Archive | abril 2019

Debut y despedida. El primer y único concierto de una banda punk

Los espejos asesinos

 

Juan Gabriel es el Maradona de los maricas, dice. A unos dos o tres metros de él y de mí, Juan Gabriel flota en la pantalla de la rockola: disgrega su voz en la oscuridad del escenario, vestido de azul, como un abogado que, en los ochenta, defendió a una recién divorciada cuando el divorcio conservaba su misterio.

Al final de la canción, Luis se incorpora, introduce otra moneda en la ranura y canturrea que amaneció completico: una completud que se columpia en los estragos de las noches mal trajinadas, el insomnio, el deseo de soñar y el espanto de cada sueño.

Cada tanto entran jovencitos con chaquetas de cuero. Se parecen, en su vestimenta, al gordo que gerencia una librería autodenominada independiente y que queda a un par de cuadras. Compran dulces, o algo para distraer el hambre antes de entrar al Bbar, donde esta noche hay un concierto de bandas de punk.

En la promoción del evento se ha explicitado su insustancialidad y la perspectiva de un comienzo sincronizado con el final: debut y despedida. El Punk es olvidable, las emanaciones de sus guitarras son ventosidades en los transportes públicos: agrias y pasajeras.

Luis, después de quedar completico, pregunta por la hora.  Son las diez y es tiempo de entrar a Bbar. Mientras nos paramos, me confiesa que está nervioso. Nunca antes me lo dijo, ni siquiera en las presentaciones de nuestros libros, en algún cafetín-librería del centro de Bogotá, donde se sentaron lectores que jamás leyeron algo escrito por nosotros y nos increparon por los títulos de lo recién publicado: los hermanos lectores creyentes en el divino talento.

El talento sólo existe cuando se enferma y hay que extirparlo, como el apéndice.

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