no por las autoridades que deciden qué es lo limpio y lo sucio en un negocio como el show del ciclismo- y un final que acrecienta los cálculos.

La etapa terminó con un embalaje protagonizado por Alaphilllipe, un juvenil Hirschi y Adam Yates. El francés se aprovechó para no liderar, en momento alguno, el paso de la triada y, al final, ante la angustia del inglés y la novatada del suizo, Julian, celebró con la grandilocuencia del llanto, exaltando su logro y propiciando la especulación que este año no está listo para ganar la competencia y por eso prefirió hacer lo que hizo hoy.

Cada día consolida la sospecha de que todos aceptan la supremacía del Jumbo, donde parece que pedalea el campeón del tour de la peste. Aunque algunos se entusiasmaron porque el equipo holandés no tiranizó al pelotón en los últimos kilómetros: una ilusión más que servirá para postergar la confirmación de lo pronosticado.

El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora).

Día 1. NICE MOYEN PAYS-NICE

Ganador de la etapa: Alexander Kirstoff (Noruega)

Líder de la clasificación general: Alexander Kristoff (Noruega)

Empezó la faramalla

El tour de Francia apareció como una guerra de trincheras a lo largo de esta última década: frente al televisor, mientras engordábamos, la pregunta sobre el anunciado ataque crecía a medida que el hecho se postergaba; entre el sopor y los bostezos, venía algún rasguño que despertaba el entusiasmo y revivía los cálculos para luego todo terminar en lo anunciado: el triunfo de una corporación anglosajona y el aplastamiento de cualquier entusiasmo hispanoparlante. Los hechos se han justificado con la intensidad de los vatios emanados por las pedaladas de los integrantes de un equipo como el de Brailsford- alias Inneos, otrora Sky-, capaces de producir energía eléctrica para un municipio, la cual supuso la imposibilidad de un ataque y la explicación de por qué el malhadado Quintana jamás pudo embestir como lo esperan sus fanáticos- tan inabordables y obtusos como los de su “némesis”: Mikel Landa-.

Ya con el sustento energético del aburrimiento y de los trenes en plenas montañas francesas, se ha instalado una nueva figura que le disputa el protagonismo a Inneos: Jumbo. El equipo de los Países Bajos ha iniciado una sustitución en donde, como en los entreverados juegos literarios que han servido a generaciones de escritores, los  nombres son prescindibles pero la estructura de la trama es la misma: el lote es encabezado por cuatro o cinco miembros de la escuadra y, a medida que se llega a meta, el líder de la misma realiza un ataque que se prolonga, a lo sumo, por un par de kilómetros y todo termina sentenciado en una contrarreloj que se vuelve en el elemento fundamental para mantener la ilusión de que el tour lo gana un individuo con capacidades superiores a las del resto del pelotón, aunque el equipo sea el que haya escrito el guion y asignado roles. Quizá el ciclismo desemboque en algo similar al fútbol: los directores técnicos desplazarán a los futbolistas y las “escuelas” gravitarán en torno a sus nombres, de manera que se hará más atractiva la discusión en torno a lo ocurrido que a lo que propiamente ocurre: la posmodernidad de las bielas.

Hoy, en la primera etapa, llovió y hubo ascensiones y caídas. Martin, el integrante alemán del Jumbo -con todo lo que implica un patronazgo germano-, se instaló como la autoridad del tour y pidió que no se hicieran ataques y reclamó a los efectivos de Astana, el equipo celeste que se ha caracterizado por su rispidez, que incrementó la intensidad, pero terminó castigado pues su líder, el menudo Miguel Ángel López, alias Superman, cayó.

De seguir esta dinámica y continuar obedeciendo al Jumbo (uno de los grandes efectos del ciclismo es la tiranía del gerundio, de suspensión durante las carreras que ni siquiera termina cuando acaba la prueba pues luego vienen los consabidos planteamientos en torno al dopaje o demás trampas), todo terminará como se tiene calculado: los del Jumbo tendrán al ganador del tour – que puede ser Roglic, el esloveno otrora Esquiador, o el holandés con el sugerente alias de “mariposa de Maastricht”, llamado Tom Doumolin-.

Entre los que cayeron estuvo Quintana, lo cual encendió las alarmas de la fanaticada sudamericana, la cual causa, a su vez, el alborozo de la española y las risibles peleas que desembocan en proclamas chauvinistas y desprecios mutuos, tiernos, apegados a apelativos como “tiraflechas” o “españolete”.

Otro de los que se fue al suelo, aunque ya en los tres kilómetros finales, fue el bienamado Tibaut Pinot; con su cara de angustia, llegó a la meta con la tranquilidad de no haber perdido tiempo pero con la sospecha de que, quizá, vuelva a ocurrir lo que por más de tres década les pasa a los franceses: ninguno de los suyos ganará el tour.

El ganador fue Kristoff y mañana saldrá como líder. Se solazó con su triunfo y, atrás, el joven Pogacar fue el mejor ubicado de los favoritos, acompañado de Sergio Higuita, un colombiano cuyo apellido, ya ilustre en el balompié, quizá se convierta en el más nombrado si en la etapa de mañana, que parece propicia para sus características, gana y se hace a la camiseta de líder.

Todos celebraron o se quejaron. Obviaron, junto con el público, que hay una peste. Y esta variable vírica, que nadie dice, puede desembocar en que todo el circo acabe su función de repente y que el gerundio se convierta en un “qué pasaría si este tour anormal hubiera terminado en la nueva normalidad”.

La manzana de las luces, por Mari Cris

Mari Cris es el pseudónimo de  Pallero María, estudiante de letras en la UNLZ, de ella hemos publicado el poema: Sogas y Moscaspatrick-hendry-6xeDIZgoPaw-unsplash

 

Corría el año 2030, una nueva pandemia azotaba al mundo, Fabián miraba las noticias durante su descanso mientras bebía una taza de sopa. Hace diez años que se encontraba encerrado en la fábrica de bebidas cola junto a sus compañeros, que habían sido reclutados a fines del 2020 como trabajadores sanos y esenciales.  Estos compañeros eran su nueva familia, ya que todos estaban privados del contacto con los suyos y hace más de cinco años no tenían siquiera noticias de nadie, debido a que las redes de comunicación habían sido totalmente destruidas por grupos de resistencia en contra de las nuevas antenas 5G.
La única comunicación que tenían con el mundo exterior era aquella pantalla gigante del comedor en planta dónde los noticieros no dejaban de arrojar cifras terroríficas sobre los muertos, enfermos y pocos recuperados. Cifras sin nombre ni caras que los hacían temblar y recordar a los suyos.
Pero cada vez pensaban menos  en el exterior y ya no tenían esperanza de la tan ansiada vacuna, que los científicos prometían hace años y que muchos activistas se negaron a recibir durante la primera cepa de la pandemia. Pasaban los días entre máquinas, botellas y jarabes, de vez en cuando hacían ejercicios y jugaban a las cartas con un mazo viejo, único objeto traído de afuera.
A las veintidós en punto las luces se apagaban, sumiendo a toda la fábrica en completa oscuridad y obligando a los obreros a meterse inmediatamente en sus camas. Una noche Fabián despertó y  atravesó el corredor que dirigía al baño completamente a ciegas. Cuando de pronto, un impacto seguido de ruido de cristales rotos detuvo su marcha. Para su sorpresa una paloma había entrado por una de las ventanas altas y polarizadas del corredor, que al igual que todas las ventanas de la fábrica no permitían el contacto con el exterior.
Fabián totalmente sorprendido no se preocupó por el ave, que yacía ya sin vida en aquel pasillo, sino, que su mirada se encontraba pérdida en aquel rayo de luz de luna que partía en dos la oscuridad del lugar.
Aquel hoyo en la ventana se convirtió en el nuevo espectáculo de atracción de Fabián, le costó mucho convencer a sus compañeros de que no denuncien el accidente para poder conservarlo y todas las noches, único momento en que las cámaras no captaban su actividad, se las pasaba sentado en aquel pasillo durante horas y horas observando las estrellas, si tenía suerte alguna que otra vez también podía avistar la luna.
Sus compañeros no comprendían su nueva obsesión pero tampoco lo reprobaban, algunos incluso hasta se burlaban de él y comenzaron a apodarlo, El lunático.
Fabián tomaba estás burlas como cariñosas y poco le importaban, aquel agujero en el techo había abierto en su mente un torrente de conocimientos y recuerdos olvidados en su psiquis por mucho tiempo. Los días le pasaban demasiados lentos, ya que solo ansiaba la llegada de la noche para sumergirse en esas viejas ideas olvidadas, pero también le resultaban agotadores debido a pasar tantas horas en vela. Su rendimiento comenzó a bajar muchísimo y su agotamiento se hizo visible ante los ojos de sus empleadores, que preocupados por su salud mandaron inmediatamente una unidad sanitaria a las puertas de la fábrica.
Tres hombres del personal de salud, entraron vestidos con trajes especiales y máscaras que cubrían sus rostros por completo, causando gran alarma a todos los empleados. Fabián agachó la cabeza y pensó que seguramente venían por él.
Ya en la ambulancia Fabián no paraba de pensar, una mezcla de miedo, excitación e incertidumbre recorría todo su cuerpo, de pronto las caras de su familia, olvidadas hace mucho tiempo,  se le aparecieron tan patentes como en una fotografía. Un deseo irrefrenable de lanzarse de aquel vehículo cruzo por su mente como un rayo, casi sin darse cuenta ya tenía un pie fuera de la ambulancia y al rodar por el asfalto cubrió su rostro cegado por el sol del mediodía.
Corrió sin rumbo fijo durante varias horas, hasta sentir que las piernas ya no le respondían, sólo ahí Fabián detuvo la marcha, agotado se dejó caer al suelo de rodillas y levanto la vista para observar por primera vez a su alrededor. El panorama que se presentó ante sus ojos era desolador, casas abandonadas, la carretera desierta, ni siquiera la presencia de un perro callejero se advertía y a lo lejos un conjunto de luces que parecían formar una única y enorme luz.

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Colección revista Cultura y pueblo que dirigió José María Arguedas #libredescarga

Una publicación que nos inspira. 

A disposición de los interesados, se encuentra en el repositorio institucional del Ministerio de Cultura del Perú la revista CULTURA Y PUEBLO, importante publicación periódica, durante los años 60,  que fuera dirigida por el escritor José María Arguedas.

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En estas publicaciones se registran las principales preocupaciones de Arguedas, alrededor de lo peruano y su encuentro con lo europeo; las nociones de Folclore (como ciencia del estudio del saber tradicional) vs sabiduría folclórica; las diferencias entre los pueblos de la costa y sierra del Perú; la poesía, el arte, la literatura, la hilandería,  la música,  la historia de Itsa, el cine, y todas las manifestaciones sensoriales en el encuentro entre Cultura y Pueblo; sin dejar de lado, por supuesto, un rico registro fotográfico.

Entre las plumas que colaboraban en estos volúmenes, además de la del propio Arguedas,  se encontraban:  Enrique Ituriaga, Fernando Silva Santisteban, Antonio Cornejo, José Miguel Oviedo, Arturo Jiménez Borja y el célebre  poeta José Santos Chocano.

Otra característica interesante de esta publicación era su carácter bilingüe, dada la importancia  que le daba Arguedas al Quechua, así que cada número recogía una cantidad de cuentos, canciones y poemas en esta lengua con sus respectivas traducciones, casi siempre hechas por el mismo escritor (en el primer volumen encontramos un cuento de Lucanamarca del  género reptiliano).

Entendiendo que la ciencia occidental también forma  parte de la Cultura, Arguedas dejaba campo también dentro de su publicación para artículos de divulgación científica,  acerca de los nuevos avances y descubrimientos en las ciencias naturales.

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O sea que Arguedas entendía la ciencia, como nosotros la entendemos en Mil Inviernos: el encuentro entre todo el conocimiento del saber humano, incluido el ancestral, con sus descubrimientos modernos y sus anhelos a futuro.  Por eso, hoy deseamos compartir estos documentos y saludar a nuestra revista antecesora CULTURA Y PUEBLO —ya que nosotros también escribimos para el hombre del pueblo— como esa raíz del árbol que hoy saboreamos su fruto.

 

 

Se puede acceder a estos volúmenes en este enlace:

REPOSITORIO CULTURA Y PUEBLO

 

 

 

 

Hunter S. Thompson, un bólido incandescente, por Francesco Vitola R.

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Ha regresado a nuestro espacio, Francesco Vitola Rognini (autor de Hambre de Caza y Héroes Decadentes: ambos publicados en Milinviernos) con una serie de artículos que versarán sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”. 


El <<reportero forajido>> creador del periodismo Gonzo era un tipo extravagante, híbrido entre columnista virulento, criatura de la noche y explorador de la clandestinidad: un búho con plumaje tornasolado; un cometa que tras surcar el Olimpo literario bajó a la atmósfera terrestre como el bólido incandescente. 

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Los tres primeros libros de Hunter S. Thompson —y el articulo The Kentucky Derby is Decadent and Depraved— demuestran su afinidad con los escritores de la generación beat, y aunque no se le suele asociar a ellos, Hunter solía mencionarlos con frecuencia, se sabe que alguna vez coincidió con Ginsberg y Burroughs, y que fue muy cercano a Ken Kesey. Hay aspectos innegables de sus paralelismos, sus análisis socio-políticos ligados a la necesidad de ampliar las libertades individuales, el uso de sustancias con fines rituales y como combustible de trabajo —escribió Hell ́s Angels usando un método similar al aplicado por Kerouac en On the road, escribir sin descanso bajo los efectos de la Dexedina—. Como los autores de la generación beat, Hunter exaltó el ritmo como una cuestión de vital importancia en su escritura, por ello se denominaba a sí mismo <<music freak>>

La ironía de la vida de Thompson es que el personaje caricaturesco que incluyó en sus libros terminó opacándolo como escritor, y por añadidura, colonizó su vida privada y sus dinámicas de creación. Si bien los tres primeros libros —Hell ́s Angels: A Strange and Terrible Saga (1966), Fear and Loathing in America: A Savage Journey to the Heart of the American Dream (1971), Fear and Loathing: On the Campaign Trail  ́72 (1973)— son de un virtuosismo desconcertante, una vez alcanzado el estatus de celebridad pareció perder el ímpetu, y aunque siguió publicando libros, estos fueron conglomerados de textos, distribuidos así: artículos, Gonzo Papers, 1(1979), 2(1988), 3(1990), 4(1994); relatos, Screw-jack: and other stories (1991); cartas personales, The Fear and Loathing Letters, Vol. 1: The Proud Highway: The Saga of a Desperate Southern Gentleman 1955-1967(1997); los artículos publicados originalmente en la revista Time, Fear and Loathing in America: The Brutal Odyssey of an Outlaw Journalist 1968-1976 (1997); otros artículos, Kingdom of Fear: Loathsome secrets of a star-crossed Child in the Final Days of the American Century (2003); las columnas de opinión que escribió para ESPN, recopiladas bajo el título Hey Rube: Blood Sport, the Bush Doctrine, and the Down Spiral of Dumbness Modern History from the Sports Desk (2004). Como caso aparte hay que mencionar The Curse of Lono (1982), el último reportaje que escribiera al estilo Gonzo. En este listado hay que incluir la tardía publicación en 1999 de la única novela que viera la luz, The Rum Diary, escrita en 1959. Dos novelas más quedarían en el tintero por razones desconocidas, presumiblemente por el perfeccionismo de mismo autor: The Silk Road, novela basada en el éxodo del Mariel, en la que el autor comenzaría a trabajar en 1981, y Polo is My Life, cuya escritura fue asistida por la autora citada más adelante. 

¿Qué pasó con el trabajo de Hunter S. Thompson en la segunda mitad de su vida? ¿Por qué los trabajos posteriores a 1973 fueron de corto aliento, cuando la tendencia entre escritores es que con el tiempo su arte mejora? 

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Hipertextos: un libro de Salomón Verhelst para libre descarga

La Corporación Universitaria del Caribe (CECAR) ha editado volúmenes que ahora son de libre descarga . Entre ellos está el trabajo de Salomón Verhelst Montenegro (Acá encontrarán el libro) . A continuación les presentamos el prólogo de su libro «Hipertextos», escrito por Sergio Macías Brevis:

Me enviaron desde Colombia unos relatos que me han sorprendido, tanto por sus contenidos profundos, como por el estilo vigoroso, sin la ornamentación barroca o egregia a la que estamos acostumbrados en Latinoamérica. El autor es el joven poeta Salomón Verhelst Montenegro, nacido en la bella ciudad de Cartagena, en 1981, con estudios en Filosofía y Cooperación Internacional para el Desarrollo y que se desempeña como académico en Sincelejo, Sucre, en la Corporación Universitaria del Caribe —CECAR—. Quien escriba en Colombia tiene una gran responsabilidad, si recordamos solo algunos de sus más notables literatos, como José Eustasio Rivera, José Asunción Silva, Jorge Isaacs, Álvaro Mutis, Juan Gossaín, el extraordinario Gabriel García Márquez, Eduardo Carranza, este último de gran participación creadora en Madrid. Lo mejor es que dejemos estos nombres hasta aquí, porque la lista sería más larga y, además, excelsa. Por ello, no es fácil comentar una obra de actualidad en un país de eminentes creadores. Sin embargo, me atrevo afirmar que la obra Hipertextos de Verhelst es trascendente por ser entretenida, culta, con narraciones como si fueran antiguas, pero expuestas en una curiosa modernidad. Esto es, como si la forma fuese exquisitamente del pasado, sublimando el pensamiento, sin obviar el presente. Por el contrario, los temas producen un interés tal, que no se dejan de leer.

Ya en el primer relato el autor mezcla lo dramático con el humor. A la pobreza la tipifica tan perjudicial como la suerte de ser negro y, además, si la persona es poeta, sobre todo en aquellos años de 1886, mejor es darse por desgraciado. A primera vista, quizá, la narración o las narraciones a reglón seguido producen en el lector un pequeño reparo, por no dar descanso o respiro, pero lo curioso es que no causa cansancio al no dar tregua. También hay que reconocer que se trata de una opinión subjetiva, porque me gustan caprichosamente los textos con espacios. De manera que la impresión de ver páginas llenas me provoca un efecto un poco extenuante. Sin embargo, todo esto queda de lado, porque el hilo conductor es rápido y animado. Critica a una sociedad egoísta y desigual. Por ejemplo, cuando se da el hecho de que reconocen al personaje sus méritos líricos, pero, ya ha pasado el momento oportuno y no tiene sentido homenajearlo. El protagonista ha muerto con el dolor de sentir de que el color de su piel le ha castigado.

El autor no se deja llevar solamente por su imaginario, sino que fustiga a la historia, al medio y al racismo. Aunque abusa un poco de lo histórico y de ciertos personajes, tiene la valía de resaltar las raíces latinoamericanas y de su Colombia. Entra en el contexto indígena y en la civilización o incivilización cristiana, y cuando toca lo bíblico interpreta a su manera ciertos protagonistas y las manifestaciones de estos, a través, por ejemplo, de la risa o del llanto, del dolor o de la miseria. Se adentra en la existencia del ser. Hace metafísica sobre lo que se piensa o se ha pensado históricamente. Sobre la fuerza y la debilidad del individuo.

Digamos que el imaginario no puede prescindir de la memoria histórica. Quizás, el autor se esfuerza en hallar tratados o manuscritos antiguos para encontrar apoyo en el desarrollo de sus temas, a partir de afirmaciones y negaciones, que conducen a la suspensión del juicio. Son contradicciones que en todo caso cautivan al lector. Lo antiguo lo convierte en nuevo. Tampoco escapa el maltrato a la mujer o el crimen de Caín. Son narraciones cultas con mucha imaginación. Aparece un lenguaje, más bien para instruir al lector, sin dejarle mucho para que decida.

No podemos, por razones obvias, referirnos a cada uno de los relatos, aunque muchos nos llaman la atención, por su vehemencia o por colocar un asunto que no desaparece de la memoria como tema central, como por ejemplo en Bartolomé y nosotros. Creemos que está bien señalar la deuda histórica del Imperio español en tiempos de la conquista, pero, como en otros autores, aquí falta la imputación a la indolencia de nuestros regímenes políticos que, una vez lograda la independencia, nada han hecho por los aborígenes, manteniéndolos por cientos de años marginados, y eso ya no es culpa de los españoles, sino de la casta política que ha manejado el poder en Iberoamérica. Da la impresión de que falta completar con ello el veraz y bien escrito texto, que muestra un repertorio poco cristiano y una civilización impuesta por la ambición, no solo religiosa, sino por llevarse el oro.

El autor tiene la ventaja de saber describir lugares y personajes, eso sí, apoyándose, como hemos afirmado, en lo que decían los antiguos o haciéndolos aparecer de esa manera. Son, en definitiva, relatos para lectores cultos, con citas de textos que no aburren, como tampoco las referencias a obras literarias históricas o bíblicas, sino, por el contrario, gustan. Quizás se excede en forzar estampas afines, semejantes, pero que son notables en la descripción y en la trama. Son relatos valiosos. Se nota una cierta influencia de Ricardo Palma y Borges. Las narraciones manifiestan cómo debe ser la vida según tal o cual protagonista y, además, expresa lo fundamentalmente religioso que es el pueblo, todo ello con una gran riqueza de conocimientos.

Hermoso —y no menos gracioso— es el hipertexto sobre los feos, en el que hace resaltar la fealdad física de sus personajes: Rafael Pombo y el Sileno Sócrates. Con el primero, da rienda suelta a sus valoraciones sobre lo corporal, pero más a las virtudes interiores, como si esa gran cualidad de poeta que posee Pombo bastara para quitar, a todo el que lo viere, la repugnancia que provoca, por no haber nacido a imagen y semejanza de Dios. En todo caso, el primer engañado es el autor, pues siempre lo imaginó “angelical y hermoso”. Lo interesante de la narración es que plantea el cómo dilucidar la belleza.

Mucho dicen por ahí, y también por allá, que los escritores son grandes mentirosos y, para confirmarlo, el autor en su relato ¡Por qué no vivir en Bogotá!, mezcla al personaje con la apreciación que hace de la política, la corrupción, la masonería, el cansancio de ver la pobreza, la débil indiada escarnecida, los incultos y el aburrimiento de estar inmerso en la selva. Pero el asunto radica en que pareciera verdad que irse a vivir a Bogotá es como entrar en el infierno debido a una gran cantidad de razones negativas. Será cierto o no, poco generoso e indiferente, pero argumentos no le faltan para desvelar el infortunio. El lector podrá confirmar o desmentir las explicaciones que lo llevarán a tomar una decisión o renunciar a ella.

He elegido, por razones obvias, solo algunos textos que me han parecido tan interesantes como el resto, pero es para explicar que el autor no cambia de estilo. Incluso, el contenido lo mantiene apegado a los antecedentes que da, a través de unos relatos que no escapan a la sabiduría del pasado, buscando, claro está, cualquier pretexto para introducir al lector en su labor del conocimiento. Así, en Un manuscrito en Mompox, plantea el significado de la amistad por medio de tres elementos que son, más que suficientes, para que esta se dé con su protagonista, Manuel Raad, un descendiente libanés. Ambos tienen las mismas aficiones. Por de pronto, el abuelo había impregnado al árabe de sus gustos por el quibbe crudo y la berenjena, y dejado como legado su biblioteca.

La virtud o defecto del personaje árabe es que siempre que entra a debatir un tema, este abunda en numerosas citas. Lo curioso es que esta situación se da en el lejano pueblo de Mompox, donde los cristianos católicos instauraron sus congregaciones, y las familias de nobles españoles obtienen provecho de esas buenas tierras habitadas por indígenas naturales, que son los que las trabajan y que, además, deben pagar impuestos en la Aduana Real. Si existe esta Aduana es porque el pueblo está en una ubicación privilegiada, ya que se conecta con otros lugares con los que puede realizar un gran comercio, a pesar de que, de vez en cuando, sufre de inundaciones, plaga de mosquitos y caimanes que devoran todo lo que encuentran. Estas calamidades producen las huidas de los ciudadanos del pueblo, lo que le permitió al árabe encontrar en un convento, un manuscrito, en el cual se indica cómo armar a un caballero, y que lo utiliza en ese momento para dotar a su amigo de tal categoría. Pero la ceremonia se interrumpe “cortésmente, para matarle un mosquito”, que se posó sobre el oficiante, mientras se oye en el fondo el Ángelus Dómini nuntiávit Maríae. Fue, de esta manera, como empezó la amistad con Manuel Raad. Historia tan íntima como es la devoción por el afecto.

Como hemos afirmado anteriormente, el narrador se sirve de muchos personajes que pertenecen al ámbito político o cultural, pero que, de ninguna manera, desmerecen el ayer y el mañana en sus tramas vitales y animadas, dándole una autenticidad como escritor en un lenguaje sobrio y preciso, y que, sin duda, tenemos para mucho tiempo. En el cultivo de su forma y contenido está su trascendencia.

Sergio Macías Brevis Madrid, primavera, 2019