¿Seguir la vocación o procurar una fuente de ingresos? Por Francesco Vitola Rognini
Leer El cuaderno de Andrés Caicedo, aproximación a la génesis escrituraria de !Que viva la música!, de Andrés Felipe Escovar, me hizo pensar en lo común que son las crisis de los escritores. El borrador de la novela cumbre de Caicedo es diseccionado por Escovar aplicando los métodos de la crítica genética, lo que ofrece una mirada que desentraña el proceso creativo del autor caleño, y mas allá de los hallazgos presentados por el investigador, que solo al leerle podrán apreciar, me quedo con la reflexión que generó en mí su lectura, porque el libro no solo me enseñó las herramientas utilizadas en la crítica genética, en lo personal resonó porque me permitió ver que ni la sólida vocación de un escritor riguroso logró librarle del final que ya conocemos. Su talento no fue suficiente frente a una vida personal sin paz interior. Quizás se impacientó al reconocer que la literatura era una maratón vitalicia y no una carrera de cien metros, quizás eligió su destino fatal para cubrir su legado con manto trágico. Ese secreto se fue con él, pero lo cierto es que la historia de Caicedo ha tocado a varias generaciones de escritores colombianos, y por ello el análisis de Andrés Felipe Escovar desde la óptica de la Crítica genética es tan valioso, ya que solo desmitificando accedemos a una verdad que se aleja del endiosamiento mercantilista efectuado por las editoriales que reeditan y distribuyen su obra.
Siguiendo ese espíritu compartiré algunas ideas sobre las angustias de la creación, surgidas durante la lectura de la investigación de Escovar.
¿A cuántos de nosotros nos ocurre que sentimos que perdemos el tiempo, o mejor dicho, que las horas que dedicadas al oficio literario compiten con la culpa de dedicarnos a algo con lo que es muy difícil pagar las facturas? En otras palabras, el problema no es tanto el que suframos una crisis existencial, no son dudas sobre nuestras capacidades, pues sabemos lo valiosa que ha sido la literatura para nuestro crecimiento personal, en realidad el asunto es que vivimos inmersos de la obsesión de medir nuestro progreso en proporción a los reconocimientos. El gremio de las letras se asemeja a una desenfrenada carrera de ratas en la que se compite por llegar a las puertas del laberinto donde entregan dulces estímulos, ¿cómo no sentirse mal si solo se te valida solo tras obtener premios? Aquí radica el problema, nos sentimos mal porque «no hemos triunfado», porque socialmente —no en nuestro fuero interno— no hemos logrado nada. Por eso nos sentimos sin motivación, porque «el amor al arte» no paga las facturas, y eso hace que sintamos que nos dedicamos a una actividad inútil.
Conciliar vocación con facturación parece ser entonces el dilema, pero ¿cómo seguir enfocado en algo que no permite «ganarse la vida»? Quizás el problema sea que hemos entendido erróneamente este estilo de vida, entre escritores debería primar el placer que nos hace volver a los libros, a la hoja en blanco y al teclado, en vez de procurar reconocimiento o que se nos validen nuestros méritos. La meta debería ser estudiar/leer y escribir por el mero placer de hacerlo. Los obstáculos —como lo expresó el filósofo estoico y emperador romano Marco Aurelio— son el camino. Es decir que nuestra meta real debería ser disfrutar el camino, el proceso. Quizás nuestras vidas serían más plenas si cada día nos recordásemos que nacimos para esto, y que por tanto debe resultarnos tan natural como respirar, comer, dormir y amar. Nadie respira, come, duerme o ama con el objetivo de ser el mejor, solo lo hacemos como sentimos que es más apropiado, y mientras estamos en ello lo disfrutamos plenamente. La naturalización de nuestros procesos creativos debería ser equivalente a la de cualquier persona dedicada a un oficio técnico o vocacional: seguir una rutina en función de una mejoría paulatina. Y por ello es tan indispensable desmitificar la «inspiración» entre los jóvenes artistas. El trabajo riguroso, la rutina que implica un oficio requiere constancia, dedicación, pues solo así la vida del artista, o de cualquier otra persona, sea cual sea su vocación o profesión, se cimentará en unas bases estables, duraderas. Aunque eso no resuelva el problema de querer sentirse útil, de poder pagar las facturas haciendo lo que nos gusta, por lo menos debería servirnos para aceptar que la literatura tiene su propia manera de alimentarnos, y que eso es en sí mismo un privilegio al que no accedemos todos.
De nuevo, mientras escribo el borrador de este documento, como en tantas otras ocasiones, me siento tan a gusto volcándome en la hoja en blanco que me pregunto hasta cuándo tendré que interrumpir las rutinas que tanto disfruto para salir a cumplir tareas no relativas al oficio literario. Intuía que esta lectura iba a ser interesante, pero nunca pensé que me permitiría entender los motivos detrás del intermitente mutismo creativo que me acompaña desde hace años. Estoy seguro de que El cuaderno de Andrés Caicedo, aproximación a la génesis escrituraria de !Que viva la música!, de Andrés Felipe Escovar, le resultará útil a los interesados en comprender los mecanismos que mueven los procesos creativos de los escritores.
LOS PSICÓPATAS SON HIJOS DE LA GUERRA- FRANCESCO VITOLA R
Francesco Vitola Rognini nos trae una serie de artículos que versan sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
Fragmento:
Si los conflictos armados, la impunidad del sistema judicial, la inoperancia de las autoridades, y el silencio mediático, favorecen y estimulan a las nuevas generaciones de psicópatas, ¿por qué en países como Colombia, donde son secuestradas, torturadas, violadas, decapitadas y masacradas decenas de personas diariamente, no se hace seguimiento a esos casos particularmente macabros, y en apariencia secuenciales o sistemáticos? Quizás solo conoceremos este aspecto la realidad colombiana cuando Netflix decida investigar, ya que gracias a sus documentales y dramas es posible entender la arquitectura mental de estos individuos anómalos:
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Feel Good Inc. Por Francesco Vitola Rognini
Francesco Vitola Rognini nos trae una serie de artículos que versan sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
En las sociedades represivas la libertad es un privilegio y la falta de motivación es un lastre que arrastramos tras el deseo de <<triunfar>>. En nuestra especie anida el germen de la depresión, por ello nos educan para proyectar lo contrario, hay que serlo o parecerlo y evitar así mostrarse débil. Sin embargo, la felicidad (real) es esquiva, y se asocia con el éxito, por tanto se ha impuesto la costumbre de celebrar como triunfadores, aún sin serlo. La apariencia de éxito reemplazó a la vida honesta y a la búsqueda de la felicidad. Vivimos tiempos de <<realities televisados>> y hemos convertido nuestras vidas (de manera voluntaria) en comidilla de desconocidos a los que mendigamos migajas de aceptación. Así es la <<vida real>> actual, pero por fortuna no es la única realidad.

Fotograma de Avalon (2001) Mamoru Oshii
Existe un universo en el que esas reglas no aplican: en la realidad virtual de los videojuegos accedemos a vivencias que han sido vedadas de la experiencia cotidiana. Jugando en línea podemos ser solidarios, trabajar en equipo, ser anónimos, recibir retribuciones inmediatas por nuestro esfuerzo. Jugando se nos premia por ser justos, ascendemos socialmente si hacemos lo correcto, y sobre todo, se nos permite ser libres, incluso subvirtiendo las normas que nos imponen los estados policiales que <<en la realidad>> regulan hasta nuestra vida vida privada. Jugando somos felices porque no se nos imponen leyes estrictas, porque podemos recorrer mundos enteros sin necesidad de llevar pasaportes o dar explicaciones a uniformados. Mientras jugamos los únicos motivos de tristeza provienen desde el exterior, cuando la realidad irrumpe en la fantasía, violando su sacralidad para imponer postulados ridículos como <<hacer lo correcto>>, <<ser serio>>, <<temer a Dios>>, <<ser responsable>>, <<hacer algo productivo>>.
¿Cómo no amar la libertad, la alegría, los estímulos motivacionales que nos ofrecen los videojuegos? Aquellos que pueden acceder a esos universos son privilegiados, y no por el hecho de tener el hardware; los que juegan pueden sobrellevar la cruda, injusta, desmotivante cotidianidad del mundo <<real>>. Sin esa ventana a otros mundos (tal como lo permite el cine, el teatro o los sueños) las personas son presa fácil de sectas que se lucran de los vacíos espirituales y emocionales que se multiplican en nuestras sociedades enfermas de odio, codicia y narcisismo. Para comprobarlo basta leer los comentarios en las redes sociales de los simpáticos gamers, individuos que históricamente han tenido que soportar todo tipo de ataques por el solo hecho de pasar horas sumergidos en realidades (y comunidades) donde son valorados, donde son felices y hasta exitosos. Porque las actuales generaciones no sólo disfrutan de modernos juegos y consolas de alta calidad, si no también de la posibilidad de jugar en línea con múltiples personas de manera simultánea, pero sobre todo, pueden ganarse la vida jugando.
Hace décadas, cuando los videojuegos comenzaban a ser objeto de consumo masivo, los que tuvimos acceso a ellos nunca pensamos que hoy tendríamos videojuegos hasta en nuestros teléfonos (que son en realidad computadores de bolsillo). ¿Quién diría hace 30 años que nuestro <<vicio>> se convertiría en una industria más rentable que el cine de Hollywood? Sin duda los japoneses y los norteamericanos lo tenían claro. Durante décadas fuimos los muchachos ociosos, <<los viciosos>>. Hoy se los define como gamers, y son parte integral de una economía que mueve cifras astronómicas ¿Qué sería de esa industria multimillonaria si se hubiese escuchado a unos políticos reaccionarios que ven al demonio hasta en la sopa?
Mundos abiertos, juegos en línea, desarrolladores y gamers.
En los tiempos que corren (pandemia, intolerancia hacia las minorías, conflictos socio-políticos a escala global) el único lugar seguro donde se puede ser libre parece ser el hogar, y la clave para soportar el encierro son los videojuegos, los libros, los sueños y el internet (con sus miles de aplicaciones).
Compañías como Kojima Productions [Metal Gear Solid V (2015), Death Stranding (2019)], Ubisoft [Assasin´s Creed: Valhalla (2020), Assasin´s Creed: Odyssey (2018), Tom Clancy´s Ghost Recon Breakpoint (2019), Tom Clancy´s Ghost Recon Wildands (2017)], Watchdogs 2 (2016) y Rockstar Games [Red Dead Redemption 2 (2018) Gran Theft Auto V (2013) CD Projekt [The Witcher 3: Wildhunt (2015), Cyberpunk 2077 (2020)] han creado mundos virtuales detallados en los que los jugadores llegan a vivir experiencias envolventes. Estos juegos, por mencionar algunos de los más innovadores, ofrecen al protagonista la posibilidad de seguir un orden lineal, de cumplir misiones o de simplemente explorar la geografía, descubrir tesoros y disfrutar de paisajes alucinantes, lo que representa otro valor agregado: el jugador puede hacer lo que le plazca. Algunos de esos juegos son las últimas versiones de sagas que llevan décadas en desarrollo, tiempo que ha permitido ampliar el concepto de Sandbox (que toma el nombre a partir de las cajas de arena donde los niños construyen castillos de arena) hasta llegar a ofrecer mundos extensos, mapas amplísimos que simulan ser países o continentes. En los juegos mas recientes, diseñados para desempeñarse en las recién estrenadas consolas 4K (que ofrecen mejor resolución de imagen y mayor velocidad de procesamiento de datos), se puede además personalizar a los protagonistas, lo que hace que el jugador se involucre aún más en el juego. En adelante, sin duda, esta será la norma, ya que hace de las partidas una experiencia personal, única, irrepetible.
Adam Frankenstein, la criatura despreciada. Por Vitola Rognini
Francesco Vitola Rognini nos trae una serie de artículos que versan sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
Adam Frankenstein, la criatura despreciada *
Victor Frankenstein era un hijo de puta, un científico loco que lo perdió todo por perseguir quimeras que lo enredaron en las trampas del ego: jugando a ser Dios creó a Adam, el primero en su especie, en un siniestro monstruo de 2.4 metros de altura.
Con la incursión de la criatura en el mundo de la Universal —Frankenstein, La novia de Frankenstein— la historia sufrirá múltiples modificaciones. La tragedia romántica ambientada en ambientes góticos, en la que un gigante de buen corazón busca un lugar en el mundo, será tergiversada por guionistas que preferirán mostrar solo la faceta del monstruo. Del tono melancólico de la novela, de su lectura hipnótica —como el sonido de un bote a remo que se desliza sobre un río de aguas calmas cubiertas de niebla espesa, en una noche sin luna— quedará poco. En la obra original es un crescendo continuo de giros dramáticos que se sobreponen como capas. Las versiones cinematográficas se desvían del argumento de la novela desde el momento en que la criatura es dotada de vida por medio de una <<chispa de electricidad>> generada por electrochoques —presumiblemente recurriendo a dínamos, siguiendo los postulados de Luigi Galvani y Giovanni Aldini— lo que en nada se asemeja a las tormentas eléctricas mitificadas por Hollywood: <<With an anxiety that almost amounted to agony, I collected the instruments of life around me, that I might infuse a spark of being into the lifeless thing that lay at my feet>> (P. 34-35). No hay un grito victorioso, el equivalente al <<Eureka>> de Arquímedes de Siracusa. El famoso <<It´s alive>> acompañado de la rica maniaca, nunca existió. La formación literaria de Mary Shelley —hija del filósofo político William Godwin y de Mary Wollstonecraft, filósofa pionera del feminismo— y las formas propias de su época, le impedirían cometer tal exabrupto: <<It was already one in the morning; the rain pattered dismally against the panes, and my candle was nearly burnt out, when, by the glimmer of the half-extinguished light, I saw the dull yellow eye of the creature open; it breath hard, and a convulsive motion agitated it limbs>> (P.35). Es tal el asco que le produce su creación, que el científico, ensimismado, se retira a su habitación, donde deambulará hasta el agotamiento como un enfermo al borde del paroxismo. No hay goce alguno en la primera impresión de su creación: <<His yellow skin scarcely covered the work of muscles and arteries beneath; his teeth of pearly whiteness; but these luxuriances only formed a more horrid contrast with the watery eyes, that seem almost of the same color as the dun-white sockets in which they were set, his shriveled complexion and straight black lips>> (P. 35). El doctor se va a dormir para olvidar los horrores nacidos de sus maquinaciones, y la criatura —que será nombrada en adelante con los peores epítetos— es dejada en la camilla del laboratorio, para que despierte a la vida como quien despierta de la anestesia. Horas después, el despojo humano logra familiarizarse con su nuevo cuerpo, escapa del laboratorio y va en busca de su creador. Ante la presencia del ser descomunal asomado por la ventana, Víctor Frankenstein despierta de una pesadilla en la que primero abrazaba el cadáver de su difunta madre, y que luego trasmuta en el cadáver de su futura esposa. Al científico le falta poco para saltar por la ventana, tras el encuentro escapará despavorido: <<[…] I beheld the wretch, —the miserable monster whom I had created. He held up the curtain of the bed; and his eyes, if eyes they may be called, were fixed on me. His jaw opened, and he muttered some inarticulate sounds, while a grin wrinkled his cheeks>> (P. 35). El asco y terror que siente Frankenstein llevan al lector a preguntarse ¿quién es el verdadero monstruo? ¿El padre que abandona al hijo por su grotesca apariencia, o la criatura que se extravía sin guía en un mundo hostil, y cuyo único deseo es ser amado?
Aquí comenzará un juego del gato y el ratón que se extenderá a lo largo del libro.
Otras tergiversaciones evidentes son, por ejemplo, que la criatura no tenía la cabeza chata, ni pernos en el cuello, Mel Brooks parodia esto al implantarle una cremallera en la garganta al Joven Frankenstein. Respecto a sus cualidades físicas, estamos frente al primer villano sobrenatural de la literatura moderna, razón por la que sería imposible que una turba furibunda lo capturase, por muy cinematográfico que eso resulte. Así describe Víctor Frankenstein la agilidad de la criatura cuando se reencuentran, tras meses de separación: <<As I said this, I suddenly beheld the figure of a man, at some distance advancing towards me with superhuman speed. He bounded over the crevices in the ice, among which I had walked with caution; his stature, also, as he approached, seemed to exceed that of a man>> (P. 68).
A estas alturas del relato el monstruo conversa con su creador en francés fluido, ha estudiado repetidamente los tres libros que ha sustraído de una cabaña: El Paraíso perdido de John Milton, Las Vidas de Plutarco y Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe. Esta conversación entre criatura y creador —monólogo en el que Adam se desahoga— conforma el nudo de la novela y ocupa ocho capítulos, que desmienten, entre otras cosas, el mito del energúmeno monosilábico, y demuestran que la criatura posee abrumadoras facultades intelectuales y una sofisticada capacidad de persuasión. Luego de la que Adam convenciera a Víctor de crearle una novia, única condición que le impone para dejar de atormentarlo —ya le ha arrebatado dos seres queridos— vuelven a separarse. Pero más adelante, en un remoto paraje de Escocia al que ha ido a crear la novia, Víctor se siente incapaz de reanimar otro despojo humano, lo que desencadena la furia de Adam, que lo amenaza con vehemencia: <<I will be with you on your wedding-night>> (p. 123).
El abandono, el desarraigo, el desprecio, van empujando a la criatura a los límites geográficos, a los Alpes primero, y al Polo Norte, al final de la obra. En la misma medida que Víctor Frankenstein sufre colapsos nerviosos que lo postran cada vez que se enfrenta a la realidad de su creación, la criatura va asilvestrándose, perdiendo su humanidad a medida que se expone a los parajes agrestes y se aleja de los centros urbanos. En el mundo natural se encuentra a gusto, es una criatura libre que se alimenta de bayas, duerme en cavernas, soporta bajas temperaturas sin problema. El Beatus ille, tema que desarrollará años después Henry David Thoreau en Walden; o vida en el bosque (1854), pudo haber sido también el destino de Adam, el gigante vegetariano, el buen salvaje, pero ganó el deseo de obtener justicia. Su creador, al traerlo a un mundo en el que estaba condenado a la soledad, estaba en deuda, pero en cambio volvió a darle la espalda. ¿Se puede recriminar a quien busca justicia?
Aunque la novela suele definirse como pionera en el género de la ciencia ficción, contiene elementos que la emparentan con otros géneros literarios, al teatro en particular. Quizás por ello la adaptación que más se apega a la obra original es la reciente puesta en escena dirigida por Danny Boyle, en la que se acompaña a Adam en el proceso de descubrir el mundo de sensaciones, su evolución intelectual, así como por su capacidad de mostrar los matices del monstruo de espíritu elevado y movido por grande pasiones.
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Usamos para este análisis una copia de la tercera edición publicada en 1831 por Colburn and Bentley, editorial londinense, reproducida por Dover Editions, Nueva York, 1994.
La esquiva Pax mafiosa, por Vitola Rognini
Ha regresado a nuestro espacio, Francesco Vitola Rognini (autor de Hambre de Caza y Héroes Decadentes: ambos publicados en Milinviernos) con una serie de artículos que versarán sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
<<La mejor ayuda es dejar al otro vivir como quiera vivir>>.
Labio de liebre. Fabio Rubiano Orjuela.
Prometieron seguridad, democracia y reducir la corrupción <<a sus justas proporciones>>, pero continúan abusando de la autoridad, desfalcando el erario, acosando y censurando, masacrando, desapareciendo, a periodistas, líderes sociales y opositores políticos. Amenazaron con que nos volveríamos Venezuela si no votábamos por ellos, y ahora parecemos Iraq. En nombre de sus intereses neoliberales han violando los derechos humanos, la soberanía, la constitución, y por ello en las protestas les gritan: <<¡Nos están matando!>>. Y es que durante el 2020 la dictadura de <<baja intensidad>> perdió la vergüenza, dejó ver que estamos a merced del crimen organizado, y a diferencia de otras latitudes, acá están demasiado acostumbrados a los réditos políticos que produce sembrar el terror y luego ofrecer seguridad. Colombia ha sido el único país de la región que no ha experimentado cambios socio-políticos significativos en las últimas décadas, mientras que al sur del continente se juzgó a los dictadores que implementaron (1) la <<guerra sucia>> contra los librepensadores, acá los “asesores” extranjeros optaron por (2) quedarse de brazos cruzados ante las masacres contra civiles, de ahí que los narco-políticos se sientan intocables, saben que gozan de la protección del Gran Hermano al que sólo le interesa satisfacer su adicción al oro negro y al oro blanco.
(1) <<El cambio del ejército estadounidense debilitó los regímenes militares de las dictaduras del Cono Sur, contribuyendo a los procesos de desmilitarización y democratización. Sin embargo, en los países en donde los militares habían adoptado la idea del conflicto de baja intensidad ocurrió lo contrario. En Colombia, por ejemplo, el proceso de militarización comenzó a mediados de los 1960, y sólo fue desmantelado parcialmente en 1991, con la firma de una nueva Constitución>>. Gómez-Suárez, Andrei. Genocidio, geopolítica y redes transnacionales. Ed. Uniandes. 2018. P. 126.
(2) <<[…] como una cuestión de evolución interna que estas sociedades transitaran de la dictadura a la democracia, como en las sociedades del Cono Sur, o que enfrentaran la subversión y a los nuevos capos de la droga, como era el caso de las sociedades andinas>>. Gómez-Suárez, Andrei. Genocidio, geopolítica y redes transnacionales. Ed. Uniandes. 2018. P. 125.
¿Por qué en Italia, donde operan mafias antiquísimas, puede experimentarse la paz, a diferencia de México o Colombia, donde las matanzas son un asunto cotidiano? Según explica Saviano en CeroCeroCero, la Pax mafiosa es buena para los negocio
s del crimen organizado, los clanes mafiosos de la península itálica han aprendido que mientras menos atención llamen mejor les va . Entonces, si la organización criminal más violenta de Europa ha aprendido a operar en (3) las sombras, ¿por qué las mafias latinoamericanas no han asumido el grado de sofisticación de la ´Ndrangheta?
Porque la esquiva Pax mafiosa ha sido posible en otras latitudes sólo por acuerdo voluntario entre los clanes mafiosos acosados por la ley. Sería ridículo esperar que ocurra lo mismo en Estados fallidos en los que la ausencia estatal facilita el control territorial del crimen organizado, sobre todo cuando las mafias latinoamericanas no necesitan mantener un bajo perfil, porque la narco-cultura se ha amalgamado con la política y la cultura popular creando dinámicas propiamente mafiosas, como el consumo demostrativo, que en vez de ser motivo de escrutinio son celebradas como grandes logros del capitalismo.
(3) <<Es en la práctica cultural donde se decide el posicionamiento social, y por eso aquellos narcotraficantes y mafiosos de orígenes humildes invierten en bienes suntuarios que les dan prestigio: un reloj pulsera Rolex, una automóvil Mercedes, una mansión[…] pequeños y grandes narcotraficantes aman exhibir sus riquezas y entregarse a la conspicuos consumption, al consumo demostrativo. “Sólo el derroche trae prestigio”, señalaba hace ya casi un siglo el sociólogo Thorstein Veblen>>. Saviano, Roberto. CeroCerocero. Ed. Anagrama. 2014. P. 216.
¿Qué hace tan fecundas las dinámicas del crimen organizado en Italia y Colombia ? La (4) incapacidad del Estado para impartir justicia estimula un clima de impunidad, y con ella, el (5) terror se vuelve el lenguaje común al que recurren todos los actores del conflicto. Otro factor que estimula la violencia es la alianza entre grupos ilegales y el Estado —en el caso de Colombia, con el beneplácito de Estados Unidos recurren a las tácticas de <<guerra sucia>> para detener el fantasma rojo , de ahí que el <<bloque perpetrador>> colombiano sea una entidad tan difícil de (6) delimitar—. Por estos motivos, mientras que en el viejo continente los mafiosos deben mantener un bajo perfil o capacitarse para no desentonar con el gusto refinado de la burguesía arraigada en una larga tradición cultural, en los países latinoamericanos, por ser sociedades fundamentalmente feudales y patronales, los mafiosos pueden imponer sus extravagancias a fuerza del dinero, algo que en sociedades refractarias al progresismo, es bien recibido.
Así, mientras los carteles latinoamericanos se comportan como nuevos ricos, las familias mafiosas del viejo continente ha aprendido a sobrellevar los avatares con serenidad, incluso con mayor madurez comercial que la misma burguesía empresarial . En el caso de Colombia podríamos decir que la falta de confianza (7) en las instituciones legales, y la validación de la industria privada de protección son la raíz de todos los males. Cuando el Estado es incapaz de impartir justicia recurre a cualquier medio para imponerse, llegando incluso a polarizar las afectividades con la esperanza de ejercer un inadecuado control social, lo que empeora su imagen entre la población civil . Por ello la falta de (8) orden normativo es el mejor aliado de las mafias . (9)
(4) <<Hay sistemas políticos que favorecen más que otros el crecimiento del crimen organizado, y tanto Colombia como Italia cuentan con este tipo de sistemas. En ambas sociedades la manera de hacer política se asemeja en un aspecto crucial: el sistema está fuertemente cimentado en relaciones patronales y clientelistas […] El protector o patrono vela por los protegidos y clientes que le son leales: es más poderoso o rico que sus subordinados; tiene posibilidad de hacer algo por ellos, y puede esperar a cambio que le sean fieles>>. Krauthausen, Ciro. Padrinos y Mercaderes. Ed. Espasa. 1998. P. 397.
(5) <<Es el mismo círculo vicioso que, más de un siglo después, se evidencia en Colombia con la tolerancia oficial a las unidades paramilitares en la lucha contrainsurgente: puesto que el Estado es débil, delega su poder, y puesto que delega su poder, se debilita todavía aún más>>. Krauthausen, Ciro. Padrinos y Mercaderes. Ed. Espasa. 1998. P. 395.
(6) <<El Plan Baile Rojo […] era la piedra angular de la Doctrina de Seguridad Nacional: las élites regionales eran necesarias para luchar contra el “enemigo interno”, un dispositivo retórico tomado de la geopolítica de la segunda Guerra Fría, que borraba la distinción entre los movimientos sociales, partidos políticos de izquierda, grupos guerrilleros y el comunismo. Este dispositivo retórico aglomeró a las élites regionales, y cambió el objetivo militar de los grupos guerrilleros a blancos civiles>>. Gómez-Suárez, Andrei. Genocidio, geopolítica y redes transnacionales. Ed. Uniandes. 2018. P. 84.
(7) <<Las familias mafiosas están acostumbradas a estar al quite, a sufrir y reaccionar a los contragolpes; ausencia y lejanía constituyen la norma. Cubrir y ocultar lo que no hace falta que se sepa no implica un deseo de aparente respetabilidad que puede desmoronarse fácilmente, sino una necesidad primaria. Están preparados para el dolor, la pérdida, la traición; por eso son más fuertes>>. Saviano, Roberto. CeroCerocero. Ed. Anagrama. 2014. P. 270.
(8)<<Donde el monopolio legítimo de la fuerza y de las sanciones es precario, la confianza no puede ser asegurada. Donde expande la ilegalidad, 8 se socava también la confianza entre las personas: pocos cuentan con que los demás acatarán las normas>>. Krauthausen, Ciro. Padrinos y Mercaderes. Ed. Espasa. 1998. P. 418.
(9) <<Ello favorece el ejercicio ilegal del poder: no es que la mafia implante de nuevo la confianza, sino que como instancia paraestatal es capaz de imponer un orden normativo alterno, o sea garantizar una seguridad que, a su vez y hasta cierto punto, fomenta la confianza. La desconfianza, la fragmentación y la inseguridad en este sentido son un caldo de cultivo para las actividades mafiosas, que —hay que insistir en esta diferencia con Gambetta— no se limitan a la protección, sino que asimismo incluyen la extorsión>>. Krauthausen, Ciro. Padrinos y Mercaderes. Ed. Espasa. 1998. P. 419.
¿Qué paralelos hay entre el crimen organizado latinoamericano y la mala vita italiana? Colombia e Italia son naciones con una larga tradición contrabandista, y quizás sea una de las razones por las que estos personajes que operan al margen de la ley son reverenciados . (10) Pertenecer a las burguesía del narcotráfico se ha convertido para los criminales provenientes de los estratos bajos en la manera más rápida de ascender en la escala social, lo que les otorga prestigio entre quienes esperan beneficiarse de ellos. Sin embargo, esto no necesariamente implica ser aceptado por la sociedad elitista en la que desean insertarse. Si bien antes era fácil (11) diferenciar los sectores sociales, hoy, gracias a la inyección de ilimitado capital del narcotráfico, es prácticamente imposible. Además, la estética narco parece haber imbuido a la sociedad colombiana en pleno, llegando incluso a cambiar los estándares de belleza femenina, en los que las cirugías estéticas y los reinados de belleza se volvieron parte de la normalidad. En ambos países se ven patrones de comportamiento similares: Read More…
Hunter S. Thompson, un bólido incandescente, por Francesco Vitola R.
Ha regresado a nuestro espacio, Francesco Vitola Rognini (autor de Hambre de Caza y Héroes Decadentes: ambos publicados en Milinviernos) con una serie de artículos que versarán sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
El <<reportero forajido>> creador del periodismo Gonzo era un tipo extravagante, híbrido entre columnista virulento, criatura de la noche y explorador de la clandestinidad: un búho con plumaje tornasolado; un cometa que tras surcar el Olimpo literario bajó a la atmósfera terrestre como el bólido incandescente.
Los tres primeros libros de Hunter S. Thompson —y el articulo The Kentucky Derby is Decadent and Depraved— demuestran su afinidad con los escritores de la generación beat, y aunque no se le suele asociar a ellos, Hunter solía mencionarlos con frecuencia, se sabe que alguna vez coincidió con Ginsberg y Burroughs, y que fue muy cercano a Ken Kesey. Hay aspectos innegables de sus paralelismos, sus análisis socio-políticos ligados a la necesidad de ampliar las libertades individuales, el uso de sustancias con fines rituales y como combustible de trabajo —escribió Hell ́s Angels usando un método similar al aplicado por Kerouac en On the road, escribir sin descanso bajo los efectos de la Dexedina—. Como los autores de la generación beat, Hunter exaltó el ritmo como una cuestión de vital importancia en su escritura, por ello se denominaba a sí mismo <<music freak>>.
La ironía de la vida de Thompson es que el personaje caricaturesco que incluyó en sus libros terminó opacándolo como escritor, y por añadidura, colonizó su vida privada y sus dinámicas de creación. Si bien los tres primeros libros —Hell ́s Angels: A Strange and Terrible Saga (1966), Fear and Loathing in America: A Savage Journey to the Heart of the American Dream (1971), Fear and Loathing: On the Campaign Trail ́72 (1973)— son de un virtuosismo desconcertante, una vez alcanzado el estatus de celebridad pareció perder el ímpetu, y aunque siguió publicando libros, estos fueron conglomerados de textos, distribuidos así: artículos, Gonzo Papers, 1(1979), 2(1988), 3(1990), 4(1994); relatos, Screw-jack: and other stories (1991); cartas personales, The Fear and Loathing Letters, Vol. 1: The Proud Highway: The Saga of a Desperate Southern Gentleman 1955-1967(1997); los artículos publicados originalmente en la revista Time, Fear and Loathing in America: The Brutal Odyssey of an Outlaw Journalist 1968-1976 (1997); otros artículos, Kingdom of Fear: Loathsome secrets of a star-crossed Child in the Final Days of the American Century (2003); las columnas de opinión que escribió para ESPN, recopiladas bajo el título Hey Rube: Blood Sport, the Bush Doctrine, and the Down Spiral of Dumbness Modern History from the Sports Desk (2004). Como caso aparte hay que mencionar The Curse of Lono (1982), el último reportaje que escribiera al estilo Gonzo. En este listado hay que incluir la tardía publicación en 1999 de la única novela que viera la luz, The Rum Diary, escrita en 1959. Dos novelas más quedarían en el tintero por razones desconocidas, presumiblemente por el perfeccionismo de mismo autor: The Silk Road, novela basada en el éxodo del Mariel, en la que el autor comenzaría a trabajar en 1981, y Polo is My Life, cuya escritura fue asistida por la autora citada más adelante.
¿Qué pasó con el trabajo de Hunter S. Thompson en la segunda mitad de su vida? ¿Por qué los trabajos posteriores a 1973 fueron de corto aliento, cuando la tendencia entre escritores es que con el tiempo su arte mejora?