Good bye, Mr Joseph Berna, adiós héroe español del Espacio
Que tu conquista ahora se abra paso por las dimensiones del más allá, mr Berna.
Dankeschön, herr Florian Schneider.

Haré la necrológica de Rubem Fonseca
Nacido hace buen tiempo atrás, muerto el año de la pandemia 2020 no por el coronavirus, recuerdo que Rubem Fonseca era el puto amo del género policíaco y género negro en los 90. Todos lo leíamos, los que escribían querían ser como él. Mito del encierro, en una época en que a la gente no le tocaba estar encerrada, al nivel de autores reclusos como Thomas Pynchon y Dalton Trevisan, se resistió a hacer de su vida privada un espectáculo. Una década después pocos lo recordaban y dos décadas después si apenas aparece como uno de esos autores que si le preguntas a la nueva generación apenas reconocen de los que no ganaron el Nobel.
El abogado criminalista Mandrake y el policía retirado Vilela, se despiden de su artífice. Nosotros, los lectores de otra generación, también nos despedimos de un maestro.
Estoy harto de las necrológicas pero hoy le toca el turno al baterista Bill Rieflin
Ojalá no siga muriendo gente porque hoy no tengo ni un poquito de ganas de redactar necrológicas, sostiene Pereirano.
Hoy voy a compartir un video de un baterista de puta madre que murió el 24 de este mes, hace solo dos días que parecen una eternidad; pero no más, en serio, stop dying, dejen de morir.
Bill Rieflin, baterista versátil que estuvo desde la banda alternativa R.E.M pasando por King Crimson y Ministry, con el proyecto de Paul Barker (bajista de Ministry) Lead Into Gold, poco conocido pero que recién el año pasado estuvo de tour en USA… en este video aparece dándole a las baquetas al lado del tío de NIN y Al Jourgensen que parece un boyaco con ruana.
Larga vida Bill Rieflin: esta escena industrial siempre me ha parecido como una familia a larga distancia… hace poco llorábamos a Genesis y Gabi Delgado, hoy le toca el turno a un buen baterista que ya debe estar haciendo un proyecto de la ostia con estos dos genios.
Sudáfrica y los chitauris y Mil Inviernos despedimos a Vusamazulu Credo Mutwa


Adiós al profesor Sergio Roncallo
Lamento mucho la muerte del profesor Sergio Roncallo (1979 – 2020).
Durante nuestras vidas, coincidimos en muchas ocasiones. Ambos éramos unos fans de McLuhan; él más que yo pues hizo una super tesis de doctorado sobre él y yo apenas me sabía los chistes y chismes… tanto que su trabajo fue publicado bajo el título: La noción de medio en Marshall McLuhan .
El primer recuerdo fue en la cátedra de Kant del profesor Jorge Aurelio Díaz en Los Andes, cuando ambos éramos chinos… era imposible que pasara desapercibido con sus largas patillas, su voluminoso cuerpo, sus intervenciones y su interés desaforado por comprender los conceptos. Después me enteré, no sé cómo, que ese mismo muchacho hizo parte de una banda de rock que a mí parecer era el colmo de lo ridícula en su tiempo, por allá en 1998, Pollito Chicken; cuando los vi en Rock Al Parque pensé que eran una mierda de banda; así que caí en cuenta que había visto a este muchacho patillón y obeso desde mucho antes.
Luego, cuando entré en la maestría de Comunicación de la Javeriana, todo el mundo me lo recomendó para mí tesis sobre el futurismo; pero nuestra relación empezó mal porque le escribí un correo muy atravesado, en el que le manifestaba que ya nos habíamos visto siendo estudiantes en clase de Díaz, y pues nada, nunca se concretó la asesoría de tesis y ninguno de los dos demostró demasiado interés en concretar el asunto…
Después me dictó clase y en esa clase no hubo sino un respeto mutuo. Él me dijo al final del semestre: Luis yo a usted no lo puedo calificar. Y lo mismo me pasaba con él, pero ambos nos pusimos cinco en nuestras respectivas notas: él a mi materia y yo a él como profesor
Admiré siempre su conocimiento de Marshall McLuhan, un autor despreciado en las facultades de Comunicación y aún más en Filosofía en Latinoamérica y él los abordaba increíblemente desde los dos aspectos, la Comunicación y la Filosofía.
La última vez que lo ví fue en la feria del libro del 2018, coincidimos en medio de unos tragos y apenas nos saludamos. ¿Qué más, Luis? ¿Qué tal, Sergio? ¿Todo bien? Todo bien.
Muere un tipo brillante, dejando una carrera prometedora a nivel académico de alcance global; un intelectual que prometía remover todos esos prejuicios en comunicación y las facultades latinoamericanas.
Yo esperaba que algún día él fuera un decano muy importante y me diera laburo en algo.
Qué sinsabor esta noticia. No muere un amigo pero si un tipo al que admiré su inteligencia y él respetó mis locuras y hasta las entendió. Por algo era seguidor de Mil Inviernos.
Así recuerdo a Sergio en clases, aunque prefiero editar esta foto e imaginarlo mejor con su camiseta de Contra; alguien con un pensamiento tan estructurado que pocas veces necesitó ser formal en el vestuario o incluso al expresarse frente al tablero.
La necrológica de Genesis P-Orridge
Genesis P-Orridge (1959-2020) llega al cielo y allí lo recibe San Pedro transfigurado en William Burroughs; y el santo le pregunta al otrora músico industrial:
— oye, vamos y buscamos sirenas, pero con regalito.
Y Genesis contesta con una sonrisa:
— siempre te han gustado los regalos, pillín. Entonces se agarra su entrepierna enferma. San Pedro contesta:
— No sé si siempre, pero desde que me llamo William Burroughs no hay cosa que me guste más que un buen prepucio.

«Listo el panocho» San Pedro cuando se llevó a Genesis
Genesis agarra un cuerno de esos de los indios de Arizona, que se saca de las grandes tetas caídas que se operó para parecerse a Courtney Love y empieza a soplar y todos los muertos con regalito se enteran de que ha llegado el músico industrial más señorona de todas.
Es triste lo que queremos contar con nuestra alegría. Porque justo cuando uno se cura definitivamente de la depresión, como ya lo estamos, siguen sucediendo mierdas que lo entristecen a uno.
En nuestros últimos estudios filosóficos, hemos dado cuenta de la relación doble que hay entre Burroughs y Genesis y a la vez la relación de sombra que tiene San Pedro con William. Por eso nos hace daño que todos esos pillos se hagan daño entre sí y no nos conviden a sus torturas. Ya los opiácedos y analgésicos no nos hacen bien sino que nos pegan unas borracheras como las de estos dos en Tijuana.
La choza que construimos para resguardarnos la hemos encendido con nuestra propia tristeza. Y creímos que al quemar la choza quemábamos la tristeza pero tristemente, a medida de nuestras posibilidades nos mantenemos en pie, aunque tambaleando por el efecto tardío de los opiácedos.
Oh Genesis, mi Genesis, fuiste el comienzo de esta biblia del tormento postindustrial. Yo no tengo plata para hacerme implantes y debo confesarme que más de una vez me jalé la verga pensando en tu extraña sexualidad. A veces fuiste como una Britney Spears de la decepción, ¿por qué no fuiste mi esclava? Te quería enjaular en mi corazón, y por eso me molestó mucho cuando se te diagnosticó Leucemia. Porque te envanecías luciendo esa temprana muerte.
Fuiste una chiquilla joven y traviesa. Fuiste un chiquillo malo. Y al final, fuiste una señora como mi mamá a quien le profeso un gran edipo, con el aliciente que te creías una chamana de Arizona.
Fuiste Genesis y ahora Apocalipsis. Muy pronto nos veremos en el infierno con San Pedro y sus regalitos.
El chute definitivo. En memoria de José José, la bestia del amor
Cada vez menos nuestro mundo
Norbert Schüster
La canción acaba de morir
Omar Kayham
Las biografías siempre son incompletas hasta que se cierra la fecha de nacimiento con la de muerte. En tu caso, que saltaste de una eternidad a otra, se puede ver que tal tentativa no es otra cosa que un disparate de bibliotecario mediocre.
Dijiste noche no te vayas, como si no fueras tu el que la abandonaría y, con ella, a todas estas almas en pena: ese era el bouquet de tu dosis personal.
Ojalá papá lindo te de unas buenas jeringas repletas de heroína y le digas, en el viajado, que dicen que eres un payaso y nada puedes hacer. También quiero ron y mezcal y aguardiente pero mi nuevo oficio de chófer no me lo permite porque debo cargar tu cadáver.
Ojalá que te mueras, dijiste esa noche, y fue como un puro beso porque tu fantasma vuelve a rondar los 10 años que estuviste en consumo al interior de un taxi.
Y esta vez soy yo tu taxista y te llevo a los intrincados parajes de tus pesadillas: viste tu posible vida de sobrio hasta que morías como un vulgar sujeto, tan mediocre como yo, tu taxista.
Por aquella época, cuando te llevé, yo tenía veinte y tu cuarenta. Ahora te alcancé en edad pero no en grandeza y estoy tan cansado que he de confesarte que a veces preferiría estar muerto como tú: quiero morirme pero solo me mato a pajas porque no me pagan lo suficiente para ir a donde las venezolanas.
Pronto te olvidarán pero en mi cachivache, mientras hago carreras, o carreritas al culo, como dirían los vulgares, coloco tu música y levanto la cara con orgullo.
Recuerdo aquella tarde que le cantaste borracho a la señora Verónica Castro. Recuerdo la cara de asco de aquella coqueta mujer que sabía de tu hedor a alcohol trasnochado y mal aliento que de tu boca de bolero salía.
No sabes cómo y cuánto te extrañaré en la botanería en donde me daré duro en la cabeza mientras veo a un cantante de poca monta que te imitará primero a ti, luego a Juan Gabriel y después interpretará sus propias canciones que nadie escuchará.
Qué memoria tienes
Y yo con un Alzheimer ni el malparido
Dios te lo permita, que nunca en la vida
tengas una pena
porque si la tienes, morirás de angustia y desesperación
no te lo reprocho
tan solo le pido a Dios
que me muera
que me muera