Nubes que hacen sonido: el Aula Magna de la UCV en Caracas

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Desde que empecé a estudiar artes plásticas y conocí el trabajo de los artistas op y cinéticos Caracas me produjo una fascinación particular. Pero conocer la capital de la República Bolivariana de Venezuela tan sólo se convirtió en un deseo para mí cuando descubrí en un libro la foto del Aula Magna de la UCV. El auditorio, diseñado por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva fue construido entre 1952 y 1953 y alberga una de las obras más grandes del artista Alexander Calder. Alexander, o Sandy Calder es el inventor de los móviles (antecesores de la escultura cinética) y el Aula Magna es un hito de la arquitectura en el que se reúnen de forma magistral la ingeniería con el arte. Esta es la crónica de cómo cumplí mi sueño de visitar el afamado auditorio y de cómo logré jugar con un par de las obras Sandy durante mí recorrido por una de las ciudades más inquietantes que he conocido.

Llegué a Caracas después de pasar algunos días en Valencia, el Miami de Venezuela. Valencia es una ciudad pequeña, de clase social pudiente, muy cercana a las playas más hermosas que uno se pueda imaginar. Valencia también ha obtenido renombre por ser el lugar del asesinato de la miss Venezuela. Contrario a Caracas, en las calles de Valencia no se ve la idolatría por la figura del comandante supremo. Pasar de Valencia a Caracas implica hacer un zambullido en un santuario viviente de la figura de un dirigente que suscita tanto amor e idolatría como odio y rechazo. La figura del fallecido gobernante –hoy convertido en una invasión de innumerables vallas, firmas en casas y edificios, pinturas murales pagadas por el estado que hacen casi que inexistente el arte del grafiti de carácter político– se ha convertido en parte del mobiliario urbano, en algo casi invisible para los habitantes de Caracas, pero avasalladora y contundente para el visitante foráneo.

Todo sobre Caracas es inquietante. Recorrerla es recorrer una escena anacrónica. La ciudad parece haberse quedado estancada en la segunda mitad del siglo veinte y conserva el aire poético de una doncella durmiente que no quiere o no puede despertar al siglo XXI. Las obras de infraestructura más modernas son los edificios de Misión Vivienda construidos y firmados por el supremo comandante y el impresionante Mausoleo de Simón Bolívar también encomendado por él. La torre de David, un ejemplo extraordinario de los intentos de arquitectura previo a los noventa quedó condenada al olvido antes de la era Chávez y fue posteriormente ocupada. Toda la ciudad –con sus trancones de carros nuevísimos y sus chatarras gringas, sus filas de habitantes bienhumorados chavistas y de oposición queriendo comprar productos escasos en todos los supermercados– parece estar inmersa en ese sopor de la belleza de antaño, tranquila y quieta arrollada por un clima y un cielo perfectos. Lo mismo parece haber sucedido con la escena artística de Venezuela. El arte existió hasta la década de los noventa. El Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de Bellas Artes muestran con orgullo las colecciones de arte moderno que fueron construidas durante la segunda mitad del siglo XX. A pesar de que después de esa época no pareciese haber sucedido nada, las colecciones en esos dos museos son simplemente envidiables y obligatorias para cualquier habitante, turista y conocedor de Caracas. Las colecciones incluyen obras de Picasso, Francis Bacon, Nam Jum Paik, Peter Campus y de Alexander Calder y la ciudad es la plataforma viviente de Omar Carreño, Jesús Soto y de Cruz-Diez, excelsos venezolanos.

Mi recorrido por Caracas tenía que incluir todos los sitios turísticos obligatorios: el Parque nacional Waraira Repano (conocido como el Ávila), los museos de Bolívar, el cuartel de la montaña 4F, las plazas y parques, los centros comerciales llenos de almacenes vacíos. Pero yo no podía abandonar la ciudad sin darme el paseo obligado por el Campus de la Universidad Central de Venezuela para realizar mi anhelado deseo de conocer el Aula Magna. Este auditorio es uno de los cinco lugares con mejor acústica del mundo y esto fue logrado gracias a la inclusión final de 22 paneles de madera contrachapada. Los paneles sostenidos del cielo raso y las paredes laterales del aula actúan como soporte acústico. El conjunto de Nubes y fueron diseñadas por el escultor norteamericano Alexander Calder. Las primeras pistas sobre el lugar que obtuve en la UCV me las dio uno de los señores que venden películas piratas –y a quien le compré un DVD llamado Caracas crónicas del siglo XX que aún me falta ver. Al principio, al intentar averiguar un dato tan simple como si es posible visitar el auditorio se transforma en un nido de incertidumbre (igual que con todo en Venezuela): que tal vez si, que no se sabe, que eso queda en tal parte si es que no se lo han llevado ya, que le van a esculcar las maletas y le van a sacar los pirulines, que le van a decomisar lo que trae, que por ahí es muy inseguro, pero al final, entre vendedores y vigilantes logramos (mis anfitriones y yo) localizar el auditorio. Aún más, logramos enterarnos de que la Universidad Central tiene otros tres móviles de Calder en la facultad de arquitectura.

Ese día ya era muy tarde para acceder al auditorio pero si logramos llegar al edificio donde están los otros tres móviles. Uno cuelga del techo inmóvil sobre las mesas de lectura, los otros dos están –oh sorpresa– allí solitos en una sala abierta al público. Tal vez haya estado mal, tal vez no fue lo correcto y me haya comportado como un egoísta manoseador del arte, pero los toqué. Por primera vez en mi vida pude hacer con un móvil de Calder lo que en ninguna otra parte me habían permitido hacer. Empujé delicadamente la estructura de metal tal y cómo él escultor hubiera querido que lo hiciera sin que un guardia de un museo me estuviera vigilando y regañándome. Mea culpa, jugué con los artefactos más bellos del mundo por un minuto. Los vi moverse, los escuché sonar y golpetear protegido por la complicidad del silencio de la biblioteca y la luz tenue de la tarde.

Después de un infructuoso primer intento, dos días des después, estaba de nuevo en la UCV. Mi mayor anhelo en Caracas era conocer el auditorio construido por el general Marcos Pérez Jiménez, Presidente de la entonces República de Venezuela. El auditorio fue inaugurado el 2 de Diciembre de 1953 para celebrar la X Conferencia Interamericana de Cancilleres. El complejo de la “Síntesis de las Artes Mayores”, del cual el Aula Magna es su máximo representante, es un conjunto de edificios construidos durante veinte años por la firma de Villanueva. El arquitecto era inexperto en el diseño de auditorios y su propuesta final, a la que se negó a hacerle cambios, terminó produciendo un caos acústico. La firma de ingenieros encargada de la acústica sugirió que la única solución a este problema sería añadir una serie de paneles para cubrir el 70% del área del techo del auditorio. En ese momento Sandy Calder, quien ya llevaba cierto tiempo en contacto con Villanueva concretando la elaboración de un móvil monumental para el exterior del auditorio, sugirió que él podría elaborar los paneles que hoy se encuentran en pie.

Calder nació en 1898 y es reconocido por haber inventado los móviles, o por haber acuñado ese término con el que se conocen a las esculturas que tienen movimiento –opuestas a las estabiles o esculturas fijas. Aparte de ser artista, Calder también estudió ingeniería y es común encontrar en Caracas varias de sus piezas. Las Nubes o platillos de Calder fueron instalados bajo la supervisión de la firma estadounidense Bolt, Beranek y Newman, mientras una orquesta tocaba en el escenario para calibrar la acústica.

El día que fui por primera vez a la UCV una de las vigilantes del auditorio me dijo que el Aula solo estaría abierta al público a partir del martes siguiente y yo tenía que irme de Caracas el lunes. Sin embargo y sin perder las esperanzas fui a la oficina de plantel localizada en el piso doce de la torre de oficinas del complejo cultural. Después de explicarle a la funcionaria la situación completa, la señorita me acompañó y les pidió a los trabajadores que encendieran las luces del auditorio. No me dejó entrar al escenario pero me permitió observarlo desde el palco donde se controlan las luces y fue así que hice realidad uno de mis sueños. Me quedé allá sentado un rato mientras la funcionaria me contaba la historia del auditorio y me contaba que seguido reciben visitantes que solo quieren ver el auditorio por las nubes. No me pude quedar más tiempo, ni pude asistir a uno de los espectáculos que allí se hacen, pero estoy seguro que si vuelvo a Caracas será para sentarme debajo de las nubes de Calder luchando constantemente con las ganas de mirar al techo y no al escenario.

PD: Alexander Calder fue conocido por sus esculturas monumentales fijas y con movimiento, así como por su circo hecho de alambre:

Enlaces:

http://www.centenariovillanueva.web.ve/CUC/Portafolio/Centro_Directivo_Cultural/Centro_Cultural/Aula_Magna/Aula_Magna_Analisis.htm

http://aprendersociales.blogspot.com/2008/07/las-nubes-acsticas-de-calder.html

http://www.ultimasnoticias.com.ve/la-propia-foto/60-anos-del-aula-magna-de-la-ucv.aspx

 La escritura de este texto no habría sido posible sin Mafe y de Rako quienes me acompañaron y guiaron por Caracas

@loloelrolo

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