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Episodios cotidianos. Por Francesco Vitola

El altar sacrificial de Killami

 

 

En Barranquilla existe un centro comercial al que los jóvenes van a sacrificarse, la edificación es un monumento a la opulencia del norte de Barranquilla o «Killami», ese territorio fantástico donde «la gente es pobre porque quiere». El simbolismo es evidente, sacrificios ritualizados dentro de un templo erigido al dios Dinero, donde se ofrecen todas las soluciones de la vida, si tienes plata. A finales del 2023 saltó al vacío el quinto muchacho, pocos días después llegó el dictamen, las «investigaciones» concluyeron que se debió a la inestabilidad emocional de la víctima. De nuevo nada sobre el trasfondo. Ni una palabra sobre la contradicción entre la supuesta calidad de vida que ofrece Barranquilla y la realidad que experimentan los jóvenes: oprimidos por el fanatismo y la intolerancia, sometidos a una educación represiva, que les anula como seres sensibles y pensantes, que los violenta física y emocionalmente. La sociedad les falla, incluso después de saltar desde los balcones de la opulencia.

Pero, ¿qué implica crecer en Colombia? Madrugar durante 11 años para entrar a clases antes de 7. Memorizar y obedecer a la figura de autoridad de la escuela, la mayoría asumirá  pasivamente ese modelo durante el resto de su vida. Graduarse de bachiller,  encomendarse a una divinidad y apegarse a la máxima de «el que peca y reza empata». Luego, dejarse raptar para «prestar» el servicio militar obligatorio, exponiéndose a las redes de prostitución de la «Comunidad del Anillo». Si sobreviven a la guerra —y a las vejaciones de sus superiores— pasan a buscarse un trabajo que pague las cuotas de las tarjetas de crédito y así poder aparentar un nivel de vida de otra forma insostenible. Finalmente, para evitar rumiar sobre su esclavitud con horario de oficina, dedicarán el poco tiempo libre a crearse un melodrama: casarse con alguien pasivo y conformista, o con un fanático ruin que convierta sus existencia en una miserable tragedia griega. Firmada la sentencia vitalicia, recurren a infidelidades y otros comportamientos adictivos, bajo el supuesto de recuperar algo de pasión por la vida se inclinan hacia comportamientos autodestructivos. El resultado, una multiplicación de huérfanos sin futuro, carne fresca para el círculo vicioso de la deshumanizada realidad Colombia. Y si en algún momento llegas a rebelarte, si te rehusas a seguir obedientemente el mismo camino, o si eres un objetor de conciencia: humillaciones, bolillo o bala. Al cabo de 30 años aquellos jóvenes idealistas quedan convertidos en ilusos: codiciosos, pero muertos por dentro. Promiscuos e  insensibles al amor. Obsesionados con un estatus ilusorio.

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MINCA (depósito de almas errantes). Una crónica de Umberto Amaya.

 

MINCA

(depósito de almas errantes)

 

El autor.

 

 Después de tres meses en la Sierra Nevada, regresé a Arauca, una tierra llana inundable  donde  lo que germina en verano lo ahoga el invierno y lo que nace en invierno lo quema el verano y  solo  crece eso que retoña  más fácilmente en todas partes —la hierba—. Tierra llana  sin mar, montaña, ni selva; habitada por una  gente que  en su mayoría solo cultiva  la palabra  con una franqueza tan marcada que raya en la ordinariez.

 

¿Chico,  donde estabais? Me dijo un criollo de sombrero vaquero, alpargatas negras, pantalón blanco y cuchillo en la cintura. —En Minca, un pueblito de la Sierra Nevada de Santa Marta— le respondí seguro que él no tenía ni idea  de que se trataba, pero el hombrecito me contestó —Eso allá es muy bonito,  pero yo mejor me quedo por aquí, porque allá le cae a uno la pava  y en todo le va mal, no está mirando que esos son sitios sagrados y los sitios sagrados no son para vivir,  a no ser que tú tengas un comportamiento sagrado

Y los indios de allá son jodidos,  bien jodidos; no como los de aquí, ni como las indias de aquí, que una limosna de amor no se la niegan a nadie. Allá en la Sierra no..! Allá los indios cogen a los blancos, los sientan en una piedra y  por cualquier maricada los ponen a hacer pagamentos, después les  amarran un hilo en la muñeca y les quitan  plata— Le presto la palabra a este criollo ágrafo,   porque su concepto sobre la Sierra Nevada sirve como reflexión; pero en primera voz quiero contar, lo que vi, lo que olí,  lo que escuché, lo que sentí  y aprendí en ese  pueblo situado en esa crestería montañosa con  forma de serrucho,  de  atardeceres azafranados tan útiles como elemento poético para los que no tienen poesía  en esa hora en que muere el día sin que podamos remediarlo.

HISTORIA Y MEDITACIÓN:  Si afirmáramos que la fundó Don Juan de Minca,  le estaríamos robando siglos de historia a esa región que fue asentamiento indígena y de manera especial cementerio,  por lo que tuvo que soportar el “huaqueo” (saqueo de un yacimiento arqueológico) palabra quechua que significa —lugar sagrado, templo— Entonces, le estaríamos dando crédito a las palabras del criollo de sombrero, alpargatas y cuchillo en la cintura y cabe como coincidencia histórica añadir,  que este lugar fue además,  centro de meditación y ayuno de los indios Coguis y los Uiua, indígenas a los que no los trasquiló tijera.

También a mediados del siglo pasado los religiosos que allí se instalaron lo hicieron con el propósito de hacer retiros espirituales y vale además, destacar también,  que entre los muchos viajeros que a diario  llegan a ese —depósito de almas errantes llamado:Minca— lo hacen con el propósito de tener sitios que permitan la meditación, el retiro y la medicina espiritual.  A todas estas coincidencias le podemos agregar que la Sierra Nevada de Santa Marta, el macizo montañoso tropical más alto del mundo y sus habitantes,  guardan mucho parecido en las prácticas espirituales   con los habitantes del Tíbet.

LA LLEGADA: Se parte desde la plaza de mercado de Santa Marta, en un campero destartalado que no permite la visión del paisaje  y después de cuarenta minutos de estar esquivando los baches de la carretera se llega al pueblito de Minca, un amontonamiento de casas, sin andenes y sin planeación alguna, con un barrio central donde vive la gente que lleva más tiempo en la zona y es la encargada de hacer los oficios humildes a los nuevos colonos —Barrio El Casino— es su nombre, porque el sitio donde habitan fue un antiguo casino de los trabajadores de obras públicas.

 

LOS HIPPIES-CHICS DE MINCA: El resto del pueblo  poco a poco se va disipando en construcciones confortables adaptadas en su mayoría para recibir turistas; y como corolario necesario, siguiendo la mirada de ese recorrido perceptivo,  me atrevo a decir que de la misma manera que en Palomino nació la  comuna de los —hippis-coguis— los propietarios de estas mansiones en su mayoría son —hippies-chics— que descubrieron una tierra que no andaban buscando y enamorados de tan edénico lugar y   fatigados de su existencia gitana,  se instalaron en Minca;  pero en la añoranza  de su origen urbano,  escogieron los sitios con  vista hacia la ciudad dorada, que no es otro que el resplandor de Santa Martha cuando anochece,  entonces terminaron colocando el frente de  las casas hacia el país de la luz. (Pido disculpas por la tendencia a la fantasía tituladora y les pido que en este caso entiendan —chic— como un sinónimo de elegancia y no como el ruido que producen las mujeres al masturbarse).

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CARMEN LUZARDO, por Umberto Amaya Luzardo

CARMEN LUZARDO

POR:

UMBERTO AMAYA LUZARDO 

 

―Ah,  eso era lo que te quería contar―

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Paso del Cometa Halley en 1910

Cuando saqué los papeles por segunda vez. En ese tiempo yo trabajaba en una escuelita que quedaba a la salida  del pueblo que era también la entrada, porque cuando eso este pueblo era tan pequeño que se entraba  y se salía por el mismo caminito. Yo ya los tenía, pero no sé si fue que los boté, o que los dejé tirados por ahí en cualquier parte, porque en ese tiempo aquí no se perdía nada y lo que se perdía aparecía otra vez

Yo paso a creer que fue que se me quemaron una vez que se me quemó la casa. Fíjese, la casa prendida y yo salgo a la calle toda asustada y pidiendo auxilio y al frente estaban un poco de soldados parados ahí,  y yo grite y grite y ellos quieticos sin moverse y me da esa rabia y les grito:

―Carajos!  ¿Qué hacen ahí parados firmes, sino no son firmes para nada, acaso no los tienen para que defiendan a Colombia?

―Mi casa también es Colombia vayan y la defienden de las llamas―

Ahí sí fueron, hicieron lo que pudieron y al otro día me llamó el comandante y me dijo:

―Profesora, usted nos ha dado una buena lección―

A mí me dio un poquito de pena pero es verdad:

 ―Mi casa también es Colombia―

Tú sabes que los borrachos y los niños lo andan contando todo y una mañana me llegaron con el cuento:

―Profesora llegaron los señores que venden las cédulas―

Cuando terminé las clases me fui para el parque y allá los vi, eran tres: el cedulador, el fotógrafo y el otro, el que le marca a uno los dedos untándoselos  de negro humo con manteca.  Eran rojitos como un tomate, se les notaba que venían de Bogotá, porque estaban todos sofocados por el calor y eso no era más que  saque el pañuelo y séquense la cara, ventílense el pecho y no acaban de doblar el pañuelo y de guardarlo, cuando ya estaban otra vez sacándolo para volver a pasárselo, y yo pensé para mis adentros:

―El marrano no conoce y además tiene casquera― Era que se les notaba que venían de tierra fría; entonces,  me dije: ―Mañana le voy a echar una mentira a estos guates para que me den los papeles sin tanta averiguadera―

Yo ya era una vieja, tenía como cuarenta y nueve años y nunca me había maquillado porque esa vaina no me gusta; pero al otro día sí,  madrugué a pintarme la boca, me empolvé los cachetes, me pinté un lunar, me di un baño de tienda y me arreglé bien como una sabanerita pura con alpargatas y todo lo demás. Saqué un vestido que nunca me lo ponía porque le tenía mucha rabia porque era muy feo, carmelito con pepas verdes y cuello verde también; pero ese día si me lo puse y me fui abuscar  a esos carajos.

Allá estaban en el parque, los vi desde lejos y yo llevaba un pollo debajo del brazo  y era verdad que iba para donde mi comadre a devolvérselo porque se lo debía. Me le acerqué al más barrigoncito de los tres y le pregunté:

―Mire señor ¿Usted es el que anda vendiendo la cédula?

Y el otro,  ahí  mismo me dijo,  con aire de patrón:

 

— ¿Y a usted quién le dijo que nosotros andamos vendiendo la cédula?

―Por allá en la sabana andan diciendo eso, y que ustedes que la vendían. Entonces yo me traje cinco pollos pa´ comprarla, pero como yo vivo  tan lejos y este pedazo de burro que cargo  no le rinde nada, entonces, se me murieron unos  por el camino y este que llevo aquí no se lo puedo dar, porque es para pagarle un jabón que mi comadre me va a dar para llevar para la sabana y ella no me va a dar plata, sino jabón. Si es que yo no soy de aquí, yo vengo de por allá, desde el Padre, eso que ahora llaman Rondón.

―Señora la cédula no se vende, se le da gratis a los ciudadanos―

―Bueno, entonces ¿Qué tengo yo que decí pa´que me la den?

―Primero la fecha de nacimiento―

— ¿Qué cuándo nací?

―Espere un poquito― y empecé a contar en los dedos de una mano: “Uno,  dos tres, cuatro, cinco, y después en la otra: seis, siete, ocho, nueve, diez.

―Ah sí,  yo nací en mil novecientos diez. Cuando yo ya estaba  durita mi mamá me contó que yo había nacido en ese año y que cuando eso pasó una estrella grandota  con un rabo de candela  bien largo y la gente andaba asustada porque decían que el mundo se iba a acabar, pero al fin no pasó nada. Esa vez también me contó que yo tenía raza de los  Luzardos y era enrazada con los Machados.

―Oiga doña, siéntese aquí para tomarle la foto―me dijo el fotógrafo que también estaba doblando y desdoblando el pañuelo a cada ratico.

Yo me senté y cuando el otro ya me iba a tomar la foto le grité;

―Espere, espere  ¿No será que el pollo sale también retratado?

 ―Yo mejor lo pongo en el suelo― lo puse en el suelo, lo apreté con las piernas y le dije: ―Ajá, ahora sí.

―Ahora firme aquí― me dijo el cedulador

¿Firmar, que vaina es esa?

―Firmar es escribir su nombre― me dijo el otro

¿Escribí mi nombre?

¿No será mejor: Pintá mi nombre?

―Ah, eso sí se yo, y palo que me dio mi  mama pa´quelo pintara bonito.

El carajo se había tragado el cuento,  y como a los dos días que ya habían terminado de cedular y andaban por ahí paseando, pasaron por la escuela y yo tan pronto los vi salí corriendo y me tranqué en el baño hasta que ya iban bien lejos; y como a los tres meses me llegó la cédula nueva.

―Mírela, ¿No está viendo que ahí se le miran las pepas y el cuello de otro color al vestido?

―Y mire esos ojos que parece que le estuviera dando un beso a la angustia de la mentirota que le eché a los guates.

Umberto Amaya Luzardo (2020) 

Editorial: Ocho años haciendo la diferencia.

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Las jorobas de Mil Inviernos.

Un día soleado y aburrido como hoy,  HACE 8 AÑOS,  arrancamos los MIL INVIERNOS.

Sabíamos que no sería fácil,  pero conservamos su primer propósito: a diferencia de otros medios, este sería un portal dirigido por dos escritores de ciencia ficción sobre diversos aspectos del Universo y esta particularidad haría la diferencia.

Luego vimos nacer muchos medios que se llamaron «independientes» creados por gente de la clase política que a punta de comprar seguidores y bots hicieron su espacio a la colombiana, además creando y acostumbrado a la gente a contenidos estúpidos. Nosotros no nos rebajamos a esa política nunca, ni de la compra de seguidores ni de los contenidos clickbait.

Después surgieron espacios de ciencia ficción que aprovecharon el campo que habíamos ganado para también entrar ellos allí y luego querer sacarnos del juego, en esa modalidad muy colombiana del sicariato simbólico, pero tampoco nos rebajamos a ello, ni les dimos gusto, y seguimos estando acá, igual de firmes que siempre abriendo espacio a las auténticas plumas de la ciencia ficción, y no las que le caen bien a los críticos.

Además de eso, también hemos salido de la comodidad del espacio virtual y hemos hecho gestión cultural, organizado conciertos, eventos, charlas, ciclos, talleres y hasta publicaciones impresas de saberes tradicionales.

Gracias a todos por compartir el futuro con nosotros. Como alzaba la plegaria Bowie antes de cantar Heathen en Berlín: «Dios nos bendiga, por favor, Dios nos bendiga a todos».

Gracias a los que siempre han creído en nosotros. Gracias a los que nos han dado ese justo reconocimiento de tenernos como una de las publicaciones más importantes del género en Hispanoamérica. Gracias a todos los autores que nos han colaborado. Gracias a todos los ilustradores que han cedido sus geniales visiones con nosotros. Gracias a esos fotógrafos que nos han cedido su trabajo con toda la generosidad del mundo y que se joda la maldita fotógrafa de China Mieville que nos amenazó con demandarnos con la Sociedad de Fotógrafos de América por atrevernos a usar una foto de su divo virtual….

Que se joda toda la gente que nos ha querido joder, pero hoy ellos son los que menos importan;  porque estamos aquí, después de ocho años, gracias a ustedes: la gente buena, la gente inteligente, la gente con criterio, la gente con amor y la gente interesante que valora y aprecia nuestros MIL INVIERNOS.

Gracias a ustedes, nosotros somos MIL INVIERNOS. Y gracias a Dios porque sabemos que cuando más parecemos perdidos y que estamos cayendo más loco de amor está él por este par de Sancho Panzas que somos los editores del Mil Inviernos.

 

Son ocho años de divorcios, tortas y suspiros. Parecíamos moribundos y lo seguimos estando. No ha pasado mucho salvo la infamia, lo cual no es novedoso. El mal asunto de vivir se restaña con estas distracciones, afortunadamente todo terminará, todo. Hasta Shakespeare.

Att: los moribundos.

 

 

Microficción in memoriam Cuco Rojas y Neil Peart: los progresivos van al cielo.

 

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El magistral arpista Carlos ‘Cuco’ Rojas murió pocos días después del fallecimiento del baterista de Rush, Neil Peart.

Los progresivos van al cielo.

Se encuentra el Cuco Rojas a Neil Part  en la fila a donde San Pedro:

– Hola, camarita, usté es el de Rush, cierto?
– Yes, I am, and you?
– yo soy un arpista llanero, me llamaron pa’ un festival por acá arriba, pero yo creo que usté va pa’ bajo, cierto? Tiene pinta de rockero satánico.
– No, yo también ir a escalera al cielo, Jesus quiere un parrando bien encendido con los músicos más progresivos y crazys.
– Ah, mano, pues a mí también me gustaría ir al infierno otro día a saludar a los grandes, a Hendrix y a Thelonious Monk.
– Let’s go after the party, tengo unos buenos compas allá pa’ alegrar a los pecadores jeje.
– oiga, guate, y qué le entristece de dejar la vida?
– solo me entristecería dejar la música pero la música es un ideal universal y estamos entrando en el mundo de las ideas. And you?
– la carne llanera.
-Very good, podemos mandar unos ufos por unas reses, eso es easy.
– listo, camarita, y hacerle la visita nocturna a unas llaneritas jeje
– everything is connected.

 

Cimarrón, con el liderazgo de Rojas,  fue la renovación del joropo ante el mundo. Con una fuerte resistencia en los sectores más conservadores, ellos  presentaron con orgullo el llano internacionalmente hasta llegar al Japón. Por lo que la muerte de Rojas es una gran pérdida musical. Noticia tristes cómo estas en el joropo, recuerdan la muerte de Arnulfo Briceño, ese genial santandereano que hizo propio el llano y al llano más amado por todo el país.

Adiós maestro Cuco Rojas. Gracias por el sonido de tu arpa y la renovación del joropo.

Hay cosas que uno quisiera volver a disfrutar justo como la primera vez: la primera vez que se vio el mar, el primer beso, o la primera vez que escuchó en la radio Tom Sawyer de Rush.

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RIP Neil Peart.

MIS-Entropía, por Sebastián G. Calderón

MIS-Entropia  // Sebastián G. Calderón.

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-Somos los más famosos creadores de interiores para vivienda señor Kiroshi, le podemos
traer una playa o un Rascacielos con influencias dadaístas…
Salome, diseñadora de interiores de casas Bogotanas del siglo XXX, el siglo prohibido para algunos. El carácter estético de aquellas casas solo podría ser hecha por la más famosa diseñadora:
— Es como crear mundos – dice Salome- hacerlos es lo más complejo, sin embargo dígame que desea, y quizá nosotros como compañía podríamos poner…
—  Bueno señorita, estaremos al contacto prontamente, nuestra vivienda queda al sur,
queremos en nuestra pared otra ciudad, que la pálida ciudad gris de siempre…
— Señor Kiroshi, somos expertos en plantear en el suelo cualquier espacio, con tal que usted se aparte de esa atmósfera, obscura, anárquica y ruin de esta ciudad, si nos contrata recibirá un descuento en la empresa de muebles de mi Padre, D.I.O.S, son especialistas en madera y harán su ingeniosa labor de construir para usted, el mejor estar…
Alexandre, el último antropólogo de la ciudad de Bogotá, un fiasco para las anteriores
generaciones de su familia, se inclinó a estudiar Antropología, para conocer quien había sido el primer hombre en Bogotá. Supuestamente era un híbrido entre los mongoles, chinos, y una raza que extrañamente se adecuaba en las oscuras selvas amazónicas, se apoyaba en la teoría Shumpeteriana del siglo XXV donde se exponía ciertos subconjuntos de razas animales, encontrados en las excavaciones a los cerros surorientales donde se encontraron, además de dinosaurios, una especie indómita de ser humano, el homus – tractus, ser que según los antiguos antropólogos era el ser que siente. Adelantaba hacer sus estudios en literatura, quizá era lo único que lo haría subsistir sin morir de hambre, ya que la cosmo-antro-biología era la ciencia que desplazo gran parte de la Física, la antropología y la química.
«Difícil era diferenciarlas” – algún día le dijo un maestro de su Universidad- sin
embargo, en el siglo XXI era lógico pensarlo, las superficies cárnicas y Oseas, de aquellos
seres humanos – el anterior de la cadena- preparaban el universo nervioso que sentía,
quedaba no más un poco de aquel mapa cerebral, donde al parecer se dieron cuenta que
Platón había sacado su mito de la caverna y Berkeley el concepto de sensación.
Heriberto Matsubara –Apellido acuñado a causa de las cruzadas afro-japonesas a Colombia en el siglo XXVII- dueño de la compañía D.I.O.S (Dual. Infinity. Offside- Start) vivía en Bogotá, por supuesto, Colombia y su capital mantenían algo oculto, la imagen del creador de D.I.O.S, auscultado por la fachada de una tienda de muebles, su conductor Silvin, autodidacta, y súbdito lo transportaba por la antigua carrera 26, ahora conocida como la avenida de los suicidas, por la gran matanza de los japoneses contra los nuevos
movimientos muiscas (estos últimos empleaban la tecnología para conducir la condición
chamánica a los niveles tecno-gónicos) donde el indígena era parte de la concepción natural como creador de mundos sensibles, sostenibles y ecológicos…
Por supuesto la Familia Matsubara tenía el monopolio de tal idea y decidió, venderla al pueblo en formato de diseños de casa, frente a la devastada realidad, si a ello podría asemejarse tal mundo, Bogotá era la Atenas, por sus ruinas, claro está. Siempre Silvin le preguntaba a Matsubara por su antigua familia, los valores sacros de la visión del mundo japonesa, y ese modelo estético- contemplativo donde habitaba gran parte de la población en las relaciones con la “realidad” de la Bogotá del siglo XXX.
– Señor Matsubara, ¿ por qué hay gente que lo involucra con el fuerte consumo de una droga en la ciudad?- dice Silvin a Matsubara en tono ecléctico- nunca me imaginaria su gran humanidad repartiendo esta droga a los jóvenes consumidores en aquellos parques helénicos de moda, se asemeja al antiguo Woodstock pero de robots, con argumentos panteístas, y en los procesos de liberación de la máquinas, es un discurso desquiciado…
— Mira, Silvin – le responde serenamente Matsubara- el ser humano siempre quiso crear
mundos, ya que su realidad nunca la acepta tal cual es, necesita siempre de un cierto tipo de vértigo y de significación de su cotidianidad, Silvin; es como cuando te sientas en la silla madera. Crees que te sientas, pero quizá es la realidad que tu recreas la que permite que tal silla exista en tu casa; en el sitio donde Tú la colocaste ¿Me crees capaz de jugar con tal cosa?
Matsubara tiene el oligopolio de D.I.O.S. y de la mente de los seres.
Silvin duda que Matsubara sea aquel siniestro personaje que pueda crear esa arma mental de D.I.O.S y que en los países más desarrollados, había creado cierta teología enfermiza hacia lo oriental, sin embargo Silvin le pregunto a Matsubara acerca de un libro que había encontrado en la librería de Viejo de la ciudad, después de los parques el punto más decadente eran las librerías…
– Me tengo que ir – le responde Matsubara- luego me cuenta de su libro hermano…
En la única librería de Viejo de la ciudad, estaba el último libro nipón de la dinastía Tai III, donde Hiribu Natsubake antes Yakuza, luego sembrador de hortalizas , encarcelado por ideología política anarquista, y creador de la fuerza púrpura, escribió acerca de la
cosmogonía de una planta que servía de trance entre los yakuzas pacifistas que hacían
plantearse la guerra no solamente como fuerza, si no como forma de educación, había
llegado desde los antiguos imperios de la era antigua hasta el siglo XIX, allí se decía que tal planta tenía la magnitud de formación del espíritu, pero en el fondo su carácter armónico era el de crear mundos, ficciones razonadas por alguna teología, que de hecho recaía en la naturaleza.
 
Salome, llega a casa cansada después de haber vendido más de 3.000 diseños en menos de 18 horas laborales, escucha que su padre es un traficante de D.I.O.S. Ella se resiste a creer que el traficante más grande del mundo fuera su padre, era como Pablo Escobar; algo así lo asemejaban, un hombre soberbio, inteligente, ese era Matsubara. Ella, lo único que dudaba era el cuadro del centro de su casa, un Tigre comiéndose a un Dragón, la eterna dualidad China que la familia Matsubara había delegado del monopolio y el exterminio de los chinos en el siglo XXIV.
Salome era del linaje de aquella Oligarquía, soñaba con otra vida que no fuera de lujos, ya no quería vivir en Monserrate, esa lujosa Mansión de los Matsubara donde  veían toda la ciudad devastada, antes templo del dios Y-sus de occidente, pero hoy la gran casa Matsubara, Colonos orientales-Bogotanos, la gran supremacía, este suceso la ponía intradepresiva.
D.I.O.S manejaba en alguna época las anacroepilepsias intradepresivas y las psicosis infantiles. Salome entra en trance gracias a D.I.O.S.
Tranquilamente Silvin baja al parque “Cicuta”, se acerca a Alexandre.
– Hola, mucho gusto mi nombre es Silvin ¿el suyo?
-Alexandre, aunque no lo parezca soy el ultimo antropólogo de la civilización occidental ¿quién eres? -Musito este al final- frente a una agradable sonrisa.
-Soy el conductor del señor Matsubara, uno de los personajes más importantes de Bogotá.
-Claro – diciendo un poco despectivamente- el magnate narcotraficante de D.I.O.S…
-Como se atreve a llamar así al señor Matsubara – exclama angustiado Silvin- el señor
Matsubara nunca le haría daño a una mosca.
Dice Alexandre: -Seguramente, no a una
mosca, pero si a todos los consumidores de D.I.O.S…La dinastía Matsubara desde el siglo
XXV tuvo el control del arma más poderosa de la humanidad antigua: el cerebro. Gran parte de los adelantos y de los mundos que crea son una proeza estética inigualable, siempre mantengo en este parque escuchando mitologías – dice expectante Alexandre mirando al suelo- gente que puede ser desde un importante cantante de Rock, hasta ser la reencarnación del nirvana de un puerco o un gato (animal favorito de algunas mujeres para probar D.I.O.S).
— mira ese personaje de allí – señala a un mendigo arrastrándose- gracias a D.I.O.S, se convirtió en una lombriz, eso me dijo cuándo lo conocí, que cuando pequeño jugaba a mutilar a las lombrices y que algún día quería ser como ellas, ahora mira, gracias a
esa maldita droga es una lombriz y un ser despreciable para algunos…
– Alexandre – le dijo Silvin sin vacilar- Probemos D.I.O.S…Alexandre sin hacer la mínima
resistencia pasó su tarjeta de la patria, con hologramas, ergo, cae una felpa de D.I.O.S, al
respaldo una imagen de un tigre comiendo a un dragón, paradójicamente a Silvin esa Imagen le era familiar y se dispuso a crear un mundo gracias a D.I.O.S. 
Alexandre rogaba por ser un
vikingo o Arthur Miller el escritor de Marilyn Monroe.
Salome se dirige hacia su esposo, el señor Valoyes, al igual que ella oligarca de la tribu de
Sudan del sur que se acento en parte del Tolima, donde plantearon la primera ciudad estado africana en Colombia luego de la colonización del siglo XXIV.
Salome nunca consumió D.I.O.S, su espíritu se trastocó en una realidad alterna donde era una eco-feminista de la antigua era, ella no se había tomado el baño matutino, y encontró uno jeans rotos, una playera que tenía una palabra sugestivamente olvidada FREE, lengua muerta ya que según la cosmogonía Matsubara fueron los que lograron hacer de la Atlántida – América o Estados
unidos una ciudad sumergida. Solo existían las siglas de D.I.O.S en ese llamado idioma
extraño y ridículo.
-Te encuentras bien amor – dijo Emile Nazario Valoyes- quieres que te sirva un té…
– Siempre ha existido un modelo jerárquico, e idealizado de las clases excluyentes, se acerca mucho a lo que tu familia hace, matar blancos, nunca aceptaron su racismo como forma de resistencia y pretendieron hacer una oligarquía, si me miras soy una Bogotana con cara de japonés, si vemos hace unos siglos no era así…
– Que te pasa mi amor – exclamo tranquilamente Emile- nuestra forma de hacer política es hacer realizaciones contra el imperio Alemán, nosotros los tenemos de esclavos, y
vengaremos a los antiguos judíos e indígenas, antes razas superiores, ahora si quedan dos son muy pocos, en esta ciudad de basura, Bogotá ¿No te das cuenta? Somos muchos más y necesitamos que todos tengan a D.I.O.S en sus venas, para que vean una realidad…
mejor.
-Sé que mi padre tiene el antídoto para erradicar a D.I.O.S del mundo, pero antes de
encontrar esa planta, redimiré a la mujer, saldré a la plaza del Ser, y cumpliré la utopía
hipermoderna de la liberación femenina… saldré a la plaza Anaximandro.
Valoyes sabía que Salome había tomado a D.I.O.S, él tranquilamente veía como cada pensamiento se incrustaba en su cabeza.
Salome dormía, la plaza no existía en la realidad, era un orinal de Borrachos de Sake Japonés, del cual su familia era dueña.
Silvin al lado de Alexandre, se convirtieron gracias a D.I.O.S, Uno en Atahualpa Yupanqui, el otro en un famoso amigo de Yuri Gagarin, el honorable conductor que acompaño al primer vuelo lunar de la antigua era, Dimitry Smoledov, máximo armamentista del Comunismo Ruso en su tiempo libre, gran seguidor de Rimbaud.
Al lado de ello un León que significaba frente a un grupo de palomas el Olimpo que siempre imaginan a estos grandes personajes de la humanidad, unidos a una afición particular, las mujeres. Caminaban por aquellos senderos del parque “Cicuta” dando cátedra a todos los jóvenes, un poco más de medio millón.
En las manos de Smoledov, el Timeo de Platón y en las manos de Atahualpa una guitarra donde cantaba “los ejes de mi carreta”: E sdemasiado aburrido, seguir y seguir…
 
– Nunca dejare mi vida – le dijo Smoledov a Atahualpa- constituiré el más grande emporio de armas para acabar con los Matsubara.
– Mi guitarra – Decía Atahualpa- es para cantar y componer a la más bella América para
embellecer cada vez más lentamente y construir eso que nos sonsacaron los Matsubara,
estoy plenamente convencido que esto es irreal, las calles tan bellas, el metro anaeróbico, las plantas, el jardín de adonis, estos olores y estos sabores, parecen eximidos de las grandes latitudes paradisiacas, Bogotá es la metrópoli más bella del siglo XXXI…
– Mira a aquellas mujeres, serán nuestras esposas, el supremo amor a ellas.
– Poseen una mirada felina… – Dice Atahualpa- son bellas como Helena.
Silvin y Alexandre terminaron en un caño en la final del antiguo rio Fucha ahora el río nipón Natsube, hablándole a un perro, y a un nido de ratas, al lado dos gatos que ya empezaban a mascullar parte de su piel, no era su realidad, era la realidad de D.I.O.S.
El tiempo de D.I.O.S
es perfecto, era el lema de los amoblados de Matsubara, estaban al pie de un gran cartel 8D de publicidad de aquel sujeto.
Salome regresa a su trabajo, sigue diseñando mundos posibles. ¿Qué tipo de interior le
encantaría señor?
– Quiero ese interior que me lleve cada noche a vacaciones… Una playa
Haitiana…
– Será perfecto para su familia señor… Le sonríe Salome.
Silvin abre el libro del anarquista Japonés, donde la primera línea versa:
La hora del nuevo
reino ha llegado, la segunda venida está cerca
Le pareció algo escrito bajo el efecto de D.I.O.S….
Silvin pide ayuda, es la epilepsia que produce D.I.O.S.
Matsubara le llama “real” a lo que hace brillar la madera de sus muebles.

La inocencia de horror de Jairo Pinilla

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Jairo Pinilla Téllez, realizador colombiano, nacido en Cali, director de siete largometrajes y más de una decena de cortos y otros cuantos documentales, ha corrido con la mala suerte de haber nacido en el país equivocado, como casi todos los artistas adelantados a la época y con una psiquis ajena a la  promedio del colombiano.

La inocencia de Jairo Pinilla lo condujo al género fílmico del horror y esto lo llevó a correr un destino semejante al de la mayoría de pioneros de géneros en Colombia; a saber:

1- El desprecio de los críticos mainstream que ven los géneros con superioridad intelectual y que suponen un deber ser del cine como algo exquisito y bien realizado; estos son semejantes a quienes, sin conocer mucho de un deporte, critican una crónica deportiva porque se sale del molde que ellos pretenden debe ceñirse, y que añoran datos que no son buenos para nada, para sentirse frente a un escrito de rigor y valía cultural.

2- El desprecio del pequeño sector de críticos especializados en el género, que siguiendo el patrón de los críticos mainstream, suponen una manera correcta de hacer justicia al género, por lo general, imitando un molde extranjero exitoso para perpetuar ese éxito a nivel local; por lo tanto, términos como estilo o autenticidad, significan poco para ellos, y por lo general se avergüenzan si existen muchos indicios de color local o precariedad, porque son personas con complejos de inferioridad cultural.

3- El desprecio de los nuevos exponentes del género: estos chiquilines siempre caerán en la vulgar tentación de instaurar un antes y un después en el arte; por lo tanto, todo lo pasado les avergonzará y tratarán de ser pájaros tirando a las escopetas. Pues no solo desconociendo intencionalmente el pasado, sino echándole tierra, se jactarán de los titulares que anuncian «la primera película de terror colombiana» y ellos dirán que la culpa es de la ignorancia del periodista, pero tampoco se molestarán en corregir la buena fama y antes se sentirán beneficiados perpetuando una miserable mentira.

4- El desprecio del gran público. Y esto es lo más triste, porque un artista de género se debe a su público. Pero lo que hace a un público grande es su propia vulnerabilidad, por lo tanto, ellos no se pondrán a revisar historia, ni a contrastar datos, y están muy a la merced de los periodistas que desparraman ignorancia, y de los críticos despectivos, y de las artimañas de los nuevos exponentes.

Pero en los años setenta y ochenta, la cosa no estaba tan mal con el gran público y Jairo Pinilla pudo exponer sus películas generando un modesto éxito de taquilla y un buen recibimiento por parte de la gente que aplaudía sus creaciones; y en el año 1999, las cosas no estaban tan mal: un joven estudiante, Ciro Guerra, realizaba un documental homenajeando a una figura esencial del cine colombiano, entrevistando a gente que admiraba el trabajo y el estilo de Pinilla,  y que afirmaban que su cine de género era valioso. Ciro Guerra años después se convertiría en una figura trascendente en el cine colombiano, ganador de varios premios internacionales, y nominado al Oscar (casi como un Egan Bernal del cine).

Este es el documental que el joven Guerra le dedicó a Pinilla, cuando las cosas con el género no estaban tan mal como hoy día:

Documental Siniestro. Dirección: Ciro Guerra from simon hernandez on Vimeo.

 

El Superhéroe colombiano

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La belleza no precisa de viajar en Iberia. En este video, si nos ponemos post-coloniales, podemos apreciar el atropellamiento que los europeos infligieron a nuestras deidades. Pero no se apuren: ellas sobrevivieron a la hecatombe y ahora son ultrahombres vestidos de capa. SuperSmall es uno de aquellos héroes silenciados que claman por retornar, y aquí nuestro homenaje auspiciado por el Culebro Casanova.

También hay una lectura freudiana, en donde el padre deja de ser de carne y hueso para convertirse en un nombre y una pesadilla; lo que da pie al onanismo lacaniano.

La inteligencia suprahumana del enano se hace evidente incluso cuando resiste la tortura de los agente del FBHI. Esto corrobora las tensiones psíquico-sexuales que avizoraron el agrietamiento del hetero-patriacado; es así que en Colombia, a la sombra de lo que sucedía en ese momento en el mundo, se generaba una narrativa de superhéroes, decolonial,  faloperiferica y muy pero muy humilde.

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CUANDO FASSBINDER ANDABA CON MICOS TITÍS.

UNTÉMONOS DE COLOMBIA, por Umberto Amaya Luzardo

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UNTÉMONOS DE COLOMBIA

(Así es el Pacífico)

Era un sueño de tercero de primaria, cuando en la clase de geografía aprendí que el país tiene tres cordilleras y dos mares; yo era un muchachito llanero que no conocía los cerros y mucho menos el mar; pero como era un niño y los niños tienen la capacidad de soñar despiertos, mientras el profesor hablaba de los kilómetros de mar atlántico y la cantidad de costa pacífica que nos pertenecía, yo en la imaginación, como en el joropo llanero: “salí por un caño abajo, a ver si a la mar salía”.

A los doce años cuando miré por primera vez la cordillera, pensé que en esos lugares los hombres eran demasiado guapos para trabajar, cuando eran capaces de hacer esos montones de tierra tan grandes que llamaban cerros; porque nosotros entre tres hermanos, turnándonos la carretilla para echar el piso de la casa, habíamos durado cargando tierra todas las vacaciones. Ahora, estábamos en Bogotá, mirando su cadena montañosa, y esperando que amaneciera para escalar el cerro que nos quedaba más cerca siguiendo el curso de la quebrada. Cosa de maravillarse, la quebrada estaba llena de piedras y como tampoco las conocíamos, todas nos gustaban y queríamos recogerlas todas, porque en los arenales del llano solo conocíamos dos piedras: una pequeña que tenían en la cocina para machacar los ajos y otra grande bajo la sombra de un árbol, la piedra de amolar, que traían desde Tame, a puro lomo de burro.

f“Viajar es necesario, vivir no tanto” decían los que se inventaron la democracia, como si viajar fuera un acto democrático, y nosotros, bajo el régimen de mi papá nos fuimos a conocer el mar; pero si las montañas me fascinaron, el mar no; el mar me asustó, porque pensaba que si el río Arauca, con lo pequeño que es, tiene caimanes, rayas, pirañas, remolinos y corrientes bravas en los que a cada rato se ahoga la gente, en esa inmensidad de agua tendrían que haber monstruos inmensos y furiosas tempestades; entonces me metí al agua con un recelo que me ha durado toda la vida.

Conocí el mar por la parte arriba de nuestro mapa, por el Atlántico; apenas me metí en el agua, que estaba tragándome el primer sorbo para comprobar que de verdad era salada y empecé a recordar las palabras del profesor “al país lo bañaban dos mares”, entonces me entró la necesidad de conocer el Océano Pacífico, y para allá me fui, pero esta vez no con la intención de asolearme en la playa, meterme un ratico al mar, y salir en pantaloneta para el hotel a comer pescado frito; sino que esta vez, mi intención era embarcarme y navegarlo, y muchos años después lo logré.

El pacífico colombiano empieza en Cali, con su cultura niche. Los caleños llevan el mar pacífico y la música afrocolombiana en cada folículo piloso, y de la misma manera que Brasil tienen estatuas de Pelé, en un centro comercial de Cali, está la estatua de Celia Cruz; diez metros de alta, con un vestido fucsia y su bemba colorá. Qué alegría para los ojos viajeros, mirar el buen gusto de los vallunos. Subiendo la cordillera occidental, por la carretera que conduce de Cali al mar, cruzando apenas el último barrio: Terrón Colorado, aparece el Saladito y La Cumbre; y siente uno que está viajando por lugares hermosos. Entonces llega el fin del afán y el comienzo de las casas bellas; es algo así como para los Bogotanos visitar La Calera, pero las casas de campo vallunas son más espaciosas y con mejor arquitectura, en otras palabras, mucho más bonitas, más espaciosas, con mejores jardines y menos frío.

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Convocatoria Tiempos Oscuros Colombia

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vía Tiempos Oscuros 

CONVOCATORIA SELECCIÓN DE TEXTOS TIEMPOS OSCUROS Nº9

La Revista Digital Tiempos Oscuros (Un panorama del Fantástico Internacional) tiene el placer de dar a conocer la convocatoria para confeccionar su novena entrega, un número dedicado en su totalidad a mostrar el panorama de la literatura fantástica de Colombia.

Es por ello que todos aquellos escritores colombianos que deseen participar en la selección de los textos que compondrán el número nueve de la revista digital Tiempos Oscuros deberán atenerse a las siguientes bases.

BASES

1. Podrán participar todos aquellos escritores colombianos residentes o no en su país de origen, con obras escritas en castellano.

2. Los textos deberán ser afines al género fantástico, la ciencia ficción o el terror.

3. Los trabajos, cuentos de entre 5 a 10 páginas, deben estar libres de derechos o en su defecto se aceptarán obras con la debida autorización del propietario de los derechos de la misma.

4. Los trabajos deberán enviarse en documento adjunto tipo doc (tamaño de papel DinA4, con tres centímetros de margen a cada lado, tipografía Time New Roman puntaje 12 a 1,5 de interlineado). Dicho archivo llevará por nombre título + autor de la obra y junto a él se incluirá en el mismo documento plica que incluirá los siguientes datos: título del cuento, nombre completo, nacionalidad, dirección electrónica, declaración de la autoría que incluya el estado del texto (si es inédito o si ha sido publicado, en este segundo supuesto deberá incluir dónde se puede encontrar y las veces que ha sido editado, tanto si es digital como en papel, y si tiene los derechos comprometidos se deberán incluir los permisos pertinentes). Junto a todos estos datos también pedimos la inclusión de un breve currículum literario que será publicado en la revista y una fotografía del autor si lo desea para el mismo fin.

5. En ningún supuesto los autores pierden los derechos de autor sobre sus obras.

6. La dirección de recepción de originales es:

revistatiempososcuros@yahoo.es

En el asunto deberá indicarse: COLABORACIÓN TIEMPOS OSCUROS Nº9

7. Las colaboraciones serán debidamente valoradas con el fin de realizar una selección acorde con los intereses de la publicación.

8. Los editores se comprometen a comunicar a los autores, que envíen sus trabajos, la inclusión o no del texto en la revista. Nos encantaría poder incluirlos todos pero nos hacemos al cargo sobre el volumen de textos que podemos llegar a recibir.

9. Todos los trabajos recibirán acuse de recibo.

10. La participación supone la total aceptación de las normas.

11. El plazo de admisión comenzará desde la publicación de estas bases y finalizará el 1º de junio de 2017. (No se admitirán trabajos fuera del plazo indicado).

Ricardo Acevedo Esplugas

Carmen Rosa Signes Urrea

Directores de la Revista Digital Tiempos Oscuros


Si deseas descargar la convocatoria Tiempos Oscuros nº 9 pincha aquí