El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora). Día tres

NICE-SISTERON

Ganador de la etapa: Caleb Ewan (Australia)

Líder de la clasificación general: Julian Alaphilippe (Francia)

Los pactos en el tour hacen fortalecen la ilusión de julio y la ausencia de la peste. Hoy permitieron la fuga de tres ciclistas que no eran peligrosos en la clasificación general; nadie de los equipos poderosos se apuró, había un pacto que se sella en escenarios diferentes a la carretera. En ella, mandamases como Tony Martin- que será un importante colaborador en la consecución del título de Doumolin o Roglic dentro de tres semanas, como se pronostica por la mayoría de los seguidores- se dedican a manotear y matonear: uno se pregunta si la soberbia de Armstrong más bien fue castigada porque semejó la de los vaqueros del oeste estadounidense y no la frialdad de la selva negra o el “señorío” eurolatino que se lamenta porque ya no hay un Carlos V al cual serle obsecuente.

Luego de una carrera que obedeció las ordenes de quienes están destinados a dominar (y cuyo mecanismo nos lo dibujan como una estructura apalancada en la capacidades deportivas), llegó un embalaje que sólo se condimentó con la caída del virtual líder de montaña, el francés Pérez que debió retirarse sin siquiera poder subir al podio. Caleb Ewan hizo maromas semejantes a las de habilidosos futbolistas y levantó los brazos; luego proliferaron las crónicas en las que ensalzaron el tamaño diminuto del corredor y su proverbial fortaleza para así desembocar en el adjetivo favorito para justificar al ciclismo: épico.

Con esa palabra titularán el día que haya un ataque a un poco más de ocho kilómetros de meta. El ganador se convertirá en un héroe breve y todos regresarán a sus casas, a esperar a que salga la vacuna y asegurar que el tour del próximo año será tan aburrido como la mayoría de los acaecidos en el presente siglo.

Y cuando escribo aburrimiento no lo hago como una condena: lo llamativo del tour es que no pasa nada y que siempre se espera lo que casi nunca llega. Las discusiones que se dan en los cenáculos y las peleas se olvidan pronto porque es un show que propicia fruslerías. En estos días se advierte cómo lo milimétrico, la domesticación de los bosques y la alteración de los potreros para que tomen el color de bodegones que hieden a verano, conviertan al tour en el mejor reportaje publicitario que tenga Francia.

Dicen que mañana pueden darse escaramuzas pues hay ascensiones. El tour, por ahora, sigue el rumbo de la de todos estos años: la espera y la confirmación de las casas de apuestas.

Tags: ,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: