CARTAS A UN JOVEN MAGUFO

Magufinho

Joven Magufinho

Esta carta forma parte de una serie de respuestas de Julián Andrés Marsella Mahecha a la numerosa correspondencia que recibe  a diario de aspirantes al mundo del parnaso literario, cultural y académico.

CARTAS A UN JOVEN MAGUFO

Por Julián Andrés Marsella Mahecha

© ® 

 

Para gente como tú,
la alta poesía solo es posible
con la abstinencia sexual
más férrea.

Una mujer solo proyecta lo vulgar que eres
tu genitalidad ha demostrado
lo que siempre sospeché:
tu pretensión se basa en el resentimiento
de los más viles.

 

Y te creiste refinado;
sí,
así es.
Porque ninguna mujer osaba en acostarse contigo.
Cuando una por fin lo hizo,
comprendiste
que eras
un Mario Benedetti.

Por más que leas el catálogo
completo de Herralde, Galaxia Gutemberg y Lengua de trapo,
seguirás haciendo poemas
de oficinista.

 

Hacer ese tipo de poemas no es repudiable,
si sabemos
que, en tus íntimas
creencias,
te consideras el más grande
escritor
de tu época.

El secreto mejor guardado
de la tradición
letrada
de Colombia.

Te creías la mesa más fina del instituto,
reservada para los culos más finos;
no sospechabas,
nadie se sentaba allí,
porque era la que más cerca quedaba al baño,
llena de moscas y olores.

Cuando el culo grotesco de tu novia
se aplastó cerca a tu asiento
empezó a emitir gases;
te sentiste bendecido.

Floreció entonces toda tu mala poesía,
tus sentimientos cursis,
descaradamente plebeyos,
y ahí no hay Coetzee que valga.

 

Algo que me congratula,
sin negarte un atisbo de vanidad
de mi parte,
al saberme meridiano.

Siempre supe que tus lecturas de Hrabal,
y denostaciones a Ricardo Arjona,
solo encerraban envidia
y mediocridad

¡Jueputa!

Siempre supe que,
si no te masturbabas
con regularidad ,
era porque creías
que la paja
es de perdedores
y escritorzuelos;
no porque no quisieras exprimirte
el súmmum de la vida.

Ahora,
mi querido amigo,
te masturbas,
y mucho,
después de que penetras a tu novia
acordándote del acto.
Todo ese desgaste onanista
queda en tus memes
y frases de poca monta,
sin ningún atisbo
de pudor.

 

Ahora,
que la campesina te hace la paja,
con sus marchitos senos,
has olvidado tu ars poética.
Ya veremos en dónde quedará
todo tu constructo teórico
cuando esa misma muchacha
te diga
que sus pedos
ya irán a la nariz de otro.

Que debes volver a Hrabal
y a tu jazz pretencioso del Brasil.
Pero ya no serás el mismo,
porque habrás conocido el mundo plebeyo,
y no podrás olvidarlo.

 

Te volverás un juglar del amor.
revivirás entre las cenizas.
Como un pony alado,
tus poemas servirán
para tangueros que estudiaron
en conservatorio.

Cantan en Chapinero,
los del círculo poético al que te adherirás,
para organizar festivales,
hablar más del Estado,
al que volverán a pedirle
auxilios económicos
y becas
y así saberse canon.
No desesperes
para hacerte un lugar en las casas e institutos del país.
En lo que a ti respecta,
siempre estarán abiertas las puertas del puteadero
y cerradas las de la literatura
más elevada.
Pero tu te negarás al puteadero.
Preferirás
hacerte frente a la puerta cerrada
de la alta Literatura.

Mendigarás
una limosna,
cuando veas entrar al lugar,
a los escritores que lees,
admiras e imitas.

Antes del ingreso de ellos
los detendrás,
te tomarás una foto
junto a esos bardos,
la colgarás a tu facebook e instagram
y dirás en todas ellas
«Con mi amigo, el autor de…»
Desde el puteadero te veré,
y desde el puteadero sabré
que eres un hijo que nunca será pródigo;
salvo en la obsecuencia
y lambisconería
que ostentan
los seres de tu estofa.

 

Julián Andrés Marsella, El Salado, marzo 2015 ©®

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