Libros de cabecera para ágrafos y lectores introvertidos

Por: Francesco Vitola Rognini.

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Ha regresado a nuestro espacio, Francesco Vitola Rognini (autor de Hambre de Caza y Héroes Decadentes: ambos publicados en Milinviernos) con una serie de artículos que versarán sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”. 

 

Un lector introvertido aprovecha el confinamiento para ponerse al día con lecturas atrasadas, libros adquiridos antes de que el Coronavirus nos cambiara la vida de la noche a la mañana. Este lector, algunos años antes, había conocido la figura emblemática de Bartleby, el escribiente, creada por Herman Melville, gracias al libro Bartleby y compañía de Enrique Vila- Matas. En aquel momento la fascinación se vio reflejado en el personaje: <<No soy el primero enfrentado al dilema de no querer escribir, pudiendo hacerlo>>. El <<prefiero no hacerlo>> de Bartleby se convirtió desde entonces en un mantra que lo acompañaría por el resto de sus días. 

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¿Si celebrados escritores —la lista excede las dos cifras— han sentido fascinación por los ágrafos, por qué habría de sentirse mal el escritor anónimo que optó por hacer de la lectura una prioridad en su vida, ante la falta de motivación para seguir escribiendo? Saberse parte de una tradición literaria le dio esperanzas pasajeras, aunque con el tiempo comenzó a sentir la improductividad como una enfermedad, expresado por Vila-Matas en éstos términos: <<Hoy es un mal endémico de las literaturas contemporáneas esta pulsión negativa o atracción por la nada que hace que ciertos autores literarios no lleguen, en apariencia, a serlo nunca>>(P.24). 

Años después, sin poder haberse librado del mal y refugiado en su sosegada naturaleza introvertida y propensa al silencio, el lector introvertido continuó aplicándose al esquema de <<prefiero no hacerlo>>, aunque siguiese leyendo y acumulando libros. Uno de esos títulos, su última compra antes del confinamiento impuesto por la pandemia, fue Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, de Antonio Pau, lectura que reproduciría en él un sentimiento análogo al que experimentó al descubrir la investigación sobre los ágrafos de Vila- Matas. De inmediato, el Manual de escapología se convertiría en material de estudio, y la bibliografía ahí citada pasaría a ser punto de referencia para futuras lecturas. 

No es extraño que los lectores sientan, de vez en cuando, que un libro llegó a ellos como caído del cielo, libros que vienen a resignificar momentos específicos en la vida del que los recibe con gratitud. De ahí que se repita tanto aquello de <<los libros lo encuentran a uno, y no a la inversa>>. Y aunque en la vida hay por igual espacio para la superstición y la poesía, lo cierto es que teniendo una bibliografía a la mano la búsqueda deja de depender del azar. Por lo que, si tuviese que recomendar dos o tres libros a un lector introvertido o a un ágrafos, deseosos de leer o crear en paz, lejos del mundanal ruido y la cháchara superflua, les sugeriría los antes citados. 

En ellos encontrará dos vetas de piedras preciosas, dos bibliografías indispensables para todo lector, o escritor, reservado. Vila-Matas y Antonio Pau nos presentan estados de la cuestión que parecen hechos a la medida de las necesidades de los lectores reservados y de los escritores que se enfrentan al bloqueo creativo, a la desmotivación, al burnout, al Síndrome del impostor, o al Síndrome del conmigo-que-no-cuenten, como también se conocen a los Bartleby. 

Serán lecturas reconfortantes, apropiadas para estos tiempos angustiantes en los que hasta los extrovertidos han tenido que ponerse en los zapatos de los introvertidos, acostumbrados, ellos sí, al confinamiento. Porque no todas las soledades son idénticas, como bien lo explica Antonio Pau: <<La soledad de la que se huye es soledad-angustia, y la soledad a la que se huye es soledad-quietud>> (P. 27) 

 

Bartleby y compañía 

 

Vila-MatasEste ensayo con apariencia de diario podría también titularse <<Escritores sin obras, o literatura del No>>, en sus páginas, Vila-Matas recorre el universo de los ágrafos, o escritores que no escriben. Su objetivo, al adentrarse en el laberinto, es vencer al minotauro. No busca perderse o entregarse a la muerte, al fracaso. La idea latente a lo largo de la investigación es superar el obstáculo, romper el bloqueo creativo, el suyo personal: <<Sólo la pulsión negativa, sólo del laberinto del No puede surgir la escritura por venir>> (P. 13). Puesto en términos convencionales: << El escritor que trata de ampliar las fronteras de lo humano puede fracasar. En cambio, el autor de productos literarios convencionales nunca fracasa, no corre riesgos, le basta aplicar la misma fórmula siempre, su forma de académico acomodado a su fórmula de ocultamiento>> (P. 33). En otras palabras, el verdadero escritor es aquel capaz de arriesgar su propio statu quo al negarse a repetir formulas exitosas, el que busca autenticidad permanentemente, el que esta dispuesto a arriesgarlo todo con tal de alcanzar su meta máxima, la coherencia entre autor y obra: <<En una descripción bien hecha, aunque sea obscena, hay algo de moral: la voluntad de decir la verdad. Cuando se usa el lenguaje para simplemente tener un efecto, para no ir más allá de lo que nos está permitido, se incurre paradójicamente en un acto inmoral>> (P. 33). Por tanto, el silencio, negarse a escribir o crear, tiene tanta validez para un autor comprometido, autocrítico, como dejar de hacerlo porque se lo impide un factor exógeno. 

Vila-Matas escribe este diario como ejercicio de desbloqueo literario, tras 25 años de silencio, tiempo transcurrido desde la publicación de su primer libro —<<una novelita sobre la imposibilidad del amor>>—. Un cuarto de siglo de mutismo no es poca cosa, lo que subraya el valor del libro, su capacidad de aliviar a los que están aquejados del mal de conmigo-que-no- cuenten. El camino que recorriera para lograr salir victorioso del laberinto fue impredecible, lo que va de la mano con las palabras de Joseph Joubert: <<Pero ¿cómo buscar allí donde se debe, cuando se ignora hasta lo que se busca? Y esto ocurre siempre cuando se compone y se crea. Afortunadamente, extraviándose así, se hace más de un descubrimiento, se hacen encuentros felices>> (P. 56) 

Manual de escapología 

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La huída, el desprecio del mundo o contempus mundi, el rechazo a la vanidad de las cosas humanas, tiene tantas formas como personas hay en este mundo: <<Cada huída es una trayectoria posible>> (P. 22). ¿Cómo no hacer apología a la huída en tiempos angustiantes, apocalípticos? Las ansiedades generadas por la vida urbana y por el clima de desestabilidad política de los países, deberían ser motivos suficientes para estudiar el concepto y sus múltiples variantes, tanto por salud mental, como por formación filosófica: <<Si alguien está descontento de sí mismo, lo está por relación con su circunstancia>> (P. 24)

Esta lectura, más allá de catalogar los tipos de huída, destila en unas pocas páginas siglos de búsquedas filosóficas, desde los clásicos griegos hasta los pensadores más modernos: <<Sea refugiándose en la soledad o refugiándose en la compañía, el hombre lo que busca con la huída es sosiego>> (P.27). De tal forma que no existen atajos, ni simplificaciones, a la hora de buscar la libertad espiritual, en ello los griegos fueron tan divergentes como creativos: <<Para Platón, la ciudad era el medio natural del ser humano: todo lo contrario de lo que pensaba el solitario Epicuro y sus solitarios discípulos del jardín>> (P. 46). Por otro lado, los estoicos creían que <<no hay más que un ideal en la vida, que es el dominio de uno mismo (Enkráteia) y la consiguiente impasibilidad (Apátheia) y esas metas solo pueden lograrse alejándose del mundo>> (P. 47)

Son poco más de doscientas páginas dedicadas a las múltiples formas de escapar del ajetreo cotidiano, desde la fuga saeculi o huída de la corrupción del mundo, pasando por la soledad de la celda de los anacoretas, el beatus ille o felicidad de la vida campestre, la huida a la aldea, la huida al desierto o anacoresis, al bosque o fuga thoreana, a una isla o fuga robinsoniana. A través de sus páginas accederemos a las hortus conclusos o jardines cerrados, a las bibliotecas, studiolos, cabinets de sage, cabinetes de maravillas o Wunderkamer, todos ellos, espacios diseñados para escapar del mundanal ruido, refugios destinados al estudio y la meditación, lugares pensados con el objetivo de poder aplicar la máxima In solis sis tibi turba locis, en la soledad sé una multitud para ti mismo. 

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