Francisco Armijo: vitalidad y equilibrio. Por César González
La esencia expresiva
El pintor persigue la línea y el color, pero su fin es la poesía.
Rembrandt.
Un pintor sin “fachada” es quien habita la realidad de su tiempo, mas no las apariencias del espacio, dejando una marca indeleble entre sus contemporáneos, quienes en los azares de la vida fueron influenciados por su agilidad plástica, por su imaginación indómita, atreves del espíritu, de lo sacro, busca la obra, mejor para él si no la encuentra, imagino una paradoja donde las musas lo buscan, una cita que le da continuidad al camino, periplo indefinido a la consagración, o como en este caso, al encuentro, concilio contemplativo, sediento, rendido ante el espejo de ensoñación que es el lienzo, como un río cristalino, nada narciso, la necesidad de reencontrarse en las memorias antiguas del útero creativo, el anhelo de transcender nuestras limitaciones, viraje crucial en el desarrollo de un creador, sus pinturas escuchan el primitivo canto del arte Africano, francisco Armijo se descubre, aunque detrás de la máscara siempre se esconda la mueca. Los alemanes y franceses, otros ingleses de principios del pasado siglo, Picasso, Matisse, Bacon, muchos otros bebiendo de una sola emoción universal. Hoy, después de mirar con detenimiento la decadencia que se agranda monumentalmente hacia el olvido de lo que una vez fue la plástica de nuestra región, me permito decir, sin ínfulas de crítico mordaz, más bien con apreciación objetiva de joven aprendiz, que la obra pictórica de Armijo tiende un puente entre el espectador y su ser, el individuo reflexiona ante sí, se detiene a escucharse, que es otra forma de verse, puede comprender el mundo, revelarse ante él. En ésta serie de retratos está el otro, estamos todos, su paleta colorida insinúa la violencia, el ojo vaciado de la hipocresía, el lado de la cara que no se muestra, la herrumbre en el moneda en el fondo de la fuente, el ojo que todo lo ve mira pá dentro, lo obscuro de lo humano, lo íntimo que de nosotros se exilia.
No es más que un hasta luego, Giorgio El Pirata.
La única vez que vi llorar a pirata fue al escuchar «Aud Lang Syne», mientras me contaba en la librería El Reino, la historia más fantástica que presenciaron los antiguos: los niños y mujeres de Lemuria, tras escuchar de los sabios la noticia del fin de su civilización, se postraron frente a una gigantesca roca, se tomaron de las manos y entonaron el himno:
Búho protector. Por Eduardo Briones
Papá nos compró una pequeña mesa de estudio, la colocó cerca de la puerta de entrada a la casa para que mi hermano y yo hiciéramos la tarea. Aun hoy la recuerdo. Los dos hicimos de ese lugar el punto de encuentro de las confidencias, las ficciones y el amor fraterno entre matemáticas, español y dibujo.
Todas las tardes después de llegar a casa y comer los deliciosos preparados de mamá, Carlitos, mi hermano de apenas siete años dibujaba animales en hojas tamaño oficio que le proveía para saciar sus dotes de pintor «surrealista», esta era la única forma en que me dejaba hacer la tarea sin travesuras. Una tarde, mi hermanito dibujó un búho bebé, un mochuelo de mirada profunda, alas abiertas, lleno de plumas con matices grisáceos, con un pico raro en forma de gancho, sobre una de sus garras una mancha roja que contrastaba con el animal, mancha donde mi hermano colocó su firma.
Todas las tardes pasaban con tranquilidad, sin embargo, nada es perfecto, mucho menos cuando la maldad ronda el vecindario. A varias cuadras de la casa, en el Banco Internacional, un robo se suscitaba. Un cártel de la droga se baleaba con la policía. En franca persecución, los gendarmes correteaban a los narcos a tiros, al pasar por nuestra casa, una ráfaga de plomo se entregó sobre el pecho de mi hermano, mientras otra se encarnaba en mi hombro.
Desperté cinco días después en el ala de cuidados intensivos del Hospital General de mi ciudad, logré ver a mi padre sentado a mi costado, mientras mi madre dormitaba en una silla. Al retornar a la conciencia les pregunté quejumbroso:
−¿Y Carlitos, papá? ¿Cómo está mi hermanito?
Episodios cotidianos. Por Francesco Vitola
Rigor autodidacta
- Es importante que los jóvenes cuenten con un Estado de la cuestión personal e intransferible
- Es recomendable estimular dinámicas de autoconocimiento intelectual (tipo de personalidad, inclinaciones vocacionales, temas de interés) entre infantes y jóvenes.
- Los test de perfilado profesional son guías no concluyentes, y lo que es más importante, si la persona no puede acceder a la universidad se desperdicia su talento, relegando las inclinaciones vocacionales a lo «que pueda encontrar». Con el rigor autodidacta, estés matriculado o no en una carrera, podrás organizar un sistema de estudio.
- En la medida que los jóvenes comiencen a buscar respuestas a cuestiones personales e intransferibles, aumentan las posibilidades de elegir profesiones que satisfagan su curiosidad innata, y por tanto, los problemas de la falta de motivación serán siempre pasajeros. Cuando haces lo que te gusta, no trabajas, disfrutas.
IV Congreso Internacional Verniano, Colombia 2024
Lunes 29 de abril de 2024
Salón Jorge Isaacs de Corferias, Feria Internacional del Libro de Bogotá
Descripción del evento: Contribuir al estudio, investigación y difusión de la obra de
Julio Verne.Propiciar el conocimiento de su obra y su relación con América y
Colombia y Generar espacios de estudio, difusión y conocimiento de su obra en
centros educativos, con el propósito de incentivar la lectura, la investigación y la
creación literaria.
Aforo aproximado: Sala Jorge Isaacs
Fecha: 29 de abril de 2024
Jueves 2 de mayo de 2024, sesión de la mañana
Museo Naval del Caribe, Cartagena de Indias
El programa final del IV Congreso Internacional Verniano a celebrarse en Cartagena de Indias entre los días 2 y 4 de mayo de 2024 es el siguiente:
Comentario a La derrota de los Replicantes. Novela inédita sobre IAs de Antonio Mora Vélez.
“La poesía tiene que ser humana, si no es humana no es poesía”.
Tapachula mon amour #3
La víspera del fin mundo será un eclipse mientras se incendian montañas de plástico y muchedumbres de personas caminan a un costado de las autopistas con la esperanza de llegar a las glaciaciones del norte. Los trailers aplastarán a alguno que otro migrante -así les llamarán a esos viajeros que caminan en chanclas bajo un sol de cuarenta grados celsius-; serán incidentes menores. Más al norte, los cazadores de extranjeros que hay en el desierto, desollaran a algunos sobrevivientes y otros franquearán todos los filtros para encerrarse en algún sótano.
El fin del mundo no ha comenzado en Tapachula y la atmósfera del eclipse del ocho de abril apenas hizo menos cálido el fin de la mañana; no mitigó el olor a basura quemada -la costumbre que se estila es quemar todos los plásticos: al fin y al cabo eso se hace humo y el humo se disemina por todo el planeta; es la venganza de los que nacieron o viven en este lugar, hecho como un reducto donde hay archipiélagos que semejan campos de concentración sin la necesidad de policías que vigilen a los presos porque ellos, los presos, prefieren ese cautiverio seguro que la soledad y el peligro sobre incandescentes pastizales dispuestos para que algunos narcos los capturen- ni hizo mermar la música regional y el reggaetón que acompaña el atronador murmullo de estos días con asomos de espanto.
También hay humo que germina de las quemas de los cañaduzales, que proliferan en las afueras de Tapachula, así como los monocultivos de Palma Africana.
Una vana ilusión del fin del mundo: el incendio de basuras, las vastas extensiones sembradas con vegetales que sirven para fabricar combustibles o aceites, el cielo que oscurece hasta semejar un atardecer y las personas que saben muy bien dónde queda el norte pero no si llegarán a él.
Los que migran, aguardan en filas multitudinarias a que les concedan un paso más en su trámite; los oficinistas que los atienden esperan el fin de semana para hacer filas en Burger king y los que atienden en Burger King aguardan a que una bomba devaste algo que nunca se devastará de un solo golpe sino que será un cáncer tan mediocre la muerte como cada respiración que nos acerca a ella.
Astroastro, un poema de Roberto Rico
Roberto Rico (Ciudad de México, 1960) es autor de Reloj de malvarena, Nutrimento de Lázaro y La escenográfica virtud del sepia, De aquellos años que llevan ere, Ars vitraria y Radio frenesí y otras sintonías. Su último libro es Con meridiana oscuridad y nos ha permitido compartir uno de los poemas que aparecen en este volumen.
Astroastro
I. Depaupérate un poco más. De sobra te harán falta privaciones y ausencias para ensanchar el foco irradiador de tu bonhomía, la desnudez interjectiva del pesar. Desvalídate del dolor en el hambre llana. Comienza por morder el hueso desde donde emites, con pelaje espectral y tieso, pigmentado de hollín y yeso, los aullidos rimados que a ti mismo te erizan y descuadernan del lomo a las estepas y solapas.
Así habló Astroastro.
II. ¿Antecede a la sed el hambre? Eso mejor te preguntaras viendo de reojo la jarra de vino rojo aherrojada en el poniente. No pongo aquí botella, porque me parece que mejor se te antojara el destilado contenido en abierto recipiente; así, ante vasija de ancha boca, la sangría agria, angry and hungry y andrajoso, se vuelva imperativo para ti rimar y aliterar la sed y el hambre, exacerbarlas en varias capas o niveles de engrudo glandular o de viscosa grenetina hepática. Ahora centra tu mirada en esa mesa rústica de ocote, cuadrada así sin más, ni manta ni tapete encima, sola madera desnuda, impertérrita, no colonizada por termita alguna. Consuelo entomofágico sería carcomerla, de no ser porque también esa promesa pierdes, como también se exorbitaba el último resto mortal que te pervive, pavesa filiforme.
Así habló Astroastro
III. ojos humedecidos de la vaca
ternura llámale y ternera
porque en cuanto escampe
llevarás empozado en tu mirada
halo de sándalo y vinagre
intermediarias conjuntivas
rastro de un astro
vuelto a su calostro/
del ostracismo vuelto
en nebulosa,
y a una nube con claras miras
de translucir entre tus ojos,
ternura llámale, fragor,
ternera
deshijándose toda colindancia
ese umbral linfa
sándalo y vinagre/
así siguió diciendo astroastro
IV. la ciudad a lo (cada
vez más) lejos semeja
vaca multicolor
/boñiga
sándalo y vinagre
hervor bajo la piel
fervor el pulso
cada vez más exiguo bulle/
así dejó de hablar zoroastro
sol o astro/
solo astro/
astro-
astro:
un prefijo en el cénit
en sufijo declina
Tapachula mon amour #2
La coyota transportapueblos es un homenaje a las migraciones, hoy día alimentadas por personas que se aferran a la idea de haber llegado al último país que los separa de Estados Unidos; al lado de la madre reposa su cría, a un costado de la vía del ferrocarril “la bestia”. Hace unos días las incendiaron; persisten sus esqueletos y algunas placas de madera.
El fuego y quien lo propició han erigido una nueva hospitalidad. Habrá más incendios.