The Ghostly Sentra.

La historia surgió de la colaboración creativa entre Luis Cermeño y Francesco Vitola Rognini, quienes combinaron sus visiones de la ciencia ficción y la narrativa distópica. Utilizando el asistente de escritura y las herramientas de traducción de ChatGPT, perfeccionaron su narrativa, dando forma a una historia cibernética de redención, inteligencia artificial y viajes en el tiempo.

 

Originalmente publicada en: VERSIPELLIS

The Ghostly Sentra

“Maybe I ride, maybe you walk

Maybe I drive to get off, baby”

The story emerged from a creative collaboration between Luis Cermeño and Francesco Vitola Rognini, who combined their visions of sci-fi and dystopian storytelling. Using ChatGPT’s writing assistant and translation tools, they refined their narrative, shaping a cyber-noir tale of redemption, AI, and time travel.

Chapter 1: Echoes of the Unknown

The first headline appeared on March 12, 2045. The journalist, a young woman with a sharp voice and a rehearsed smile, spoke with a mix of disbelief and sensationalism. It was the kind of story media editors love: absurd enough for clickbait, yet with just the right touch of mystery to avoid outright laughter.

—Strange sightings in San Francisco: a ghost car linked to an apparent blackout at the Apex laboratory…

Cyber-surveillance cameras showed the facility from above, the metallic glow of the ruined city reflecting off the lab’s shattered windows. The journalist continued:

—Reports indicate that the blackout prevented an experimental system of autonomous drones from going out of control. Employees describe it as a miraculous event. But the most unsettling part is this: the cameras captured a silver Nissan Sentra parked not far from the scene. Minutes later, when power was restored, the Sentra had vanished.

That night, social media exploded. Videos, theories, memes. Some took it as a joke—“The Ghostly Sentra,” read a tweet with hundreds of thousands of interactions. Others didn’t find it so funny. There was something about the cold, mechanical tone of the footage, the way the Nissan seemed to glide out of frame just before the lights returned, that chilled the blood, like a scalpel slicing through the video. It wasn’t the only incident.

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Tomado del canon: El camino de los mitos del hombre. Por Ajedsus Balcázar Padilla

La historia de la literatura universal está plagada de mitos y leyendas. El camino del héroe, tal como lo explicaría Joseph Campbell: dice que en todo el mundo habitado, en todos los tiempos y en todas las circunstancias, han florecido los mitos del hombre. J.R Spinoza es un autor prolífico de literatura fantástica, aquí, en su nuevo libro “TOMADO DEL CANON”, inicia con ímpetu el camino no recorrido y menos contado de la mitología universal. Desde los griegos, a los mesopotámicos, los egipcios y la literatura contemporánea. Nos invita a hacer un ejercicio para reconocer los caminos transitados por la humanidad, y los senderos recorridos por los dioses. Une con una magia de atemporalidad, los ejes de ficción utilizándolos en la actualidad, con una metaficción mediante autores y personajes icónicos. Esto nos ayuda a recordar viejas tragedias, romances y diferentes aristas de las obras clásicas que integran el canon literario. Son cuentos cortos que nos otorgan un atisbo de sus antiguas tramas, otras reviviendo de las cenizas, pero con el objetivo de ser recordadas, de  escuchar su eco en el tiempo de las letras. De esa arena del tiempo que yace en el libro infinito de Borges.

A lo largo de los 26 cuentos cortos (algunos microrrelatos), el autor nos lleva de la mano a una travesía a lo largo de la historia de la literatura. Spinoza nos habla de la creación del Serpopardo, criatura mitológica mesopotámica. Nos dice: “Atum – dios egipcio creador del sol- había despertado su consciencia, creándose a sí mismo”. El autor describe la evolución de los dioses, sus conflictos celestiales. De la búsqueda de acabar con linajes, tal como la unión de Geb y Nut, que terminaron transformados en leopardo y serpiente a causa de una maldición, pero tras unir sus sangres nacería una criatura deformada que llamarían serpopardo. También ingresamos al territorio de anacronías, tal como lo que ocurrió “Después de Troya”, de romances nunca contados por el canon.

A lo largo del libro, nos resalta un eje de ficción pedagógica importante, sobre transmitir el conocimiento con interés para los pequeños. Tal como es relatado en el cuento “Convencer a través del mito” donde nos enseña a través de la historia de Hércules, la importancia de protegerse ante amenazas, como portar cubrebocas ante una pandemia. Spinoza nos dirige al pasado, para retornar aprendizajes en la actualidad. Basándose en construcciones mitológicas, que bien nos transmiten conocimientos que debemos recordar. Read More…

La boca de la garrafa del Nobel  de Literatura

In memoriam, Mario Vargas Llosa.

I. CRIPTORQUIDIA

Sin testículos, el falo tiende a percibirse magnífico, como un emperador.

-¿Qué desea, mi señor?

– Unos testículos.

– Pero, si usted es el Gran Verga, ¿para qué quiere un par de estos?

– Porque en el escroto hay cuencas marcianas.

 

II. HACKEO EN LA VIDEOCONFERENCIA DEL ESCRITOR DE FÁBULAS

Estaba el escritor Giorgio Passolini sentado en medio de un club de lectura que discutía los tópicos de su obra, cuando, de repente, en la transmisión streaming prorrumpió un asalto de vulgaridad:

Un negro sin calzones hacía el baile de la garrafa sobre una botella de cerveza Póker. El hombre, con la fortuna de un bailarín y la gracia de un ave liviana, movía sus nalgas hasta que, a  un milímetro del pico de la botella, las apartaba y procedía a introducir el adminículo para luego destapar el elixir con su deyector.

Salía espuma de la botella, del ano.

Espumas que se van,  bellas rosas viajeras.

Ante el desconcierto de los miembros del club literario, el escritor manejó la situación con la misma gracia con que el negro la botella.

– Tranquilos, jóvenes. No se escandalicen. Detengan la escena justo cuando los testículos se aprestan a rozar la punta de la botella. Miren cómo las cuencas del escroto son idénticas a los canales secos de Marte. Esta, querido auditorio, es la mayor prueba del origen extraterrestre de la vida en el planeta Tierra. El profesor Schiaparelli se tocó las turmas y encontró el acompasamiento entre ellas y el cuarto planeta de nuestro sistema solar. De pequeño, padeció Criptorquidia, pero la vida y sus milagros le bajaron los huevos y, ya de edad adulta, parecía un cebú.

Huelga escribir que Passolini se refería al Gran Verga que se achicó como todo humano envejecido y, de tan pequeño, no fue más que una peca en el par de testículos megalodónticos.

Mario Vargas Llosa, con esta reflexión te dejamos en paz en tus infiernos personales.

En la ventana del estudiante. Por Lorenzo Acosta

Fantasma azul, Wolfang Schulze

 

Un fantasma lava platos. Acaso cocinó, acaso había invitado a alguien; acaso comió solo, o pensó que cocinaba en la soledad de los fantasmas.
En algún momento, como recordando la lógica de los momentos, se dejó caer de espaldas. Y los platos limpios tomaron más luz, un aura, mientras un vivo acudió a lavar los platos de esa cena. Y acaso fue el vivo quien apagó las luces.

Invento 70 ́s por Leonardo Bolaños

Estoy con bloqueo de escritor. Como periodista, o crítico, sucede muy a menudo.

La historia de la
realidad toma rodeos, se va por las pendientes, acelera y es inalcanzable. A veces no pasa nada, a veces
uno espera. Escribir es un lujo de la excentricidad creativa, quizás, quizás lo diría Hunther S Thompson.
Qué conexión hay entre la droga, el periodismo, la revolución hippie de los 60 ́s, el corazón del espíritu
norteamericano, etc. Pareciera que la realidad tiene sus propias ruedas, sus propias ventanas y acelera en
una carrera como Rebelde sin causa por el precipicio anhelante de una gloria histórica. Pareciera, de
nuevo, que la Velocidad de las cosas, como diría Rodrigo Fresán, está más que en acelerar en voltear el
timón una y otra vez, hasta la nausea, las alucinaciones, las visiones. Lo importante en La carretera, como
diría Jack Kerouac es que una vez que comienza la historia histórica es que no deje de acelerar. Es una
épica, una etapa real de la epopeya humana, parte ya de un tipo de mitología contemporánea. El frenesí de
un salvaje en drogas, manejando por el desierto de Nevada, haciendo artilugios de cualquier expresión
libre de anarquía por la libertad de sentir el caos contenido en la velocidad de lo que va sucediendo.
Comienza entonces la historia, la mitología personificada en hombres destruidos por la droga, como diría
Allen Ginsberg, en el puñado de las mejores mentes de aquella generación desorbitando entre traumas y
catarsis, emociones y locura, navegando en la espontaneidad de un posible accidente y final mortífero,
tentando la muerte, la suerte, el caos, la locura. Adicciones al peligro, a la franqueza material de cada filo
de realidad, bosquejando absurdas situaciones en problemas y paranoias, para salir de las peores
pesadillas como jugando en drogas. Desafiando la ley, la dignidad puritana y reaccionaria del espíritu de
los 50 ́s, de la vanguardia reaccionaria del imperio de la plata en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos. La
verdad es que es imposible de negar la impresión, la loca demanda de suerte, atención, falos, sexo, lujuria,
dinero… No hay escape de la necesidad de éxito en Las Vegas, y todos los caminantes parecen anuncios
de publicidad ante las porristas del fracaso o del escaso éxito. La única manera de creer en la ilusión de
ser victoriosos en una creencia como el dinero, es a través de la compulsión, la repitición monótona de
apostar todo o nada en Las Vegas, apostar, tomar alcohol, ante mujeres dilatadas y delineadas de colores
publicitarios, colores blancos, colores azules, cargando como una azafata los licores en una bandeja. Y
mientras la ruina del razonamiento por la sóla tranquilidad es asediada por la ansiedad de los millones y
millones más adelante, la pérdida de sentido en Las Vegas, con monos astronautas, cadáveres de la mafia
descomponiéndose en el desierto, y la surreal imagen de neón de un vaquero inmenso como un edificio
nos llama la atención entre los monumentos al consumo en la arquitectura moderna de los héroes
contemporáneos, vaqueros, trapecistas, atletas del arte, todos vendidos, alquilados y liquidados en Las
Vegas. Pero para qué alguien necesita diferenciar periodismo, como el de Hunther S Thompson en una
prosa de la realidad percibida del fragmento de consumo en una ciudad como Las Vegas? La intensidad de
la obra de Terry Gilliam en esta película de 1998 nos desplaza a la desorientación de los arquetipos del
caos, los hippies, los artistas, los vendedores (siempre con una nueva idea), los perdedores, los borrachos,
los drogadictos, etc como unos personajes banales en Las Vegas, incluso la policía, los abogados, la ley y
el orden parecen unos personajes de sobra ante el poder económico de muchas pérdidas y ganancias en
Las Vegas. Y recuerdo esa parte de la película de Pánico y Locura en Las Vegas, “esto es como luciría el
mundo si los nazis hubiesen ganada la Segunda Guerra Mundial”. La forma de valorar solo el
entretenimiento y la espontaneidad de cualquier salvajismo es permitido y elogiado, y mientras la
velocidad crece y avanza, la identidad se pierda y se reduce a al ícono de un mero apostador, es decir, otro
perdedor. El palimpsesto de imágenes, de colores tan navideños, psicodélicos y llamativos que ofrecen los
escenarios, los vestuarios, así como la variedad lógica de cada diálogo entre segmentos y otros segmentos
de la película hacen, que la variedad, la originalidad, el caos, la costumbre, la línea que sigue el
argumento de la película sea filosófica, histórica, épica se convierta en una propinada calidad de
entretenimiento, entretenimiento muy original, eso sí. Llama la atención que siendo los 70 ́s, exactamente,
1972, no aparezcan negros en la película, teniendo en cuenta que Las Vegas genera rechazo a una clase
social incipiente como la población negra en los 70 ́s es entendible. Tampoco hay el arquetipo asiático,
con su gorra y cámara de fotos, y sin olvidar las camisas hawaianas. Lo que hay son dos fuerzas políticas
de la alegría, la información, sea inventado o verídica a lo periodismo Gonzo, personificada por Johnny
Depp (el personaje periodista); y el derecho de ser alegre, salvaje, animal, errado, vulgar, sucio, ruin,
horrible, aunque sea por las drogas, aunque eso no importe más que la plata en Las Vegas, personificado
por Benicio del Toro (el personaje abogado). Finalmente, esta película aún marca tendencia en la
personalidad de nuestra época, en una época de crisis política, bélica, etc. Dejamos que la historia marque
su paso por la carretera, y a máxima velocidad, buscamos el final feliz.

En torno a los primeros trece años de Milinviernos

El telar de las 13 cabritas del príncipe Mil Inviernos

Amanecimos íntimos llevando a cuestas todos nuestros muertos en estos 13 años de infortunio cándido.

Cucurrucucú palomitas que no vieron la noche

Hilar ha desnudado los otrora anhelos e intuye la luz del paraíso tejida en las mortajas

Nos dirán que aquilatamos lo más humilde de los poetas del XIX

Y os decimos: aquilatamos la humildad hasta hacerla piedra excremental de estos trece años como vampiros que hacen chorizo con las promesas rotas de los océanos magnánimos de la luna oculta de los presagios

Se nos fue la vida, y vivos quedamos por otros miles inviernos en trece mil años

Trece mil años trece fue la cifra del Dr. Penev

El onanista Miranda sigue atenta la vista esquizofrénica a nuestros horizontes invernales mientras un iniciado signa la frente y trae la mala nueva de que el alma es eterna como lo anunció el viejo palo de mangos

Tres mil años trece es la mirada conspicua del pirata muerto

Trece mil años trece es la niebla helada donde aúlla Mapanare

Las lecciones escolares de doña Carmen en su solar tameño anunciaban la desolación del futuro: “Es tarde, el dr Penev ha nacido”

Trece mil años trece fueron las mejillas del chiquillo que ronronea imitando a su gato

Rigoberta Menchú insufló su alma desencarnada

Trece, ¿qué te parece? Una eternidad que descubre la paja.

Y, con la paja, lo que será su cuerpo

Trece, la tristeza crece.

Trece mil años trece

Trece, dijo el mequetrefe, es decir, el hacedor de mundos

Trece, dijo el bromista: “agáchese pa que me las bese”

Una paloma tuerta cae muerta de sed y repite: trece para que rece.

Rece trece mil veces trece

Homenaje a David Lynch

Escuchaba a Gorecki y su oración a la virgen, me sentí triste, quizá por el sol y el frío, pensé. Entonces vi un estado de guasá con la cara de David y un fondo negro. Le avisé a Luis. Él, horas antes, lo homenajeó con un video clandestino que hizo en Transmilenio, aunque entonces no supiera que Lynch estaba muerto.
Te amamos, David

Siempre

 

https://youtube.com/shorts/ZQMSuGxLCzQ?si=qt3px9BsJf4L1OzD

 

Los orígenes de una novela. Conversación con Mikel Ruiz a propósito de “Los disfraces de la muerte”

Alguna vez me pronosticaron que a Mikel Ruiz (Chamula, Chiapas, 1985) lo perseguirían integrantes de esa entidad-comodín de México llamada crimen organizado porque en su novela, La ira de los murciélagos, abordaba el narcotráfico, el consumo de drogas y el crimen en un lugar como San Juan Chamula, cuya aura de misterio ha servido para que, por ejemplo, cobren la entrada al templo (lugar donde las efigies católicas se mezclan con velas, copas de pox y envases de Coca-Cola). La existencia de criminales lectores cuyos asesores literarios les comunicaran alguna novedad editorial donde se les denostara, restituía la importancia del libro como artefacto peligroso; por eso le pregunté su tuvo algún desencuentro y me contestó que jamás recibió una amenaza o, al menos, un comentario semejante a los que supuse.

La aparición de La ira de los murciélagos, sin embargo, ha suscitado opiniones. Fue la consolidación de Mikel como trabajador de una narrativa que comenzó con Los hijos errantes y ya cuenta con cuatro novelas publicadas; en 2024 aparecieron El origen de la nocheganadora del premio Nezahualcóyotl en 2023 y Los disfraces de la muerte. Sobre esta última charlamos.

Para escribir esta novela hubo, como en las anteriores, un proceso que llamas de investigación, ¿cómo fue en este caso?

-Comencé a concebir la novela cuando estaba escribiendo La ira de los murciélagos; Ponciano, uno de los personajes de esa narración, un día sale de su mansión y, al frente de ella, se topa con una estatua de concreto, que se supone que es la figura de un chamula tradicional, pero, en vez de un bastón de mando, tiene un cuerno de chivo[1]. Se me hizo muy raro que Ponciano tuviera una estatua que idolatrara y mi pregunta durante la escritura de la novela fue quién era ese personaje que tenía un cuerno de chivo. Era la representación de un hombre chamula tradicional y que Ponciano considerada un modelo a seguir. Yo no sabía quién era ese sujeto y, en el proceso de comprender a Ponciano, investigué a quién correspondía esa estatua y me acordé de la estatua de Chamula. Desde que tengo uso de razón siempre ha estado ahí y yo nunca pregunté de quién era.

Entonces, en una ocasión, fui a Chamula a ver de quién era, pensando que era la misma imagen que tiene Ponciano en su casa. Ya cuando estaba allí, vi una plaquita con la información de la estatua que dice que la puso un presidente de Chamula, en el setentaytantos, llamado Lorenzo Pérez Jolote, hijo de Juan Pérez Jolote. Y se me hizo raro porque Lorenzo Pérez Jolote fue uno de los presidentes más sanguinarios en Chamula; expulsaba a los que se volvían evangélicos, y ya desde ahí me dije: ¡Claro, Ponciano es evangélico y su familia fue expulsada de su paraje!

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La hora Pop. Por Leonardo Bolaños

Hay una huella en cada foto de las fotos adelante, muy atrás, siempre iluminadas de un verde gris, algún lugar pobre como un pueblo similar a cualquier pueblo enterrado bajo tierra por numerosos deseos sin fertilizar, iluminados por jardines jóvenes y de muerte amarilla de pocos años sin regar. Esas fotos están allí, pero no es ahí. El talento novedoso de la vejez… Ja. La banda está un poco más al frente vestidos de luto, quizás fueron los 90´s, pero en realidad es ese visceral olor de planeta tabaco, mariguana, quizás muchas sustancias, comidas por vomitar, empleos que huelen a metal, a óxido, a hierro, a sangre, a sangre que huele a metal, como un apocalipsis nicotínico, un frenesí cafeinado, una energía desgarrada por mantener un tipo de cordura presente desde su primer hit. Una necesidad de burlar la aparente abstracción artística de los Post-Punk de los 80´s, para recitar un drama sarcástico, un amical drama sarcástico apestando a nauseas, nauseas de seguir tragando, seguir viviendo, seguir leyendo.

 

No quieren golpear muy alto, no es su intención ser una super banda de rock, pero se escucha desde lejos el murmullo de una ciudad que grita con patrones de rostros que nunca vuelven, más que una vez en toda la vida, por aparecer, quizás en la fiesta errante de las mudanzas, los escapes de la Big City o visceversa, y aterrizar, por fin aterrizar luego de la fiesta de lágrimas secas y dejar la náusea inolvidable a la realidad, a casa.

 

Adam´s Song: La muerte está aquí, y es mucho peor… Siempre con risas, con alcohol, con firmes años de juventud, circulan por las avenidas desnudas, desde la primera línea, el trío dejando atrás los hoteles, saliendo de locales de empeño, quizás, sin relojes en las muñecas, con pulseras y las manos enterradas en los bolsillos, y la curva pesimista de la cabeza, sonríe un pedazo de ironía, nada, nada por pensar de nuevo, y no es lo peor, es qué dejo, qué tono, qué gesto tan bajo, tan humillante de contar ¿qué se hace por dinero?  como una alegoría al cine existencial francés de los 60´s en blanco y negro, calles de nada, en un notorio silencio sin esperanzas, ellos con tatuajes, siempre, y genitales censurados buscan, escapan de algún lugar, o no tienen tiempo para llegar, en What´s my Age Again y Adam´s Song, pero eso no significa que vestidos de blanco, vestidos de negro, vestidos de mujer, vestidos de hombre, y con albedrío el héroe protagonista de todas las canciones se manifieste como un hombre que no le importa más la química, ni la atracción física, ni su identidad sexual, ni su sentido del humor, ni su edad. Con firmes ambulantes pérdidas de sentido haciendo travesuras de niños y jóvenes, el trío se exhibe obscenamente ante un público, pero no este, sino aquel, el que lo censura, el que calla, el que llama a la policía, etc.

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Revista Azogues. Acercamiento a una publicación nacida en Chiapas  

                        Por: Consejo de la revista Azogues

 

 

Introducción

La elaboración de las revistas en México tienen vocación de fe. Pueden nacer como un fanzine, desde la autogestión, sin saber que ese primer número puede ser el último. La otra vocación en las revistas es la “democracia”, pues quienes la hacen sin publicarse a sí mismos, o a sus amigos, sino con la intención de captar-como antenas- lo que hay en el ambiente de las letras y el arte en una época o tiempo, deben dejar su obra a un lado, si es que también se dedican a la creación. Porque el tiempo de las revistas es incierto y el comienzo costoso: buscar y organizar un consejo editorial, alguien que diseñe, otro que distribuya, alguien más que reciba las colaboraciones de los autores, por correo digital, y sea amable y sincero con su texto, y así terminar en buenos términos, pues se trata de ser justos e incluyentes, aunque también críticos y autocríticos para que la revista vaya creciendo en calidad.

Nadie en México confía en “revisteros” de papel, pues ya saben que a lo mejor su texto no se publica, o sea que tal vocación de fe no llegue ni al primer número. O quizá la fe se valide distribuyendo la revista en un pequeño radio de acción: una escuela, un barrio, un tianguis cultural. Eso ha pasado en las ciudades de toda índole; en lo rural el papel aún es efectivo, con cortos tirajes y con la consigna de abrir espacios, pues las instituciones muchas veces se reducen a públicos especializados, a editoriales más o menos grandes, y a autores más visibles. Tanto en la periferia como en los centros, la industria del libro ha crecido.

Otra desventaja para revistas que apuestan por autores no solo “profesionales”, sino amateurs, jóvenes buscando publicar su primer poema o cuento, adultos que adoptaron la escritura como un hobby, pues nunca fueron aceptados en las “grandes” revistas; menos niños o mujeres siempre imvisibilizad@s, estas revistas corren el riesgo de la poca confianza y la seriedad de la propuesta de publicar “autores” desconocidos. La crítica devorará tal osadía.

Ahora, en pleno siglo XXI, hay que sumar que la carrera tecnológica quebranta esa fe más fácil, pues ahora las revistas digitales pululan como nunca, y aunque se apueste a lo global (descuidando lo local), tampoco garantizan que llegarán a un segundo o tercer número. Las redes son extensas, pero efímeras, como que opera también la gentrificación. Sin embargo, algunas páginas, blogs, fanzines, etcétera, luchan con honestidad por aportar lo que al final sería el propósito de un bien común: promover y contagiar la lectura.

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