Devadasi: de la historia, la religión y la tradición al mercado sexual de niñas
Las devadasi en el hinduismo son niñas que han sido seleccionadas para ser “dedicadas” al culto y al servicio de una deidad. Desde pequeñas estas niñas son escogidas para convertirse en esclavas de una deidad desde que alcanzan la pubertad y para el resto de sus vidas. Antes de la llegada del Imperio británico a la India las devadasi eran populares y gozaban de una estatus alto en el sistema de castas. Sin embargo esta práctica pasó de ser una tradición con la que algunas mujeres accedían a su propia independencia económica para convertirse en el símbolo moderno de la esclavitud y la explotación sexual de personas en nombre de la religión.
El documental Storyville: Sex, Death and the Gods de 2011 –dirigido por Beeban Kidron, la misma directora de Bridget Jones: The Edge of Reason– muestra esta transición y la manera en que esta tradición india es vivida ahora por mujeres en situación de pobreza extrema.
De mujeres ricas e independientes a ciudadanas fallidas del imperio y prostitutas
Existe evidencia de la existencia de las devadasi desde el siglo XI y en el siglo XVII ya está plenamente documentado que cientos de miles de ellas vivían y trabajaban en el sur de la India. En su época de mayor esplendor las devadasi eran símbolos del placer y personificaban el goce y los sacerdotes y los príncipes las tomaban como concubinas. La “dedicación” de las niñas toma lugar en una ceremonia llamada Pottukattu, similar a un matrimonio arreglado. Su “dedicación” es irreversible y constituye una marca indeleble. Originalmente las devadasi aprendían Sadir (Bharatanatya) y Odissi, danza y baile, tradiciones artísticas clásicas indias esenciales para el culto. De esta manera las devadasi mantenían los templos y hacían parte de rituales sexuales. Las devadasi se constituyeron como un tipo de mujer diferente y gozaban de privilegios inimaginables para ninguna otra mujer de su época: eran independientes, no tenían marido y eran dueñas de su destino. Las devadasi vivían en palacios, eran jefes de sus hogares, tenían dinero y gozaban del derecho de escoger a quien heredaban sus propiedades. Las devadasi eran mujeres del ballet o cortesanas de elite y gozaban de una posición alta en el sistema de castas, eran propiedad del estado y un símbolo de prestigio.
Sin embargo, cuando la India pasó a ser dominada por el Imperio británico en 1858 los nuevos gobernantes atacaron a las devadasi. Los británicos impusieron el matrimonio como el eje central de las relaciones y criminalizaron el sexo fuera de él. El concubinato se convirtió en algo delictivo e incómodo para la élite y las devadasi se convirtieron en ciudadanas fallidas del imperio.
En 1947 el imperio británico abandonó la India, no sin antes haber aprobado leyes que criminalizaban su práctica. A pesar de esto la práctica de las devadasi continúa siendo hoy la respuesta a las necesidades económicas de muchas familias pobres. Muchas niñas son aún “dedicadas” y se ven obligadas a ejercer la prostitución cuando llegan a la pubertad para ayudar a sostener a sus familias. Son ellas quienes obtienen el dinero para las dotes de sus hermanos y hermanas.
El devadasi ha puesto en enfrentamiento a diferentes generaciones de mujeres en una sociedad que lucha por balancear sus tradiciones milenarias con los valores de libertad, justicia e igualdad de la modernidad. Para las mujeres mayores ser devadasi es la única opción que tienen sus familias a la pobreza, además del privilegio que conlleva haber sido escogidas para tal mérito. La práctica del devadasi se diferencia de la prostitución en que tiene una historia, una religión y una tradición lo que la hace socialmente más aceptable. Sin embargo hay agrupaciones de mujeres que se dedican a luchar contra la imposición que se le hace a las niñas, enseñándoles que tienen la posibilidad de elegir.
No hay forma de juzgar la práctica del devadasi actual como algo simplemente bueno o malo. Desde que se convirtió en una práctica ilegal en 1988, las niñas, quienes antes se mantenían en sus casas, ahora son enviadas a burdeles en las ciudades. La legislación actual que lucha contra el devadasi en gran medida ha contribuido a alimentar aquello que estaba intentando erradicar: el tráfico de personas y comercio sexual.