Un manuscrito de Borges
Hace un par de años los suplementos culturales se remecieron con la noticia: El profesor de literatura Julio Ortega descubrió un manuscrito inédito de Borges en el archivo de la Universidad de Austin. Según este especialista, el autor abandonó el escrito porque vislumbro su proyección como novela Ya se ha hablado de la novela inconclusa de Borges cuyo título es «Los Rivero»; si se continúa con la apreciación de Ortega estaríamos frente a un hallazgo: Borges escribía sin pensar en el género de lo que hacía. En 2010, se publicaron cien ejemplares de lujo con el documento, un ejemplo más de la monumentalización de los mismos y de la ambición hermética que persiste entre muchos amantes de las colecciones – que asimilan como literatura-. A continuación, el comienzo del manuscrito y una transcripción (que no contempla lo que ha sido tachado por resultar ilegible):
Hacia 1905, la cancel de hierro forjado había cedido su lugar a una puerta de madera y cristales y bajo el llamador de bronce había un timbre eléctrico, ahora, pero en general la casa de los Rivero -con el zaguán oscuro, con los patios de baldosa colorada, con el aljibe inútil y con una higuera en el fondo- correspondía con suficiente rigor al arquetipo de casa vieja del barrio Sur, y el espectro del coronel Clemente Rivero (que murió, desterrado, en Montevideo, dos meses antes del pronunciamiento de Urquiza) lo habría identificado sin mayor dificultad. Es sabido que la historia argentina abunda en glorias familiares y casi secretas, en próceres que llegan a ser el nombre de una calle; tal vez no huelgue recordar al lector que el coronel Rivero fue el héroe de la primera carga de Aturia, título que en vano le niegan todos los historiadores venezolanos, víctimas de la envidia y del localismo, y que defienden con razones irrefutables los argentinos amantes de la verdad. En el desorden de las guerras de la independencia de América, el coronel Rivero tuvo un claro momento de gloria, cuando «lanceó a los godos» y decidió la suerte de una provincia; sus bisnietos guardaban con piedad y con justificadísimo orgullo el hierro de la lanza que blandió entonces.
Excelente aporte, querido amigo.