Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día veinte)

Día veinte. Albertville-Val Thorens

Ganador de la etapa: Vincenzo Nibali

Líder de la clasificación general: Egan Bernal

El tour más colombiano y no sólo por el virtual campeón: en los dos últimos días se duplicó la cotidianidad colombiana: vías cerradas, deslaves, carreteras en mala condición y cancelaciones abruptas.

Un paria del ciclismo como Armstrong describió a la carrera de ayer como surrealista. Quizá quiso decir ridículo o inverosímil. Nada de eso fue culpa de Bernal que, en perspectiva, fue el que más atacó y el que mejor corrió durante las tres semanas. Es más, cuando se ve en perspectiva lo ocurrido hasta hoy, pese a que el Ineos no dominó en la carretera como en otros años, colocó, desde hace muchos días, a alguno de sus integrantes en el lugar más alto si se omite que el líder Alaphilippe era circunstancial. El las últimas ocho ediciones del tour, siete las ha ganado este equipo británico y con tres ciclistas diferentes. Lo que hasta hace un par de años era un factor de sospecha para los hinchas colombianos que se aferraban a un triunfo de Quintana con respecto a la escuadra británica, hoy se omite o se convierte en un dato digno de admiración.

Los demás equipos se apegaron al mañana y, como un castigo, el mañana resultó truncado; el principal damnificado de esa postergación fue Kruiswijk que, luego de la interrupción de la etapa diecinueve, se quejó sin percatarse de su propia entrega a lo que podía trastornarse: si hace tres años perdió un giro al chocarse contra una pared de nieve, ahora la nieve y el granizo le ha impedido luchar por el título. Por eso es que, aunque se le denomine como ganador virtual, Egan Bernal aún debe confiarse: puede ocurrir una enfermedad esta noche o una caída en los primeros kilómetros de mañana y, si eso ocurriera, estaríamos con una derrota casi tan risible y amarga como la de Ocaña cuando puso contra las cuerdas a Merckx.

El Jumbo-Visma  impuso un ritmo que confesaba la propia culpa, en una atmósfera donde todo parecía discurrir con un hálito de vergüenza por una etapa con una distancia ridícula para suponer que sería la que definiría el tour. Aunque quedarán detalles para los fabuladores como el triunfo de Nibali, en uno de los últimos estertores de una generación que empezó a despedirse hace unos años. En la competencia por los puestos del podio ocurrió lo que los franceses quisieron evitar: Alaphilippe ni siquiera ocupó alguno de los tres cajones. El verano francés se heló y, de nuevo, tenemos que esperar trazados tan discretos como el de este año para así propiciar un triunfo local.

Entre el llanto que discurre con tremendismo en Colombia, el país se sumergirá en un consabido fanatismo al que se le augura una duración hasta que el equipo de fútbol vuelva a participar y ganar un par de partidos. En el entretanto, quienes sean más cercanos al intercambio de conceptos por las redes sociales, deben prepararse a las andanadas de insultos. De hecho, ya han comenzado, casi siempre esgrimen el argumento de que «si usted no a montado en bisicleta no tiene qué desir, pichurria», a lo que sucede una justificación de la carencia de ataques en pro de los resultados: de ser así, deberíamos empezar a seguir cómo hacen las cuentas los contadores públicos porque lo que menos importa es divertirse y el espectáculo; si sólo te diviertes cuando gana el que aprecias, incurres en la vulgaridad propia de quien se pavonea porque ganó y se rasga las vestiduras porque perdió.

También están los que han seguido al ciclismo durante años. Los que escuchan las transmisiones de clásicas municipales mientras ocupan algún puesto de vigilancia de los dueños de unas casas que, recién en estos días, se han percatado que hubo colombianos compitiendo en Europa. Hay un pretexto para alegrarse en Colombia y, a medida que pasen los días, se atisbarán las miserias y las virtudes en lo que más enriquece al ciclismo: las conjeturas y los cálculos.

Aún queda una etapa que, hasta hace unos años, era competida pero se convirtió en un paseo con un embalaje final. Vendrán días de cantos futboleros y arengas a Bernal, después la resaca y la presencia de carreteras maltrechas, deslaves, derrumbes y cancelaciones.

 

 

Tags: , , , , ,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: