Archive | abril 2014

Lanzamiento de nuevo libro de Antonio Mora Vélez: Lina es el nombre del Azar

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Una portada muy steampunk presenta la nueva novela de Mora Vélez

 

Lina es el nombre del azar es el título que lleva el nuevo libro de cuentos  con el que vuelve a la ciencia ficción el escritor Antonio Mora Vélez, el autor más reconocido del género en Colombia.

El libro será presentado, junto a otros títulos del Caribe colombiano,  en el marco de la Feria internacional del libro de Bogotá, en el  “Encuentro de Escritores del Caribe”. Este evento será moderado por Gustavo Tatis, y en él se hablará de la literatura del Caribe, la ficción y el microrelato.

 El encuentro, organizado por Collageditores,  se llevará a cabo el día 2 de mayo en el  salón Manuel Mejía Vallejo a las 6 pm. 

Bailan los muertos cuando regresan: Famadihana en Madagascar

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Jesucristo murió el viernes y resucitó el domingo. Volvió de entre los muertos para terminar con sus deberes en la tierra y salvar a los católicos y cristianos de sus pecados. Sin embargo, a pesar de su importancia y de la centralidad de la que ha gozado Jesús en la civilización occidental, no parece ser el único que tiene el poder de regresar de la muerte. En Madagascar, el país insular localizado en el océano Índico frente la costa sureste de África los muertos regresan para bailar entre los vivos cada siete años en una ceremonia llamada Famadihana.

El Famadihana

Cada sociedad tiene sus ritos funerarios, en cada país el culto a los muertos tiene tradiciones diferentes. En muchos casos a aquellos a quienes han fallecido se les honra enterrándolo en mausoleos lujoso o en tumbas decoradas con sus posesiones terrenales. También la necesidad de interactuar con los muertos va desde visitas periódicas a sus lugares de descanso, ofrendas florales, ritos de recordación y remembranza. Pero en el centro de Madagascar la celebración del Famidahana llega a sobrepasar el límite entre el mundo de los vivos y los muertos. En la región montañosa central de Madagascar cada siete años los miembros más cercanos a las personas fallecidas participan en un ritual en el que exhuman los restos de sus familiares para bailar con ellos.

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Un encuentro de García Márquez con Neruda (vídeo)

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Cuarenta y ocho horas después de que Neruda recibiera el premio Nobel, García Márquez conversó con él frente a las cámaras. En el decurso de dicho encuentro se evidencia que García ya tenía claro el mecanismo para obtener un premio Nobel y que, con risa socarrona mediante, entrevía dicha distinción en su currículum pues era impulsado por el poeta chileno, quien ya gestionaba el galardón para el colombiano. También aparece en este encuentro un periodista que es corregido por el autor de «Ojos de perro azul» con la suficiencia de un padre para con su hijo y un león de felpa que, según Neruda y García Márquez,  fue más sabio que los dos aclamados escritores.

 

La casa del fin de los tiempos: Un buen augurio

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Reseña de Campo Ricardo Burgos López

La casa del fin de los tiempos, según puede colegirse de la ficha técnica que puede hallarse en internet, es una película venezolana dirigida por Alejandro Hidalgo y estrenada en su país el año 2013, que combina los géneros del suspenso, el terror y la ciencia ficción. El argumento se centra en una vetusta casona caraqueña en donde en diversos momentos del siglo XX han ocurrido misteriosas desapariciones de personas y cómo la protagonista, una mujer llamada Dulce, emprende una investigación para aclarar los inexplicables acontecimientos que en ese lugar han ocurrido.

Al final de la obra, aun cuando son posibles otras interpretaciones, el hecho es que la explicación central de los episodios allí sucedidos es que esa casa de Caracas es un lugar donde por alguna razón los tiempos se confunden y de algún modo coexisten el pasado, el presente y el futuro.  El filme venezolano, entonces, emplea la misma estrategia narrativa de cuentos clásicos de Borges como El otro, donde –recordemos- al sentarse en la banca de un parque, un Borges viejo se encuentra con el mismo Borges, pero joven. En el filme de Hidalgo, el objeto que posibilita esas coexistencias de los mismos personajes en pasado y futuro, no es la banca de un parque, sino una casa. Por otro lado, con el típico truco de que una de las víctimas (Dulce) tras muchos avatares resulte ser también una de las victimarias, “La casa del fin de los tiempos” se afilia a una ilustre estirpe de obras que van desde el Edipo Rey de Sófocles hasta esa cinta de culto que es Angel Heart  de Alan Parker (recuérdese que en ambos casos el investigador de los crímenes resulta ser el criminal). En tercer lugar, hay que apuntar que en el largometraje de Hidalgo se consigue que la lóbrega y tenebrosa casona donde acaece la historia, sea también un personaje más ( tal vez el más importante de todos). Ese es un rasgo en la misma línea de tanto cine tradicional de terror donde la casa embrujada es “más personaje” que los mismos personajes humanos que por ella transitan.

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La indignidad de García Márquez según Pier Paolo Pasolini

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Pier Paolo Pasolini publicó en la revista Tempo del 22 de Julio de 1973 un texto sobre «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez. El texto que reproducimos a continuación fue traducido por Roberto Raschella y ha sido extraído de Amsterdam Sur:

GABRIEL GARCIA MARQUEZ: UN ESCRITOR INDIGNO

Parece ser un lugar común considerar «Cien Años de Soledad» de Gabriel García Márquez (libro recientemente editado), como una obra maestra. Este hecho me parece absolutamente ridículo. Se trata de la novela de un guionista o de un costumbrista, escrita con gran vitalidad y derroche de tradicional manierismo barroco latinoamericano, casi para el uso de una gran empresa cinematográfica norteamericana (si es que todavía existen). Los personajes son todos mecanismos inventados- a veces con espléndida maestría- por un guionista: tienen todos los «tics» demagógicos destinados al éxito espectacular.

El autor- mucho más inteligente que sus críticos- parece saberlo muy bien: «No se le había ocurrido hasta entonces- dice él en la única consideración metalinguística de su novela- pensar en la literatura como en el único juego que se había inventado para burlarse de la gente…» Márquez es sin duda un fascinante burlón, y tan cierto es ello que los tontos han caído todos. Pero le faltan las cualidades de la gran mistificación, las cualidades que posee, como para dar un ejemplo, Borges ( o en menor escala Tomasi di Lampedusa, si «Cien Años de Soledad» recuerda un poco al «Gattopardo» aún en los equívocos que ha despertado en el pantano del mundo que decreta los éxitos literarios).

Los críticos literarios deben tomar nota de un nuevo «género» o técnica, que ya pertenece históricamente a la literatura: el guión cinematográfico, y también el denominado «tratamiento». En el guión y el tratamiento, el autor tiene conciencia de que su obra no es literaria ya que se trata de estructuras provisionalmente linguísticas, que en realidad «quieren» ser otras estructuras: estructuras, puntualmente, cinematográficas. El autor de un guión o de un tratamiento es tanto más hábil literato cuanto más consigue obtener la colaboración del lector en la visualización de lo que está escrito provisionalmente. El asumir tal provisionalidad (esa voluntad de la estructura de ser «otra estructura») forma parte de la técnica literaria del guionista y, potencialmente, de su estilo.

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El manuscrito ensopado, por Dixon Acosta Medellín

Compartimos un relato ficticio sobre una anécdota real cuando la novela más importante del premio Nobel colombiano, si le creemos a Dixon Acosta Medellín, estuvo a punto de «perderse como lágrimas en la lluvia».

EL MANUSCRITO ENSOPADO. 
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Era una noche de domingo, típica por cierto, con ese melancólico ambiente perceptible en el aire caliente. Un clima de felicidad interrumpida por la certeza de la proximidad de la mañana del lunes y las responsabilidades inherentes. El invitado de los Alcoriza, leía la última línea de la historia, que había mantenido en vilo durante meses al matrimonio hispano-austriaco residenciado en Cuernavaca, “las estirpes condenadas no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.

El silencio fue impresionante, interrumpido sólo por las luciérnagas que morían achicharradas por su propia incandescencia de cuando en cuando. Mercedes no pudo evitar lanzar una mirada temblorosa a su marido. Acaso, ¿sería mala la novela? Pero todo cambió cuando Luis Alcoriza, en uno de sus arrebatos tradicionales, celebró con una palabrota  acompañada de un puñetazo sobre la mesa de madera, luego corrió a abrazar a su amigo para congratularlo. El escritor sólo pudo agradecer y reiterar una dedicatoria sobre el manuscrito.

–Ni en cien años, me desprendería de semejante tesoro –dijo Luis emocionado.

–Ni en cien años de soledad –agregó su esposa Janet, quien ya corría presta por cuatro cervezas para celebrar. La atmósfera de repente era liviana, como un jueves en la tarde.

La última frase quedó resonando como martilleo en la cabeza del escritor. En medio de la euforia no perdió tiempo y la anotó en medio de las palabras finales de su proyecto de libro.

Días más tarde, Esperanza Araiza, mejor conocida como Pera, quien oficiaba de copista mecanógrafa del novel escritor colombiano, leía entre las sacudidas del autobús el mismo fragmento y quedó con esa expresión infantil de júbilo detenido. Pera había decidido colaborar con el desconocido novelista, no tanto por el salario, que era más bien escaso, sino porque reconocía en aquel hombre joven con voz de viejo y acento Caribe, un talento desmesurado, una prosa que hacía mucho tiempo no le despertaba tantas emociones juntas y que difícilmente algún otro escriba podría repetir.

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Gabriel García Márquez había muerto. Por Campo Ricardo Burgos L.

Un cuento de ciencia ficción de Campo Ricardo Burgos López sobre Gabriel García Márquez una vez el premio Nobel  se encuentre en el Más Allá de los cristianos.

Este cuento se publicó originalmente en el 2006 en:  revista AXXÓN y es reproducido en Mil Inviernos con la autorización del autor.

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Gabriel García Márquez —por fin para algunos y por desdicha para otros— había muerto. Mientras en diversos lugares del mundo se efectuaban los predecibles homenajes al escritor, los periodistas escribían las obvias notas necrológicas, los académicos producían los vaticinables ensayos sobre la vida, obra y milagros del santo, los traficantes literarios saboreaban por anticipado el pronosticable efecto que la noticia tendría sobre las ventas de los libros, los profesores de diversos colegios y entes educativos obligaban a sus sufridos alumnos a escribir el típico texto respecto del prohombre fallecido, y los familiares del escritor también de modo predecible empezaban a saquear sin compasión las pertenencias del occiso a la búsqueda de algún manuscrito olvidado que al publicarse les mejorara el saldo bancario, la situación del mismo Garcia Márquez era bien diferente. Pocos segundos después de despertar en el Más Allá, García Márquez se encontró haciendo una fila infinita, una fila de personas que delante del puesto que él ocupaba, llegaba hasta el horizonte que la vista alcanzaba y todavía más allá. Aún desacostumbrado a la situación, García Márquez observó el cielo azul sobre su cabeza y el verde valle de fina grama que se extendía indefinidamente por el norte, sur, oriente y occidente. El clima era decididamente primaveral y una suave brisa contribuía a mantener la tibieza reinante sin que alguien pudiera en exceso sofocarse. García Márquez observó también que tanto delante como detrás de él en la fila, incontables personas de todas las razas, tamaños, credos y apariencias, trataban de disimular la impaciencia que les producía tener que esperar turno. Cuando así completó su evaluación visual, por fin se decidió a hablar.

—Disculpe —se dirigió a una mujer bajita y de apariencia oriental que se hallaba justo un puesto delante del suyo—. ¿Qué es esto? —preguntó mientras movía su mano derecha indicando vagamente en derredor.

—¡Usted está muerto! —repuso con sorpresa la mujer oriental—. ¿No se ha dado cuenta?

—¿Muerto? —contestó con sorpresa García Márquez—. ¿Así de simple? ¿Esto es todo?

La mujer oriental volvió a mirar a García Márquez sin comprender.

—Pero —prosiguió el que en la Tierra llamaban «Gabo» —. ¿Para qué es esta fila? ¿A dónde conduce?

—Al Juicio Final —contestó la mujer oriental con gesto impaciente—. ¿No es obvio?

García Márquez quedó patidifuso. ¿Juicio Final? ¿Entonces era cierto lo que le habían contado sus abuelos alguna vez en la infancia? ¿El socialismo de vanguardia podía estar equivocado en ese punto? ¿Eso era posible? Por alguna razón más allá de la humana comprensión, ahora la mujer oriental se había animado a hablarle y continuaba su disertación.

—Allá al frente —dijo señalando el horizonte con un dedo— está el tribunal de Dios, todos vamos para allá y una vez frente a Él, cada uno de nosotros obtendrá lo que merece. Nada más y nada menos —concluyó.

García Márquez estaba boquiabierto. ¿Es que era posible Dios? ¿Es que sí era cierto el cuento ese de los pecados en la vida terrestre y el tener que dar cuenta de cada uno de nuestros actos, pensamientos y omisiones? Por un momento, el escritor sintió miedo.

—Espere un momento —repuso García Márquez—. Cuál es su nombre?

—Noriko Saito —contestó la mujer—. Soy, o más bien era —y al decir esto la mujer sonrió melancólica—, del Japón. ¿Y usted?

—Gabriel García Márquez —dijo el llamado «Gabo» no sin notar al decirlo cierto envanecimiento y cierto involuntario engolamiento de la voz —. De Colombia.

Curiosamente, la mujer no pareció conocerlo.

—Disculpe —prosiguió el confuso escritor—. ¿Usted habla español?

—Claro que no —replicó la mujer—. Todo el tiempo le he hablado en japonés.

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CUANDO LA CIENCIA FICCIÓN CONOCE EL FANZINE por Boris Greiff

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL BLOG: FICCIORAMA25

Fotografia tomada por Mrs Ficci

Gracias al equipo de Milinviernos, integrado por Luis Cermeño y Andrés Felipe Escovar, y su invitación a su ciclo de charlas en los Funámbulos teatro La Macarena, este servidor hizo un periplo acústico visual sobre la estrecha conexión entre los fanzines y la ciencia ficción en la década de los 30 del siglo XX en EE.UU y mediante un salto cuántico, a velocidad warp, se habló de los 10 primeros números del fanzine de producción quirográfica, reproducción mecánica y distribución repentina mensual mejor conocido como FICCIORAMA.

Minutos antes Ficciorama habia consumido unos cuantos shots de cafeina / Fotografía tomada por Mrs Ficci.

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El evangelio según Norman Mailer

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En 1997 Norman Mailer dio a conocer su evangelio; es una versión personal de Jesús y el nombre del libro es «El evangelio según el hijo». El escrito está narrado en primera persona, es decir, el propio Jesús cuenta su historia y, además, hace matices y precisa muchas de las versiones que fueron vertidas en los evangelios que, finalmente, resultaron constituyendo parte del Nuevo Testamento establecido por las autoridades religiosas del cristianismo. Por lo tanto, este Jesús de Mailer ya ha leído gran parte de lo que se ha escrito sobre él y escribe desde un lugar y un tiempo que nunca se le develan al lector. Quizá esté alojado en el paraíso donde  escruta los miles de testimonios que se han erigido en torno a su figura y se plantea las distintas posibilidades que hay de ser un mesías.

Les presentamos el pasaje en que Jesús salva a una prostituta (María Magdalena) de ser lapidada, como lo establecía la ley de entonces:

Como me temía, era hermosa. Su cara era de huesos delicados, y el pelo le caía sobre la espalda. Llevaba los ojos puntados con buen gusto. Era dulce, aun cuando en su boca hubiera orgullo y necedad.

Durante años, mi horror hacia la fornicación me había llenado de pensamientos de lujuria. Había sufrido los estragos de la furia reprimida. Pero ahora oía la amable voz de un espíritu. ¿Era su ángel que reclamaba misericordia? Vi a aquella mujer entre los vapores del pecado. ¡Y con un extranjero! Aun así, era una criatura de Dios. Quizá estuviera cerca de Dios de un modo que yo no podía ver, incluso – ¿era posible?- mientras se revolcaba en sus fornicaciones con un extranjero. ¿Era, pues, tan diferente del Hijo del Hombre? Él también debía de estar cerca de todos los extranjeros. Sí, era posible que ella estuviera cerca de Dios mientras las manos de Diablo abrazaban su cuerpo. Su corazón podía estar unido a Dios aun cuando su cuerpo estuviera cerca del Diablo.

Así que cuando aquellos fariseos, silenciosos y pacientes como pescadores, volvieron a preguntarme: «moisés y la Ley lo mandan. Esa mujeres debe ser lapidada. ¿Tú qué dices?» Me incorporé y les hablé no sólo a mis discípulos, sino a todo el círculo de escribas y fariseos. Dije: «Si tu mano te ofende, córtatela» Cuando me miraron, dije: «Es mejor entrar en la otra vida manco que con las dos manos en el infierno.» Vi miedo en sus ojos. «Si tu ojo se ofende, arráncatelo. Es mejor entrar en el reino de Dios y ver sólo con un ojo que entrar con los dos ojos en las llamas. En el fuego del infierno no muere el gusano que te devora la carne.» Me quedé atónito. Dejé de sentirme preocupado por aquella mujer. Así que dije: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que tire la primera piedra.»

Hubo un tumulto. Fue tan repentino y violento, que casi perdí el equilibrio, y tuve que agacharme una vez más y escribir de nuevo en el polvo, como si me importara más lo que mi dedo podía decirle a la tierra que todos ellos.

Pero pronto su furia comenzó a remitir. No tardaron en huir. Ahora les oprimían sus malas acciones.

Los vi marcharse. Se fueron uno tras otro, empezando por el más anciano. (Que era quizá, el que acarreaba más pecados.) El último en marcharse era joven, quizá casi inocente. Me quedé solo. Incluso Pedro se había marchado. Sólo la mujer seguía a mi lado.

Al principio fui incapaz de mirarla a los ojos, pero por fin lo hice. Y al hacerlo, lo que vi no fueron sus ojos, sino que, como en una especie de sueño inducido por Satanás, oí un versículo del Cantar de los Cantares: «Las curvas de tus caderas son como collares, obra de manos de artista, y tu ombligo un ánfora redonda.» Me dije que estaba en presencia de los ángeles maléficos. Porque sentía mi propia maldad, y era abundante y tenebrosa y pedía ser dejada en libertad. Y aquellos ángeles eran tan poderosos que comprendí que debía ser cauto con la belleza de aquella mujer.

De modo que le hablé con las palabras del profeta Ezequiel. Le dije: «Contemplad vuestros pecados, pues está escrito: «He aqu´que yo suscito contra ti a todos tus amantes, y vendrán contra ti con estrépito de carros y ruedas, y te tratarán con furor; te arrancarán la nariz y las orejas, y lo que quede de los tuyos será devorado por el fuego. Te despojarán de tus vestidos y se apoderarán de tus joyas.  Yo pondré fin a tu inmoralidad y a tus prostituciones comenzadas en Egipto, para que no vuelvas a acordarte de Egipto.»

Y aquella puta, cuyos ojos eran tan púrpura como la última hora de la tarde, dijo con voz dulce: «No quiero perder la nariz.»

Yo dije: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ningún hombre te ha acusado?»

Respondió con humildad: «No hay nadie para acusarme, Señor.»

Dije: «Yo tampoco te condeno. ¡Vete!»

Pero eso no era suficiente. Pues dentro de aquella mujer resonaban los ecos de sus prostituciones. Así que le dije: «¿Dónde vas a ir? ¿A seguir fornicando con extranjeros?»

Ella contestó: «Si no me condenas, entonces no me juzgues. No hay vida fuera de la carne.»

Era orgullosa. Y fuerte. Y yo veía que estaba maridada con los siete poderes de la cólera del Diablo y sus engendros: los siete demonios. Sabía que irían saliendo lentamente. Y cuando salieron lo hicieron uno a uno, y clavaron sus garras en el buen espíritu que había surgido entre nosotros. Algunos era astutos, otros lascivos, y más de uno era monstruoso: siete poderes y siete demonios.

El primero fue la Iniquidad, y su demonio, la traición. Y al tiempo que nombraba a cada uno iba comprendiendo que había aprendido más de Satanás de lo que él deseaba mostrarme. Vi que el Deseo era el segundo poder, y que el orgullo era su demonio. Y el tercero fue la Ignorancia, con su gran apetito por la carne de cerdo, un demonio glotón. El Amor a la Muerte era el cuarto poder, y su demonio no podía ser otro que el ansia de devorar a los demás. Pues no hay momento en que conozcamos más la muerte que cuando devoramos carne de un semejante. El quinto poder buscaba el Domino Absoluto, y su demonio luchaba por corromper todo espíritu; el buen espíritu que había surgido entre esa mujer y yo fue zarandeado cuando surgió ese demonio. Y el sexto poder fue el Exceso de Sabiduría. Su demonio sentía el impulso de robar un alma. Pero el último poder fue el más terrible. Era la Sabiduría de la Ira; su demonio era el ansia de arrasar ciudades. Esos fueron los siete poderes y los siete demonios que hice salir de ella. Sólo entonces pude decirle: «Vete y no vuelvas a pecar». Y se marchó.

Traducido por Damián Alou, «El evangelio según el hijo», P. 154-156, editorial Quinteto.

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Hacia CRASH. Un corto de J. G. Ballard

Estoy interesado en el automóvil como una estructura narrativa. Como un escenario que describe nuestras vidas reales y nuestras fantasías reales. Si cada miembro de la raza humana fuera a desaparecer durante la noche, creo que sería posible reconstituir casi todos los elementos de la psicología humana desde el diseño de un vehículo como éste. Como escritor siento que debo tratar de entender el verdadero significado de muchos lugares comunes que sin embargo son eventos tremendamente complicados. Siempre he estado fascinado por la complejidad del movimiento de una mujer que sale de un carro.

J. G. BALLARD voz en off del film  CRASH

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«Hacia el CRASH» – Towards CRASH- es un corto dirigido por Harley Cokliss, escrito y protagonizado por J. G. Ballard, con la actuación adicional de la bellísima Gabrielle Drake. Este corto, del año 1971,  está inspirado en el capítulo  «Crash» del libro «La exhibición de atrocidades» que antecedió a la célebre novela de 1973, posteriormente llevada al cine por David Cronenberg en 1996.

Esta es una cinta en la que el autor expresa claramente su visión del automóvil como un elemento de la tecnología que describe perfectamente la condición humana del siglo XX -al tiempo que las autopistas a sus sociedades-.