César Aira o la nula importancia de la literatura
César Aira no considera que fuera tan estúpido cuando joven porque le maravillara «Reunión» y «El perseguidor», dos cuentos de Julio Cortázar, sino que la escritura del celebrado autor de «Rayuela» lo inició porque era lo que él, Aira, quería escribir en ese momento y ese es el secreto de la fascinación de los jóvenes con Cortázar. Así mismo, Aira afirma que para lo que sirvió Sábato fue para alegrarle un poco la vida a la gente gracias a su dramatismo exacerbado.
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Tomado de youtube.com: César Aira – entrevista, mi ideal es el cuento de hadas. min: 3’53»
A los que se fastidian apenas se les propone leer a César Aira, les recomiendo este relato. A los que hacen literatura o teatro, o literatura y teatro, les recomiendo este texto. A los que se enojan mucho cuando Aira critica a Cortázar, les propongo esta lectura. A los que no comprenden la lógica literaria de Aira los conmino a leer este escrito que tampoco comprenderán, ya que se construye en torno al protocolo transgresor de escritura que Aira viene experimentando desde su primer libro, Moreira (1975).
Una Corín Tellado por cada diez Airas
Corín Tellado tiene en su haber más de cuatro mil libros, algo a lo que ni siquiera el sorprendente César Aira puede llegar (más aún cuando el propio autor argentino afirma que escribe novelas malas y que muchos consideran la novelística de la escritora española como mala o ¿es pose, César, y no crees ser tan malo y prefieres no estar colocado en el mismo estante de Corín?). La desventaja de la asturiana, con respecto a Aira y otros aspirantes, es que ya está muerta, sin embargo, su oficio siempre quedará, por más que les duela a los cultores de la alta literatura y defensores de la más excelsa cultura. Aunque hubo casos curiosos como el de Vargas Llosa, el escritor que se escandaliza con la cultura del espectáculo y que vio con desprecio el trabajo de Manuel Puig, que valoró el trabajo de Corín e, incluso, le hizo una entrevista cuya presentación, junto a un corto documental sobre la escritora, les traemos:
Ernesto Sábato: El artífice del matrimonio de Aira y Piglia
Ernesto Sábato es uno de los escritores que con más desconfianza y desprecio es visto por los literatos argentinos. La manera en que lo descartan del «canon» es agrupándolo dentro de ese elenco de extraños próceres que jamás batallaron pero usaron consignas moralizantes. Entre los escritores que hoy día dominan el mundo editorial del país del sur, muy pocos, quizá ninguno, se atreve a afirmar que desciende en su escritura del autor de «El Túnel». César Aira, cuyas novelas constituyen uno de los «corpus» más utilizados en las tesis de las facultades de letras, afirma lo siguiente:
A Sábato no lo hemos tomado nunca muy en serio. Y sorprende un poco que alguien se lo pueda tomar en serio. Es un señor que tiene aristas muy risibles: esa vanidad, el malditismo… Malditismo que no condice con su personalidad. Es un señor perfectamente racional que juega al maldito. Así, se ve obligado a escribir constantemente en sus textos la palabra angustia, la palabra dolor… y claro, eso no funciona.
Tan de acuerdo en el desprecio están los escritores argentinos que dominan el panorama actual que Ricardo Piglia, el marido maltratador de Aira y, por tanto, un «enemigo» a quien el autor de «Una novela china» tildó como hijo de Sábato, consagrando a Ernesto como su suegro, dijo del autor de «Sobre héroes y tumbas» :
Era bastante desagradable y oportunista. Había cultivado un mito de sí mismo que era un poco ridículo
La impopularidad nacional de Sábato, a quien juzgan con mayor encono su tibieza con la dictadura que al propio Borges, contrasta con el entusiasmo que muchos sienten por él en otras latitudes, corriendo con una suerte similar a la de Cortázar, más querido y admirado fuera que dentro de Argentina, compartiendo un sino que ya Fogwill vislumbró al corregir a su amigo Aira y afirmar que el hijo de Sábato fue Cortázar, dejando huérfano al matrimonio César-Ricardo. Les presentamos una entrevista de este escritor que une a los literatos argentinos y lo convierten, a ese sí, en un indiscutible «canon»(palabra muy cara a los afectos de los suplementos literarios y profesores de letras de Argentina) del desprecio:
Palabras sinceras de Aira sobre Cortázar
—Cortázar es un caso especial para los argentinos, y no sólo para los argentinos, también para los latinoamericanos y quizás para los españoles, porque es el escritor de la iniciación, el de los adolescentes que se inician en la literatura y encuentran en él —y yo también lo encontré en su momento— el placer de la invención. Pero con el tiempo se me fue cayendo. Hay algunos cuentos que están bien. El de los cuentos es el mejor Cortázar. O sea, un mal Borges, o mediano. A propósito de una de las cosas más feas que hizo Cortázar en su vida, el prólogo para la edición de la Biblioteca Ayacucho de los cuentos de Felisberto Hernández, un prólogo paternalista, condescendiente, en el que prácticamente viene a decir que el mayor mérito del escritor uruguayo fue anunciarlo a él, cuando en verdad Felisberto es un escritor genial al que Cortázar no podría aspirar siquiera a lustrarle los zapatos. Sus cuentos son buenas artesanías, algunas extraordinariamente logradas, como Casa tomada, pero son cuentos que persiguen siempre el efecto inmediato. Y luego, el resto de la carrera literaria de Cortázar es auténticamente deplorable.
Tomado de El Clarín.