El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora). Día siete.

MILLAU-LAVAUR

Ganador de la etapa: Wout van Aert (Bélgica)

Líder de la clasificación general: Adam Yates (GBR)

¿El tour es El tour?

El séptimo día fue el primero del tour, dicen muchos, como para olvidar el sopor de lo que antes ocurrió. Sin embargo, esa singladura del aburrimiento ha medrado el ánimo y la concentración de los espectadores y competidores.  

Cuando desperté, aparecía el tren de Bora al frente del pelotón y se dieron los primeros cortes, en donde quedaron los potenciales rivales de Peter Sagan para el embalaje final -hoy día el corredor eslovaco no convoca el entusiasmo de hace un par de años, cuando todos le celebraban sus patanerías, empujones y soberbia (directamente proporcionales a su pericia en la bicicleta), al colocarlo en el lugar, siempre sospechoso, de “genio”; muchos de sus más furiosos defensores se han pasado al club de algún joven belga cuya valía se eclipsará en unos años para dar paso a otro “niño terrible”- eso sí: la ventaja que tienen estos seguidores con respecto a los fanáticos de Landa o Quintana es que no se enganchan con un nombre; cambian de ídolo como las filiales estadounidenses de ciudades para hacer sus equipos de beisbol o fútbol americano-. Al final, Sagan perdió con Van der Poel (el muchacho de moda que aleja la explosión de Evenepoel), aunque ya tiene la camiseta verde, acumulando otra distinción a su hoja de vida.

En medio de eso que los cronistas llaman “caos”, lo cual supone un orden y evidencia nuestro acostumbramiento al discurrir cansino de algunas etapas, se dio el movimiento de ataque. Fue a 35 kilómetros del final y lo lideró Ineos; justo después de un municipio, Kwiatowski se puso en cabeza del pelotón. En el equipo sabían que una ráfaga de viento lateral posterior haría estragos y, en la curva de una glorieta, se haría imposible que los rezagados más peligrosos remontaran; el polaco jamás se abrió y, como muchos lo han explicado, el pelotón se formó en fila india pues, con el viento, perder la línea implicaba un retraso mayor; entre los que perdieron están Pogacar y Mikel Landa, que se alejaron a más de un minuto respecto a los integrantes de Jumbo, a Bernal, Quintana, López, Bardet y Pinot.

El sinsabor está en el extraño comportamiento de Astana. Tenía siete ciclistas en la cabeza de la carrera, mientras Jumbo contó con cinco y, sin embargo, no intentó romper. Algunos refieren un acuerdo que entre las diferentes escuadras para eliminar a Pogacar: el ciclismo tiene como base, además del deportista, los médicos, nutricionistas y constructores de bicicletas, a las relaciones políticas. Mañana, los que hoy fueron amigos, se enemistarán. O se resignarán con la tiranía liderada por el alemán Martin y asumirán que el equipo holandés será el tirano en lo que queda de competencia. La etapa terminará en un descenso de once kilómetros, después de pasar por el Peyresourde, y Roglic, que fue un esquiador, bajará con un ritmo suficiente para alejar a los demás y cuenta con el descanso que se dio hoy Kuss, siempre agazapado en el grupo. Primoz es el favorito y todo apunta a que amplíe su ventaja e, incluso, que suba al primer puesto de la general para no volverse a bajar salvo por un desfallecimiento y, si ello ocurre, le quedará a su equipo – el Jumbo –Doumolin.

Lo que hoy pasó se acrecienta con la quietud de los días pasados y la ansiedad de la pandemia. Lo más interesante de este tour es que no hay seguridad de que se corra en su totalidad. Y esa incertidumbre hará que todos los días aguardemos por una noticia que notifique su interrupción; de llegar ser así: ¿cómo será el podio? ¿nos quedaremos con la imagen de personas con la cara tapada que simulan estar felices? ¿Cuál fue el ideal del tour que hemos tenido en nuestras cabezas y que siempre alumbra cuando nos defraudamos con cada nueva edición? Hoy ha aparecido una promesa: ojalá Pogacar y Landa ataquen; el más joven es el único que surte una sensación real de peligro a las filas de Jumbo, si es que resulta peligrosa la perspectiva de perder una carrera de ciclismo mientras circula una peste por el mundo.

Quizá todo termine en los Pirineos este domingo y nos quedemos con ese tour ideal que tuvimos en nuestras cabezas. Pensaremos cómo serían esas etapas que jamás se harán: serán más feroces en nuestras ilusiones que en las carreteras. El ciclismo tiene un doble en torno al cual discutimos y cuyo remedo es lo que vemos por la televisión.

Pd: Algunos plantean que no fueron vientos sino daños mecánicos los que ocasionaron el corte de Pogacar.

Tags: ,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: