El creador de Dilbert firme a favor del suicidio asistido
En un post conmovedor en su blog, que pronto dio la vuelta a todo el mundo, Scott Adams, el creador de la famosa caricatura Dilbert que satiriza la vida de oficina norteamericana, expresó la terrible situación que estaba viviendo su padre con una terrible sentencia que titulaba la entrada: ESPERO QUE MI PADRE MUERA PRONTO. No esperas que un caricaturista satírico te haga llorar, pero las sinceras palabras y el sentido de impotencia expresados en este texto, no provocan otra cosa.
En medio de la rabia, la frustración de ver las horas del tormento de su padre que permanecía en coma, sin el 98% de actividad cerebral, Adams escribía: «espero que mi padre muera, y mientras estoy en esto, espero que tú también tengas una muerte dolorosa».
Estas palabras, evidentemente, no iban para todo el mundo. Eran solo para esa gran parte de la población norteamericana que se opone a las políticas de una muerte digna, o que sencillamente obedece ciegamente las decisiones del gobierno estadounidense. Las palabras de Adams, aún en su ciego dolor, resumen mejor esta población:
Si eres un político que alguna vez ha votado en contra del suicidio asistido médico, o votará en su contra en el futuro, odio tus putas tripas y me gustaría que tuvieras una larga y horrible muerte. Sería feliz matándote personalmente y viéndote desangrar. No haré eso, porque temo las consecuencias. Pero lo disfrutaría, porque ustedes hijosdeputa son los responsables de torturar a mi padre. Ahora esto es personal.
En seguida dice:
No tengo nada en contra de los ciudadanos que se oponen al suicidio asistido médico, en los terrenos prácticos o morales. Pero si ustedes han actuado en contra, como hacer un voto en contra, me gustaría que también tuvieran una lenta y horrible muerte. Ustedes y el gobierno son cómplices en torturar a mi padre, y existe una buena posibilidad de que algún día sean cómplices en torturarme hasta la muerte a mí también.
Las palabras de Adams son fuertes, además alimentadas por el desasosiego de una sala de espera de un padre agonizante, pero en medio de toda esta ira él reafirmaba su muy norteamericano sentido del patriotismo, en contravía de las decisiones de su gobierno, y terminaba con una nota dirigida a este diciendo que seguiría pagando sus impuestos y cumpliendo sus deberes de ciudadano, pero en cuanto él, que no se dirigieran más, porque ya ambos habían roto.
Este post fue escrito el sábado, para el martes ya el padre del creador de Dilbert había fallecido tras un prolongado padecimiento, y esto él lo puso como coda al texto original. La avalancha de comentarios no se hizo esperar, y si bien generó una respuesta positiva que Adams, en una nueva entrada a su blog, estima del 95% en la red, también recibió mensajes negativos, algunos devolviendo el mismo odio expresado por el caricaturista pero en su contra.
Una respuesta común era la que se basaba en la opinión del 49%. Para Adams, como lo pone de manifiesto en su entrada, esto solo se trata de un mito y, además de ello, de una sutil manipulación de las encuestas. Dice que si se le pregunta a la gente si cree que es legal que el gobierno mate a una persona enferma, entiende que el 49% de las personas responda que no; pero, si en cambio, se matiza la pregunta y se hace una pregunta como: «Si eres un enfermo terminal y se espera que tengas que padecer terriblemente por meses o años, ¿quieres que el gobierno decida qué opciones de cuidado de salud están disponibles para ti, o esta decisión debería ser tomada entre tú, tu doctor y tus amados?» Para Adams la cifra sería radicalmente distinta, ya que el 90% decidiría lo segundo.
Adams reconoce que sus palabras en el primer comunicado fueron duras, pero para él se trató de incorporar sus emociones en el debate sobre el suicidio asistido, que los activistas en contra sepan que no solo está en desacuerdo con ellos en el terreno intelectual sino que los percibe emocionalmente como personas amorales, al nivel de los pedófilos y los terroristas, por las horas de dolor que tuvo que padecer su padre por sus políticas y posiciones.
Por último, el caricaturista insiste, para evitar confusiones, que no está de acuerdo en matar por activismo político. Solo que «no derramaría una lágrima si un activista opuesto al suicidio asistido médico padece una horrible muerte.» No se declara orgulloso de eso, pero para él sería justo.