Aquaman no cree en los Super Amigos (Héroes Decadentes- FVR)

Francesco Giuseppe Vitola Rognini

Héroes decadentes

Segunda parte: Superhéroes fuera de foco

Aquaman no cree en los Super Amigos

Ilustración Roberto Rodríguez “Hereje”

Ilustración Roberto Rodríguez “Hereje”

 

 

 

 

En la entrada del Salón de la Justicia Flash habla con Aquaman junto a la fuente. Aquaman ha comenzado a adquirir malos hábitos, y por su adicción al cigarrillo lo molestan diciéndole Marlboro man.

-Viejo, tienes que reposarte un poco. Tómate unas vacaciones por el caribe. Por aquí la cosa está violenta desde que Batman y la Mujer Maravilla son amantes. Superman no lo puede creer, se ha dedicado a la bebida y anda con el traje todo sucio y vomitado buscándole pelea a todo el mundo. A ti te ofendió con lo del olor a pescado, pero no eres el único. A todo nos ha dicho algo hiriente. Además recuerda que el tiene super olfato. Mira, ya tengo que irme, sabes que ando acelerado todo el tiempo y esto ya me parece una eternidad. Hablamos en unos días. Vete de vacaciones, relájate.

Aquaman lo mira decepcionado, enciende otro cigarrillo y le responde:

-Flash, en la isla me dicen igual, algunos nativos incluso me llaman blanco apestoso. No se necesita un super olfato, ahí todos se han dado cuenta también. ¿Qué hago?, Estoy a punto de ir a enfriarme un tiempo a la antártica.

Flash está inquieto, aquella perorata lastimera le aburre y siente deseos irreprimibles de correr. Es adicto a la adrenalina, al éxtasis que produce la velocidad.

-Viejo Flipper, lo siento, tienes que encontrar un remedio por tu cuenta. Yo siento que perdí todo un día hablando aquí contigo…no lo tomes como algo personal, simplemente tengo que irme de aquí…que tengas suerte.

Nuestro héroe vestido de rojo desaparece dejando una estela roja y dorada que se pierde en el horizonte. Aquaman se olfatea las axilas como intentando detectar la raíz del olor. Lo ha intentado todo para quitárselo, pero sigue oliendo a pescado, a pecera mohosa. Los que antes habían sido sus Super Amigos le han dado la espalda, le han puesto sobrenombres y han hecho bromas pesadas, como llenarle el locker de camarones y ajos crudos. Las heroínas lo desprecian y parece destinado a volver a las profundidades. No lo hace porque tiempo atrás se había prometido volver a la Atlántida con una digna reina, la Mujer Maravilla. Y todavía guarda esperanzas, por muy patético que esto suene. Siguiendo el consejo de Flash se dirigió a su casa en las Bahamas.

Pasaron los años, y con ellos se fue acostumbrando a la idea de ser un héroe sólo en época de huracanes. No lo buscaban otros superhéroes, pero por su abnegado servicio se ganó los beneficios amorosos de una nativa, a la que un problema en los cornetes nasales le impedía sentir el olor a calamar en proceso de descongelamiento. Ella le había sugerido varios tratamientos para eliminar los malos olores: Bañarse en el río diariamente, en agua de lluvia, no comer mariscos o peces, evitar el agua de mar por más de una hora al día. Probaron todos los jabones que se conseguían en el duty free, también experimentaron con detergentes y otros productos industriales. Al final, solo lograba disimular la pestilencia por unas horas.

Una tarde, mientras descansaba en una hamaca bajo las palmeras que rodeaban su casa junto al mar, Aquaman tomó la decisión. No soportaba un día más sin comida de mar, necesitaba sumergirse de nuevo a kilómetros de profundidad, extrañaba el sexo bajo el agua, con seres que no podemos imaginar, y que a cambio de unas almejas te hacen sentir placeres burbujeantes. Aquaman, después de muchos años sufriendo por fin sonríe mientras se acomoda los lentes de sol. Atrás quedaron las ganas de vomitar que sentía de tanta tristeza acumulada, de impotencia, de tanto contenerse. Esa noche sacará su viejo traje verde y naranja, que le queda algo estrecho, porque a la mañana siguiente volverá a sumergirse. Aquaman eleva sus pensamientos en dirección al mundo de los sueños. Recuerda los tiempos en que dedicaba largas jornadas a limpiar el fondo marino, a recorrer los recovecos rocosos y coralinos, o a explorar con detalle los naufragios de guerras recientes y de barcos españoles. Esas horas le servían para reflexionar, para darle sentido a su vida, para recargar energías y reconectarse a través de sus habilidades telepáticas con los seres marinos. Recordó también los buenos tiempos en los que Superman era decente y llevaba el pelo corto, Flash no tenía adicciones, Batman aún era un héroe y no un vengador, y la Mujer Maravilla no parecía una ninfómana cuya juventud se escurría entre sus dedos.

Su compañera lo encontró a la mañana siguiente, con una sonrisa petrificada. El corazón había dejado de latir. Aunque Aquaman añoraba el océano había olvidado lo importante que era para sus pulmones el agua de mar, quizás si no hubiera fumado tanto durante todos esos años aún estaría vivo. Pero la vida pagó con muerte justo cuando parecía que al fin esta historia tendría un final feliz.

Como testimonio quedó una lápida en el cementerio del pueblo: Fue amigo de los que lucharon por el mundo, especialmente el mar.

Un héroe silencioso que murió con una sonrisa en su boca. Su nombre para el mundo seguirá siendo Aquaman. Su muerte aceleró la decadencia de los Súper Amigos.

 

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Héroes Decadentes es un libro de cuentos de Francesco Vitola Rognini, autor de Hambre de Caza (novela de libre descarga en Editorial Miliniviernos). Todos los domingo hacemos una  entrega de cada uno de los cuentos, y al final recogeremos todos ellos, lo que dará como resultado un  nuevo libro digital de libre descarga.

Hemos publicado la primera parte, que consta de las  historias:  Tardes sin parquesFrost, el payaso estrella , Golpea y Corre, El idealismo no sirve para una mierda  , Otro Borracho que no puede olvidar , Centro Comunitario Ratzinger Tristeza, soledad y rock and roll  y Santa Marta.  Segunda parte: Superhéroes fuera de foco.  The Punisher va al Supermercado   Junto al prólogo de J. J. Junieles:  Este hambriento corazón 

 

 

 

 

 

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