Comentario a La derrota de los Replicantes. Novela inédita sobre IAs de Antonio Mora Vélez.
“La poesía tiene que ser humana, si no es humana no es poesía”.
Lo mejor y nuevo de la ciencia-ficción de Colombia, en Revista CECAR
EL TEMA DE LA CONVOCATORIA PARA PARTICIPAR EN LA ANTOLOGÍA: LO MEJOR Y LO NUEVO DE LA CIENCIA FICCIÓN, QUE APARECE EN LA REVISTA INSTITUCIONAL DEL CECAR, #34 FUE EL SIGUIENTE:
ASTRÓNOMOS DESCUBREN GIGANTESCA NAVE DEL ESPACIO CERCA DE SATURNO (Internet). ¿Vienen hacia La Tierra para evitar que destruyamos el planeta y nos auto eliminemos? ¿O para aprovechar nuestra situación de pre-guerra mundial para dominarnos? ¿O para convertirnos en despensa de alimentos para su mundo? ¿O para intervenir en los resultados de las elecciones de Colombia?
A partir de ese tema, varios autores, algunos reconocidos como otros emergentes, presentamos nuestra variación sobre el tema, cada uno desde nuestro estilo y nuestros propios intereses frente a la ciencia ficción, demostrando que un mismo género y un mismo escenario, permite desarrollarse a partir de la creatividad de cada creador.
Se pueden encontrar relatos de Antonio Mora Vélez, Campo Ricardo Burgos, Luis Cermeño, Jerson Lizarazo, Santiago Betancourt, Oscar Javier Mora, Alberto Cortés, Lizeth Villalobos y Armando Méndez
Los Jurados de la selección: Antonio Mora Vélez, José Miguel Serrano Montes y Serafín Velásquez Acosta, miembros del colectivo literario El Bocachico Letrado de Montería.
Desde este enlace, pueden descargar el número, en el formato de su preferencia:
Frag-O’Nardo o la Sorpresa Ïntima. Por Luis Bolaños
El espaciopuerto se desenrollaba en un descomunal disco alrededor del ascensor espacial, repleto de puestos de intercambio, almacenes, comederos lujosos o modestos, kioscos, terminales, zonas de embarques y desembarques de pasajeros, equipajes y mercancías, muelles para llegadas y salidas, salas de espectáculos, talleres de mantenimiento, salas de muestras, patios de exhibición, etc.
Lo envolvía una bóveda inmensa y escalonada con cortes que permitía ubicaciones exploratorias variadas, así que las fui recorriendo en un paseo sosegado más continuo hasta que en una de las pérgolas me tropecé con un ejemplar joven que se parecía pero asimismo difería de los típicos Frag-O’Narienses.
Fue un encuentro de miradas intensas que por su calidad de sinceridad me predispuso y decidí contratarlo como guía&narrador, se llamaba Leconture-Fedgi; nos introducimos gusanos traductores por las fosas nasales y establecimos ante una pantalla un contrato de turista, que incluía un convenio de cierre: si me contaba una historia que conciliara lo original con lo extraño, lo insólito con lo bello le pagaría doble estipendio, si no el paseo y la guía serían gratis aunque alimentos, alquileres y gastos seguirían siendo mi responsabilidad, no obstante la amplia sonrisa que acompañó a la presión de su dedo corazón sobre la oquedad recolectora auguró que ambos podíamos quedar complacidos.
Tras desplazarnos a velocidad controlada por el eje del ascensor gozando del paisaje abrumador de la caída fondeamos en la sección terrana que completaba la unidad espaciopuerto, era cosquilleante sentir que otra aventura se abría, empezamos a desplazarnos en piraguas a vela-motor por los canales y en globos compactos por las redes aéreas, y mientras el guía le exponía los secretos de los cilindros alrededor de la ruta, le iba en simultáneo discurso entregando datos y anécdotas y de paso desgranando un acontecimiento histórico tras otro cual si ensartara semillas o joyas en un collar de palabras
Hacia tan solo unos 150 ciclos solares el planeta estaba dominado por una constelación o asociación de familias que repetían el mismo esquema de corrupción & militarización en cada ciudad, se suponía que el podestá de cada urbe era igual en poder a los demás, pero el de Ejjeq (donde se levantaba el ascensor) era el auténtico boss.
Al arribo de una flotilla de piratas que solicitaban apoyo en reparaciones, el podestá tuvo la gentileza de invitarlos a su cilindro de placer, estalló una pelea y tras insultarse y amenazarse cruzaron una apuesta: uno de los miembros de la flotilla se introduciría en el harem palacio y ejecutaría una acción reconocible que lo probaría, si vencía no les cobrarían lo facturado, pero si perdía la flotilla le entregaría al podestá aquella nave que eligiera además de pagar la cuenta.
Exultante, el tiranuelo se jactó de que sus mansiones eran impenetrables y ya que faltaban varios circunvoluciones para terminar las faenas en los talleres se aceptó su culminación como fecha límite para la incursión, aún no lo sabían pero ese sería el “Punto de inflexión por donde se salió y se ingresó a la nueva crónica” como dijo luego de las ocurrencias Nocultus, el recopilador de acontecimientos de la urbe.
Vino de ninguna parte. Relato de Luis Bolaños (Imperio Decadente)
Vino de ninguna parte
Relato de ciencia ficción por LUIS ANTONIO BOLAÑOS DE LA CRUZ
Nota preliminar:
Encaramado en la estructura narrativa de «El Vuelco del Cangrejo» (film colombiano de Oscar Ruíz Navia – trailer 2008) tracé las rutas de la soledad que acontece tras la pérdida de alguien querido y la dificultad de la reinserción social en un marco signado por la violencia y la guerra (como lo sigue siendo Colombia hoy casi tres lustros más tarde a pesar de la victoria de Petro), eso sí, condimentado con fantasías sexuales, como es habitual en mis relatos, a pesar de acontecer en el marco de la saga del Imperio Decadente lleva la huella de la influencia de Jack Williamson en “El Hombre de alguna parte”.
Llegando en medio de una batalla: La huida en sus etapas transitó de lo fraterno a lo sublime, los instantes se embutían unos en otros difuminando fronteras y almacenando conoceres, y la bionave funcionó hasta que recibió una descarga de proyectiles que rebasó cualquier plan de contingencia que tuviéramos almacenado y listo a descargarse para contener descalabros y/o amputaciones, mutilada y arruinada dejaba una estela de fracciones y compartimentos que crecían para obturar agujeros a medida que caía hacia la nube de planetoides; aún en proceso de muerte y desintegrándose continúo ayudándonos, trazando rutas de escape con diversos porcentajes de seguridad, solicité uno de los postreros, sin importar el tiempo y velocidad, me jugué un albur y acepté el riesgo, me inserté en uno de los cohescafandras y apenas si tuve que esperar para que la bionave me lanzara a mi destino.
Primer encuentro
Llegó de ninguna parte, apareció desde el fondo del bosque, donde no hay senderos de tránsito, lo encontré agotado, con el casco entre las manos y recostado sobre una de las raíces de un tronco de banomos (crecen en manojos múltiples entrelazados que fingen ser una sola planta, pero que en realidad son colonias que articulan su despliegue vital entre un combate donde tratan de inducir la sumisión de otras fibras mediante hormonas y compuestos generados por sus bolsas químicas y una fusión que desintegra cortezas y pone en común los conductos) .
Gozábamos de un glorioso y dorado amanecer, casi que se podía sentir la alquimia del proceso por el cual los cloroplastos transmutaban la luz en sustancia vital y el coro de murties (quirópteros azules diurnos), flevetes (aves parecidas a faisanes flacas) y sitocos (semejantes a psitáceas parlanchinas) se combinaba con los rumores de alimañas, parquides (masivos insectívoros de color rosa-malva que avanzaban tronchando pseudomusáceas para devorar las miríadas de larvas expulsadas por la explosión de mantillo) y los quejidos de muleles (casi lemúridos con bandas blancas y celestes cruzando sobre sus anillos grises y negros para camuflaje) ocupaba cada decibel posible bajo la bóveda arbórea.
Las comparaciones y paquetes de datos las ejecuta de manera automática un biowiki de Terraquis (donde se ubicaba el laboratorio que nos diseñó) que llevó instalado hace ya décadas, supongo que desde antes de que arribáramos a esta tibia luna que gira en torno a un GG -gigante gaseoso- del sistema PER-449*a de clase G, pero que se activó aquí sin que ni yo, Picalbur ni ningún otro comprendiera sus principios.
Hay quien aventuró en alguna asamblea que fui designado como “orador” o “narrador” del grupo, de allí que mi biowiki funcionara así, pero como otros acontecimientos relativos al éxodo, permanecen en la bruma; con frecuencia ignoro segmentos apreciables de la información, pero suelo deducirla por el contexto y como sólo yo la rumió no creo que adquiera importancia para las decisiones de otro centóquiro – mezcla de centaúridos y artiodáctilos inteligentes – quizás creados por algún proyecto de manipulación genética del Imperio cuyo propósito se extravió y mientras se decidía en que utilizarnos se nos desterró al borde de la Gran Fosa Oscura (De la cual se rumora que es un resto de masivas destrucciones de estrellas llevadas a cabo por antecesores desconocidos y que casi seccionó uno de los brazos de nuestra galaxia, en un probable experimento de manipulación de materia en volúmenes fabulosos con objetivos paranoicos)
Luego vendrían los levantamientos y la larga lucha de liberación y nos olvidaron.
Le interpelé gracias a los memes tradumaqueteadores circulando en sangre que proporcionan léxico e imágenes de síntesis:
– Soy Hiptendal -¿podemos intercambiar fluidos o información? sugerí con guiño lujurioso dejando caer la cabeza a un lado.
Declinó el primer ofrecimiento, musitó su nombre: Ozkallzi, pero aceptó el segundo mediante idéntico recurso, primero respiró profundo para certificar que el aire seguía siendo respirable y soltó una parrafada de la cual comprendí que deseaba bañarse (la costra de mugre bajo el traje debería empezar a picarle), comer y descansar, en ese orden, también que quería encontrar algo en que laborar y acceder a un dormitorio.
Le dije:
– Voy a pescar y recolectar, tendrás que apresurarte, mi zancada será dilatada porque llevó prisa, deseo encontrar liermas (gordas y menudas mantarrayas que duermen en la orilla) y muyuyes (moluscos irisados) que extraer antes que levante su giba el GG- para un sabroso almuerzo de frutos marinos.
Me miró con algo de estrabismo por la fijeza de la mirada, en la cual latía un pozo de tristeza irreconciliable y susurró:
– Te seguiré -.
No obstante su promesa, apenas unas cuantas medidas de tiempo después se retrasó, cuando giré el pescuezo lo encontré mirando mis ancas potentes, relucientes, adornadas en su centro con un ano rosa, extravertido y palpitante (tengo que explicar que poseemos cuatro poderosas piernas terminadas en pezuñas suaves, en el caso de los machos como yo, con tres penes funcionales en las respectivas ingles y en el de las hembras una vagina reproductiva adelante y dos vaginas de placer a los costados; por eso observados de perfil parecemos más un cuadrópodo que un centauro).
Me mosqueé un poco, ya que había rechazado el ofrecimiento de intercambio de fluidos al inicio de nuestra conversación, pero me coloque por empatía en su lugar y supe que estaba extasiado por la deslumbrante belleza que exhalamos con cada movimiento, quiebre o torsión que ofrecemos a miradas o sensores. Coloqué un par de frases entre los atronadores gorjeos que caían desde la hojarasca, ya que la incipiente mañana seguía siendo espléndida y ruidosa.
– Puedo explicarte como arribar al poblado más cercano.
De nuevo me miró con un rescoldo de congoja y musitó:
– Estoy más extenuado de lo que creía, explícame y trataré de no equivocarme.
Los centoquiros captamos matices de verde que otras variedades de humanoides o especies no logran absorber y gracias a un sencillo sistema de señalización cartografiamos y confeccionamos matrices de localización, supuse que sería ciego al mismo y preferí expresarlo de diversa manera:
-Continúa por este sendero, 30 clicks más allá del altozano donde me verás desviarme hacia el interior del bosque, gira hacia la playa, encontrarás una cortina de burures (exitosa simbiosis de mangle y bambú), localiza un orificio a través de ella y arribarás a un guijarral, atraviésalo y a su final ya serás capaz de avizorar los bungalows del poblado.
Se desplomó sobre el barro, movió la mano en un gesto de agradecimiento y despedida y estuve seguro que con la mirada clavada en mis prominentes esferas glúteas me observo marchar.
Luego supe de su ingreso a la aldea, como los corcelill@s lo rodearon, lo acribillaron a preguntas y pedidos, como lo rescató el jefe del consejo, quien le ofreció una tarea y un bohío anexo a su bungalow y como se fue integrando a la plácida rutina del conglomerado, aunque lamenté no haberlo encontrado hasta cuando ya estaba a punto de partir.
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Héctor Cortés Mandujano revisa el ALEPM de Andrés Felipe Escovar
Desde las tablas de Chiapas, el dramaturgo Héctor Cortés Mandujano presenta en forma de reseña el ALEPM (por las siglas de: Aniquila Las Estrellas Por Mí) de nuestro co-editor Andrés Felipe Escovar – el otro soy yo, que también resulté absorbido por el ALEPM-.
Con el título afortunado de LA CERTEZA DE SABERSE INMORTALES, Cortés Mandujano hace una lectura desde la perplejidad que ocasiona el libertinaje de una novela como la de Escovar, apóstata en cuanto se resiste a la negación de lo sagrado pero desde una sacralidad devastadora.
Pueden acceder a la reseña de Cortés Mandujano pinchando este enlace (tal vez lo único que pinchen hoy):
LA CERTEZA DE SABERSE INMORTALES – CHIAPAS PARALELO
LOS BIG LEAGUERS DE LITERATURA COLOMBIANA. Por Antonio Mora Vélez.
¿Dónde se marcharon las olas?, por Luis Bolaños
CIENCIA FICCIÓN DORADA:
¿Dónde se marcharon las olas?
Otra viñeta del Imperio Decadente
Luis Antonio Bolaños de la Cruz
Cuando un organismo, sobre todo cuando es imperial y galáctico, empieza a desmoronarse, por las grietas escapan los peores monstruos, brotan las más abyectas torturas y chorrean las mas crueles trapisondas; la historia las reseña y las explica; pero otro mecanismo, potente y vivencial, se entrelaza con la percepción de que te ocurran a ti, a tu pueblo, a tu planeta; la incredulidad se te aferra y no te deja respirar, sientes como el terror corta cada uno de tus tejidos, te eviscera y te esparce cual tapiz vivo sobre la superficie de la realidad para que reacciones o perezcas. También suceden actos de altruismo, de dedicación a la piedad, y aunque puedan semejar esfuerzos absurdos y desmedulados, son el indicio de que el reemplazo de aquello que devendrá crece y medra a la sombra de las devastaciones y los latrocinios de quienes detentan el armamento y el poder. Ese es la directriz que aflora de los testimonios narrados por los tres veteranos.
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Paisaje maravilloso, una bahía protegida por islas y un par de penínsulas, un macizo montañoso situado ligeramente al norte del ecuador geográfico coronado de nieves perpetuas, que se precipita a través de una serie de escalinatas suaves hacia el mar, en una auténtica avalancha de flora, biodiversidad y verdor con multiplicidad de cascadas, arroyos, lagunas y cadenas de estanques que redistribuyen el agua hasta la proximidad del océano, incrementando los torrentes, acequias y regatos; un masivo peñasco domina una de las ensenadas de la bahía, allí donde se alzan una serie de terrazas de disfrute y contemplación del panorama, puentecillos en cristal y jade los conectan con los hotelitos de maderas duras tropicales que proliferan en la ladera.
Trinos, gañidos, roznidos, bramidos y gorjeos de las bestezuelas de aire y tierra constataban la abundancia de especies de la fauna. Desde la hermosa y cómoda terraza se visualiza como los escalones se difuminan en el azul profundo del mar abierto estableciendo armonía entrelazada océano & cordillera.
En uno de los numerosos solarios se han congregado tres veteranos, quienes recostados en sendas tumbonas ergométricas sombreadas descansan sus cuerpos mixtos, repletos de microsistemas autónomos que se interconectan, implantes expansivos que reemplazan células colapsadas, prótesis biomagnéticas, regeneradores de protoplasma y otros adminículos; reposan los tres veteranos devorando exquisiteces locales y chupando sus cocteles frutados mientras van recordando anécdotas del servicio militar, sus mecanismos de homeostasis digieren y eliminan los probables excesos de sustancias nocivas; ya desapareciendo el esplendor del día y menguando la brillantez solar se infiltra en la tarde una cierta melancolía, que será acribillada luego por las fúnestas resonancias que se evocarán.
Y en concordancia con ese sentimiento los tres humanoides, disímiles en características físicas pero hermanados por las terribles experiencias bélicas que han vivenciado, se disponen a compartir aquella que consideran la peor de sus prácticas perversas.
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Zikixi-Tudu, aún una impresionante mole de más de dos medidas estandar, con la piel erizada de flagelos y ojos protegidos por doble arco superciliar recuerda lo que le ocurrió en Delemestar, cuando fungía de guardaespaldas de funcionarios imperiales, reclutadores de jóvenes, habían logrado sobrepasar la cuota y 105 enrolado(a)s se apiñaban en el centro de la plaza de la localidad; animados por la sedosa interrelación establecida concedieron permiso a las madres o familiares delegadas para abrazarlos y despedirse, los rectangulares antigraviatmosféricos ya preparados flotaban a un lado.
Las madres envueltas en sus albornoces y chilabas ejecutaron una auténtica coreografía, tan exacta que sólo podría haberse realizado con la anuencia de lo(a)s jóvenes, extrajeron sus broches, que resultaron ser desplegables de doble aguijón y en un fluido movimiento apuñalaron certeras con uno a sus hijo(a)s y con el otro se autoinflingieron una herida en la carótida a ellas mismas de igual manera, desplomándose los 210 cuerpos casi en simultánea; en un momento una aparente despedida con algún líquido ocular derramado, al siguiente un infortunio catalogado como tragedia imperial, con mucha sangre vertida. Se le denominó “las 105 madres suicidadas”, como si sus hijos e hijas por no haber cumplido servicio no existieran y las madres fueran enemigas.
El Sacrificio del Asceta – Por Luis Bolaños
CIENCIA FICCIÓN DORADA:
El Sacrificio del Asceta
Luis Antonio Bolaños de la Cruz
En nuestro planeta Dracocólquida, existe una leyenda relacionada con los brutales métodos de extracción de personas para alimentar la hoguera de la guerra imperial, es cierto que siempre con cada sustracción se llegaba a firmar un contrato & convenio (ver Canto del Androide; Reclutador; Aporofobia y Desiderátum) con engaño o transparencia, pero el imperio esgrimía que todo era legal al existir un documento que lo eximía de la mayoría de las responsabilidades respecto al cuerpo y la mente de las personas envueltas en el proceso.
Apacible, agradable, leve gravedad standard de 0.89, de rica biodiversidad y cadenas tróficas sin super predadores, equilibrio entre masa oceánica y tierra, con multitud de enormes y poco profundos lagos entrelazados, enormes penínsulas, cadenas de colinas esculpidas en miles de formas por el suave viento, casi coexistentes tepuyes y senotes, facilitada esa hermandad orográfica por el tipo de suelos donde ocurría, por la escasez de metales pesados y frecuentes cavernas con ríos subterráneos, era ya antiguo cuando fue colonizado, desgastado por los elementos y con una aminorada tectónica de placas su riesgo de accidentes por fenómenos naturales era insignificante, parecía destinado a concedernos a sus moradores, ese esquivo don de la felicidad.
Y lo fuimos, hasta que se entrelazó nuestra existencia con las intenciones del imperio, lo(a)s jóvenes empezaron a marcharse por bandadas y cuando alguno retornaba era un simple desecho callado y esquivo. Fue entonces cuando uno de los dirigentes, Aeqro, famoso por su indulgente justicia y su capacidad de control sobre su musculatura y armazón, ósea mediante técnicas ancestrales guardadas por eones en vetustas bases de datos, se retiró a un lugar denominado Nebetit, considerado la síntesis de lo deseado por las personas y lo ofrecido por la naturaleza, donde el velo de la cascada de un tepuy con su rocío nutría a un árbol de driaco, especie identificada como articuladora de ecosistemas, colosal y majestuosa, el sonido del frote de sus ramas semejaba música, sus amarillentos frutos macizos, dulces y jugosos eran regalo para la vista y el paladar, mientras que gordas y abundantes orugas, auténticos cilindros de proteínas inmediatas, convertían la hierba sombreada por su follaje en el paraíso de los perezosos.
Nunca nos dio a conocer su plan, en el ínterin mientras seguían llegando los bajeles destinados a enrolar, lo fuimos comprendiendo al observar e inferir y entendimos los resultados de aplicarlo; como la suavidad de las estaciones permitía que sencillas instalaciones e instrumentos colmaran las necesidades del anacoreta, -que durante un breve lapso pareció coquetear con la opción de un estilita por trepar a la meseta del tepuy, no obstante, aunque no lo transmitió se captó, se estaba empapando de las características del sitio, convirtiéndose en parte del entorno-, también cubrían las nuestras de acompañamiento y solidaridad.
Telaria, los Torengars y la Inmolación (Saga Horizonte Cercano) Luis Bolaños
Telaria, los Torengars y la Inmolación
de Luis Antonio Bolaños de la Cruz
Por el cristal de su rostro cruzó la melancolía expresada en imágenes de lugares nunca hollados, cracitó y murmulló, de la palma de su mano brotaron luminosas ecuaciones que proyectados sus resultados trazaban rutas sobre paisajes abrumadores y sugerían vehículos que podríamos usar para desplazarnos, su propio cuerpo se tensó y resonó generando un zumbido que anonadaba y en seguida llenaba de gozo, empujándome a los bordes de la conciencia pero manteniendo acotada la atención ligada al propósito de encontrarla, colocándome de paso en situación de alerta y búsqueda, y esa sensación de expectativa y técnicas me condujo a la esperanza, por fin tras su desaparición retorné a respirar tranquilo y se disolvió el peñasco que me oprimía el pecho… supe (o rememoré) porque existían los “igobots”, capaces en su diseño de guiar las acciones de los amantes, sobre todo de los abandonados o lesionados, con un alma herida y solitaria, con una decepción lacerante o una ausencia obligada.
Al conjuro de mis deseos el “igobot” se duplicó, triplicó y dividió con gracilidad, hasta ir asumiendo cada uno de los segmentos alguna de las tareas específicas avizoradas como necesarias, gracias a nuestra economía de la abundancia organizada en patrones fractales que fingen desorden para escudar un caos de organización perfecta -como dicen las canciones de enseñanza inicial-acompañada de transportes casi instantáneos, en un periquete el pseudoequipo tuvo listo un velero de autoempuje alimentado por aire con rotores redondos distribuidos en la periferia de su casco para cambiar de dirección sin disminuir velocidad, multitud de heteropantallas, cómodos divanes hamacables y profusión de cajas chinas que al irlas desplegando entregaban ampollas y burbujas repletas de sabrosos frutos fríos, golosinas proteínicas y tisanas tibias de hierbas.
Se llamaba Can-si-tal y su agilidad era vistosa y efectiva, impulsado desde el cordaje llegó y se irguió en la proa, semejante a las aves tronadoras Querkuet, esas inmensas que ensombrecen cuando pasan y que restallan las alas como un trueno en el momento de atrapar a sus presas o sus víctimas (algunas apoyan a los “Seguranzas” en la faena de limpiar áreas para desplazamientos turísticos o de deleite y se las recompensa con la carne que atrapan). Lo imité y me encarame por la arboladura hasta la plataforma de popa para deleitarme con el panorama que dejábamos atrás echado en la exquisita tumbona oscilante, me amolde entre sus cojines y almohadas y toque suave mi temporal comprobando que la melodía de acompañamiento continuaba y que lo escuchado no era ilusión, hurgué mi diastema para que se reanudara mi silbido de cacería y estreché mis cuatro manos para acrecentar la alegría del reencuentro.
Nos movimos veloces, más que cualquier otro ser en miles de estándares, en dirección a las coordenadas que guardaban el último rastro de Telaria en la red (seguro que le colocaron pesarios distorsionadores de espacio (que instalan datos de ausencia o vacío rompiendo el esquema biológico de ls persona para transmitir ubicación) que arrojan opacidad a su registro, quedando obliterado por los que si emiten con corrección a su alrededor, eso significaba que el grupo debería ser por lo menos de tres para esconder su data. Antes de alcanzarlos el dato coaguló con las características de Teleria.
Luis Bolaños revisa Glitza: amor más allá del análisis literario paradigmático
(Esta serie dedicada a Glitza surge a partir de la proximidad de los 50 años del relato más célebre del maestro Antonio Mora Vélez. El próximo año se ha anunciado un gran evento para festejar esta ocasión. )
Glitza, amor más allá del marco de análisis literario paradigmático
O como se entrecruzan la Genética, la Historia y la Teoría de la Complejidad en un relato ya clásico
Por: Luis Antonio Bolaños de la Cruz.
Es mucho lo que se ha comentado sobre el relato y no deseo incrementar el volumen de palabras destinadas a reiterar, remarcar o levantar el velo de algún detalle o circunstancia, como el de señalar y explicar como nos sorprende en segunda lectura su corta extensión, ya que lo evocado corresponde a una obra de mayor amplitud, en mi recuerdo era larguísima, lo cual significa que generó multitud de espacios como una rosa fractal que se abre al influjo de la memoria sin nunca terminar de mostrar sus pétalos.
Por eso enfoco, desde un ángulo que quiero considerar osado, al maestro Antonio Mora Vélez y su cuento al considerar que nos sugiere un trío de potentes propuestas, con diferentes matices de peligro… o de éxtasis:
- El amor es eterno mientras se conserve el ADN original
- El amor es transferible aunque se tengan que realizar máximos sacrificios
- El amor impregna la realidad y modifica lo que necesita para manifestarse
La primera propuesta burla el principio de relatividad
La segunda coloca adelante el deber de amar como única guía de un delirio consciente
La tercera justifica los resultados por el proceso ya que ambos se retroalimentan
Ampliemos:
Respecto a la primera la Genética Dirigida crea clones con distintas historias tal y como ocurriría en la existencia cotidiana, pero sujetos a un propósito que no les consultaron y que gracias al amor que empapa a la protagonista se transfiere a las descendientes quedando obliterada una posible rebeldía en espera de la consumación de la voluntad del querer de la Glitza original, eso rebasa los límites que lastran al amor sin relatividad, o sea el normal; sin embargo, colisiona con el libre albedrío de los clones.
Respecto a la segunda, enfrenta a la historia de la propia vida del autor con su espejo creativo, donde se expresan sus protagonistas. Se rebela contra las determinaciones del momento (objetividad y otras zarandajas) y las realizaciones individual & colectiva que tanto llegaron a pesar en su momento sobre la intelectualidad latinoamericana, y, es así, donde la opción quimérica sustentada en los clones encarna y abre las rutas a recorrer en el camino de lo inesperado, ya que al no existir seguridades ¿porque no anclar el deseo de permanencia del amor a la sucesión de generaciones en una jugada magistral?
Respecto a la tercera, diré que la teoría de la complejidad posee en su plasmación implícito el poder de reestructurarse mientras se retroalimenta, las múltiples corrientes que se entrelazan, se influencian en forma mutua para arrojar como imagen un mural que conservando el panorama general va variando en sus detalles. Incluyendo o excluyendo elementos, según ocurren y sin eludir la entropía, la escamotea, de allí que Vernon pueda salir del cosmódromo de la mano con Glitza rompiendo los imposibles y capturando las múltiples dimensiones del amor.