El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora). Día ocho.

CAZÈRES-SUR-GARONNE-LOUDENVIELLE

Ganador de la etapa: Nans Peters (Francia)

Líder de la clasificación general: Adam Yates (GBR)

El final signado es un deseo de los dioses, materializado en promesa y, en medio de su telar, el humano cree que lo que le ocurre es el destino. Vistos en retrospectiva, los días pasados se justifican con lo que ha ocurrido ayer y hoy: el cansancio ha empezado a cobrar sus primeras víctimas del tour y, al octavo día, en los primeros diez puestos de la clasificación general, hay un competidor por cada equipo. Esto, que puede parecer una obviedad, tiene entrañan una reminiscencia de los tiempos en que esta disciplina parecía tender más hacia lo individual que a lo colectivo.

Con la irrupción de la lógica anglosajona, se dio un giro corporativo:  ganaba un individuo, pero los demás integrantes de la escuadra, a cambio de un buen salario, dejaban de lado sus ambiciones deportivas y apoyaban a ese ganador Esto desembocó en que lo único que valía era ganar, sin importar que ello costara un tour aburrido. El contagio de esa lógica fue acelerado: los demás competidores temieron perder y todo culminó en el imperio del Us Postal de Armstrong.

Hoy, con las individualidades en cabeza de la competencia, empieza a darse una competencia de fuerzas personales, aunque hay quienes afirman que mañana Roglic volverá a tomarles ventaja para así demostrar su superioridad actual.

Si de nacionalidades se trata, por primera vez en el tour de Francia los dos ciclistas más fuertes vienen de un pequeño país de Europa del este: Eslovenia. El rival más competitivo de Primoz es Tadej Pogacar, nueve años más joven y con la perspectiva de ser el próximo dominador de esta competencia. Entre ellos dos emergen los escaladores colombianos y Bardet, que tienen en contra una desventaja virtual de dos minutos con respecto a los favoritos para la penúltima etapa contra el reloj.

En los diferentes resúmenes otorgan a Pogacar el lugar del nuevo valiente del pelotón mientras que otros aseguran que esto es un espejismo para el aplastamiento de mañana. En Colombia proclaman la “resurrección” de Quintana y manifiestan cierta indiferencia para con Bernal, el campeón defensor. Los franceses, por su parte, repiten la telenovela del año pasado: Pinot llorando porque no puede seguir el ritmo de los mejores y la subisiguiente disculpa con los fanáticos. En el Jumbo, el equipo holandés que ha sido, hasta hoy, una aplanadora, ya se ha hundido Kuss, el gregario que tantas vece aupó a Roglic en Dauphiné y en la primera semana de esta competencia. Hoy, en la penúltima ascensión, Doumolin tomó la cabeza del grupo, entregando sus fuerzas para que Roglic gane: quizá sea la confesión de que él es el segundo y no está para ganar la prueba, como ya lo afirmó Alberto Contador.

Por primera vez parece que el tour incurre en una incertidumbre que coincide tanto en la competencia como en la organización. Hoy aguantó un aparentemente débil Adam Yates en la primera posición, mañana se puede dar un cambio y la perspectiva de la segunda semana es la de futuros hundimientos y luchas frontales, claro, si es que se materializa una ilusión. También será crucial el día de descanso (lunes): harán pruebas generales de Covid y si un equipo tiene a más de dos portadores, será expulsado, como suele ocurrirle a los apestados en cualquier ámbito de la vida. Entre lo vírico y la competencia se coinciden unas proporciones en las que el deseo de los dioses se cumplirán y entonces los ciclistas inculparán al destino.

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