La historia que lleva 28 años contándose

Por Daniel Zapata

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Cada año, a veces en el mes de noviembre, vuelvo sobre uno de los acontecimientos sucedidos en 1985 en Colombia. La toma del palacio de justicia.

Reviso el material audiovisual que aparece en internet, o busco opiniones al respecto; para esta ocasión leí el libro de Ramón Jimeno “noche de lobos”.

Una de las conclusiones a las que el libro me orienta, es que en ese asalto perdimos todos; independientemente de la institución o filiación política a la que pertenezcamos, este acontecimiento nos afectó a todos.

Tal vez lo que más se recuerda son los desaparecidos del palacio de justicia, es decir, las personas que trabajaban en la cafetería del establecimiento. Las familias y algunas fundaciones han trascendido en la lucha y hoy afortunadamente ya el caso se empieza a visibilizar en otros países, desde las acciones jurídicas que se deben tomar hasta las responsabilidades.

Precisamente por la lucha de las víctimas, hemos podido escuchar cada año la historia de lo sucedido el 6 y 7 de noviembre de 1985.

Sin embargo me pregunto ¿Y las otras implicaciones? En eso creería que hay cierta indiferencia, porque para nadie es un secreto que una de las filosofías del colombiano es “lo que no es conmigo no me importa”; no pretendo predicar a favor de alguna causa, sencillamente la reflexión en torno a los hechos históricos que suceden en nuestra casa, nos ayuda a tomar una posición frente a la vida y a comprender dónde estábamos, dónde estamos y para dónde vamos; tres momentos fundamentales para los seres humanos en su diferenciación con el reino animal y vegetal.

Algunas implicaciones

  • Se refuerza la idea que los ciudadanos solo pueden ser escuchados a      través de la violencia; las instituciones democráticas no son garantía de      participación ciudadana.
  • “Cuando en un país se puede asesinar a la justicia, se puede      asesinar a cualquiera” (Jimeno, 1989: 245) recordemos que allí fueron      asesinados algunos magistrados de la corte suprema de justicia.
  • El gobierno es exonerado judicialmente de sus actos; estos se      justifican bajo la idea de defensa de la soberanía y las instituciones      democráticas.
  • Los culpables, los responsables, los sospechosos, los que deben      responder, son los que no hacen parte del gobierno o los que hacen      oposición.
  • Las fuerzas militares tienen autonomía para tomar decisiones o para      interpretar las órdenes de su comandante principal, el presidente de la      república.
  • Pacto de silencio e impunidad, que se sigue implementando.
  • Vacío histórico; la verdad oculta, niega los principios      democráticos.
  • Una persona que desaparece está siempre viva; lo recuerda Miguel      Torres en su obra de teatro “la siempreviva”.

Un desaparecido vive su angustia, su tortura y posiblemente su asesinato dentro de un límite de tiempo, dicho con otras palabras, principio y fin.

En la otra parte quedan las víctimas producto de dicha desaparición; no hay límite de tiempo porque como dije anteriormente está siemprevivo. La desaparición forzada provoca la agonía de los seres queridos, destruye ilusiones y al no tener respuestas, es otra manera de sentirse huérfano, abandonado en un mundo totalmente desconocido: el de la guerra en sus manifestaciones más bárbaras, más intimidantes. Finalmente el dolor queda para las víctimas porque es una ofensa a sus principios, a los sueños y a los recuerdos construidos colectivamente, al decirles que la persona a la que están esperando no va a volver porque tal vez nunca existió.

Para concluir…

Temo mucho por el futuro que nos pueda deparar dicho suceso, en relación al tema de la paz. La toma del palacio de justicia es la manifestación del fracaso del proceso de paz que se intentó entre el gobierno y la guerrilla del M19; ambos bandos se defendieron arguyendo la instigación armada de su opositor y la falta de garantías; es en este sentido que afirmo que allí perdimos todos puesto que no tenemos confianza en las decisiones que tome el gobierno ni en la posición de las guerrillas; hay incredulidad frente al actual proceso porque siempre hemos fracasado en el intento (el del Caguán, por ejemplo) y la angustia de estar sumergidos por más de 50 años en la misma guerra, nos hace pensar que la solución será la misma, la militar, es decir, la que ya sabemos de memoria y no nos ayuda mucho, porque aniquilar a los enemigos es caer en el cuento de hadas “espejito,espejito” y eso no contribuye a fortalecernos como sociedad, ni a fortalecer nuestra cultura.

El temor está latente porque después de la toma, hubo otro intento de negociación entre el gobierno y el M19, por sí lo han olvidado cuando la guerrilla estuvo desarmada, asesinaron a muchos de sus integrantes, entre ellos al candidato presidencial Carlos Pizarro. Esto sin adentrarnos en el exterminio de la UP. Por el otro lado, algunas de las banderas de combate de las guerrillas han sido la exigencia al gobierno de cumplir con la constitución, pero mientras exigen, van asesinando, secuestrando, extorsionando y colocando bombas. Por eso es tan importante que recordemos lo sucedido en el palacio: el gobierno se desliga de las responsabilidades acusando a su opositor y la guerrilla con sus actos atroces, los justifica en nuestro nombre. Ambos bandos dicen defendernos, pero las acciones militares que emprenden no nos representan. Las jurídicas serían las que más nos ayudan, porque permitiría aprender de los errores. Podemos avanzar mucho más sí condenamos los errores, si vivimos con ellos, si los superamos, que exterminándolos o buscando silenciarlos para que se nos olviden y los volvamos a cometer.

Bibliografía

JIMENO, Ramon, Noche de lobos, Ediciones Folio, Bogotá, 1989.

 

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