César Aira o la nula importancia de la literatura

César Aira no considera que fuera tan estúpido cuando joven porque le maravillara «Reunión» y «El perseguidor», dos cuentos de Julio Cortázar, sino que la escritura del celebrado autor de «Rayuela»  lo inició porque era lo que él, Aira, quería escribir en ese momento y ese es el secreto de la fascinación de los jóvenes con Cortázar. Así mismo, Aira afirma que para lo que sirvió Sábato fue para alegrarle un poco la vida a la gente gracias a su dramatismo exacerbado.

La casi incontable bibliografía de Aira- él mismo parece que no recuerda todo lo que ha publicado en formato de libro y uno, como lector, tampoco logra recordar con nitidez lo que él escribió (lo cual no parece ser un defecto sino parte de la puesta en escena que él ha montado como escritor, urdiendo una obra que tiene al olvido y la erosión de muchos de los cánones de la «buena novela» como elementos que la trasuntan)- ha servido para que muchos estudiantes de letras, sobretodo en Argentina, tomen alguno de esos volúmenes, casi siempre breves,  como objeto de estudio sus tesis; el escritor es consciente de ello y quizá sus ejecuciones son destinadas a ser leídas en las aulas de teoría de la literatura pues así asegura un «target», como otros lo tienen definido al urdir historias dirigidas al público infantil  que están insertas en los programas académicos de cursos primarios y secundarios de colegios y escuelas.  La fascinación académica por Aira es desmitificada por él mismo, obedeciendo a ese proceso en el que la literatura deja de ser algo crucial:

Acá pueden leer la entrevista completa que concedió Aira durante su visita al Perú y donde habla sobre la incidencia de lo fantástico en sus escritos y la manera como la forma hiperrealista de narrar forma parte del engranaje para hacer legibles dichas fantasías.

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