Archive | febrero 2023

la coca-cola del abya yala

 

 

Papis se masturbaba a lo loco y de puro loco llegó a Youtube, último remanso de la verdad oculta de los misterios de América. Le llamó la atención jalarse el miple en nombre de Huitzilopochtli  o Manco Capac. Pero tropezó con la hermosa figura de doña Ruth Rodríguez Sotomayor y, sin parar de sobarse su gusanillo,  advirtió que ella tomaba ingentes cantidades de coca-cola en una reunión sin parangón en la historia en la que también departían el insigne administrador, ilustre miembro de la escuela racionalista de Guayaquil, don David Cangá Corozo, y a su lado, un grupo de espíritus inquietos, investigadores de los arcanos y los meandros de la divinidad.

 

Doña Ruth se explayaba en sus perspectivas fenoménicas del continente Abya Yala como le dicen los indígenas bonitos del norte de este mundo bonito. Yo me pregunto, doña Ruth ¿cómo hace usted para sobrevivir a los alimentos ultraprocesados? Y me doy una respuesta:

 

USTED ES EL DOBLE DEL CHUPACABRAS.

 

Pero a diferencia del vecindario del norte, con los magufos como Campos o Parcerisa, usted ignora su fatalidad y por lo tanto no miente, usted expresa la verdad de la manera más ingenua y tierna que podamos ver: La de una maestra que está decepcionada porque sabe que sus estudiantes tienen la actividad neuronal de un paramesio.

 

Os dejamos con este diálogo cuya cota solo es equiparable a las mentiras platónicas. Y ahí sí, como Papis, Max Papis, el corredor de la fórmula kart: a correrse se dijo.

Realidad vs Ficción. Una exposición de Nicolás Garzón, en El Reino (cancelada)

actualización: esta exposición se canceló por motivos de fuerza mayor.
Kra 49 #93-86 Bogotá

 

EXPOSICIÓN REALIDAD VS  FICCIÓN

ARTISTA: NICOLÁS GARZÓN

 

El extrañamiento cognitivo en la ficción permitía, a través de la invención de circunstancias anómalas,  generar una distancia reflexiva ante la realidad; lo  suficientemente explícito como para poder discernir lo creado del mundo inmediato.

Pero, ¿qué sucede cuando aquello que se entiende como real da un vuelco y se transforma de por sí en algo tan anómalo que instaura el extrañamiento cognitivo en la vida cotidiana del mundo?

 

Esta distorsión de lo real, que afectó la mente de la mayoría de  las personas después de la pandemia, en donde la mayoría de las certidumbres se fueron al traste y por primera vez muchas personas se sintieron parte de un fenómeno global como la paranoia y la amenaza biológica, borró la clásica y cómoda distinción entre lo que se entiende como realidad y ficción.

La exposición Realidad Vs Ficción del artista Nicolás Gómez se presenta como una provocación a la aparente dicotomía:

¿cómo se puede seguir hablando de realidad y ficción cuando convivimos diariamente en un mundo en el que el futuro que imaginamos quedó en el pasado de lo que experimentamos?

 ¿De qué distopías se hablan cuando aparentemente no hay problemas en el paraíso artificial que vende la publicidad política?

¿Cómo podemos seguir apelando al hombre si presenciamos el nacimiento del animal cyborg real?

¿Cuál es nuestro territorio en las ciudades espaciales?

¿De qué Dios se hablamos en las ciudades en la luna?

¿Hacia dónde conduce la bendita libertad a la que nos han condenado?

Garzón hace un trabajo de recolección y selección de imágenes extrañas, que durante la pandemia se volvieron comunes en la llamada “nueva normalidad” para tratar de volver a crear esa distancia necesaria en la pintura y a partir de ahí cuestionar nuevamente lo que para muchos, en la locura de este tiempo, se volvió corriente.

Esta exposición desea volver a enfrentar la realidad vs la ficción, para tratar de recuperar el extrañamiento cognitivo del mundo, pues cuando todo es extraño ya nada es extraño y de este modo se venden ficciones como realidades ante la mirada indiferente de un mundo para lo que ya nada es realidad y todo está permitido.

Luis Cermeño /

 Curador.

 

Instagram  del artista: https://www.instagram.com/la_travesia_colombia/?hl=es

 

Nombre de obras y técnica:

 

1. Intro Realidad vs Ficción #0 La caja en el aire. Acrílico sobre madera reciclada.
2. Realidad vs Ficción #1 Cómo sin problemas en el paraíso. Acrílico y óleo sobre madera reciclada.
3. Realidad vs Ficción #2 Un hombre de hierro real. Acrílico sobre madera reciclada.
4. Realidad vs Ficción #3 Futuro en el pasado. Óleo y acrílico sobre cartón piedra.
5. Realidad vs Ficción #4 Animal cyborg real. Acrílico sobre madera reciclada.
6. Realidad vs Ficción #5 La Protesta. Óleo sobre lienzo.
7. Realidad vs Ficción #6 Ciudad Espacial. Acrílico sobre madera reciclada.
8. Realidad vs Ficción #7 Bendita Libertad. Óleo sobre lienzo.
9. Realidad vs Ficción #8 Futuro en el pasado pt.2 Acrílico sobre cartón reciclado.
10. Realidad vs Ficción #9 Iglesia en la luna. Óleo sobre lienzo.
11. Bonus tracks: Environment, La Radio.

 

 

 

Cuaderno de Innsbruck (CONECULTA, 2020), de Gustavo Ruiz Pascacio

Por Andrés Felipe Escovar

 

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En el prólogo de Cuaderno de Innsbruck, Luis Arturo Guichard- además de plantear una perspectiva de la lectura de la poesía y de su escritura- afirma que “lo realmente importante son las sensaciones físicas del viaje” del poeta Ruiz Pascacio en Europa (2020: 9). En este viaje, las ciudades se desdoblan hasta evaporar el lugar cierto que se les adjudica.

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El espacio: “Cierto lugar de Europa”. En esa concreción asoma la posibilidad de cualquier lugar; el poema acerca a lo cierto con cualquiera o algún deíctico.

Y en lo cierto, lo cualquiera o alguno, se asoma un espacio íntimo esquivo a las cláusulas intimistas.

El asomo de la concreción es aquel relámpago vislumbrado, en el prólogo, por Luis Arturo Guichard:

El libro de poesía es una hendidura que se convierte en un abismo según se adentra en él           el lector, una ruptura de la realidad cotidiana que muestra caras desconocidas de uno mismo y de los otros, pero también una continuación de esa realidad: como el relámpago, es un latigazo que cruza nuestro espacio y se disipa (Ruiz, 2020: 8).

Cierto lugar es cualquier lugar, pero siempre es.

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El poeta pisa cierto suelo de la tierra llamado Europa, mira hacia arriba y, en ese acto, encuentra significados que apenas se deslizan en las palabras sin agotarse:

Hay una belleza predicando en el firmamento… (Ruiz, 2020: 21).

El espacio celeste se llama Europa. El poeta no nació bajo ese cielo; a su mirada la precede un viaje trasatlántico. Cuaderno de Innsbruck está escrito con la mirada dirigida a un firmamento donde discurren “fugaces siluetas”, “altas, como sus árboles que combaten en leyendas de boca en boca” (2020, Ruiz:19).

Así como en Innsbruck, en París y Salamanca se concibe la intimidad de unos espacios donde el cielo apenas es un reflejo. Cuando el poeta discurre en ellos, como los contornos que cruzan el firmamento, aparecen las palabras y, con ellas, el hálito del poema.

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Ese firmamento europeo convoca la presencia de lo que quedó allende el atlántico: cuando el poeta levanta la mirada, la lengua que la atraviesa es un eco de las palabras dichas al otro lado del océano; las ciudades europeas se yerguen con una sintaxis foránea y una cadencia lejana a la gelidez de la nieve y el viento que remecen el pulso de quien escribe el cuaderno.

Los contornos que cruzan el cielo expiran un idioma tan extraño como el mundo:

Salgo a recorrer este país. Un mundo por detrás, un cielo por delante […] Con la debida                          sensación que en mí no cabe todo. Que vengo de un océano que no besa esta tierra […]                            Que me aparezco así, con todos los espíritus que me ha dado mi patria, y no puedo doblar con                  otra magia que no sea este cordón de cimientos en el que pongo mi palabra (Ruiz, 2020: 24).

 

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Adiós al conferencista de OVNIS de los hombres de negro: William Chávez

El mundo ovni agropecuario se despide de una de sus difusores: William Chávez de Contacto OVNI. El hombre aseguraba que a sus conferencias asistían ocasionalmente hombres de negro.

 

Buen viaje galáctico.

Compartimos una elegía que nos envía Pedro Sánchez Merlano al respecto del deceso de su amigo.

 

Elegía al último William.

 

Pobre y hombre riman
Son como agua para chocolate
Y ovni con william no riman:

son como el agua y el mercurio
De Mercurio viniste y al carajo te fuiste
Como ufólogo y odontólogo

Hombres de negro al acecho
Te hicieron beber por despecho
Y una duda en ti
Fue como un mono titi

Jamás nunca estuviste en paz
Aunque en paz ahora no respires

El ovni parqueó en tu morada
Y tu contacto fue la alborada
Para la invasión falsa que orquestan
Ya no hay William Chavez que metan
Ni exploraciones exoplanetarias
Hoy compartes un sitial en los Williams muertos:

 Blake, Burroughs y Chávez:

la santa trinidad hecha por aquellos que enamoraron a Dios

Pedro Sánchez Merlano

 

 

A propósito, los editores de Mil Inviernos nos preguntamos si acaso Sánchez Merlano mismo no es un hombre de negro que quería hacerle la cacería a Chávez.

 

 

Acerca de Mansa presencia de la muerte (CONECULTA, 2022) de Eduardo Hidalgo

por Ana Alejandra Robles Ruiz

 

 

Es frecuente escuchar que los grandes temas de la literatura son la vida, el amor, la muerte. Sí. Pero es que la revisión de la literatura de todas las épocas y latitudes confirma esta sentencia: la presencia reiterada de dichos motivos, así como su tratamiento tan profundo, son prueba de ello. En lo concerniente a la muerte, ¿qué es, por ejemplo, la Divina comedia de Dante Alighieri sino una obra maestra de la literatura universal que explora, dentro de otras cosas, las vías que aguardan por nosotros después de morir? O ¿qué es Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, sino la obra más importante de la literatura española que, además de ser la primera novela moderna, es una alegoría de la vida que avanza hacia su término en la muerte? Y no olvidemos en México los casos de La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, donde el avistamiento del fin detona la rememoración de una vida que ya fue; El luto humano de José Revueltas, novela en la que la muerte es agente de sufrimiento y  personaje principal; o el mismísimo Pedro Páramo de Juan Rulfo, en el que la muerte es la articulación entre realidad y ficción, entre realismo y fantasía. Y así puedo continuar.

 

Publicado en 2022 por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas (CONECULTA), Mansa presencia de la muerte es un poemario escrito por Eduardo Hidalgo Ruiz, que toma su título de unos versos de “Nuevamente” de José Emilio Pacheco: “Mansa presencia de la muerte, el oleaje/ que se pone a tus pies”.  Es un libro que propone reflexiones en torno a la muerte a partir de la evocación de anécdotas e imágenes de seres queridos, más precisamente familiares, que perdió el hablante poético. Es un poemario escrito por momentos en un tono melancólico, otros en uno de reconocimiento e incluso a veces en uno de curiosidad poética e intelectual. Mansa presencia de la muerte invita a recorrer lo que ya no está, a enfrentarnos cara a cara con nuestra soledad imposible, con lo vivido y lo perdido, pero sobre todo con lo que queda por venir. Al igual que otro poeta chiapaneco, el de Algo sobre la muerte del mayor Sabines, Hidalgo escribe acerca de la muerte que lo atraviesa como hijo, hermano, sobrino, primo. De ahí que el acto de desenmascarar el yo-lírico a partir de fotografías y la nota final del poemario, sea percibido por nosotros los lectores como un guiño de generosidad por parte del poeta, quien ha resuelto desnudarse y hacernos sitio en su intimidad.

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NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO: HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO

NO HAY AMOR QUE SOBREVIVA AL TIEMPO:

HISTORIA METAFÍSICA DEL MATRIMONIO.

Pierre Mignard

Este es un texto que nos entrega Pedro Sánchez Merlano, y sostiene  que pertenece a Andreas Faiber Kaiser, quien  se lo entregó como un secreto que solo debía saber salir en 2023, a 29 años de su muerte, porque 2 +9 es 11: es decir, las torres gemelas o los 11 apóstoles fieles a Jesús. Los kaiseristas sostienen que este texto es una mierda inventada por Sánchez Merlano. Sin embargo él cuenta con el apoyo de estudiosos de primer orden como Genios Palacios, que al igual que Grinsberg ha desaparecido sin dejar rastro. Suponemos que está preso en la consciencia de un politicucho de mierda.

Se tomó una Energizer, seguido por una coca-cola, después un cafecito bien cargado para bajar una cafiaspirina. Y ahí se dijo: a trabajar.

Mi trabajo: masturbarme.

Mi empleador: el FBI.

Mi oficio: espía energético.

 

Soy la única persona que conoce el paradero de don Jacobo Grinberg. Soy el único que puedo hacer contraespionaje a las promociones porno. Hay guerras de guerrillas, de ejércitos y guerras psíquicas. Lo mío va más por la onda del psiquismo. Fui un sujeto experimental de unas pruebas sicodélicas en los años 70 que se dieron en lo profundo del Orinoco. Soy aquel que desenmascaró a Uri Geller para hacerle un facial. Le unté su cara con mi semen cuando aún éste tenía espesura y no era ese moco transparente que me recuerda lo estéril de vivir y que hoy es una marca personal de todos mis calzones. Uri Geller desde ese día con su cara blanca reemplazó a Marcel Marceau.

 

Mis calzones manchados son leídos por la pitonisa de mi mujer. Las manchas además de semen son de caca: «frenadas de camión»,  que le dicen. Yo intento limpiarme la cola hasta que sangre pero por alguna misteriosa razón mis calzones siempre tienen manchas. Mi mujer colige que son ventosidad con caldo o recado, pero al mismo tiene aduce que ello es una gracia divina y es un mensaje para ella. En un comienzo ella lo descifró como una señal de un error por haberme casado contigo. Pero después de espantosos años de convivencia encontró en mis calzones el mismo summum del futuro. Ella, mi señora y mi amor, mi amor romántico como todo mi mundo lleno de antiguallas, es la gran consultora del pentágono.

 

Recuerdo cuando Donald Trump llegó a nuestra casa acompañado de don Jacobo que lucía demacrado y desposado. Mi mujer exhibió mis calzones recién usados, y señalando las manchas con un indicador láser, como una conferenciante de Harvard,  le sugirió que lo mejor era admirar a Putin;  a lo que Trump reverentemente dijo:

— congratulations for your cagada, mister. Your calzotations are so beautiful. I have a Little dick and Jacobo likes to kiss it.

 

Y Jacobo, con una visible cicatriz en su parietal derecho, daba señal de una amputación parcial del cerebro. El hombre solo reía y decía:

— válgame que me llevó la chingada.

 

Yo por querer hacer un chiste dije al ver la cicatriz:

— pero esa cirugía no se la hizo pachita.

 

A lo que contestó:

— Pachita me cambió el corazón. Yo antes era un científico psíquico muy pagado de mí mismo pero ella me enseñó la humildad de hacer cosas inútiles y aprender datos inoficiosos, que no son más que la aceptación de que esta vida vale mierda y no vale más que vivir.

 

— Me contaron —seguí con la conversa—, que te había ido a otra dimensión, hombre, o que te habían llevado los extraterrestres, ¿que pasó?

 

— La otra dimensión es la lívido de un multimillonario—  y señaló a Donald que en ese momento se rascaba sus exiguos atributos.

 

Donald preguntó:

— tú conocer señor pirata?  Es que los extraterrestres me han eniado una bolsa de dólares para él por el plan mundial para las ecoaldeas hexagonales leninistas.

 

A lo que yo le contesté:

— Claro, mano.

 

mI conyúge no había retirado la mirada de los calzones y con voz temblorosa le dijo a Donald:

— morirás de cáncer y tu cadáver será enterrrado en Kiev.

 

A lo que Jacobo celebró:

— yuju, por fin me voy a liberar de la cárcel de la consciencia de este pinche güero pendejo.

 

Dijo Donald:

— cuando yo morir, se acabará la dimensión en la que vive Jacobo por ende se  morirá el gran místico del siglo XXI.

 

Mi esposa más aterrada aún que antes repuso:

— no, Donald, tu moriste en 1990. En los calzones manchados de mi marido acabo de ver un pasado paralelo que es futuro. Jacobo te hace vivir y Jacobo te entregará para morir.

 

— A quién me entregará.

 

— A Cupido, que te arrancará las alas de ángel asesino que tienes, despresándote como un pollo asustadizo.

 

Yo me retiré, no sin antes la última exclamación de Jacobo, cuyo rostro se ensombreció cuando la dijo:

 

— Yo soy Cronos, yo soy Cronos.

Casa de Enrique Prochazka: Del Hogar-Mundo & a la Colmena Dédalo.

Reseña a la novela CASA de Enrique Prochazka por Luis Bolaños

La primera impresión, vívida, fue de desconcierto y a medida que profundizaba en la lectura aparecían múltiples guiños culturosos hacia la CF: Hal como el ordenador de 2001, Aleister el hijo como Crowley, Clarke el mayordomo como Arthur, y proliferaban las comparaciones, con Casa inteligente de Catherine Willheim, con el relato de Ballard Los mil sueños de Stellavista, con la mansión de troncos Sara Risa de la novela Un saco de huesos de Stephen King o esa frase que parece de Brecht «Lo mismo asesina una casa que un hacha» que me parece recordar de El huevo de la serpiente de Ingmar Bergman en un típico momento Mandela, porque no aparece ahí.

Conceptualmente el diseño resbalaba hacia el Bauhaus, los suprematistas y la arquitectura funcional de Aalto y Tange pero mezclados con la desmesura de la Torre de Babel (y si, había un regusto a Ted Chiang), y la combinación estilística de la Brasilia como urbe y del Juego de la Gente como novela de John Brunner, en fin que era como un cebiche mixto tan nutrido de especies que uno se quedaba largo rato anonadado no por la amnesia del protagonista sino por la versatilidad deliciosa de los sabores evocados. 

Rememoré cuando atacaba los suntuosos párrafos iniciales del Ulises de Joyce y la parvedad de mi mente que me obligaba a degustar por oleadas, quiero decir cuando el aluvión de ideas amenazaba sofocarme me detenía y me dedicaba a imaginar por puro gusto durante un rato. Allí comprendí algunos comentarios sobre la densidad de Enrique, no por que fuere pesado leerlo, sino por que alude a la combinación surtida de capas que cubren cada línea como un hojaldre… … O como un Esponja de Menger, que se dispersan cual hormiguero enloquecido bajo la piel de las frases cuando uno las penetra, lo cual une al regocijo explorador con la sensualidad del descubrir, por ejemplo, que el personaje da un salto hacia el futuro de 15 años a través de un bucle o lazo temporal, cuya explicación será uno de los motores de la novela (aquí ipso facto derivamos al debate sobre ciclo, flecha o espiral del tiempo según Jeremy Rifkin, vinculado además a la figura de Hal como «analista simbólico», quizás por eso lo primero que pide apenas “nace” es un psiquiatra o analista de la psiquis).

Lo que nos asombrarán serán los motivos para que sufra tal aceleración, perceptible en el rimero de chispas en forma de recuerdos que lo deslumbran, reminiscencias de acontecimientos, quizás no sucedidos, pero sin embargo acumulados en el olvido y el deterioro del cuerpo. 

Quisiera referirme a que recurrir en el mismo capítulo y en el marco de una terapia psicoanalítica, a la geometría obscena y enloquecedora de las ruinas de los templos lovecraftianos y al holograma de Pribram (págs. 40-42) demuestra la intención de fusionar filosofía con ciencia, literatura con psicología, de crear un campo común de encuentro para repensar el mundo, está señalado en apotegmas como: “reconstruir el concepto (de arquitectura) a partir del ladrillo”, o sea (como diría un estudiante universitario) en romance hologramático se puede ingresar por cualquier ángulo y por cualquier sitio con imagen integral, enfoque holístico, metodología sistémica y actitud prospectiva y recrear el universo literario y ese retorno al origen será otro de los leit motiv del texto. Hay que leerlo al resplandor de la frase “Entonces la Casa lo atacó”. 

El plano de la comunicación intercepta con los demás, y de que manera. Recuerda a alguien que ha sido privado parcialmente de los procesos que culminan en la conciencia de ser y que trata de recuperarla y reorganizar su patrón organizativo, en un juego que se desintegra frecuentemente con las formas y sombras incluidas en los planos, molduras, esquinas y paredes de la Casa. Y que tienden a reemplazar a cualquier otra experiencia en un borrado permanente para que emerja una única lectura: la de la Casa, que se va convirtiendo en una omnipresencia, en un encierro, en una prematura erosión de la vida, en una cuasi muerte. 

Dediquemos un párrafo a la disquisición filosófica: Hal parece debatirse entre el estrecho haz constituido por los efectos de la entropía y el paisaje tumultuoso del magma envolvente y omnipresente del tiempo como creador, para evadirse de la comprensión de la una y escamotear la presencia del otro llega en su ayuda la amnesia. Previamente elude tomar contacto de manera inmediata con el fluir temporal en una actitud que lo aproxima a la negación del “campo de presencia” de Merleau-Ponty. 

Además carece de intencionalidad, se deja arrastrar por la espuma cuántica de los hechos, ha borrado su conciencia pero continúa como sujeto cognescente, a pesar de la ausencia de las proyecciones de retención y protección. No obstante, se distiende y se extiende desde las relaciones iniciales con su hijo, por lo cual quizás Husserl habría querido revisar las categorías que sostienen a Hal… ¿o lo protuberan? No quepa duda: el sedimento filosófico ricamente condimentado es otra de las directrices de Enrique, su humus es el tiempo, la identidad del ser, la realidad del mundo y el amor que asoma, aunque atado a exigencias no sólo emocionales sino cardinales. 

Tampoco puedo dudar del sentido del humor que empapa casi cada párrafo, por ejemplo, aceptar la arquitectura como koan, en su versión de adivinanza para descifrarla y leerla o como manual de instrucciones para discípulos que les permita guiarse hacia la solución del fantasmal laberinto lovecraftiano en que por momentos parece transformarse la mansión (quizás por ahí, aparezca un vínculo con la Casa Encantada en la Colina de Shirley Jackson)… o como un ejercicio de sinestesia donde los ecos permiten atravesar la opacidad de lo visionado para arribar a la transparencia, o quizás que los ejercicios gimnásticos conviertan al cuerpo en una puerta sobre las dimensiones extraviadas, pero actuantes en esa peculiar morada. 

La críptica interferencia entre protagonista y mansión por otro lado tiende a menoscabar o diluir la distancia entre realidad y creación artística, ya que de cierta manera elusiva, tras la amnesia, Hal es su propia reconstrucción, eso si, azarosa y con líneas desactivadas, que tendrá que descubrir por que no existen planos ni gráficos de referencia; y la perplejidad se entroniza como argumento que justifica el límite que brota, a medida que la gestión efectuada semeja dilucidar el enigma de por que la obra arquitectónica posee un único lector… aunque sea en monólogos lanzados en el río de las épocas diversas del futuro.

En síntesis, lo que Enrique ofrece en un palimpsesto complejo y fractal (casi un teseract) en el cual se inscriben los distintos procesos de interacción entre paisaje, volumen, diseño, transcurrir del acontecer y personas que los moran y recorren para recibir significados (como androides cuya argumento utilitario consiste en dejarse imprimir sentido por la Casa) y un demiurgo (Hal) que lo interpreta jugando con cierto dramatismo a una reinterpretación permanente, mediante un lenguaje especial expresado en un poema (cuya descripción lo acerca al pastiche desopilante), y que conduce indefectiblemente al laberinto como cárcel y al núcleo blanco de la nada, simbolizado por el itinerario de iniciación en territorio inexplorado (al norte del Círculo Polar Ártico), el encuentro con el chamán que maneja las técnicas arquitectónicas y el hallazgo del motivo que después se ocupará en reproducir

Hay temas que no revelo para evitar predisponer al lector, pero advierto que el final resultará una sorpresa, una evasión de la órbita aparentemente prefijada, ya que no se consumará el sacrificio pero si estallará blandamente el amor paternal

La lectura deliciosa y con tendencia a la explicación erudita teñida de burla, nos mantiene lúcidos, lástima que sea tan corta, pero así dice lo que quería su autor exponer. Agrego que la edición pulcra y límpida, lo suficientemente fuerte como para que uno no dude de leerla en el autobús y con la calidad suficiente para que se desee compartirla, es un elemento más para gozar de su lectura. Incitante, extraña y altamente recomendable