De un taxi salgo, hacia un taxi voy (Crónicas sobre los taxis y los taxistas de Bogotá – Segunda entrega)
Continuamos con esta crónica escrita en 2002. Acá podrán leer la primera entrega.
Por: José Enrique Plata Manja @owai
Número estimado de taxis en Bogotá: No hay cifra certera, pueden ser veinte mil, treinta mil, sesenta mil, setenta mil. (Si se tienen en cuenta además los taxis matriculados en los municipios anexos a Bogotá como lo son Chía, Zipaquirá, Mosquera o Facatativá que laboran en la ciudad, pueden ser veinte mil unidades más. Y una situación paradójica se presenta con esto. Estos taxis se pasean libremente por la ciudad de Bogotá, pero los taxis matriculados en la ciudad de Bogotá, no pueden circular en esos municipios si no están planillados por su respectiva compañía. De lo contrario, se presentan multas para estos conductores.)
Páginas del directorio telefónico donde se encuentran las compañías y taxistas: 856 y 857
(Directorio páginas amarillas de Bogotá, edición 2002)
Compañías más reconocidas: Taxis Libres, Taxi Mío, Taxi Real, Taxi El Dorado, Taxisatélite, Taxi Estrella y otras más.
Requisitos para ser taxista en Bogotá: Licencia de conducción, pasado judicial y examen de las reglas de tránsito. La certificación se tramita ante la Secretaría de Tránsito y Transporte de Bogotá.
Formas de trabajo de un taxista en Bogotá: Independiente (El conductor es el dueño del vehículo y lo trabaja a su gusto). Asociado o vinculado a una compañía (El conductor se asocia a una de las compañías de la ciudad, para entonces tener una serie de beneficios como asignación de un radio teléfono, turnos de trabajo y más).
Sistema de cobro de los taxis en la ciudad: Se cobra basándose en unidades, que son contadas por cada cien metros de recorrido. La carrera mínima equivale a dos mil doscientos pesos (un dólar). Al finalizar se miran las unidades en una tabla de valores para obtener entonces el valor a pagar y se hacen los recargos pertinentes, si es que los hubo en esa ocasión.
Dependiendo de la situación hay recargos como el viaje al aeropuerto, las afueras de la ciudad, recargo nocturno, llamadas para solicitar el servicio, tiempo de espera y más.
Instrumento para el cobro de la tarifa: Cada vehículo lleva un taxímetro que calcula el recorrido llevado. Estos taxímetros son calibrados cada año y se consiguen en diferentes distribuidoras. Son de venta libre. Los hay análogos y digitales.
Costo de un taxímetro: Puede conseguirse desde cuarenta mil pesos si es uno básico y si además es de segunda mano. Los nuevos los hay desde cien mil hasta cuatrocientos mil pesos dependiendo del modelo, la marca, y los aditamentos que lleven.
Particularidades de un taxista en Bogotá: Hay algunos que son taxistas con buen genio y otros que son muy intranquilos, que cargan armas para defenderse (aunque está prohibido). Se han tenido casos de conflicto entre ellos mismos o con los pasajeros que han resultados en algunas ocasiones lamentables con heridos y muertos.
Otros han decidido dejar las armas, pero reaccionan de manera certera usando sus herramientas de ayuda cuando son atacados. Así, se han presentado heridos y muertos en algunas riñas entre pasajeros y taxistas o entre taxistas en entre ellos mismos, donde no hubo muertos por alguna bala, sino por el uso de destornilladores, crucetas, y otros equipos como mecanismo de defensa.
Dejando a un lado este tipo de aspectos previamente mencionados, puede tal vez verse que cada taxista en particular es un ciudadano o ciudadana. Alguien que cumple una labor y en algunos casos, puede también establecer alguna particular relación con aquel o aquellos a quienes habla.
Cómo se identifican los taxistas legales: Aquellos inscritos dentro del sistema de transporte de la ciudad, tienen su foto impresa en una cartilla plastificada donde se explica el sistema de cobro (unidades, recargos y más), el nombre del conductor, su documento de identidad, la placa de registro del vehículo y la empresa a la cual pertenece o está asociado.
Distinción particular de estas fotografías: Algunas fotografías parecen ser precisamente la muestra del fenotipo colombiano – o lo que se entienda por él – y hay otros conductores cuyo aspecto en la fotografía parece ser el de un terrorista italiano de los años setenta, como de mirada parca y ojos profundos.
Fecha de imposición de este requisito de identificación: Se impuso a mediados de la década del noventa. Es la respuesta a las numerosas demandas y súplicas de pasajeros de la ciudad quienes no sabían cómo se les estaba cobrando y mucho menos ante quién quejarse si se cobraba de más.
Pocas mujeres, pero conducen
Bogotá está sola. Parece frágil y triste. Hace un rato que recorro algunas calles del centro de la ciudad, y la gente parece estar refugiada en sus casas. Es un domingo y al otro día será un lunes festivo. Los domingos en Bogotá más bien parecen un estado mental. No son precisamente una coordenada temporal, sino más bien un espacio detenido en el tiempo.
En esta ocasión recorro algunas calles del centro. He salido de una función de cine, el día ha estado gris, la tarde ha traído lluvias y un par de vientos fríos. La gente anda resguardada en sus casas. Aquellos que caminamos por la calle, tenemos que estar pendientes de las gotas de lluvia que en ocasiones se asoman.. Pueden ellas ser tan diminutas como la cabeza de un alfiler o en cuestión de segundos puede desatarse un aguacero tan descomunal que aquellos en el purgatorio sufran por su alma, porque el agua se quedó en la tierra.
Con las manos en los bolsillos, un sweater mojado y la mente en la ciudad, camino algunas cuadras. Espero llegar a un punto que no tiene determinación alguna. O si lo tiene, no es visible aún.
Tengo hambre y recuerdo que hay un sitio particular donde podría ir y comer algo antes de regresar a mi casa. Son los sandwiches de la calle 57 con carrera sexta. Camino algunas cuadras y llego al Museo Nacional. Allí entonces decido que es mejor tomar el taxi.
En ésta ocasión es una mujer quien me recoge. Es un cierto modo una alegría local, un pequeño júbilo. No puedo asimilar esto con el dicho popular de: “Encontrar una aguja en un pajar”, pero creo que esa condición en sí marca una diferencia. Por lo general son hombres los que me recogen y me desplazan.
– ¿Buenas tardes señor, a dónde lo llevo?
– Voy para la calle 57 con carrera sexta. Señorita, me da gusto ver que sea una mujer quien me recoja. Me ha pasado algunas veces, pero hacía ya algunas semanas que no me pasaba.
– Ah bueno, me da gusto. Ya ve usted, según las malas lenguas somos alrededor de sólo mil mujeres trabajando como taxistas. Hombres son como veinte mil o cuarenta mil.
– No tenía idea de que esa cifra fuera tan pequeña.
– Ya lo ve señor, así son las cosas en esta ciudad. Yo ya llevo cuatro años trabajando en esto. Cada día son más las que tenemos que hacer esto para tener algo para vivir.
– ¿Pero usted que ha hecho en ese tiempo?
– Para variar, ser desempleada. Trabajaba en una empresa como administradora. Les dio por aplicar esas teorías de reingeniería, de nuevas visiones de la empresa y entonces borraron un par de empleos y el organigrama de la empresa lo simplificaron. Fuimos más de cuarenta personas las que de una semana para otra dejamos de trabajar. Imagínese, me he valido de todo para sobrevivir, mis hijos, mi marido y yo tenemos deudas, la casa hipotecada, y esto es lo poco que nos ayuda para vivir.
– ¿Señora pero usted espera salir de esta situación?
– Claro que sí, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Yo no puedo dejar de pensar en el día en el que pueda tener mejor futuro para mí y para mis hijos.
– Sabe, creo que esta conversación se la escucho a tanta gente, que yo también termino por pensar lo mismo. Yo tengo un trabajo, pero aspiro a algo mejor. En mi casa tenemos deudas también. La pensión de mi mamá es casi un insulto por no decir otra cosa. Mi hermana se tuvo que ir del país porque aquí no había mayores oportunidades para ella. Yo no me puedo quedar así porque sí. También me toca hacer una gran cantidad de cosas y sacar adelante mi vida y si por eso se entiende sacar además adelante el país pues bienvenido. Si no es así, más no puedo yo hacer. A veces yo pienso si todo mi trabajo vale la pena. Creo a veces que trabajar es hacer patria, pero vaya patria en la cual me encuentro.
– Dígame si no señor, ya todo eso me lo se de memoria, llevo semanas oyendo a la gente con las quejas y con todo lo que eso implica. La gente ya no sabe qué es lo que se puede esperar. Un día salen a trabajar y luego por la tarde ya no tienen trabajo. O mire usted la cantidad de desplazados que hay por ahora rondando en la ciudad. A mi se parte el alma ver esos niños aguantando frío, las madres sin comida para los bebés. Pero más me da rabia ver la gente que se aprovecha de eso. Esos no tienen perdón alguno de nadie. Me he dado cuenta que hay mendigos que se inventan el cuento de ser desplazados para que sientan lástima por ellos y se están ganando las monedas de otros con eso. Yo recorro la ciudad todo el día, casi sin descanso alguno y me he pillado a unos cuantos en las esquinas haciendo eso.
– ¿Cómo es eso de que no descansa? Acaso qué pasa los fines de semana.
– Señor, esos son los días en los que más trabajo. Hago hasta jornadas de 48 horas seguidas.
– ¿Señora, cómo me puede decir eso? Son dos días seguidos. ¿Otros taxistas me dicen que trabajan un 24 horas continuas, pero cómo hace usted para tener lograr sobrevivir tantas horas?
– Si, señor, así como le digo, a mí me toca trabajar 48 horas casi todos los fines de semana. Salgo el viernes a eso de las cinco de la tarde y empiezo a recorrer la ciudad, de lado a lado y así se va pasando el tiempo hasta que son las seis de la mañana del sábado siguiente. Me voy a la casa, le doy el desayuno a mis hijos. Desayuno yo, me baño, me cambio de ropa, duermo media hora y luego retomo el rumbo. Así es entonces como antes de la nueve de la mañana estoy rodando otra vez. Esas horas son clave. La gente que pasó derecho y está tomada se quiere ir a dormir a como de lugar y entonces no quieren ver el sol. Pagan más allá de la tarifa y dan propinas. Eso me ayuda mucho. Por las tardes, las familias quieren ir a los centros comerciales o a los supermercados y ahí hay buena plata. Por la noche sale la gente al cine, a las discotecas o a comer y ahí de nuevo me entra más plata. En la madrugada, sale la gente de los sitios y de nuevo ahí hay plata que me entra. Las mañanas de los domingos quieren ir a la casa de la familia y se van en taxi. Por la tarde quieren ir a cine para no quedarse en la casa y se van en taxi. A eso de las cinco de la tarde del domingo me devuelvo a mi casa. Me baño de nuevo y descanso. Casi no hablo con mis hijos. Pero ellos saben que todo esto lo hago por ellos. Así llevo como dos años. Mis hijos ya están por entrar a la universidad y si me toca hacer más sacrificios, los hago. Sólo espero que me paguen bien.
– Bueno señora, creo que no es usted la única madre que espera que sus hijos le paguen bien después de tanto sacrificio. Mi mamá también espera lo mismo y las madres de mis amigos y amigas también, así es que entonces por el bien de Bogotá ojalá que sus hijos le paguen bien.
– Gracias señor, son cuatro mil pesos.
Riesgos a los que se tienen que enfrentar los taxistas de Bogotá durante su labor: El estado de las vías, las condiciones mismas del tráfico, la impertinencia o impericia de otros conductores, el riesgo de ser asaltado por bandas de ladrones y asesinos facinerosos, el riesgo de sufrir un accidente y salir herido o perder la vida, el riesgo de recibir billetes o monedas falsas como pago, el riesgo de estar expuesto a ser requisado en un retén de la policía (popularmente conocido como una “raquetiada”) o en su defecto, falsos retenes controlados por falsos policías que en realidad son ladrones, soportar a quién sabe qué pasajero o pasajeros, con todo lo que implica ser persona en estado físico y mental, la fauna misma de la ciudad y sus remilgos, la gente que carga quien sabe qué cosas como equipaje o que piensa quién sabe qué cosas. Todos estos son algunos de los riesgos a los cuales se enfrenta en su jornada diaria un taxista.
Por la vía del desencanto y la sumisión.
– Buenas noches señor
– ¿Buenas noches, para donde va?
– Voy para el parque de la 93.
– Uy señor, tiene plata entonces
– ¿Plata, por qué me dice eso?
– Pues si, no se me haga el loco, allá en ese parque están los que están dañando el país. Si, no me diga que no sabe. Allá se reúnen los dueños de este país y se dedican a ver cómo joden a la gente. En esos restaurantes se toma el trago más caro de esta ciudad y además la gente arregla las cosas con cheques o con tarjeta de crédito. Malparidos, uno trabajando honesta y honradamente y esas gonorreas bebiendo puro güisky. Beben y beben y después las malditas ideas que se les ocurren van y se las dicen a Pastrana. Como ese remedo de presidente no tiene los pantalones bien puestos va regalando medio país a todo el mundo. ¿No ve lo de la zona de distensión? Medio país regalado en bandeja de plata a la guerrilla y los hijos de puta ya nos ponen las bombas en las goteras de Bogotá. En los campos van y sacan a la gente de las casas y todos se vienen para acá. Mire en la calle esa cantidad gigante de desplazados llorando y sin nada que comer y Pastrana ahí, viajando cada mes por fuera a dejar en mal nombre el país. No ve, hace unas semanas le tocó irse a Washington a pedirle plata a los gringos para acabar con los males que el no ha podido curar.
Mientras me dice esto, el conductor del taxi, una persona de alrededor de 45 años, se expresa de manera fuerte y noto cómo descarga su ira con algunos golpes en el timón y cuando puede utiliza el pito para hacer ruido. De vez en cuando saca su cara por la ventana para con su fuerte voz regañar a los conductores que se quedan rezagados y no lo dejan pasar. Se puede oír cómo lanza frases como: Muévase a ver hermano, que la calle es para todos, Y a usted, quién le dio el pase? O se mueve o lo hago mover.,…no ve que estoy trabajando.., O si está más alterado se pueden escuchar expresiones groseras como; Muévase a ver hijupueta que estoy trabajando, oiga gonorrea, qué es su mierda, deje pasar que aquí voy yo.
– ¿No fue a Europa el viaje?
– Que no, le digo, que no, estuvo en la Casa Blanca. A Europa está por viajar en menos de dos meses.
– Ah bueno, si usted lo dice.
– Claro, además fíjese bien para que nos sirvió este tipo. Parece un títere ahí mal puesto. Se la pasa diciendo que vamos a hacer, que vamos a ver, que esperamos esto salga bien y a la hora de la verdad, nada le sale bien. Pues claro, está rodeado de una manada de ineptos. Empezando por el ministro de Hacienda, ojalá les pase un sustico como el de los argentinos que esos si han tenido las agallas para tumbar a los que no hacen ni mierda por la gente. Ojalá….
– Bueno, pero las condiciones de Argentina han sido particulares y vea usted, ese país lleva más de 30 meses en estado de recesión económica.
– Señor, podrá usted ser lo que es pero oígame bien, esto va a estallar cuando menos lo piense y ojalá que sea de una buena vez, o de lo contrario será peor. Esto es una olla podrida.
– Puede que sea así, pero al menos usted tiene su vehículo y lo trabaja.
– Eso cree usted, pero este carro ni siquiera es mío. Yo me muelo el culo y la espalda soportando este tráfico pesado desde las seis de la tarde hasta las cinco de la mañana. Lavo el carro, entrego el producido y luego otra persona toma el carro para cumplir otra jornada. Llego a la casa, nada más voy entrando y mi mujer ya me está pidiendo la plata del producido para comprar cosas que no necesita. Esmaltes y todas esas maricadas que no hacen si no estorbar. Mis hijos me han pagado mal. Mi hija no tiene ni 17 años y ya me la dejaron preñada y mi hijo mayor de 23 años, anda en malos pasos. Ahora le dio por irse los fines de semana con sus amigos y no me dice nada de a dónde es que se va, ni con quien se va, sospecho que ande en malas cosas. Un fin de semana me llegó con las uñas pintadas y con un olor muy feo. Y el más pequeño tiene doce años y la plata que le doy no sé que la anda haciendo. Creo que se la tira en esos juegos de computador que hay en el barrio. Eso es como el basuquito electrónico. Le está volviendo mierda el cerebro. No hace las tareas del colegio y va a perder el año. No puedo castigarlo porque con esas cosas que dicen los médicos de la cabeza, si uno les impone algún castigo, dicen que se van a traumatizar en el futuro. Válgame Dios, en mis tiempos esto no era así. Esta juventud está echada a perder.
Creo que en ese momento desconecté mi mente de la retahila de comentarios que este señor estaba haciendo. Alrededor de siete minutos después ya estaba en mi destino. Pagué la tarifa y sentía que si me quedaba más ahí en ese taxi, tendría que arrepentirme de todas mis acciones, mi vida y no sólo la mía, sino la ciudad y el país entero, porque con esa particular visión de este conductor de las cosas que suceden en su vida y en el país a veces no se sabe si la solución para los problemas de las personas es un cheque en blanco o un revólver cargado. Cualquiera de las dos formas evade, pero no soluciona. ¿O si?
Jornadas de trabajo de un taxista en Bogotá: Desde seis hasta cuarenta y ocho horas o dependiendo de la situación del taxista, pueden ser jornadas seguidas de setenta y dos horas. Cada conductor puede acordar con el dueño del vehículo aspectos de la jornada referentes a la hora de inicio o finalización.
Qué tiene un taxista por dentro de su vehículo: Ambientadores con perfumes y fragancias como el pino, lavanda, mezcla de hierbas, fresa silvestre y otros aromas, algunas veces tan artificiales y tan penetrantes que pueden llegar a intimidar el sentido olfativo del pasajero.
Un porcentaje considerable de ellos utiliza un aparato de radio pasacintas que lo acompaña todo el tiempo. Un gran porcentaje también algún sistema de comunicación con la central base; por lo general un radioteléfono. Así se ameniza y trabaja mejor la jornada, sea ella de día o de noche.
Debido a las jornadas extremas de estar recorriendo la ciudad, algunos de los conductores han decidido instalar en su silla un aditamento al cual le asignan la función de “relajación”. Es un tejido que ubican sobre el espaldar y el asiento, consistiendo en un tejido de nylon con unos pequeños cilindros de madera (la convicción general es que son de bambú) y los cuales se mueven por acción de la fricción corporal entre la espalda, los glúteos y el cuello. Cierto o no que relajen, más del 70% de los taxis tienen este aditamento en la silla del conductor. (Cifra obtenida de mera observación)
Una práctica que se ha visto además en los últimos años es cómo los taxistas corren la silla de adelante, para entonces permitir tener un espacio más amplio en el acceso del pasajero. Como las contexturas físicas de las personas son de diferentes, no es lo mismo que entre una persona obesa al vehículo que lo haga una persona de contextura delgada.
Pero a veces esta situación presenta alguna desconfianza para usuarios, pues se han visto casos de taxistas que tienen cómplices para asaltar a las personas. Mientras el pasajero se está subiendo llegan una o dos personas de manera intempestiva quienes se lanzan a empujar a la persona hacia el asiento y dejándolo indefenso pues bloquean las salidas. Cuando menos espera el pasajero, lo están amenazando con un revolver o un arma cortopunzante o le están diciendo que lo van a llevar a hacer el paseo millonario por los cajeros electrónicos de la ciudad para que haga pequeños retiros allí y no se generen sospechas. Ya no es más pasajero, ahora es víctima de la violencia local.
Distinciones de un taxi de Bogotá en su parte exterior: Los taxis de la ciudad llevan su número de registro, la compañía a la cual pertenecen, el número de registro interno o móvil como se denomina entre ellos. Todas estas identificaciones distinguen un taxi del otro, como si fuera una manera de darles su “personalidad numérica” frente a los similares.
Marcas comunes de taxis: Renault, Dacia, Daewoo, Mazda, Hyundai, Chevrolet, Fiat, y otras más.
Costo de un vehículo taxi: Los precios varían a partir de la condición del vehículo (nuevo o usado), la marca, el modelo, aditamentos y otras variables.
En la actualidad, se pueden conseguir vehículos en el mercado de segunda usados por doce millones de pesos y nuevos hasta por treinta y cuatro millones de pesos.
Cada uno de ellos, sea un modelo antiguo o uno nuevo tiene tal vez algo particular. Cada taxista decora a su gusto el vehículo. Tal vez no sea algo tan estrambótico como el personaje del Mambo Taxi de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios de Pedro Almodóvar, pero hay algunos por ese estilo, cada uno es una extensión del dueño y se pueden distinguir los gustos del mismo, bien sean ellos de índole religioso, futbolístico y también hasta de índole artístico.
Decoraciones internas de un taxi: Estampas y banderines de la Virgen del Carmen (patrona de los transportadores, su fiesta se celebra el 16 de Julio), El Señor de los Milagros, Divino Niño Jesús, el niñito Jesús de Atocha, el Divino Rostro, la Sagrada Familia, Sagrado Corazón o equipos de fútbol como Millonarios, Nacional, América, o la selección Colombia. Hay otros que llevan a Madonna, Diomedes Díaz, Guns and Roses y un par de artistas más.
Otros optan por colgarle pendones de diversos motivos. Pegarle calcomanías alusivas a nombres femeninos (por ejemplo el de la madre, la novia, la esposa o la hija), y además decorarlo con aditamentos en el espejo retrovisor para darle un estilo propio (peluches, muñecos, llaveros, etc.) También se ven calcomanías de diferentes marcas de artículos relacionados con los vehículos como los son aquellas de exhostos, aceites, aditivos y más.
Otros aditamentos : Dependiendo del gusto del dueño o del conductor se puede tener tapicería fina, forros con motivos geométricos, vidrios antibalas y más ornamentos adicionales. (Entre ellos se le conoce con el término de “engallar el carro”)
Algunas de este tipo de prácticas y costumbres se vienen perdiendo poco a poco. La situación del país ha hecho que los vehículos tengan que estar rodando en las vías de la ciudad 24 horas continuas. Los turnos de doce horas de cada uno de ellos hacen que los vehículos tengan dos dueños a la vez. Uno por el día y otro por la noche. Y junto a eso, el distrito ha expedido serias normas y reglamentaciones para evitar que los vehículos se conviertan en un circo rodante con todas esas decoraciones. Se evitan así las distracciones del conductor y del pasajero o los pasajeros. Desde hace algunos años son menos los taxistas que decoran su vehículo, precisamente para evitar estas severas sanciones.
Qué tipo de cosas pasan por la mente de un taxista durante su trabajo: Su seguridad personal, el estado de las vías, su propia familia, las cuentas que hay que pagar, las bocas que hay que alimentar, saber detectar si el usuario que quiere tomar el servicio tiene o no buenas intenciones, cuál será el producido del día, los galones de gasolina con los cuales se debe reabastecer el vehículo, los servicios que puede tomar por medio del radioteléfono, la presentación del vehículo al finalizar la jornada, las sanciones que puede sufrir si hay alguna queja de algún pasajero, las preocupaciones del gremio, los sitios de la ciudad a los cuales puede ir con tranquilidad y a cuales no. Todo esto y más mientras conduce el vehículo.
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Que buen post, y como me gustan, largos jeje 🙂
Yo tengo un primo que es taxista, lo bueno es que nunca le ha pasado nada, pero a uno de sus amigos una vez lo asaltaron, lo bueno que fue nada mas eso. Y que no paso a mayores, claro que lo dejaron golpeado pero solo eso.
Y a veces pasa, que el conductor tiene miedo de los pasajeros, por temor a que le hagan algo. O en caso contrario, el Pasajero tiene miedo a que le Conductor le haga algo. Que cosas xD!
Muy buen post, saludos!
me gusta el post yo soy taxista suerte. http://www.comosuperarlaansiedad.org/
Me gusta mucho que bonito es ver tanto valor y de una forma tan autentica. Tienen mucha suerte los usuarios y a ti que te quieren. Un deseo, que nunca nos falten cerca esas personas a las que que quermos un abrazo, Un saludo.