Las cartas de Street Jizz [SERVILLETA] Carta #7
Seguimos presentando las cartas del colectivo Street Jizz, de quienes hemos subido previamente la Carta #9 : [LOVE IS NOT POP] la carta #1 [LA ISLA] y la carta #5 [HIJO DE LA MUERTE]. En esta ocasión la correspondencia llega en forma de servilleta colgada en la nevera.
Mayor información: Street Jizz (facebook)
(Servilleta colgada en la nevera)
NOTA PARA NICOLAS:
Como raro en su cuarto es imposible encontrar una hoja limpia, todo ese papel que guarda pero todos llenos de textos con una letra ilegible, los pocos que se entienden son notas lloronas, mamarrachos, teléfonos de manes que seguramente ya se comió y con los que la pasó rico, pero ninguno con un espacio suficiente para dejarle una despedida decente o por lo menos más larga.
Quería agradecerle a su mamá, también darle algo de plata por los vasos, platos y demás cosas rompibles que dañé, pero mis reacciones de cólera no dejaban objeto útil, ¡Que Vergüenza!
No lo quise despertar, de seguro esta cansado, mamado, fastidiado, aburrido y con sueños que cumplir. Siempre me pregunté como podía dormir después de las peleas que teníamos, como la de hace un par de horas. Mientras usted duerme, en mi garganta se revuelcan larvas gigantes que me impiden respirar, me agobian, es angustiante la sensación, desesperante, fastidiosa, tan harta, que solo quiero verlo despierto dándome un beso, diciéndome que me calme y me acueste a dormir con usted, pero no, usted es un egoísta, entonces prefiero saltar encima suyo, con la intención de partirle alguna costilla, arrepentirme y cuidarlo todo un fin de semana. Aun así, entiendo que le gusta dormir por que es la única manera de calmarse y eso, de las pocas cosas, de las muy pocas cosas, esta en especial, la admiro. Ojalá pudiera reaccionar con sueño frente a un drama, pero sería imposible no sentirme mal, recordaría esa sensación de indiferencia que produce verlo dormir profundamente, casi roncando dándole la cara a la pared mientras yo, le daba la cara al techo, sin roncar, sin dormir y sin sueños que cumplir.
En estos años me comí su casa, llegue al punto de tener el descaro de revolcar la nevera cuando me daba hambre, porque siempre tengo hambre de algo. Su mamá lavo mi ropa, mis camisas, algunos pantalones, mi ropa interior que resultaba manchada y tiesa de semen. Lavó tantas veces mi ropa como las veces que cagué en el baño, intentando disimular algún pedo abriendo la llave del lavamanos o tosiendo muy fuerte. Siendo sincero, me daba mucha pena, con su mamá y con sus familiares, algunos de ellos me encontraron en toalla saliendo del baño, a mi solo me quedaba saludar cordial y salir corriendo casi en bola hacia su cuarto. Pero mire que toda esta pena, vergüenzas e incomodidades, era hermosa, sentía una confianza en aquellos actos que me hacían estar más cerca de usted.
Hoy, como el maricón dramático que soy, salgo de su casa y a lo mejor jamás vuelva (tengo que volver por que tengo ropa en la lavadora) pero cuando vuelva no quiero verlo, no lo quiero ver ocupando el rincón de la cama, con la espalda descubierta, con las nalgas tapadas con los bóxer blancos, con sus hombros vacíos de mis brazos que le gustan colgarse de ahí para quedarme dormido.
Oiga, le encargo mis libros…
Se los lee todos,
Yo me voy a leer los suyos y cuando los termine se los entrego ¡LO PROMETO!
…y esa será la excusa para verlo otra vez. Cuando lo llame lo esperaré en un café, con borrachos morbosos alrededor, con El Senderito de Amor al fondo, con un libro abierto sobre la mesa, con las piernas abiertas bajo la mesa, con los oídos atentos, abiertos también a escuchar esa deliciosa frase burda y mal compuesta. Que usted me propusiera cosas como esas, más allá que me arrecharan, eran una simple prueba que le gustaba estar conmigo, que me subiera a un bus, me encerrara en su cuarto y ya entrada la noche usted se dejara lamer hasta los codos, las uñas, los parpados que pasadas las tres, brillaban y se cerraban para ir a dormir.
Mire que tengo una fe rebuscada, siempre la tuve, pero hoy más que nunca mantiene viva una esperanza que algún día, el día del café, me va decir eso que me gusta oír, que no lo dijo hoy, que me lo dijo pocas veces, pero que espero que lo diga el día que nos veamos … PERO NO LO DIGA, ESE DÍA NO DIGA NADA, DÉJEME DISFRUTAR DE ESA INCERTIDUMBRE o mejor, no diga nada y tírese sobre mi y deme un beso cuando me salude.
La servilleta se acabó, ojalá su mamá no lea esto (ojalá la lea y se entere para que me llame y me cuente como esta usted y para que ella le cuente como estoy yo, así a usted ni le interese)
Nos vemos.