Dalí piensa positivo porque está vivo
Salvador Dalí sólo se desorientó con el exceso nasal del inglés de los concursantes; él abría sus ojitos y miraba al presentador que, acercándose a su oído, le repetía lo dicho. Entonces Dalí, en su magnificencia, contestaba a los interrogantes con un sí, como uno de esos androides de juguete que, entre los basureros, suelen contestar, con movimientos de cabeza, los aullidos de los coyotes iridiscentes bajo la vía láctea. En este programa de entretenimiento llamado «What´s my line?» se sabe que a Salvador, como a cualquiera de su estirpe, sólo le basta una palabra muy corta para revelarse y desplegar sus alas de ángel exterminador: Sí.