Archive | enero 2012

Franzen estará muerto en cincuenta años

Franzen es un escritor muy importante. Hasta Obama lo aclama.

Franzen es lo más cercano a los escritores latinoamericanos que hicieron parte del llamado boom. No tanto porque él los conozca a fondo sino porque, como ellos, sus opiniones remecen el mundillo político y periodístico y puede emitir juicios sobre lo humano y lo divino. Por esa velada cercanía con el escritor-patriarca de mediados del siglo pasado, fue tan aclamado por el exclusivo público que fue a Cartagena, la ciudad colombiana que sirve de sede para el Hay Festival.

Tan importante es Franzen que todo lo que dice genera controversias y entradas a blogs de distintos lugares del mundo. Las últimas reacciones se generaron gracias al conversatorio que tuvo con Juan Gabriel Vásquez (un escritor colombiano importante aunque no tanto como su colega norteamericano). En ese evento, el autor de «Freedom» disparó que no le simpatizaban los e-books y que, cuando estos hicieran desaparecer del todo a los libros impresos en unos cincuenta años, él estará muerto. La gente se rio, Juan Gabriel, también, aunque un poco apesadumbrado porque siempre ha creído en la inmortalidad de la literatura y Franzen es literatura o, al menos, un demente por culpa de ella: «A screen always feels like we could delete that, change that, move it around. So for a literature-crazed person like me, it’s just not permanent enough.”

Lance Ulanoff se ocupó de debatir las opiniones del autor de «Freedom» (Acá puedes leer el texto) sobre los e-books con argumentos como el ecológico (con los e-books se dejan de tumbar tantos árboles) y el de la facilidad de llevar varios clásicos sin que tu maleta se llene.

Franzen, desde su trono en Cartagena, también dijo que sería feliz si más novelistas, no solo los escritores de ciencia ficción, prestaran atención a la ciencia y la tomaran en cuenta pues a partir de ella pueden surgir muchas preguntas interesantes. Con esta afirmación pone en evidencia su visión realista de la literatura; a su juicio, la ciencia ficción, para que lo sea, debe partir de propuestas hechas en un laboratorio o en un aula de física teórica, de lo contrario, son meros desvaríos.

El trasfondo de esta perspectiva comprende al lenguaje como una herramienta para decir lo justo en el momento indicado sobre algo concreto. En este modelo de literatura, la palabra adecuada es suficiente para una situación, un personaje, una trama; el lenguaje verbal existe para traducir lo que se ve y lo que se siente, él, por sí mismo, no crea una situación ni genera algo que sea paralelo o que le de vuelta a lo que se presume como real. Es en este contexto como se puede entender la distancia que Franzen toma con autores como Philip K. Dick.

A su vez, esta noción del lenguaje soporta el ideal de estabilidad que Franzen le otorga a la literatura. Su posición conservadurista desembocaría en un raciocinio en el que un cuento impreso ingresa a la literatura (seguramente, Franzen juzgará si buena o mala) mientras que los manuscritos de Kafka no lo fueron si no estaban impresos: Hay que agradecerle a Brod porque él convirtió los textos de Kafka en literatura. Todo por la estabilidad. Todo por mantener a  una obra como una pieza de museo que sólo pueden manosear los críticos pero no otro escritor.

Habría que preguntarle a Franzen su opinión sobre los cambios que Borges infligió sobre sus textos cada vez que se iba a editar una antología. Quizá ya la literatura ha muerto y queda un inmenso libro que todos podemos reescribir y modificar, desapareciéndose el nombre de quien hizo la tachadura o el cambio. Quizá,  los escritores cuyos retratos aparecen en revistas y son entrevistados por temas como el cambio climático, desaparezcan y emerja una especie de humano que escriba sin que sea denominado escritor ni  vaya a festivales y, por supuesto, no sea tan importante como Franzen.

2020: El final de las enfermedades olvidadas

Cada enfermedad es bautizada.Algunas rinden tributo a sus descubridores, otras, son las iniciales de su descripción, casi siempre están hechas en inglés, semejando los códigos secretos de agencias de espionaje. Todas ellas terminan clasificadas por profesionales especializados en epidemias, virus y retrovirus; los criterios para colocarlas en una u otra categoría varían con el presumido avance del conocimiento. Entre esas clases está una especial:  las enfermedades olvidadas.

La OMS; entidad dedicada a catalogar, declarar pandemias, endemias y epidemias, ha afirmado que las enfermedades olvidadas son aquellas que azotan a los pobres, marginados y a los países menos favorecidos a nivel económico, lo que equivale a ser pobre y marginado.

El mal de chagas, trasmitido por un insecto que en el cono sur le dicen vinchuca y en el norte de sudamérica pito, es tan exótico como un Maracuyá en un mercado berlinés o un mangostino en una esquina de Londres.

Los epidemiólogos y demás bautistas de enfermedades prosiguen con la recurrente imagen de paraíso olvidado que tiene América cuando se la emparenta más con las Indias Españolas que con Estados Unidos o Canadá.

La mejor manera para dejar de olvidar esas enfermedades es eliminándolas. Así, se ha entendido, por ejemplo, que la pobreza misma ha sido una enfermedad y que la mejor manera de acabarla es esterilizando a los pobres (propuesta que promulga el escritor y opinador Fernando Vallejo).

Para acabar con el olvido, fundaciones como la de los Gates en unión con la OMS y gobiernos como los de Emiratos Árabes, Reino Unido y Estados Unidos han comunicado que plantean erradicar con diez enfermedades olvidadas para 2020. Ese año será el último, en teoría, de un padecimiento con arraigo religioso como la Lepra (Bacilo de Hansen).

Con la lepra eliminada de la faz de la tierra, las nuevas generaciones sentirán maravilla y espanto cuando lean la biblia y encuentren que alguna vez a las personas se le iban cayendo partes de su cuerpo hasta morir. Habitantes de pueblos que fueron fundados como lazaretos, sabrán que el municipio que pisan tiene un origen tan fantástico como el del Imperio Romano o la expulsión de Adán y Eva del paraíso.

Hay un ilustre compositor colombiano, Luis A. Calvo, que fue internado en el lazareto de Colombia (Agua de Dios) y allí compuso muchas canciones para piano, alguien en el futuro se preguntará cómo alguien sin dedos podía ejecutar ese instrumento que parece destinado a manos elegidas. Alguien, en el futuro dirá que Grettel se quedó sin su bacilo de Hansen y los personajes de historias primordiales quedarán un poco más sanos y más solos.

Cierre editorial de género española NGC

Empezó mal el año. O mejor dicho, empezó mal el final del mundo. O, como también podría creerse, empezó bien si tenemos en cuenta que es el año del apocalipsis para los optimistas. ¿Será que así empiezan todas las catástrofes? Lo cierto es que a través de un comunicado en su página de internet, y difundido a través de redes sociales, la editorial madrileña NGC,  dedicada a los géneros de la ciencia ficción, la fantasía, el terror y la novela negra de autores hipanoparlantes, ha anunciado su cierre definitivo, el remate de sus libros y su paso a la muerte editorial.

Quienes seguíamos el movimiento de esta quijotesca empresa editorial, nos vimos asaltados a una terrible ola de desconsuelo cuando a primeras horas de la mañanas, leíamos la nota informativa que, traducida en palabras coloquiales, expresaba «colgaban la toalla»:

A pesar de nuestras ganas, de todos los esfuerzos, de unos magníficos autores y del atractivo resultado (o eso creemos), no ha podido ser. Dadas las ventas, escasísimas -incluso habiendo recibido críticas, en su mayoría positivas, de numerosos y diversos medios-, sumado, por supuesto, a los tiempos que corren, que no han ayudado en absoluto, nos vemos obligados a retirarnos. Por esta razón, desde el uno de febrero y hasta el veintinueve del mismo (la tienda on-line no está operativa en este momento), nuestro catálogo, incluyendo nuestra última novedad, podrá ser adquirido a unos precios irrisorios.

Los tiempos que corren no ayudaron. Hoy, cuando todos presumen ser unos acalorados fanáticos de la ciencia ficción, cuando compiten por ser unos los más «geeks» otros los más «nerds», cuando todos creen que tener legos de starwars es su insignia de inteligencia, cuando «editoriales indies» se consideran lo máximo en novedad por publicar «prehistoria de ciencia ficción»; lo cierto es que hoy no es un buen día para la literatura de  ciencia ficción en hispanoamerica.

José José, el alienígena que se emborrachó de gloria

El plagio por anticipación ocurrió en 1970 cuando José José salió al escenario donde se llevaba a cabo el segundo festival latino de la canción. Su cabeza coronada por un exiguo copete y su abrigo verde, sugería un alienígena que cantaba para saborear su dolor. El público, mientras la música de la banda retumbaba con agonía, aclamaba al extraño cantante, tirándole flores como si fuera un torero que lidió con una bestia paradimensional.

El plagio se evidencia en El Quinto elemento; una cantante azul, proveniente de otro planeta, canta en una nave espacial que, como un crucero del caribe, se atesta de turistas espaciales y es el escenario de la refriega en que se pone en juego el futuro del cosmos.

En la aeronave de José José no se puso en juego el infinito pero hubo flores psicodélicas y compositores latinos que escucharon con atención al extraño. Poco tiempo después, el alienígena cantó La nave del olvido, proclamando así el mutismo al que se sometió ese viaje sideral que no fue comandado ni por norteamericanos ni soviéticos.

El cantante extraterrestre tuvo el atrevimiento de enamorarse de una terrestre y de concebir un par de hijos. En  ese tiempo también supo de las tretas y las trampas del ritual de seducción, pudo entender la naturaleza del planeta que visitaba y cantó canciones en las que equiparaba el comportamiento humano con el de los demás animales terrícolas, como lo hizo con «Gavilán o Paloma».

La voz de José José fue un eclipse y, como todo eclipse, se fue desvaneciendo. Se entregó a la bebida y al consumo inusitado de otro tipo de drogas; algunos presumen que experimentaron nuevos fármacos siderales con el cantante, otros, adjudican al estres que implica vivir en otro planeta, su entrega a esas sustancias.

Sus borracheras no fueron suficientes para aplacarlo. Apareció en películas donde hizo gala de su fervor por la bebida. Sabía que ello precipitaría su caída en un abismo casi tan profundo como los que hay en los mares de su planeta de origen.

Entonces, su voz se rompió. Él dejó de beber alcohol y siguió cantando. Ni siquiera Tom Waits tiene una voz tan ronca como la del alienígena José José.

Manifiesto de la cocina futurista

– Agú, Marinetti, ¿Quieres compotita de pasta?- Le dijo Vicente Huidobro al pope del futurismo, burlándose de él porque prefería un automóvil que a una mujer, cosa que no era digna de poetas (Huidobro se tomó muy en serio el gremio de la poesía y por eso peleó con uno de los jefes del gremio, Pablo Neruda)

Marinetti no le contestó, ya todo lo había dicho en el manifiesto de la cocina futurista, que data de 1930 y va en contra de un precepto tan mentado como el de la tradición culinaria, obedeciendo a la tradición de rupturista de las vanguardias. 

A contrapelo del ideal platónico  del italiano que debe comer ingentes candidades de pasta, el escrito propugna por la erradicación de ese alimento que llena las barrigas y no permite que la gente sea ágil, la cualidad más importante que tendrá un pueblo para dominar el mundo futuro.

Marinetti da ejemplos de algunos platos futuristas y establece un nexo entre el escenario donde se come con la comida. Cada alimento  deberá estar sustentado por los conocimientos de la química y, lo mejor de todo, no habrán de usarse ni cuchillo ni tenedor.

Acá puedes leer el manifiesto

Steampunk en spanishpunk

Steamy Luis

El último número de la revista digital MiNatura, viene dedicado a un género que nos fascina a muchos fanáticos de la ciencia ficción y que atrae al lector profano por su singular temática: el steampunk. Se destaca al estar destinado a un público hispano, para los cuales el género es casi inédito.

El steampunk, heredero directo del cyberpunk, se caracteriza por pensar que otro futuro, en realidad otro presente, fue posible; por esta razón, es asociado generalmente con el retro-futurismo, aunque el steampunk esté enfocado principalmente a la época victoriana y los horizontes fantásticos de la revolución industrial.

Esta edición, dirigida por Ricardo Acevedo E. y Carmen R. Signes Urrea, nos ofrece un índice de lujo en donde se juntan autores clásicos, observados con el catalejo steampunk, como Albert Robida, Julio Verne y H.G. Wells, hasta autores contemporáneos como Neil Stephenson, Phillip Pullman, Paul Di Filippo y Tim Powers; autores hispanoamericanos conocidos en el género de ciencia ficción, como Tanya Tynjälä y Jorge Zarco, alternados por una gran variedad de autores noveles de la región.

En definitiva, que MiNatura se ha fajado en publicar una revista que seguro disfrutarán conocedores como curiosos del steampunk, y no vale perdérsela. Además es gratis y compartir, en esta oscura época de censura, es necesariamente sabroso.

Pulsa aquí para descargar la Revista Digital miNatura 116 en .pdf

Realidad Mtv

Mtv no solo se inscribió en el código genético de la generación nacida después de los años 80’s, transformó para siempre la industria musical, la moda, la televisión, el cine y otras menos obvias, como la del libro, el arte y el sexo. Aunque todos estos cambios no sucedieron estrictamente por la gran influencia del canal televisivo americano, sí fue un gran paradigma de lo que posteriormente se conoció como la «videocultura». Aunque hoy hablar de videocultura suene algo anacrónico, lo cierto es que aún hoy vivimos acorde a muchos de los patrones aprendidos en los años de «la palabra del video hecha carne». De otra manera no explicaríamos el lugar central que Youtube ocupa en nuestra experiencia diaria, la gran amputación que significó el cierre de Megaupload, las nuevas manifestaciones de protesta que pasan más por el discurso de lo «cool» que por las añejas tesis marxistas que tanto emocionaron las generaciones previas a los ochentas.

Posteriormente, en la década de los 90, Mtv en su máximo apogeo experimentó y se apropió de expresiones populares independientes que deseaban transformar la televisión hacia algo más cercano a las identidades juveniles.  Sobra decir que casi todos estos experimentos tuvieron un rotundo éxito, y para sorpresa de los productores, no solo a nivel norteamericano sino a nivel mundial. Esta experiencia produjo una gran explosión de formatos, desde los más ligeros y vulgares -transmisión de fiestas en playas, con música rap y gente semidesnuda bailando- hasta propuestas más interesantes, como la serie de ciencia ficción Æon Flux

De esta época surgieron grandes programas, como Daria y Beavis and Butthead, que pese a las diferencias culturales y geográficas nos hicieron identificarnos con sus personajes y sus situaciones, pues eran tan ordinarias y normales, que podrían calificarse de «universales», siguiendo la lectura de Borges a las Crónicas marcianas de Bradbury,  universales ya no por las grandes épicas y los valores humanos, sino por lo contrario: el aburrimiento, la estupidez, la apatía, la fealdad, el desencanto adolescente.

Pero al mismo tiempo que Mtv nos ofrecía un espejo de nuestro inconformismo, también producía grandes esperpentos, dirigidos a un público mediocre, como The Real World, que lamentablemente, pero no sorprendentemente, contó con una gran acogida y motivó a la reproducción  de este modelo a lo largo y ancho del mundo que con soberbia se autotildaba de «real».

Lo real en un mundo de simulacro solo puede enseñarnos sobre la realidad del simulacro más allá de una idea de lo real. Siguiendo a Baudrillard: «Este es el punto decisivo de la sociedad hiperreal, en que lo real se confunde con el modelo» (Baudrillard, J. Simulacro y Simulación). El modelo a seguir pretendía ser el de la vida de un grupo de jóvenes norteamericanos «normales», con una vida social «regular» y con una propensión a volverse «populares» por ser «ellos mismos».

El soporte del status-quo se ancla en el ego de los individuos. Existe una satisfacción mental en pensar que el mundo se encuentra bien, que el gobierno es justo, que la vida es buena y la realidad es bonita. Poner en duda cualquiera de estas certidumbres es dolorosa para el ego de los individuos porque implica reconocer, en primer lugar, que está equivocado, y en segundo lugar, que su vida no es buena ni estamos el mejor de los mundos posibles.

Mtv  fue una cadena que por simbiosis se adhirió al ADN de una generación y terminó por traicionarla cuando llevó su experimento al punto más arriesgado: diseñar su propia realidad y hacérsela tragar a su audiencia como auténtica.  La cadena televisiva entendió demasiado bien al escritor J. M. Ballard cuando afirmaba «La ficción ya está ahí. La tarea del escritor es inventar la realidad”. Si se cambia la palabra «escritor» por la del «productor», se entiende que lo único que hacía falta para esta fórmula era un apartamento y un equipo de cámaras.

Estamos hablando de historia patria. De cuentos de hace más de dos décadas. De la «videocultura» hemos pasado a la «cibercultura»; el apático no se sienta junto a su compañero a hablar mal de las bandas de rock frente a un televisor, sino que lo hace directamente desde los canales de Youtube, las páginas oficiales y los foros. La chica sarcástica y desgarbada del salón de clases ahora escribe un blog y tiene una @ de twitter en donde es apreciada por su humor mordaz y ácido.

Mtv ahora parece Rtv, pues se ha vuelto un canal de realidades espurias: el sueño de la adolescente que quiere celebrar sus dieciséis años, el chico que quiere ser popular, el tonto que quiere ser rockstar. Ya nadie necesita ni quiere comerse la mierda que Mtv quiere darle.

El hiperrealismo de Mtv le ha jugado en contra y ahora, como una cruel venganza, los fieles seguidores a esos dibujos animados, mal pintados y de baja resolución,  le recuerdan al canal que esas caricaturas eran mucho más reales que el «mundo real«.

Los robots ya no son lo que solían ser.

Tomado del flick de vladeb http://www.flickr.com/photos/28122162@N04/ (CC BY-ND 2.0)

La figura mítica del robot  ocasionalmente remonta a  una idea de  desarrollo técnico, junto a la sofisticación de una intricada ciencia, que como resultado produce un artificio tan complejo que podría compararse al ser humano o superarlo en sus potencialidades. Esta imagen  puede generar una impresión aséptica (tanto física como moral) de los robots -como el video de Björk, All is full of love

No obstante, ocurre que muchas veces nuestras creaciones comparten más nuestros rasgos humanos defectuosos que aquellas virtudes que tanto desearíamos legar a las futuras naciones humanas.

En el mismo instante en que la palabra Robot nace, según la anécdota, se encuentra presente la condición circunstancial de los actos humanos.  Casi por unanimidad, se le atribuye el término a Karel Kapec, quien lo introdujo en la obra R.U.R. Sin embargo, alguna gente considera que el verdadero creador del famoso neologismo, se trata más bien del pintor  Josef Kapec, hermano de Karel, en un cuento anterior a R.U.R. Y aquí es donde el propio Karel, en un remoto artículo, explica el origen de la palabra reconociendo en una gran medida la deuda con su hermano Josef para su concepción:

Una referencia para el diccionario Oxford, del profesor Chuboda, que explica el origen de la palabra Robot y su introducción en el idioma inglés, me recuerda una vieja deuda. El autor de la obra R.U.R no inventó, de hecho, esta palabra; él solo condujo su existencia. Fue así: la idea de la obra apareció en un momento desprevenido. Y mientras todavía la idea estaba fresca fue corriendo a donde su hermano, el pintor, que se encontraba detrás de un caballete y pintando con los óleos hasta hacerlos crujir. «Escucha, Josef» el autor dijo, «creo que tengo una idea para la obra.» «¿Qué idea?», el pintor balbuceó (realmente balbuceo porque en ese momento tenía un pincel en la boca). El autor le contó tan rápido como pudo. «Entonces escríbela», contestó el pintor, sin quitarse el pincel de la boca ni parar el trabajo con los óleos. La indiferencia era más bien insultante. «Pero…» el escritor dijo, «aún no sé cómo llamar a esos trabajadores artificiales. Podría llamarlos Labori, pero eso me suena anquilosado.» «Entonces llámalos Robots (Robota significa Trabajo en checo)» el pintor farfulló, con el pincel en la boca y concentrado en su pintura. Y así es como fue. Así fue como la palabra Robot nació; demos este reconocimiento a su verdadero creador.

(Tomado de: Karel Kapec website. Trad, propia)

Atrás quedó el pasado de la arrogada seguridad en el funcionamiento ideal del autómata frente a la naturaleza humana, siempre sometida al influjo sus pasiones e incertidumbres. Se trataba una época en la que incluso se podía confiar el destino de la humanidad a una máquina con un nivel de complejidad mayor que no tenía que atenerse a las imperfecciones de la psicología ni la antropología. Los robots eran los aliados de la humanidad, incluso estaban programados para asegurar la preservación que la propia idiotez de los humanos impedía. Estas funciones eran las que elevaban a los más complejos grados de computo a los robots: «Y sometió su mente a las más altas funciones del mundo de los robots: la solución de problemas de juicio y ética» (Yo, Robot. Isaac Asimov)

Contrario a esta elucubración, toda inteligencia y elevado honor de las abstracciones científicas, que perseguía Asimov en sus utopías robóticas de mediados de siglo XX, encontramos en el año 1963 una propuesta de robot por parte de Jim Henson, posterior creador de la exitosa serie Muppets, para una compañía de teléfonos:

Es claro que el robot de Jim Henson no podría vivir más de un segundo en el universo de Asimov. Se trata de un autómata grotesco y bruto. Un pedazo de lata que disfruta emanando gases como un vulgar camionero ebrio y que parecer divertirse por haber perdido sus funciones reguladoras.

Otra impresión frecuente que inspiran los robots es el de una posible insubordinación contra su creador. Este miedo, precisamente, se puede considerar uno de los pilares del nacimiento del género de la ciencia ficción, cuando de la literatura de horror y fantástica se pasó de un miedo irracional hacia las criaturas exóticas al temor racional y natural por seres que podrían ser construidos por el propio hombre para su destrucción.  Si la definición de monstruo es «lo que excede al hombre» (Sarchman, Ingrid) el robot es por antonomasia el monstruo del siglo XX.

Es bien sabido que el miedo engendra odio, y que el miedo es un impulso natural hacia lo desconocido. Este miedo es característico de las sociedades humanas y, no obstante, el nivel de desarrollo de las sociedades se mide precisamente cuando estas logran superar las aversiones para dar cabida a la tolerancia y las diferencias.

El siguiente video, realizado por estudiantes, revela lo que es característico de las sociedades humanas, segregar al diferente y prejuzgar al otro por su condición:

No Robots from YungHan Chang on Vimeo.

No nos preguntaremos por la calidad ética de los robots en este corto, como bien lo podríamos hacer desde el universo de Asimov; no tendría cabida esa pregunta.

Si la robótica aún parece exclusiva de las agencias espaciales y los laboratorios de tecnología avanzada, la industria de los electrodomésticos está llevando a cabo una agenda por conquistar el futuro de las casas con robots facilitadores de oficio, como los soñaron Hanna y Barbera en los supersónicos.

Una vez el robot se ha instalado en la casa, es natural que sus funciones se acoplen al ritmo de vida hogareño. Y, como se viene insistiendo desde hace varios años, lo regular en la sociedad actual son las familias disfuncionales.  Así es que el robot doméstico terminará para volverse «disfuncional» y adquiendo una serie de patologías que definen la cultura en la que se ha instalado.

Este es el fin. Por lo menos para el universo robótico de Asimov.

Documentos de arte Latinoamericano del siglo XX en la red

Desde el 17 de Enero está disponible en la red el archivo de documentos de arte latinoamericano,  construido por el ICAA (International center for the arts of the Americas). Este sitio contiene textos hechos a los largo del siglo XX y tiene unos diez mil documentos. El proyecto contará, además, con trece publicaciones antológicas, traducidas al inglés, en donde aparecerán conferencias, análisis y demás textos escritos por artistas y críticos de arte latinoamericano.

Todo archivo es producto de una lectura previa: Decidir qué vale la pena ser archivado y qué no y la utilización de criterios y clasificaciones del material a archivar. Este trabajo no obvia la problematización sugerida de una categoría como «lo latinoamericano» y «lo latino» de manera tal que el primer volumen de la colección es «Resistir a las categorías: ¿Latinoamericano y/o latino?», en donde se toman distintos documentos escritos por artistas y críticos en torno a este tema.

Mari Carmen Ramírez, directora del proyecto, ha afirmado que este trabajo refleja la urgencia que tiene la región de construir una identidad. Falta ver cuáles serán la reacciones y nuevos archivos que se generen después de este primer intento, proponiendo otras identidades del arte de la región, dejando presente que cuando te preocupas por hayar tu identidad es porque no la tienes y precisas de una para presentarte frente a ese «otro» que también construyes.

El proyecto cuenta con una noción de archivo que desborda la simple aspiración monumentalista de muchas empresas de esta indole: Los documentos escritos por artistas y críticos pasan de ser piezas para una subasta a herramientas para repensar el arte y su génesis.