Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día nueve)
Día nueve. Saint Étienne- Brioude
Ganador de la etapa: Daryl impey
Líder de la clasificación general: Julian Alaphilippe
Como los malos chistes, muchas historias del tour deben sobreexplicarse; es necesario extenderse en posibilidades, tramas y estrategias – todas ellas hipotetizadas por el periodista que las expone- para darle sentido a una transmisión de más de dos horas y a una charla entre que discurre con los kilómetros y la caravana ciclista que parece una vista de fondo. Por eso, el tuiter y la manifestación de cariño para con los locutores de esos programas televisivos, son la herramienta más socorrida y por ello todo deriva en una conversación sobre comidas típicas, frutas exóticas y chistes familiares para desembocar en un último kilómetro embarazado de alaridos y de alusiones al ritmo cardíaco .
En las sobreexplicaciones, el tour resulta apasionante. Ahora bien, hay quienes afirman esto sin decir mucho más, no porque lo enunciado sea una verdad sino más bien una orden que proviene del status de autoridad que tiene quien lo dice. Bernard Thévenet se adscribe a aquellos entusiastas y su arma de persuasión es haber ganado dos tour de Francia, el primero porque un energúmeno golpeó a Merckx cuando este comandaba la clasificación y se vio menoscabado físicamente y el segundo lo logró luego de una sanción por uso de esteroides en la París-Niza.
Él mismo ha manifestado su furor nacido de la actuación de Pinot, como le ha ocurrido a la mayoría de la Francia ciclística. Esto seguirá creciendo y sólo se caerá en la tristeza si Pinot hace una muy mala contrareloj o, simplemente, padece una de esas pálidas que le han impedido ganar una gran vuelta. La ilusión del bicampeón del tour de Francia y de todo ese país pende de un corredor que siempre tiene un mal día, quizá más memorable que sus buenas presentaciones.
Hoy, en la clasificación general, no hubo cambios y sólo se destaca una escaramuza en la que estuvo involucrado Romain Bardet, el otro francés al que le impusieron la obligación de ganar y que se ha retrasado mucho en la competencia por el primer lugar; atacó pero su fortaleza fue estrangulada por un pelotón que, a la vez, no tuvo el mayor empacho de vergüenza por permitir una fuga que tomó más de diez minutos de ventaja. Lo curioso es que esta actitud, que puede ser tomada como un esputo a la cara del nacionalismo francés, se eclipsa por el propio entusiasmo de los franceses más nacionalistas para con el que suponen será el hombre que romperá la sequía de más de tres décadas: Thibaut Pinot.
El ganador de la etapa fue el sudafricano Impey. Esto ha generado que vuelva la tan cacareada globalización del ciclismo porque ya hay africanos en el podio, es decir, se sigue manifestando ese multiculturalismo tan correcto que hace sentir bien e incluyentes a los espectadores y organizadores de un show que cuenta con patrocinadores como laboratorios y petroquímicas.
A medida que avanza el tour, se posterga el día del cambio total. Aún hay quienes guardan en el banco de titulares el “golpe en la mesa” con el que suele denominarse al momento en que alguno de los favoritos muestra fortaleza respecto a sus rivales. Ya aparecen en el horizonte los Pirineos y la contrareloj, que será determinante para el comportamiento de los escaladores en la tercera semana. Muchos de ellos saben, como los franceses, que ese fatalismo de telenovela, sustentado en el “ahora o nunca”, se hará una carga tan pensada como la ventaja que les impondrán los mejores contrarelojistas y puede que de la gravedad francófona se pase a la ampulosidad y la pretendida discreción británica.