En torno a los primeros trece años de Milinviernos
El telar de las 13 cabritas del príncipe Mil Inviernos
Amanecimos íntimos llevando a cuestas todos nuestros muertos en estos 13 años de infortunio cándido.
Cucurrucucú palomitas que no vieron la noche
Hilar ha desnudado los otrora anhelos e intuye la luz del paraíso tejida en las mortajas
Nos dirán que aquilatamos lo más humilde de los poetas del XIX
Y os decimos: aquilatamos la humildad hasta hacerla piedra excremental de estos trece años como vampiros que hacen chorizo con las promesas rotas de los océanos magnánimos de la luna oculta de los presagios
Se nos fue la vida, y vivos quedamos por otros miles inviernos en trece mil años
Trece mil años trece fue la cifra del Dr. Penev
El onanista Miranda sigue atenta la vista esquizofrénica a nuestros horizontes invernales mientras un iniciado signa la frente y trae la mala nueva de que el alma es eterna como lo anunció el viejo palo de mangos
Tres mil años trece es la mirada conspicua del pirata muerto
Trece mil años trece es la niebla helada donde aúlla Mapanare
Las lecciones escolares de doña Carmen en su solar tameño anunciaban la desolación del futuro: “Es tarde, el dr Penev ha nacido”
Trece mil años trece fueron las mejillas del chiquillo que ronronea imitando a su gato
Rigoberta Menchú insufló su alma desencarnada
Trece, ¿qué te parece? Una eternidad que descubre la paja.
Y, con la paja, lo que será su cuerpo
Trece, la tristeza crece.
Trece mil años trece
Trece, dijo el mequetrefe, es decir, el hacedor de mundos
Trece, dijo el bromista: “agáchese pa que me las bese”
Una paloma tuerta cae muerta de sed y repite: trece para que rece.
Rece trece mil veces trece
Gran fiesta del duende en la librería El Reino en Bogotá
Invitación
En el marco del 18º Festival de Libros para niños, niñas y jóvenes, ¡ven y únete a la fiesta mágica del duende en El Reino!
El duende bibliófilo, aficionado a los libros y la magia, te invita a una mañana inolvidable de diversión y lectura.
Actividades
1. Búsqueda del libro perdido: El duende ha escondido un libro mágico en la librería. ¿Podrás encontrarlo?
2. Lectura de cuentos: El duende te leerá historias emocionantes de aventuras y magia.
3. Taller de ilustración: Crea tus propias ilustraciones mágicas con materiales especiales.
4. Juegos de palabras: Descubre palabras mágicas escondidas en los libros.
Premios y sorpresas
– Un certificado de «Duende Bibliófilo» para los que completen las actividades
– Una sorpresa mágica para el ganador de la búsqueda del libro perdido
Fecha y hora
Sábado, 26 de octubre, 10 am – 12 pm
Lugar
Librería El Reino. Cra 49 #93-86
Vestimenta
Trae tu mejor atuendo mágico (opcional pero recomendado)
¡No te pierdas esta oportunidad de unirte a la fiesta mágica del duende en El Reino!»
Una conferencia de Jameson, ahora que está muerto
Tenía en la boca una paja y dije abulia
Saul Goodman
Murió el tocayo grande de nuestro James: Jameson, el Jameson de la utopía.

IV Congreso Internacional Verniano, Colombia 2024
Lunes 29 de abril de 2024
Salón Jorge Isaacs de Corferias, Feria Internacional del Libro de Bogotá
Descripción del evento: Contribuir al estudio, investigación y difusión de la obra de
Julio Verne.Propiciar el conocimiento de su obra y su relación con América y
Colombia y Generar espacios de estudio, difusión y conocimiento de su obra en
centros educativos, con el propósito de incentivar la lectura, la investigación y la
creación literaria.
Aforo aproximado: Sala Jorge Isaacs
Fecha: 29 de abril de 2024
Jueves 2 de mayo de 2024, sesión de la mañana
Museo Naval del Caribe, Cartagena de Indias
El programa final del IV Congreso Internacional Verniano a celebrarse en Cartagena de Indias entre los días 2 y 4 de mayo de 2024 es el siguiente:
Un nuevo muchacho en la congregación de los muertos. Necrológica de Sánchez Dragó

El dragoneante con el gatito que le dio gatillo, justo en su corazón
Adiós, Álvaro Pablo Ortiz.
En el Mandiga vi primera vez al insigne docente de la cátedra rosarista, el excelentísimo Álvaro Pablo Ortiz, completamente ajeno a que no llegaría a esa charla sobre Geo von Lengerke en el ciclo de historias de emprendores santandereanos, hoy 17 de marzo, del 23 (hay fuego en el veintitrés). Como una chimenea andante que cultivaba con cariño su efisema pulmonar, él caminaba y yo supuse que pronto estaría, como dicen los latoneros, saliendo para pintura.
La pintura es la muerte, aclaro. Tan poco sabía que después de haberlo visto en el Mandinga lo volvería a encontrar en las clases que impartía sobre historia de la segunda guerra mundial. Don Álvaro se llenaba de regocijo y cierto toque de sensualidad cuando se refería a las hermosas bestias rubias que embistieron al continente de sus más viejos amores. Y es que el peor castigo para don Álvaro fue haber nacido en una meseta llena de campesinos e indios ignorantes que lo único que tenían hitleriano era sus bigotes. Esto, más que requemor, da ternura, como cuando pasaba al lado de mi asiento llenándome de su vaho vaporoso y compartía conmigo un poco de la caspa que brotaba de su espesa barba blanquecina. Serán inolvidables los olvidables momentos en que sujetos proclives a la obsecuencia le llevaban su maletín de cuero en donde guardaba apuntes de otros personajes que para él eran una suerte de Aquiles, en versión infinitesimal, de la historia patria.
Dicen que sus últimos días, ya viudo, fueron ocupados por el recocijo y el amor para con los animales, no tanto para sus semejantes, con los que entró en disputas por las más minias circunstancias. Imagino su casa como un zoológico domesticado en donde, entre dos gruesos volúmenes, reposa su melancolía una tortuga. La tortuga hoy extrañará al excelentísimo don Álvaro Pablo; aunque nosotros nunca hayamos convivido con él, también lo extrañaremos, no por sus iridiscencias sino por saber que hay alguien que tiene la desdicha de vivir en un lugar que no quiso, y que el día que volvamos al espacio vacío que dejó el Mandinga, ese vacío estará acompañado por el fantasma del catedrático de historia más furioso que degustó un corrientazo en el centro de una ciudad más bien corrientona como Bogotá.
Adiós a los sueños de gloria. Todo se fue con el humo de don Álvaro Pablo. Y Gloria, la tendera, lo soñará sin recordar los sueños. Por eso repito: adiós a los sueños de Gloria.
Once años pedaleándole a la princesa Mili.
Y once años pedorreándonos en la princesa.
Han sido horas de amarres amorosos y desventuras de viudos que no hallan el momento de dormir en un féretro para desposarse con la dama de la noche, es decir, con Dios. Hoy nos levantamos sin sentir nada, entonces nos preguntamos si ya no estamos muertos, o es que acaso, gracias a Dios, hoy amanecimos más insensibles. Y es que la insensibilidad nos ha prodigado lo que nos falta de valentía: el arrojo de pedirles a nuestros papis que a, nuestros cuarenta años, les sigamos pidiendo dinero para mantener a flote este proyecto en declive llamado milinviernos. No tenemos odiadores, mucho menos admiradores, pero sí que hay ignoradoradores de lo que hacemos: dios los bendiga, porque así como ellos nos ignoran, la angelitud hace lo propio con ellos.
Esta mañana vi a una caravana de atracadores que despedían a un coleguita. Uno de los deudos aspiraba bazuco de su pipa de pvc, o como ellos dicen, de su carro; hay nostalgia de no haber sido capaz de dedicarme a un vicio que me consumiera.
Mil Inviernos llega a la época en la que nace el devenir de ser un superpapá. Un papá valiente, sincero, transparente, sonriente y bienoliente. Pero en el interior hay abismos, abismos que yo, como padre, debo callar y mi cabeza es una olla a presión, debo ser feliz y tener los arrestos de tener éxito y defender a mi familia. Tengo el deber de ser valiente como Jesús lo fue en el Monte de los Olivos y, como Jesús, me cagaré del susto y, como Jesús, digo: ¡dios mío, dios mío! ¿por qué me has abandonado? Mientras mis hijos juguetean en el parque y mi esposa sonríe, agradecida por tener un lindo hogar. ¿Hay un desierto más desolador que una vida alegre?
A mí me decían en el colegio que yo iba a tener una vida alegre porque tenía cara de mariquita pero ni siquiera eso fue posible; no fui tan macho para ser marica y dar culo. Eso debe ser muy macho.
En estos once años de nuestra princesa mili las glaciaciones arrecian. Y apenas hay gente que se aleja de ese centro helado que es nuestra vida para morir de frío en sus propias burbujas de felicidad. ¡Ah, hipócritas, todos!
Cuánto nos ilusionamos con el final del mundo. Esa es la única salida para acabar con una vida feliz en familia: que el mundo acabe. Y como dice la última de los Everything but the girl: bésame mientras el mundo decae, bésame mientras la música está sonando.
Os traigo una noticia: moriremos felices. Y algún día nos levantaremos, ahí sí, sin sentir ni mierda y nos habremos dado cuenta que por fin somos fantasmistas. Descansaremos de vivir y nos decimos a nosotros: ¡feliz cumpleaños, mil inviernos! Te amamos, princesa Mili. Hoy te coronan en el Apurimac de los sueños.
Posdata: no hay nada mejor que tirarse pedos con dos dedos metidos entre el culo.