Carta a un joven cacorro

Esta carta forma parte de una serie de respuestas de Julián Andrés Marsella Mahecha a la numerosa correspondencia que recibe  a diario de aspirantes al mundo del parnaso literario, cultural y académico.  

 

A Brandon que se llevó mis poemas y mis fresas con crema

Para  Brandon Arvey

 

Algunos dicen que marica es el que se deja encular
y otros, como yo, decimos que marica es el que encula y jamás será enculado;
pues un potente pene que entra a tu débil cola
implica la abstración de la valentía.
Y tú te llevaste mis poemas, mis fresas con crema para vender,

y me dejaste el hambre,
hambre de ti,
hambre de fresas

Hambre
¡Es intolerable y muy macho!

Me jodiste, Brandon Arvey
y ya no tengo a un Elkin que me auxilie
con puñaladas para tu abdomen duro
como tu penca

Ahora siento que hurtaste mi corazón
otrora corazón de piedra, corazón.

Eres mi corazón aunque lejos estés latiendo
desparramando las fresas sobre algún cuerpo fementido
en una prisión bogotana.

La próxima vez llévate mejor mis billetes, fruto de mi gloria literaria,
pero no mis poemas, ni mis fresas, maricón.

No soy Cervantes
Ni Foucault
pero puede que algún día se me dé por morirme
y de mí solo esperaba que encontraran
mis poemas y mis fresas.
Siempre habrá dinero para Brandons y Alexis y Giovannotas
hasta que caiga la última gota de semen triste,
pero como dijo Amón RA
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos cacorros
pero no muchos maricas

Julián Andrés Marsella, Topaipí (Cundinamarca) 

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