Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día diecinueve)

Día diecinueve. Saint-Jean-de-Maurienne – Tignes

Ganador de la etapa: Nadie

Líder de la clasificación general: Egan Bernal

Hoy fue la naturaleza la que quitó y puso. Acabó con el primer deseo francés, cuyo vehículo era Thibaut Pinot. Algunos dicen que lo picó una abejita, quizá africanizada, como una venganza venida del continente que, cuando escucha el idioma de Thiabut, tiembla y aparecen recuerdos atroces: ¡El horror, el horror! Otros, los que no incurren en la seducción de las invenciones, refieren un problema muscular que no pudo superar. Da lo mismo, su llanto también expresaba ¡el horror!
Pero salvó las papitas de Alaphilippe. Papá Dios, que estos días es francés -muchos de ellos creen que, de hecho, él habla francés y hasta se volvió ateo porque algún francés demostró su inexistencia-, utiliza al cambio climático para ayudarlos: hizo deslavados en la última cuesta del día y, para los fanáticos colombianos, todo desembocó en un coitus interruptus.

Hoy se exaltará la humildad (el lugar común de cualquier semblanza de un deportista colombiano o de las reinas que contestan que su principal cualidad es la de que son las personas más humildes del mundo) de Bernal y muchos que apenas ven partidos de la selección de fútbol, madrugarán mañana. Se obviará que Bernal no ganó la etapa porque esta, simplemente, no tuvo final y ese suspenso acrecentará la ansiedad.
Ayer, en el programa de Lance Armstrong, cerraron la emisión con un porro colombiano (porro musical, ellos siempre fueron cultores de las buenas maneras y apenas usaban EPO). Él y su compañero de panel, George Hincapié, movían los brazos con la tensión propia de quienes no saben lo que hacen. Quizá fue una premonición, un augurio o, lo más probable, una broma entre los norteamericanos para llenar los últimos minutos del vídeo. De hecho, son tan indiferentes con los orígenes de los ciclistas “no americanos” que su manera de definir el de Carapaz es que proviene de un lugar “cercano a Colombia”.
Desde hoy y durante las horas que preceden a la etapa de mañana, crecerán los cálculos y las premoniciones. Los noticieros no referirán otro hecho y todo ello podrá alimentar la frustración y enriquecer el veneno que campeará en las redes sociales si mañana Bernal no llega como líder a la meta. Ni siquiera advertirán la tardanza para montar el protocolo de la entrega de los premios, como si tras bambalinas los franceses pensaran opciones que permitan a Alaphilippe aferrarse al título.
La etapa, llena de extrañezas, provoca extrañamiento y enrarece las conjeturas. De nuevo, el ciclismo se enriquece más con los cálculos y las charlas de cafetín que con la carretera. Asuntos como las probables competencias virtuales del futuro serán un incidente de las charlas y los cruces en coloquios y foros de internet.
Si nos ponemos sentimentales y nos tomamos en serio este juego, los colombianos podemos afirmar que mañana será el día más importante para el ciclismo del país, sin que importe el resultado. Claro, esto nos da el pretexto de, al menos, aguantar la vida hasta mañana; esa dosis de dramatismo es fundamental para suponer que esto es algo memorable. Si Bernal pierde, se recobrará la cordura de todo duelo y se sabrá que tampoco era para tanto la espera.
Los conjuros de las abejas y los deslaves han terminado de pulir este trabajo de eliminación de competidores que ya lleva tres semanas. Hoy Quintana no estuvo al frente, con lo que su obsesión por el tour no se ha convertido en algo que lo conmine a apelar a cualquier método para lograr ese malhadado “sueño amarillo” que se convirtió en su lastre.

Al final de la escritura de este texto, la organización oficial no ha publicado la clasificación general oficial. Sería ignominioso hasta la belleza que Bernal no tomara el tiempo que se presume, incluso, que no le hubiesen contado la ventaja… sería otro milagro de Papá lindo francés, o de las abejitas y los deslaves.