FANZCIENCIA FICCIÓN INMOBILIARIA calling
«escribimos un futuro desde un pasado que se está desboronando» @eskrraga
— Louise Cyphre लुवुस (@addkerberos) May 31, 2016
ATENCIÓN A ESTA COOOOOOOOONVOCATORIA.
LLAMADO A TODOS LOS AGENTES DEL SECTOR DE BIENES RAÍCES, DEL SISTEMA CENTRAL NERVIOSO, DE LA ARQUITECTURA DE LOS TUGURIOS, EL CAMBIO SOCIAL DE LOS CEMENTERIOS Y PLAZAS DESIERTAS.
UTOPISTAS DE LOS DESCAMPADOS Y OKUPAS DE LOS ESCOMBROS DEL APOCALIPSIS
ESTE ES UN LLAMADO DEL FUTURO DE LOS FUTURISTAS AL PRESENTE DE LOS MEDIOCRES.
«Soy humano y necesito vivir como los demás viven», dijo el desalojado.
Varios asuntos urbanísticos que tratan de resolver el problema de la densidad poblacional privilegian el tratamiento inmobiliario a otros temas sucedáneos, como los de la ecología o preservación de patrimonios de interés histórico; en esta configuración del devenir de los habitantes y las ciudades mismas, se configura necesariamente una nueva narrativa que plantea dudas, inquietudes, pesadillas y ambiciones sobre esta relación entre el espacio y la vida.
La ciencia ficción no es indiferente a estos problemas de inmueble porque es el género que mejor da cuenta de la transformación y el devenir de la experiencia, las relaciones del ser humano, sus fronteras y contexto de artificialeza.
El resguardo de una conciencia desastrosa y sus restos que se mueven no es menor importante: es lo que define el habitáculo de una catástrofe, exteriorizada bien sea en un lujoso loft aséptico, un apartamento dentro de unos conjuntos residenciales, una casa, un cambuche, la cueva del ermitaño, el cubículo dormitorio de un oficinista, el sarcófago de un vampiro: TODOS SON ESPACIOS, CONCIENCIA DE MUERTE Y PROBLEMAS de carácter ENTERAMENTE INMOBILIARIOS.
El desplazamiento de ciudad y campo, los temas de migración, los traslados de barrios tradicionales a nuevos espacios tomados por nuevas clases emergentes y economías: ES UN PROBLEMA INMOBILIARIO. La muerte de la tradicional zona del Cartucho en Bogotá que dio paso al descampado llamado Parque Tercer Milenio en donde las dinámicas del crimen se reconfiguraron, es un buen ejemplo. Cuando los drogadictos de la zona Bronx den paso a los drogadictos de la economía Orange estaremos viendo que la realidad copia la ficción inmobiliaria.
«La pluma de ganso acabó con la conversación. Disipó el misterio; dio arquitectura y ciudades; trajo caminos y ejércitos, la burocracia: Fue la metáfora básica con que empezó el ciclo de la civilización, el pasaje de la oscuridad a la luz en la mente. La mano que llenaba la página de pergamino edifica una ciudad.» McLuhan
Cuando pienso en cómo sería la música de una ficción inmobiliaria lo primero que pienso es en Einstürzende Neubauten: su nombre alude al colapso de las nuevas edificaciones que se levantaban en la devastada Alemania post-guerra. También el colapso del Hall del Congreso de Berlín, la caída de un ícono alemán. Música con instrumentos de-construcción.
TODO CON RUINAS FUTURAS. MATERIAL PARA LA CAPA SIGUIENTE.
Lo que hoy llamamos retrofuturismos fueron en su tiempo soluciones arquitectónicas para un mundo cambiante que exigía nuevas y excitantes maneras de enfrentarse a los retos de vivienda. Tal vez se comprendería mejor Rascacielos de Ballard desde una mirada a las construcciones de arquitectura brutalista que atendiendo a una clase de psicoanálisis:
«Utopia», serie de fotos que captura la Arquitectura Brutalista de Londres
El sector inmobiliario se instaló en nuestras metáforas y se piensa establecer un buen tiempo. Mientras tanto, la mejor manera es pensar cómo vamos a enfrentarlo. Para ello requerimos agentes del cambio que sean capaces de escribir y transmitir sus ficciones inmobiliarias al correo:
1000inviernos@gmail.com, futugramma@gmail.com
Sugerimos que tengan alguna experticia en elementos propios del aburrimiento, la desazón o el sentimiento de que toda empresa es inútil y, por tanto, vale la pena emprenderla ante el terror de un horizonte donde no quede sino el suicidio.
Deadline: 25 de Julio.
El magnate valiente (cuento de sci-fi)
EL MAGNATE VALIENTE
Por: Luis Cermeño Y Felipe Escovar
Dedicado a Kero-uac, el perro más tierno y churriento del Bronx.
I
Víctor Florencio Kerofilis se preguntaba cómo, en las costas de una mar tan sucia como la Mediterránea, había quienes decían ser testigos de la más vasta cultura conocida por humano alguno. Claro, eso hasta que llegaron los espectros de Nibiru. Empacó sus maletas de su natal Creta rumbo a la desconocida e ignota ciudad de Bogotá. De esta población sabía que tuvo que ser bombardeada debido a la invasión de enanos que provenían del subsuelo. El canibalismo referido en las crónicas leídas por Kerofilis para mejorar su nivel de español, lo hacía reír a carcajadas y soñaba con el día en que pudiera recorrer esas calles y hacer un asado de pulmón humano.
II
Años después, Kerofilis acumuló una gran fortuna gracias al tráfico de bilis del Oso Media Luna. Se paseaba en su convertible blanco por las calles más prestigiosas de Atenas, ahora capital del protectorado Alemán. Víctor, en su comercio diario, conoció al colombiano Hernando Plazas, viejo cirujano plástico que quebró cuando en el mundo inventaron androides prostitutas mucho más baratas que las prepagos. Hernando convenció a Víctor de asentarse en la próspera ciudad de Bogotá, llamada también la Atenas sudamericana.
III
Cuando pisó suelo colombiano, Víctor confirmó la aseveración de su conocido, diciéndose que efectivamente los maricas bogotanos eran tan proclives al desgarre anal como los Helenos.
-¿Habrá nacido algún Platón por estas tierras?- Le preguntó Víctor a don Gervasio, el dealler chocoano que lo contactó con el comercio de psicoactivos del centro de Bogotá.
-Pues Platones, Platones, no. Pero viejos pedantes y maricas, sí. Ídem: Nicolás Gómez Dávila.
-Quiero darle a probar mi droga a ese tal Nicol.
-Pues, hermano, tenemos que ir hasta el cementerio central. Allá, en la cámara de criogenia, está el viejo haciendo escolios a su texto implícito.
Se dirigieron directamente del aeropuerto al cementerio; querían seguir estando en las nubes, entre muertos, porque estar suspendidos allá arriba es como estar suspendidos acá abajo. Sin dejar las maletas en el hotel, acercáronse al panteón de Nicolai.
El encuentro fue decepcionante a juicio de Víctor; el viejo se ufanaba de saber griego, pero, la verdad, lo hablaba con la fluidez de un tartamudo subnormal. Sus alusiones a autores latinos y griegos estaban llenas de las chapuzas propias de aquellos mequetrefes que, en vista de no poder decir nada, dicen mucho.
-Vamos mejor al hotel y miras tu canal neonazi de History Channel, Victor.
-La verdad es que no hay mucho por ver acá.
-No creas, hay mucho, hace unos días se legalizó el último deporte con vocación de espectáculo masivo: NEVI.
-Ese nombre no me dice nada.
-Exactamente, no te dirá jamás cosa alguna porque cualquier adjetivo desaparece ante lo que vas a ver.
Fueron en la limosina hacia el sector de San Bernardo, en el centro de la ciudad. A medida que se acercaban, el cretense sentía revivir los incendios de la vieja Troya; en cada esquina un sacolero con ojos perdidos lo retrotraía a las miradas de Aquiles herido de muerte.
El viejo poeta marica que hablaba de los viajes a Ítaca no tenía idea que para el desamparo también había un lugar en el mundo, es decir, un cambuche debajo del puente para fumar hasta las cenizas del final de los tiempos.
Entraron a un edificio en ruinas y se escuchó la risa de una mujerzuela que, al percatarse de la figura notable de Víctor, dijo:
-Huy, ese gringo está ojibrotado
Víctor bailó sus pupilas semejantes a un par de bolas de billarpool y, con un rictus de resignación, le explicó:
-La tiroides me jodió, señorita, y estos ojos están que se me salen disparados. Parezco una criatura de la Warner Bross, ¿cierto?
Los drogadictos y las putas (también drogadictas) celebraron el chiste y, sin más ni más, le pusieron el mote de Warner Bross a nuestro héroe. Entonces le propusieron hacer la Tom y Jerry.
-Y eso, ¿qué es?- dijo con excitación Víctor.
-Verás, te pones una docena de bichas de bazuco en la boca, no importa que al principio parezca que no te caben, tienes que ponértelas todas, en seguida, las prendes al tiempo, inhalas el humo y quedas pero listico.
-Listo, ¿para qué…?
-Pues para la rumba, mi amor, y para olvidar a qué sabe el bazuco y por eso tendrás que probar y probar, una y otra vez: para recordar a qué era que sabía esa bicha que te acabaste de fumar.

Silvestre en el Bronx
Una vez terminado el ritual, Víctor sintió en su cabeza el sonido que hace un interruptor de la luz al encenderse, pensó que la tierra había sido deshabitada y que el último cohete se marchaba sin él, el gran magnate de las islas griegas.
William S. Burroughs: Cien años de marica
CIEN AÑOS DE MARICA
POR: PEDRO SÁNCHEZ MERLANO
Una meditación a propósito del siglo de William Burroughs.
Acosado por los inhaladores más profundos de mi asma tuve un sueño muy puro contigo:
Llegabas a la L como un tahúr de esos que salen en los westerns. En lugar de pistola traías jeringas. Cada una de ellas estaba sedienta de heroína y, también, cómo no, de heroinómanos. ¿Qué preferirías, pinchar heroína o pichar heroinómanos?
En la taquilla de Homero pediste pasta base de cocaína y te la metiste en la boca mascándola como el más grande beisbolista del mundo. Después la escupiste y, con una jeringuilla, succionaste el líquido hecho de tu saliva y de los escombros drogadictos para chuzarte el brazo.
Entonces vi al otro, al detective marciano, que venía convertido en una gigante flema en medio de la ciudad ardiente en llamas. Yo pensé, en medio del sueño, que me habían estafado con el bazuco, porque lo que estaba viviendo me tenía ya en un mal viaje, pero cuál mal viaje, si era el viaje a tu espacio interior, William. Estabas drogado de ti mismo, y lo que ocurría a tu alrededor no eran más que pormenores superfluos de tu desdicha.
Documentales sobre el bazuco, el espectáculo de la miseria humana
El bazuco, conocido como pasta base de coca, es un misterio. La degradación tanto física como social que esta sustancia ejerce es bien conocida, tanto para quienes la prueban como para quienes ven en ella una puerta de entrada a un mundo de horror. Por esta carga de misterio existe una fascinación, más que por la sustancia, por los individuos que se pierden en el consumo y terminan sus vidas de maneras tristes. Esto lo aprovechan realizadores de cine, sin escrúpulos, que ven en la miseria humana el pretexto para echar a rodar sus prosaicas cámaras, y bajo esta idea, tratar al consumidor como una vedette de los aspectos más oscuros de la condición humana, y para servirse de este espectáculo triste proveerles de la sustancia así como atosigarlos de pan y aprovechar su hambre para sacar un testimonio para vender como documental en el exterior.