Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día siete)

Día siete. Belfort-Chalon-Sur-Saone

Ganador de la etapa: Dylan Gronewegen

Líder de la clasificación general: Giulio Ciccone

 

En Los guantes, escrito por Elvio Rocha, el hombre que actúa en el discurrir de los hechos, quiere masturbarse. Siempre lo quiere. Y, para la consecución de su deseo, ejecuta un ritual que precede a cada acto:se quita la ropa, la dobla, busca en un cajón diferentes tallas de guantes de cirugía y los prueba mientras se soba, lo hace hasta sentirse cómodo con el que calce con su mano.  Cada postura de la prenda sintética prolonga la espera y acrecienta el deseo. La consecución es corta pero suficiente y se hace magnífica por todo el prolegómeno. Esto mismo ocurre con etapas como las de hoy: fue la más larga del tour y todos deben comerse el terreno para que, al final, todo se dilucide en el último kilómetro.

Los gritos de los locutores, las tomas y los foto finish forman parte de una red hecha para el olvido de los dos centenares de kilómetros que precedieron al final. Es ese último momento el que aparecerá en los videos promocionales de la carrera y los que intentan atraer a nuevos seguidores.

En lo que antecede al final, las discusiones enriquecen al tour. Hoy muchos se han levantado con un cúmulo de reproches para FdJ, el equipo de Pinot, pues le adjudican el fracaso del celebrado ataque de Landa Meana. Claro, no son todos: sólo los fanáticos del alavés que, por primera vez, comparten algo con los fans de Quintana; ambos se emocionaron con esa salida de entre los favoritos, los primeros porque se aferran a que es un posible candidato al título y los segundos porque vieron en esa actitud un reconocimiento tácito de quién es líder de la escuadra. Al final, Landa perdió dos segundos respecto a Quintana y este perdió tiempo con respecto a Thomas.

El tour de Francia cuenta con un salvavidas: las redes sociales y la abundancia de podcast y crónicas. Parece que, cuanto más se facilita la posibilidad de dar a conocer la opinión propia, se oscurece el desarrollo de las carreras. En un tiempo, los testimonios sobre lo que ha sido este tour lo convertirán en una gran gesta, como ya se hace con respecto al que Froome ganó hace dos años: dicen que fue el más reñido que ganó el ciclista de Kenia pero obvian que e segundo (Urán) jamás luchó por llegar al primer puesto y el tercero, Bardet, sabía de antemano su lamentable condición en la CRI que se hizo el penúltimo día, con lo que no era un peligro mayor y el cuarto, Landa Meana, apenas rasgó el podio pero alimentó las especulaciones en las que sus seguidores afirmaron que incluso podía ganar el tour de no haber sido porque Froome lo detuvo.

Todo se mueve dentro de esos terrenos, es como un juego de mesa en donde todo lo que ocurre pasa por fuera del juego propiamente dicho. Y por eso, etapas como la de hoy sirven para nutrir esos pretendidos debates. Ha sido el capítulo más largó de este tour, que parece que será muy largo, y sólo resta concentrarse en quienes están huyendo del sopor del pelotón, o esa “serpiente multiculor” que desborda todos los matices de la quietud, la espera e, incluso, la modorra (la misma que tuvo Quintana cuando perdió el paso del pelotón y tuvo que ser apoyado por algunos compañeros para regresar).

Por eso, también, aparecen las notas como la de que Ciccone -el actual portador de la camiseta amarilla- es un pariente lejano de Madona -gracias a los entresijos de las migraciones europeas a los Estados Unidos, cuando la migración era síntoma de pobreza pero no un delito- y que, por lo tanto, la llamada reina del pop tiene una lejana participación en el tour. Parece que los organizadores y la prensa aún no se percatan que es mejor ser Maradonna que Madona.

Y también, en el ámbito local colombiano, se menciona que mañana se cumplirán 34 años de la etapa que Herrera ganó con la cara ensangrentada y que, por detrás, llegó Hinault, con el rostro también roto y ambos compartieron ambulancia. Y agregan que la ascensión donde atacó «el jardinerito de Fusagasugá» se volverá a hacer en la jornada del sábado, como si con ello quisieran armar una fórmula en la que los pichones piquen y supongan que mañana pasará algo diferente a nada.

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