El tour de la peste: diario del tour de Francia sin estar en Francia y sin Covid (por ahora). Día once (etapa diez).

ÎLE D’OLÉRON LE CHÂTEAU-D’OLÉRON-ÎLE DE RÉ SAINT-MARTIN-DE-RÉ

Ganador de la etapa: Sam Bennet (Irlanda-Sunweb)

Líder de la clasificación general: Primoz Roglic (Eslovenia-Jumbo)

Ni las veletas de las iglesias ni los árboles se movieron y ya los ciclistas estaban a unos setenta y cinco kilómetros de la meta; más hubiera valido diseminar algún gas colorido para saber el rumbo y velocidad del viento, elemento este que se ha convertido en fundamental para la ilusión del tour.

Con la quietud, que pareció desmoronarse luego del penúltimo tramo urbano, cuando las banderas ondeaban, apareció la resignación sobre lo que hoy podía ocurrir. La explicaciones  de los comentaristas intentaban dar cuenta que el hecho de que alguien escriba algo aburrido o “malo” no significa que no se haya tomado el trabajo de hacerlo: de alguna manera admiten que las historias de las etapas pueden ser chatas pero, igual, el recorrido hay que realizarlo.

Fue entre esas ilustraciones que ocurrió la caída de Pogacar y Martin. Ambos pudieron regresar al lote, pero lo del esloveno apunta a convertirse en el principal problema que tiene si quiere llegar al primer puesto de la competición; su inexperiencia lo ha llevado a sufrir en este tipo de trazados y parece que este tour será el capítulo inicial de su novela de formación en Francia y la confirmación como el prospecto que dominará el espectáculo en la década que recién comienza.

En cuanto al francés, lo más importante, en el mundo hispanoparlante, ha sido la entrevista que le hicieron en el diario El País. Se enfatizó su trayectoria de estudios y el trabajo escritural que arrojó un libro llamado “Sócrates en bicicleta”. En sus declaraciones, Martin opuso a la paz con victoria, ubicándose en la “mentalidad de campeón”- que le sirve a ciertos deportistas para justificar sus patanadas, envidias y egoísmo (como ocurre con Jordan en el ya “viejo” documental sobre su carrera en Chicago Bulls, emitido en netflix) y a los seguidores para erigir ídolos por los que se pueden ir hasta las manos o a los insultos si es que alguien no comparte dicha idolatría y continuar ensalzando a aquellos que son capaces de “darlo todo y algo más por la gloria”-: su dilema es equívoco; el antónimo de la paz no es la victoria, de hecho, se acerca más a lo bélico la derrota y subsiguiente revisión de la propia caída que la alegría fácil por ganar. ¿Hay conflicto más grande que ver cómo se pasa la vida sin que pase algo o nada? Suele ocurrirnos que, en mitad de la vida, nos internemos en una oscura selva: la selva hecha de lianas que nos dicen lo que ya dijo el Esfera Nelso: tanta mierda pa´ni mierda. Claro, el espectáculo deportivo se concibe como divertimento para los jóvenes y distracción para los viejos, pero jamás tiene una pregunta para los que estamos en las medianías, sin mucho tiempo y desangrándonos en nuestras cotidianidades de ganapán.

Al final, el lote, salvo por las escaramusas del Quick Step, se quedó tranquilo, con leves arrancones de Jumbo y amagues de Ineos. El otrora malhadado Mikel Landa se ubicó, gracias a su equipo (Barehin- McLaren), en cabeza del pelotón y evitó una nueva pérdida.

Ayer, con las pruebas masivas de Covid, aunadas a mi ingenuidad, supuse que algo más grande ocurriría. El Ineos tiene a uno de sus integrantes del staff- un “no ciclista”- contaminado y ya fue desterrado de la carrera; si llega a tener otro, ¿será expulsado el equipo o se requiere que dos sean positivos simultáneos para que se haga efectiva esa medida dispuesta por el democrático gobierno francés? También tiene el mismo problema el Cofidis, que tiene en sus filas a Martin, el ciclofilósofo del pelotón internacional. Y escribo ingenuidad porque otros vieron en todo ello un circo para simular una rigurosidad que jamás se ocupa de los deportistas de alto rendimiento: estos, gracias a esas “mentalidades ganadoras”, tienen una película resbalosa en donde ninguna medida sanitaria les afecta de la misma manera que a los demás mortales; además, ya el tour ha dado su condimento pestífero de la semana pues su director ha salido positivo y debe resguardarse para salir avante y sonriente el día del final de la carrera en París.

Parece que no habrá suspenso con respecto a la continuidad del espectáculo. Todo esta dispuesto para que haya dos semanas más de divertimento y conjeturas como la que salió ayer de Colombia cuando se dijo que Quintana insinuó una alianza entre sus paisanos. Hoy puso en entredicho esa propuesta el propio Egan Bernal; supongo que el campeón del tour 2019 se hará a más detractores por no obedecer a esos impulsos nacionalistas que mucho televidente colombiano vierte en el ciclismo; este tiene una sed reivindicatoria ocasionada por las frustraciones futboleras -juego propicio para construir cualquier forma de “gesta nacional” que ubique a un hombre que hace un gol como sucesor de Simón Bolívar-, en donde el “nombre del país no es respetado”.

Mañana habrá otra etapa que parece no prometer mucho. Y así es mejor, sin promesas para que haya sorpresas o confirmaciones de un nuevo día sin que pase nada y se recuerde lo que dijo Esfera Nelso.

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