Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día ocho)
Día ocho.
Ganador de la etapa: Thomas de Gendt
Líder de la clasificación general: Julian Alaphilippe
Para el nacionalismo francés hubo una tarea que asumió Alaphilippe y mañana, cuando se conmemore la toma de la Bastilla, saldrá como líder del tour de Francia – uno de los resquicios de orgullo nacional que resguardan con celo los franceses –. Después, puede ser un extranjero el que gane pero ya no mancillará la fecha que ellos, los franceses, la creen propia, como si un catorce de julio no fuera posible en Angola.
El otro ganador de la jornada fue Thibaut Pinot, un ciclista para el que este trazado es un guiño y, más aún, cuando no vino ninguno de los dos grandes favoritos, como ocurrió en 2014, cuando ocupó un puesto en el podio, al lado del ya olvidado Peraud y del campeón Nibali (hoy hundido en la clasificación); sacó una renta suficiente de tiempo para encumbrarse en el primer lugar de los favoritos, con lo que los franceses suponen que la ansiedad por ganar un tour con un nacional- que no la pueden paliar ni con dos mundiales de fútbol- está cercana a su fin..
El instigador de toda esta calentura francesa ha sido un belga llamado Thomas de Gendt. Su profesión es la del fugitivo y, casi siempre, es atrapado pero, cuando ello no ocurre, renace el entusiasmo y se ensombrece el sopor de las etapas precedentes ante una escapada que, como la de hoy, ocupó doscientos kilómetros.
El mañana ideal que se trazan los espectadores ha tenido variaciones. No sólo porque Pinot sea el líder de la clasificación general de los favoritos para llevarse la camiseta amarilla sino porque el Ineos tuvo una caída en donde se le vio frágil o, al menos, con flaquezas, lo cual ya es raro para la escuadra que tiranizó al tour en la última década la que lo ha convertido en una sucesión de hechos calculados y predecibles; en ese entrevero se vio perjudicado Thomas y, aunque no hayan dado algún parte de preocupación, ya hay material para la próxima secuencia de aburrimientos del tour: ¿está golpeado? ¿podrá seguir como líder del equipo? ¿estamos ante un cambio generacional?
Los fanáticos y odiadores de uno u otro corredor (en nuestro mundo hispanoparlante ello se cifra en Landa Meana y Quintana), se han ocupado de hacer las burlas del caso y los pronósticos que prevén ridículos, gestas o simples reproches. Hay una ingenuidad que habita a quienes seguimos este espectáculo y que se cifra en la creencia de que, cuando alguno de los deportistas no ataca es porque no quiere, como si también incurriéramos en esa creencia anclada en el “pueden ocurrir muchas cosas”. No ocurre tanto como uno quiere o cree o quiere creer; es más, todo cambio se limita a unos instantes, como los que se dieron hoy cuando los dos franceses intentaron seguir al fugitivo de siempre. Y esto no opera, con exclusividad, en el show del ciclismo de alta competencia.