Archive | julio 2021

Día del llanero: cultivando con los Jitnus

«el guajibo está considerado uno de los cinco idiomas más completos del mundo. Con un monosílabo te cuentan que ayer llovió todo el día y se formaron charcos en el piso como cuando caen mil inviernos» UMBERTO AMAYA LUZARDO

El indígena de sabana es el génesis del llanero.

Hoy 25 de julio se celebra el día del llanero, gracias a la iniciativa del maestro Gustavo Rodríguez Martínez y Alberto Sabogal Gómez, y debido a la gestión del  diputado Diego Fermín Linares Castejón, quien radicó el proyecto de la asamblea que terminó convertido en la ordenanza 038 del 2001, institucionaliza este día, en conmemoración del día del Pantano de Vargas, en donde los lanceros, en la mayoría llaneros, entre ellos 4 tameños, tuvieron una participación de la victoria.

También esta fecha es un reconocimiento al indígena que, al lado  del llanero, luchó en las batallas de emancipación. La figura del llanero se extiende por todo el continente americano, desde el Cowboy gringo hasta el Gaucho de las pampas argentinas, pasando evidentemente por el ranchero, fenómeno del que  da cuenta la célebre película de 1965: Alma Llanera, clásica del cine mexicano, protagonizada por Antonio Aguilar inspirada en la novela de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, y en donde se tiene como referencia principal la canción venezolana compuesta por Rafael Bolívar Coronado y musicalizada por Pedro Elías Gutiérrez.

Como lo expresa el documental al inicio, entre los americanos americanos, es decir, aborígenes de estas tierras, quedan muy pocos, y entre ellos, están los Jitnus, de la extensa familia de los guajibos. Este video es una exploración a su forma de vida nómada y sus nuevas maneras de habitar el territorio.

No se trata de una mirada externa, sino los propios investigadores, entre ellos, el escritor Umberto Amaya Luzardo (a quien presentamos desde una nueva faceta, nunca antes vista en este portal, ahora como documentalista), intervienen e interactúan con la comunidad para mejorar sus condiciones de vida. De esta manera, la guadaña irrumpe en sus oficios para facilitar tareas, y el jabón se vuelve una necesidad nueva de higiene por lo que se ocupan también de su fabricación con gran importancia.

‹‹Canoa ›› fue de las primeras palabras auténticamente americanas que se extendieron a lo largo del mundo. Este documental de hace 10 años es una muestra de una comunidad americana que sigue viva y toma las cosas del mundo exterior para facilitar sus propios procesos, como también nos pueden ayudar a entender cómo tratar  casos como el de Alicia, sin necesidad de recurrir a los procesos occidentales de normalización sino más bien ver la importancia de la integración de las personas especiales en la comunidad.  Tal vez siempre hubo comunicación de todas partes para potenciar la vida humana mientras compartimos este tiempo en la Tierra, y la ilusión fue hacernos creer que alguna vez estuvimos separados entre civilización y barbarie; entre conquista y prehistoria.

 

Celebramos el día del llanero teniendo en cuenta nuestras raíces. Con textos, inmersión y cámaras de Umberto Amaya Luzardo, edición de Hugo Caroprese, y trabajo antropológico de Viviana Jaramillo.

 

 

 

 

 

Cultivando con Los Jitnus from Hugo Caroprese on Vimeo.

Héroes Ocultos del Bicentenario, por Luis Bolaños

Un relato pergeñado en torno a los comicios del Perú, pronto a definirse (hasta el momento de la publicación aún en expectativa por las maniobras de uno de los candidatos). 

Héroes Ocultos del Bicentenario

Luis Antonio  Bolaños de la Cruz

 

Créditos corresponden al caricaturista que firma como Heduardicidios del Diario La República del Perú.

Todo equipo para investigaciones temporoespaciales debe estar constituido por un Técnico que manipula el encapsulador y la pantalla; un Científico, que rediseña de manera constante el aparato para mantenernos surcando la corriente temporal; un Sociólogo, que interactúa con los imagos convocados por la pantalla; y, el Manarmed, que nos defiende de cualquier agresión y nos protege de peligros ofrendando su existencia si es necesario.

Funcionamos como un manojo de cartas, todos estamos en la jugada pero cada cual cumple las tareas que le están adjudicads por protocolo:

El Técnico incansable y constante revisa las condiciones de la cápsula y corrige cualquier variación que implique riesgo y observa el paisaje que recorremos por si existe algún orate, siempre contemporáneo, que por motivos siempre deleznables quiere dejar su huella alterando un episodio histórico y ejecutar un cambio en la malla del tiempo, de ser así actúa para poder borrarlo de inmediato.

El Científico se dedica al aparato (que permite el viaje) en el centro de la cápsula, por lo general ni ve ni participa, pero brinda seguridad en el deslizarse por los segundos, para ello recurre a las matemáticas de la multiversatilidad y reduce una y otra vez las probabilidades para que sólo exista la nuestra en nuestro surcar.

El Sociólogo se sienta al frente al lado del Técnico, provisto de hipermnesia conoce cada circunstancia y cada personaje de la coyuntura en el momento que visitaremos, cada dato y cada proceso, identifica y corrobora para que se ajuste a lo real consignado en la historia, debe identificar  cualquier variación apoyando la labor del Técnico, quien palpita en la malla mientras el Sociólogo se refocila en la hebra a través de la cual entramos y salimos de la historia, en consonancia con el deslizamiento lograda por el Científico.

El Manarmed pegado a la piel de la cápsula sólo espera para intervenir y soltar la energía que congrega, intercala y expande para destruir la interferencia o irregularidad y retornar dos segundos, gracias a las ecuaciones siempre dispuestas por el Científico para reafirmar nuestra probabilidad.

Se había decidido visitar la celebración del Bicentario en Perú y conjugar en múltiples dimensiones el recuerdo grabado en la historia y el acontecimiento, tal y como se desarrolló, para enriquecer la textura del suceso, sabíamos de los resultados acaecidos en las elecciones, y cómo Pedro Castillo se convirtió en el primer presidente Post Bicentario y la prosperidad y tranquilidad que reinaron después en anuencia con los gigantescos cambios que se estaban dando en el planeta… y, de repente, apareció titilando un misil que amenazaba estallar en medio de la ceremonia. El Manarmed actúo, realizó su programa, deflagró, o como quiera que se llame su desintegración, y retrocedimos dos segundos, lo suficiente para destruir el misil y que todo coincidiera normal y acorde con lo registrado.

Que si hay algo que agregar al informe de visita, si, dos aspectos, uno formal sobre la elección de los miembros del equipo, realizado por los algoritmos de las “mentes maestras” instaladas en la hiperred, aleatoria, automática, inhumana, una vez que inicia el proceso y otro misterioso referido al Manarmed: en nuestra vida cotidiana se llamaba Pedrocastillo &22-B, como si de alguna forma hubiera existido un enlace entre ambos personajes, el Técnico apuesta fuerte por el azar, el Científico supone que el atentado era una probabilidad siempre presente hasta que fue aniquilada por nuestra intervención y yo, el Sociólogo, estoy seguro que Gaia obró en silencio un milagro.

Por eso nuestro equipo para investigaciones temporoespaciales propone nombrar a Pedrocastillo &22-B como Héroe Oculto del Bicentenario.

Oscar «Zeta» Acosta: el vato número uno. Por Francesco Vitola Rognini

 

Zeta, Henry Hawk, The Samoan, Brown Buffalo, Dr. Gonzo, o como prefieran llamarlo, subió a una lancha rápida en la costa de Mazatlán a mediados de 1974. Fue lo último que se supo de él. Había elegido ese punto del mapa para su «exilio estratégico» —expresión usada por Hunter Thompson en el artículo que sondea los motivos de la desaparición de Acosta— tras haber sido capturado en California en posesión de un puñado de anfetaminas: «He mas so broke, divorced, depressed and so deep in public disgrace in the wake of has “high speed drug bust” that not even junkies would have him for an attorney» («The Banshee Screams for Buffalo Meat». The Great Shark Hunt. P. 508). Es decir, fue su inminente muerte profesional lo que le hizo abandonar California. Esto diría Acosta al final de su segunda novela, The Revolt Of The Cockroach People: «I´m going to write my memoirs before I go totally crazy. Or totally underground» (p. 258).

            Quienes deseen profundizar en su vida y obra encontrarán reediciones de sus dos novelas, así como compilaciones de ensayos, cartas personales, cuentos y guiones, todo lo cual, leído como unidad, permite comprender a este multifacético Chicano. Esto ha sido posible gracias al empeño de su hijo Marco Federico Acosta, custodio de los archivos personales de Oscar. También han sido indispensables en la labor de análisis y difusión de su obra las universidades que ofrecen programas en Estudios Chicanos, así como PBS , financiador de un filme que rescata su memoria: The Rise and Fall of the Brown Buffalo.

 

Genio y figura hasta la sepultura

 

Oscar Acosta sentía curiosidad por la historia de sus ancestros, y lo acosaba la culpa de haber perdido su idioma: «Sometimes I wish I knew more about my origin, about my ancestors. I´ve never really tried to learn. The things I think I know are part history and part story. I have written and thought so much about it that I can no longer, if I ever could, distinguish fact from fiction» ( «From Whence I Came». Oscar “Zeta” Acosta: The Uncollected Works. P. 22). En su primera novela, The Autobiography of a Brown Buffalo, manifiesta una clara intención por encontrar su identidad, se pierde para encontrarse, y dejándose llevar por el azar llega al bar Daisy Duck, en Aspen, Colorado, donde su vida cambiará para siempre: «I Had sure as Hell driven my car over a cliff. But I was alive. Only a cut here and there. Nothing serious. I Had simply died. Nothing was left of the brown buffalo. He Had disappeared in the fall. His car still sits at Devil´s Pass» (p. 159). Además de la búsqueda de identidad, es evidente el deseo de trascender a través del legado literario, porque ante todo Oscar se reconoce como escritor, un aspecto que ha pasado desapercibido entre quienes vean a Oscar como el Dr. Gonzo de Fear and Loathing in Las Vegas. Esto diría al respecto en «Autobiographical Essay», incluido en Oscar “Zeta” Acosta: The Uncollected Works: «I started school at San Francisco State and I started writing. I was majoring in creative writing and mathematics and I dug both of them. I had one semester to go to get my degree in math but, by that time, I was halfway through a novel, so I dropped out to finish that and then intended to go back. I was writing about Chicanos at that time […] and that subject wasn´t acceptable. So I decided I would write because that is what I am, a writer, but I didn´t want to have to write or to be a professional writer» (p. 7). Su primer novela cimentará el mito personal, algo en lo que trabajará de forma constante hasta en el último episodio de su vida: «For twelve years, all through college and law school, I´d been unable to get rid of any printed or written material that in any way whatsoever touched me. I´d kept all my textbooks, my exams, my notes, schedules of classes, announcements of events, hungry poems written in the dark on scraps of paper, and any other paraphernalia that describen me. I was going to make certain that my biographers had all the information they´d need to make a complete report» (p. 49). Pareciera que las decisiones que tomará en su vida están destinadas a alimentar al mitológico bisonte nacido en Aztlán, aquel misionero-anarquista-revolucionario lleno de defectos y virtudes. Y para darle status de mito fue indispensable Thompson: «Oscar was one of God´s Own prototypes —a high-powered mutant of some kind who was never considered for mass production»  escribiría en el artículo «The Banshee Screams for Buffalo Meat» (The Great Shark Hunt. P. 515) .parafraseando aquella célebre descripción incluida en Fear and Loathing in Las Vegas. Oscar era un individuo propenso al fanatismo, como él mismo definía su apasionamiento. Su búsqueda de identidad, sus crisis existenciales y contradicciones (su amor por La Raza y su atracción por el mundo Angloamericano que quiso integrarse como un “all American boy”) lo llevaron a vivir una existencia signada por la tragedia. A lo ancho de su primera obra es evidente el desarraigo que siente, y que se manifiesta en los múltiples proyectos que emprende y abandona a lo largo de los años. Solo al final del libro parece encontrar un nicho, al reconocer que no es ni mexicano ni «Americano». Así lo expresa en The Autobiography of a Brown Buffalo: «What I see now, on this rainy day in January, 1968, what is clear to me after this sojourn is that I am neither a Mexican nor an American. I am neither a catholic nor a Protestant. I am a Chicano by ancestry and a Brown Buffalo by choice» (p. 199). Sin ser un libro triste, el autor nos muestra las fronteras de la locura, sus colapsos nerviosos, episodios de ansiedad y depresión. También ofrece claves para entender la raíz de su problema de abuso de sustancias. Acosta no teme mostrar su vulnerabilidad, y es capaz de una ternura proporcional a su crudeza: «Maria became one of the many women friends I always kept around to protect me from the Frisco fog and my dead vine. I never screwed any of them, I just kept them to hear me out. /A couple of years later when I had the first of my serious nervous breakdowns, she drove me to S.F. general and sat in the waiting room, bitching at the attendants until they received me into their arms for three-day observation period» (p. 46).

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