Un corto sobre los peregrinos planetarios: Wanderers
Carl Sagan sigue siendo el poeta de las nuevas generaciones de alucinados del Espacio Exterior. A pesar de revelarnos con una condescendencia pastoril nuestra pequeñez en el Universo, también con sus generosas palabras nos hacía sentir parte de una misión como especie, como planeta, hacia la búsqueda de nuevos horizontes para fastidiar en el vasto Cosmos de las fuerzas inconmensurables que nos seducían con sus llamados.
Dentro de la numerosa serie de re-mezclas al trabajo de Carlitos Sagan, se destaca este trabajo de Erik Wernquist, llamado Wanderers, en el que a partir de recreaciones digitales de lugares existentes registrados a través de fotografías y mapas disponibles en la red, se hace un simulacro de seres humanos atravesando estos espacios (como bichos parasitarios invadiendo nuevos cuerpos) , mientras la voz omnisciente de Sagan va rezando un fragmento del libro «Un pálido punto azul».
Esta es la traducción, tomada del sitio web Fayerwayer:
Con todas sus ventajas materiales, la vida sedentaria nos ha dejado un poso de inquietud, de insatisfacción. Incluso tras cuatrocientas generaciones en pueblos y ciudades, no hemos olvidado. El camino abierto sigue llamándonos quedamente, como una canción de infancia ya casi olvidada. Otorgamos a los lugares un cierto romanticismo. Esa atracción, sospecho, se ha ido desarrollando cuidadosamente, por selección natural, como un elemento esencial para nuestra supervivencia. Veranos largos, inviernos suaves, buenas cosechas, caza abundante; nada de eso es eterno. Quizá debamos nuestra propia existencia, la de nuestra banda o incluso la de nuestra especie a unos cuantos personajes inquietos, atraídos por un ansia que apenas eran capaces de articular o comprender hacia nuevos mundos y tierras por descubrir.
Herman Melville, en Moby Dick, habla en nombre de los aventureros de todas las épocas y latitudes: «Me mueve una atracción permanente hacia las cosas remotas. Adoro surcar mares prohibidos…»
Puede que aún sea un poco pronto. Puede que aún no sea el momento. Pero esos otros mundos –prometiendo oportunidades inconmensurables– nos llaman.
Silenciosamente, orbitan el Sol, esperando.