Documentales sobre el bazuco, el espectáculo de la miseria humana

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El bazuco, conocido como pasta base de coca,  es un misterio. La degradación tanto física como social que esta sustancia ejerce es bien conocida, tanto para quienes la prueban como para quienes ven en ella una puerta de entrada a un mundo de horror. Por esta carga de misterio existe una fascinación, más que por la sustancia, por los individuos que se pierden en el consumo y terminan sus vidas de maneras tristes. Esto lo aprovechan realizadores de cine, sin escrúpulos, que ven en la miseria humana el pretexto para echar a rodar sus prosaicas cámaras, y bajo esta idea, tratar al consumidor como una vedette de los aspectos más oscuros de la condición humana, y para servirse de este espectáculo triste proveerles de  la sustancia así como atosigarlos de pan y aprovechar su hambre para sacar un testimonio para vender como documental en el exterior.

En el siguiente video veremos un  grupo de misioneros noruegos que en su cruzada contra el mal ven al consumidor del bazuco como aquel inocente caído en las llamas del fuego a quien deben salvar para asegurarse su butaco en el cielo. La contraposición que hacen los realizadores del documental es Bazuco o Dios, desconociendo que para muchos de estos habitantes de los laberintos ignominiosos el bazuco es el mismo Dios, por lo tanto para ellos estos dualismos occidentales carecen de sentido. La hipocresía de este documental lo hace una muestra más de la decadencia humana, de quien ve en el otro un ser inferior ubicándose en el pedestal de tener la única razón y el único Dios.

Estos documentales con una noción unívoca de Verdad, que la visión amarillista supone tener,  tiran al excusado criterios  claros de ética periodística como la de no revelar la identidad de los niños – ni presentar sus caras, (para protegerlos) -ni la de no suministrar drogas a los adictos. Es evidente que los realizadores, portadores de la Verdad, compran  sus testimonios con sus drogas de preferencia para dar una impresión de investigación a lo que sencillamente se puede denominar explotación de una persona indefensa, que no tiene una noción muy clara de lo que está transmitiendo. Existen casos de periodistas irresponsables, que después obtienen premios Simón Bolivar y similares, que a fuerza de drogar a sus «fuentes» terminan empeorando su condición y matándolos al abandonarlos a su propia suerte en el síndrome de abstinencia. Otro periodista muy renombrado de Colombia, estudiado en el exterior, comentaba en una conferencia en una universidad privada,  que la práctica de darle  bazuco a los indigentes para obtener una crónica era una práctica frecuente a la que él no se había resistido para su programa de «periodismo investigativo».

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