Archive | mayo 2023

Rock para Talita, de Vladimir González R., el segundo libro de Baraja de sombras

El escritor chiapaneco Vladimir González R participa en la colección Baraja de sombras, editada por la editorial Entre Tejas con su libro «Rock para Talita». Este es el segundo número de un proyecto editorial que explora escritos hechos en nuestra lengua -y traducciones que vendrán en su momento-; son trabajos ajenos a atender las modas académicas o  los requisitos de las trasnacionales de la llamada industria del libro.

Que disfruten de este rock emanado en el sur de México:

Baraja de Sombras. Escritores latinoamericanos – Entre Tejas

Así se presenta el autor:

 Vladimir González Roblero (A.K.A. @Vlátido)

 Soy comunicólogo e historiador, escribidor de discursos de ebriedad (y sobriedad).

Soy autor de la noveleta de folletín Cinitoporno, de las columnas de relatos  Ucronía y de microensayos Zapping, publicadas en periódicos y revistas virtuales y de papel.

Edité el fanzine Alipuz y durante la pandemia escribí el diario El gran confinamiento.

En mis ratos sobrios, escribo artículos y libros sobre estética, historia y literatura, historia de la cultura y periodismo cultural.

Tuiteo como @vlatido

El modo mismo de tramarlo o anotaciones sueltas a propósito del relato

Por Daniel Maldonado

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

I

Un principio. Lo que abre o inaugura. Un comienzo, el de una narración. Conviene, inquietud natural, sopesar la pertinencia del uso que aquí se hace de la palabra comienzo. El principio o lo que empieza, diríase. El principio o la ética. ¿Implica el término mencionado sólo un punto de partida, germen de un flujo verbal por venir? La palabra principio supone, también, una ocasión, una más bien de acento ético, para dar cuenta de lo que no es sino un asunto de toma de decisiones, incluso de escala de valores. ¿No prevalecen acaso en quien emprende la escritura de un relato, en quien pone en marcha su confección, principios que se estiman fundamentales? La duda nomás contribuye a agudizar la zozobra. Puede que no sea procedente hablar de principios. Pero basta con que exista uno solo para que esa otra fabulación, el sentido, adquiera la tesitura anhelada, la forma –uno no deja de soñar– pretendidamente última. Principio, sentido y narración.

Entonces, de nuevo. En el principio, aunque cueste trabajo reconocerlo, estuvo el principio, la ética del escribiente, ese payaso que consideró pertinente servirse de la pluma y el papel –instrumentos de la consignación– para urdir una forma en la que estuviese contenida una vida, la existencia atravesada de historias, al paso, recogidas. Lo que se pepena. Voces, anécdotas, cadencias incodificables, narraciones. Lo que se instala en el corazón y en la memoria del que escribe son, sí, los decires de los otros: vidas ajenas vueltas signo. [A veces la prepotencia no deja de inmiscuirse en la labor diaria, de filtrarse hasta el tuétano en la voluntad de uno. Reconocimiento a fortiori: también lo que se inscribe en mi interior no es sino el conjunto de sucesos que componen la vida experienciada –materia susceptible de transformarse en futura narración.]

Hablemos del desplazamiento evidente; el que conduce, condujo alguna vez, de la oralidad a la escritura. No hace falta tratar con profusión este asunto para dilapidar, hasta aquí, la cuestión tratada. El desplazamiento al que se alude arroja más luz sobre lo evidente: en el principio fue el verbo. Y el verbo era Dios y con él –o tras él– sobrevino el mundo, su saturación de asombros. Pero una vez que aparecen sobre el papel estas palabras; una vez inscritas sobre este cuaderno –soporte de la escritura que no es sino acto– reaparece la inquietud, la duda que deviene escozor, una incomodidad plena que se desprende del repaso veloz de las últimas líneas que, ya consignadas, delinean –si se quiere de manera imprecisa– los contornos de una pregunta: ¿no es el verbo que es palabra que es mythos y que es logos y que es Dios un principio ético en toda regla? Read More…