Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día veintiuno)

Día veintiuno. Raimbouillet- Paris Champs-Élysées

Ganador de la etapa: Caleb Ewan

Líder de la clasificación general y campeón: Egan Bernal

Tres posibles finales de una carrera que llega a su más alto punto:

-Que Bernal siga el cauce de todo deportista que ha obtenido lo que deseaba y desee aún más, es decir, que sea funcional a las ansias de querer “comerse el mundo” que hoy se encarnan en viajes, títulos académicos, casas, drogas y coitos.

-Que Bernal abandone el ciclismo y se lance a la práctica electoral de la política. En este caso, por lo menos, no sería un ciclista que salió del pelotón por asuntos de dopaje, como ocurre con Jarlinson Pantano y su  campaña para ocupar una curul en el consejo de Cali. Podría acceder a un buen cargo, luego se aliaría a algún candidato a la presidencia y sería ministro del deporte (porque eso sería parte del paquete de promesas en campaña), con lo que el tour 2019 se convertiría una anécdota para el encopetado político.

-La tercera, más hermosa, que  Bernal abandone el ciclismo y funde una panadería-cafetería en su natal Zipaquirá. El establecimiento se llamaría “Panadería y cafetería La amarilla. Atendida por su propietario”. Claro está, el propietario de la panadería y de la camiseta que distingue al campeón del tour. Egan mismo, con el maillot jaune, serviría un café con leche y galletas amarillas y abundarían los turistas que habrían de recordar que muchos años antes ese señor que les coloca los platos ocupó el primer lugar en un tour de Francia. Sería el gran final de una carrera deportiva y el comienzo de la vida: vivir en el retiro por el que muchos mueren sin jubilarse; vivir tan tranquilo que se pareciera muerto.

La primera posibilidad- la más obvia- desencadenará un cercenamiento; como lo dijo Serhenshmurer en sus «Destellos florales»: «A todo héroe le cortan el pipí» (la traducción fue hecha por un bogotano pipí significa pene) -el autor jamás se refirió a las heroínas: el siglo XIX solía obviarlas, al menos en la selva negra, y la permutación para nuestros días es una tarea pendiente para los estudiosos de este poeta menor del romanticismo alemán-.

Bernal ha iniciado su condena. Como hace más de un lustro comenzó el peregrinaje del hoy desplazado Quintana. De hecho, el entusiasmo que ha suscitado el ciclista de Zipaquirá ha llegado a tocar a la selección colombiana de fútbol pues le emiten cada escupitajo con forma de meme, instituyendo chascarrillos de facebook. Hoy Colombia es un país aficionado al ciclismo; más que por una cultura ciclística, por la fijación de seguir a los que ganan: hace casi veinte años, pululaban los especialistas en automovilismo gracias a la aparición de Juan Pablo Montoya. El entusiasmo duró lo que este piloto en la máxima categoría de su disciplina y hoy día muy pocos se sientan a ver un Gran Premio de la Fórmula 1.
En medio de los festejos, los periodistas de Colombia hicieron lo mismo de siempre: buscar a los familiares del ganador y escarbar hasta encontrar algo de miseria que les sea útil para incorporar el consabido discurso de superación personal, el mérito y el «si quieres, puedes» que los empresarios agradecen para seguir domesticando a sus empleados y mantenerlos a raya de cualquier aspiración. Aunque hoy se dio algo inusual; el abuelo de Bernal, el señor Julio, cuando le pidieron que hablara sobre su nieto, contestó: “qué más voy a decir…  estoy hable y hable y no hago nada”. El anciano no pone mucho énfasis en el tour, se sentirá más alegre con la panadería o la carrera política de su nieto.
En la etapa de cierre, se presentó el mismo desfile de siempre. Las tomas variaron pero todas ellas convierten a este último día en un comercial extenso que invita al turismo en París. De modo que todo salió bonito pero sin la frondosidad del abuelo Bernal. En los dos premios de montaña de cuarta categoría, se impuso el valiente Wellens, en una evocación de los ya lejanos días en los que comandó la clasificación de la montaña. Hoy el que ocupó su lugar en el podio fue un triste Romain Bardet, cada vez más parecido a una marioneta con melancolía. El ganador del sprint final fue Caleb Ewan, que se ha consolidado como el embalador de esta edición del tour y plantea una competencia interesante, para lo que viene de la temporada y los próximos años, con Fernando Gaviria y Gronewegen.
Sergio Luis Henao, el más silencioso de los ciclistas colombianos, vislumbró, en unas cortas declaraciones a la prensa,  una mayor igualdad en la competencia por el primer lugar del tour, gracias a los avances científicos (quizá no advirtió la llegada de ese extraño sujeto de apellido Evenenpoel). Nos espera un escenario en donde los médicos, nutricionistas e ingenieros empiecen a cobrar mayor importancia y los cuerpos de los ciclistas sean los motores y carrocerías que se alterarán.

Se acabó el sinónimo del verano francés. Y la panadería zipaquireña será un sueño jamás cumplido.

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