Adorando al enemigo
Por: Manuel García Pérez
Una de las recientes voces de la poesía española que comienza a revelarse por un humorismo sobrio y por una necesidad de reivindicar la nostalgia como forma de protesta es la del creador Álvaro Giménez García. Su silenciosa trayectoria creativa en revistas nacionales e internacionales como Letralia, El coloquio de los perros o Realidad literal reafirman, junto a numerosos premios, una nueva escritura personal que emerge dentro de un heterodoxo escenario de corrientes poéticas.
Álvaro Giménez García nace en Almoradí (Alicante), en 1974, y es Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura de Secundaria. En todas sus publicaciones y premios se constata una influencia notable de los novísimos y un estilo aparente espontáneo en sus verso libre, pero que juega con el valor semántico que las propias costumbres ejercen en el individuo de clase media hasta someterlo.
Influencias cinematográficas y de canciones pop, y una necesidad de convertir la ironía en un ejercicio de reflexión sociológica caracterizan a su poesía que, en pocos años, ha cosechado varios premios y reconocimientos nacionales. Ha publicado en la editorial Neopàtria su primera novela juvenil, Albanta y el secreto de los raramuri, que reseñamos en Mundiario hace unas semanas.
Aquí presentamos uno de sus últimos poemas galardonados, «Adorando al enemigo».
Adoro a las mujeres de los parques.
Son esas de edad mediana y mediocre
que como figurantes de un decorado público
llenan con sus cuerpos los huecos
que el verde de la vegetación deja a su alrededor.
Adoro a esas mujeres
envueltas en espumosos pantalones
de marcas francesas e italianas
dibujadas por brillantes tachuelas,
y que cuidan con celo distraído
a sus vandálicos retoños que usan
y abusan del mobiliario público.
Adoro a esas mujeres,
duchas en el presente posesivo
y en los nombres disminuidos
por sufijos chics y repipis
(mi Luisito no me come,
mi Pedrito no me duerme).
Adoro a esas mujeres
que mientras se sonríen,
toman nota de los defectos ajenos,
analizando de alto en bajo a la otra,
que es tan amiga como enemiga.
Adoro a esas mujeres,
que ya no saben si salen de casa
para dar una vuelta por el parque,
o salen del parque
para dar una vuelta por casa.
Adoro a esas mujeres,
diques de la evolución femenina
que salvaguardan, miman y pulen
las palabras, gestos y tics de sus madres,
abuelas y
bisabuelas.
Adoro a esas mujeres
que celebran cumpleaños infantiles
con sonrisa dibujada,
y los convierten en eventos sociales
de niños que desconocen
lo que significa evento
y lo que será social.
Adoro a esas mujeres,
porque mientras ellas sigan así,
yo
seguiré siendo el candente paño de lágrimas
donde sus maridos,
víctimas de la soledad matrimonial,
puedan enjugar sus penas
y satisfacer esas necesidades
que un abúlico parque,
un lejano día,
les arrebató.
A mares, un poemario infantil sobre la playa, escrito por María Jesús Jabato
Por: Manuel García Pérez
Llega a mis manos un nuevo poemario de Faktoría K de libros (Kalandraka), A mares, escrito por María Jesús Sábato e ilustrado con acuarelas por Rocío Martínez. A diferencia de otros textos literarios infantiles que he comentado anteriormente, este trabajo se caracteriza por su aparente sencillez. Destaco aparente porque parece que la autora resuelve cada poema de una forma trivial, meramente lúdica, con importantes concesiones a la rima consonante, pero su intención no es otra que la de crear un corpus de canciones donde se cohesiona efizcamente fábula con musicalidad: “En un cochazo elegante/ por detrás y por delante/ va el tiburón. Hace sonar la bocina/ cuando dobla las esquinas /del mar Menor./ Como es rico y presumido/ dicen que es un buen partido,/ ¡ay, qué emoción!”(pág. 24) . La leve intensidad de las acuarelas de Rocío Martínez son suficientemente descriptivas porque inciden en ese tono cuentístico que recrea cada poemilla de María Jesús Jabato.
Lo que caracteriza a este poemario es que, detrás de ese aparto formal, hay breves anécdotas, microcuentos y chistecillos que establecen una sincera complicidad con el lector. La virtud de esta clase de libros es que, aunque estén dirigidos a los niños, su lectura también embauca a los adultos, pues recuperamos, sin ser conscientes de ese hecho, una nostálgica visión del juego con las palabras que tantas veces aprendimos en la escuela y dentro de la familia.
Una novela de aventuras: Estanebrage, de Rodrigo Palacios
Por: Manuel García Pérez
Seguramente no es la mejor novela de aventuras que haya leído, pero hay un valor talentoso en la novela del joven Rodrigo Palacios, Estanebrage, y es el ansia de relato total y operístico que presenta su narración.
Con notables resonancias medievales y con una influencia significativa de esa tradición épica anglogermana que incluye a Peter Berling o al propio Ken Follet, lo que subyace en el discurso es la relación del rito iniciático que define a todo héroe. En este caso, se trata de la realización personal de Niclai Estenebrage, un zapatero, que, tras la destrucción de su ciudad, debe involucrarse en una hazaña de liberación personal y colectiva para que la paz regrese a Borno. Inteligentemente, Rodrigo Palacios construye un ciclo épico donde la presencia de los secundarios busca analogías con algunos mitos de Tolkien, pero considero que esa aproximación voluntaria no desmerece la obra.
La construcción de la distopía en Estanebrage, aunque rezume ecos de un pasado medieval, nos adentra todavía más en la intención del relato que no es otra que el entretenimiento y la aventura en un lugar remoto, recóndito y mágico, pues es tentadora siempre esa oferta de construir mundos paralelos y perfiles de forajidos si queremos lograr una novela que sea modelo de aquellas que nos marcaron en algún momento, elaboradas también en momentos de grandes crisis. Recordemos Los tres mosqueteros, por ejemplo. Podría recurrir a un análisis exhaustivo de lugares comunes que encuentro en Estanebrage y otras novelas del género, pero no debo hacerlo cuando la concatenación de acontecimientos está bien hilvanada y los estereotipos corresponden a la tendencia que sigue este género ya en el propio Tolkien.
La editorial Odeón publica 30 cuentos y medio
Por: Manuel García Pérez
Llegan a mis manos los últimos cuentos escritos por «Miliki» y siento la impaciencia de quien ahora recuerda aquellas tardes televisivas de la España del bocadillo de sobrasada y la televisión en blanco y negro con la que me crié en los ochenta. Lo emotivo reside no en el alcance de la obra en sí misma, sino en lo que significa su aparición en estos tiempos de descalabro político y apatía generalizada. Nadie puede negar que el trabajo de cómico que ejerció «Miliki» fue voluntarioso e innovador, pues fue capaz de distraer con humor blanco y pericias propias de La Comedia del arte a varias generaciones de espectadores.
La Editorial Odeón publica ahora los cuentos póstumos del gran «Miliki» en un excelente trabajo de edición donde, además de los textos, podemos encontrar un audiolibro con las voces de Rita Irasema, Manuel Feijó y Virginia Rodríguez, interpretando cada uno de estos breves textos. 30 cuentos y medio no es una obra de estilo, no es un trabajo de altura literaria, sino una experiencia de vida, un intento por reconciliar el mundo de los sueños incumplidos con una realidad severa, cruel en demasiadas ocasiones.
La Santa, de Mado Martínez, recupera el género del gótico y lo fantástico para la literatura española
Nuestro acostumbrado colaborador Manuel García Pérez vuelve con una reseña, esta sobre la novela La Santa, de Mado Martínez. A Manuel pueden seguirlo en su cuenta de twitter: @ManuelGarciaOri
Alicia, la hermana mayor de Isabel, se sentó en lo alto de la roca más alta. Las nubes estaban debajo de sus pies. Un águila cruzó el cielo con sus alas de silencio, graznando misterios. Aquel trono rocoso de las alturas, rodeado de precipicios, le susurró una historia del pasado entre los murmullos del viento. Miró alrededor. Si saltabas, morías. Si dabas un paso en falso morías. Si el viento te empujaba con una mala brizna morías. Decían los del concejo que una joven se había quedado embarazada de su maestro y que por no deshonrar a su familia, había decidido quitarse la vida saltando desde allí. Paralizada por el miedo y el vértigo que los riscos enfilados le produjeron, pero valiente en su propósito de seguir adelante, se vendó los ojos y se puso a bailar a tientas. Contaban que los vecinos la habían visto, sin saber quién era, allá a lo lejos, bailando así, a ciegas, con el viento, envenenada de culpa y vergüenza. La vieron dar pasos de baile, aquellos últimos pasos… Y también la vieron caer, en los brazos del viento, escenificando el último movimiento de su danza de la muerte. (pág. 102).
He leído La Santa, de Mado Martínez, galardonada con el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, publicada por Algaida. Hace poco que escribí sobre el ensayo de la misma autora, Neurociencia de la felicidad, donde se mezclaba el realismo y la certeza de importantes investigaciones médicas acerca de nuestras frustraciones existenciales con una razonable querencia por la praxis del optimismo en nuestra vida diaria.
Lo que destaco de la novela de esta autora es esa mezcolanza efectiva entre la verdad de lo que percibimos y ese más allá que permanece al margen de nuestros sentidos, pero en el que necesitamos creer en ocasiones para justificar la proliferación de nuestros males. En La Santa se narran una serie de desapariciones que acontecen en un colegio para señoritas en Asturias.
12 poemas de Federico García Lorca. Ilustrados por Gabriel Pacheco. Editorial Kalandraka.
Por: Manuel García Pérez
Las ediciones de Kalandraka siempre han destacado por su manierismo a la hora de encuadernar y de ilustrar sus textos dirigidos a los niños. Creo que este nuevo trabajo editorial que ahora nos presenta Kalandraka justifica la exquisitez de su oficio al otorgarle a los versos de Lorca una dimensión fantástica y paradójica, más allá de lo literario, porque las ilustraciones de Gabriel Pacheco dotan a los poemas de una lectura mucho más profunda.
El ritmo popular, las repeticiones y los estribillos de esos poemas y canciones infantiles que Lorca componía, heredero del acervo cultural que el folclore andaluz le proporcionaba, han inspirado unas ilustraciones con una reveladora influecia modernista, aludiendo a metáforas sutiles que los versos de Lorca reflejan con tanta delicadeza. Las influencias de Erik Johansson, Ofran Amit o de Tyson Grumm parecen estar en estos trabajos de Gabriel Pachecho cuyas texturas y colores destacan por su melancólicas figuras y por unos especios grises y apagados que contrastan con la belleza de las figuras y sus objetos, con la nostalgia y la fragilidad que desprenden poemas como Paisaje o Cancioncilla sevillana.
Por primera vez se reivindica un valor transcendental a estos poemas de Lorca que, aparentemente sencillos, demuestran la técnica eficaz y la hondura del poeta andaluz. Los poemas infantiles de García Lorca no son una obra menor y es precisamente la sensibilidad pictórica de Pacheco la que rescata ese valor enigmático, premonitorio y triste de los versos. Como si se tratara de mosaicos e iconos bizantinos, esas pinturas aportan su propio lenguaje, encierran su propia moraleja, consagran su personal acertijo a los poemas, logrando que pintura y palabra sean un solo lenguaje, un armónico conjunto de sensaciones que nos interroga sobre la infancia como un espacio en el que la inocencia también tiene su frágil consistencia en niños que son susceptibles a lo que sucede en el mundo, pues no deja de ser una vivencia premonitoria del dolor y la muerte.
La navaja inglesa, de José de Cora; novela negra en el Madrid de Carlos III
Novela negra en el Madrid de Carlos III
Sobre: La navaja inglesa, de José de Cora
Tropo Editores
Reseña de: Manuel García Pérez
Hace años que no daba con una novela tan elocuente por su intelectualismo y por el desarrollo de una trama detectivesca bajo el impulso narrativo de nuestros clásicos. La navaja inglesa, en Tropo Editores, es el resultado de una madurez evolutiva en un creador que se maneja con habilidad en varios tipos de discurso, desde el expositivo hasta el teatral. Varios asesinatos en el Madrid de Carlos III parecen estar relacionados con la llegada de La Cibeles a la ciudad. José de Cora, escritor y periodista, inspirándose en el valor simbólico y legendario del monumento, construye un relato emocionante que recupera modelos de narración de clásicos fundamentales como El Quijote o La Celestina.
El aroma moratitiano y una predilección por el discurso folletinesco otorgan a La navaja inglesa una relevancia insólita en nuestro mundo editorial. La novela parece beber de arquetipos como los crímenes de Jack, el Destripador, y de ese clímax paranoico y supersticioso que genera cualquier trabajo de Conan Doyle, pero por medio de una prosa que fusiona con suma habilidad lo castizo con lo culterano. Destaca esta obra, además, por ese afán enciclopédico a la hora de explicar los motivos míticos que otorgan ese aura sagrada a la diosa Cibeles y por una delicada prosa para describir tanto las relaciones amorosas como los trabajos forenses que sobresalen dentro de una estructura episódica o multiepisódica, concibiendo la novela como una producción coral y operística.
La Galla Ciencia: revista de poesía
Por: Manuel García Pérez
Dentro de un mercado de libros y propuestas estéticas previsibles y fosilizadas, la revista de literatura y creación La Galla Ciencia nos muestra un activismo dinámico y cultural significativo que era necesario. El grupo de autores murcianos que edita la revista tiene como objetivo recuperar la tradición literaria de publicaciones nacionales que, durante años, animaron las voces de muchos escritores que publicaban en esas páginas sus balbuceos literarios.
La motivación es clara por parte del grupo, según leemos en el Prefacio: “Ha llegado nuestro momento, el de crear un músculo capaz de lanzar la botella lo más lejos posible, pero siendo conscientes de que no es una cuestión de distancia, lo es más de ambición: seamos capaces de vivir cada día como una vida, y dispuestos a abarcarlo todo, a leerlo todo, (…)”. Esta iniciativa, que nace con la ilusionante experiencia de revistas emblemáticas tan importantes como Claraboya o Empireuma, funda su primer número con el objetivo de que la publicación sea concebida por el lector como una antología donde se han reunido firmas tan importantes como José María Álvarez o Antonio Colinas y nuevas voces que demuestran una autenticidad notable, visos de madurez poética, como Guillermo Morales Sillas o Adriana Bañares.