Para libre descarga: RELATOS PIONEROS DE CIENCIA FICCIÓN LATINOAMERICANA
Vía: Jorge Valentín Miño:
La editorial El perro y la rana de Venezuela acaba de publicar «Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana», del compilador Daniel Arella. Aparecen cuentos de : Amado Nervo, Rubén Dario, Clemente Palma, Leopoldo Lugones, José Asusncion Silva, Eugenio Larco, Vivente Huidobro, Horacio Quiroga, Eduardo Ladislao Holmberg, Pablo Palacio, Juan José Arreola, Alejandro Jodorowsky, Julio Garmendia, Felisberto Hernandez, Hector Velarde, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares y Carlos Octavio Bunge.
Relatos pioneros de la ciencia ficción latinoamericana se presenta en un momento de imperiosa necesidad de literatura que convoque al público joven, consciente de esto y de que la juventud es la principal consumidora de nuevas tecnologías la Fundación Editorial El perro y la rana pone a disposición de lectoras y lectores la compilación en su portal web.
Luis Enríquez
Enlace: RELATOS PIONEROS
Para descarga: http://www.elperroylarana.gob.ve/images/libros-pdfs/feria-ccs/relatos-pioneros.pdf
Ripios y silencios: sobre Borges y la última novela de Moore
Sobre la última novela de Alan Moore, Jerusalem, resulta trágico, pero a la vez comprensible en tiempos de twitter y neolengua, que se le dé mayor valor al número de palabras de una obra que su contenido o propuesta. Si bien la cifra es impresionante, pues según Leah Moore (hija del escritor) la novela se compone de aproximadamente un millón de palabras (the guardian), y esto en comparación a famosos libros voluminosos, como Guerra y Paz (560.000) parece exagerado, considero que uno como lector cuando se sumerge en la lectura no se pone a contar palabras y el número de éstas idealmente pasa desapercibido cuando está atrapado; y en eso reside parte del éxito que en la actualidad están teniendo sagas como Juego de Tronos, Harry Potter, Las Crónicas Vampíricas y últimamente (gracias a Jodorowsky) Duna.
A propósito de la extensión de las novelas, uno de los mayores detractores era Jorge Luis Borges, a quien algunos, como Jane Ciabattari, consideran el escritor más importante del siglo XX (http://www.bbc.com/culture/story/20140902-the-20th-centurys-best-writer). Para Borges el problema de las novelas es que muchas de sus páginas son meros ripios, rellenos de escritores ociosos, como Tolstói, que a media noche se acordaban que tenían que escribir sobre el picnic, el desfile y esto no era «realista».
Un diálogo de Borges, Octavio Paz y Elizondo
Octavio Paz ofició como presentador de este diálogo en cuyo decurso se presentó una de las consabidas desviaciones de Borges: al comienzo se intentó hacer una suerte de teoría general de la poesía y el autor de «Historia universal de la infamia» soltó un verso para que así los tres escritores empezaran a dar vueltas sobre el mismo. A lo largo de toda la charla, aparecen las filiaciones, tradiciones y rechazos que cada uno de ellos tenía:
Norah Lange y Oliverio Girondo: Una aplanadora para Georgie
Edwin Williamson, autor de la biografía “Borges, una vida”, señala que una de las razones por las que Jorge Luis Borges abandonó el ultraísmo fue el rechazo amoroso de la poeta Norah Lange. En 1925 Georgie hizo el prólogo de “La calle de la tarde”, el primer poemario de la peliroja, en un arranque de coquetería reforzado por visitas regulares a la casa de las señoritas Lange o cueva vinkinga, como él la llamó, con mucho espanto, años después.
La inocente estratagema del autor de “Otras inquisiciones” se derrumbó cuando apareció otro poeta llamado Oliverio Girondo: Norah se enamoró de él y, poco tiempo después, se hizo su esposa y formaron una de las parejas más conocidas del mundillo literario de Buenos Aires.
Entre los hombres las distancias fueron aún más grandes; mientras Borges era un tímido tipo a cuyo sentido del humor lo trasuntaba la amargura de los abatidos, Girondo hacía “locuras” equiparables a las de las más animosas estrellas del rock aparecidas tres décadas después.
Basta con escuchar la voz de Girondo para entender por Lange optó por irse con él. Su tono es un huracán comparado con el timbre asmático de Borges, siempre a punto de desmoronarse o de clamar por su mami. Cuando tuve la ocasión de escuchar en la voz de Girondo recitando sus poemas y confrontarlo con una conferencia de Georgie sobre Dante, un amigo me dijo que nunca había sentido a Borges tan pusilánime y pequeño. En el rostro de mi amigo se vislumbraba un rictus de revancha al saber que el urdidor de El Aleph era un hombre con imperfecciones que, al menos en su escaso atractivo para con las mujeres, se acercaba a nosotros:
Borges dibujante: Una Hidra y una escena de baile tanguero
Este es un dibujo hecho por Borges forma parte de la colección de Libros raros de la Universidad de Notre Dame. Lo que aparece escrito contiene dos partes, una de ellas es una referencia al origen de este género musical que, como se aprecia en la imagen, está incompleta pues continúa en el reverso de la misma hoja, el texto (incluyendo lo que está en la pagina posterior) es el siguiente:
El tango es prostibulario. De ello no tengo dudas. Pero la certeza no me acompaña si se trata de ubicar la cuna del mismo.
Para Ernesto Poncio, es la recova del Retiro, claro está, en los prostíbulos; los del Sur creen es en la calle Chile, y los del Norte sostienen … que es en la calle del Temple, ambas golferas. En todo caso es también indiscutible que nace entre 1880 y 1890.
La otra parte corresponde a las coplas que aparecen a ambos lados del dibujo:
Barracas al Sur
Barracas al Norte
a mí me gusta
bailar con corteMañana por la mañana
me voy a las Cinco Esquinas
a tomarme un mate amargo
de la mano de mi china
El dibujo no está fechado pero forma parte de ese «corpus» que evidencia una perspectiva que buscaba quitarle ese «glamour» con que el tango comenzó a contar desde su redescubrimiento parisino. Además, Borges defenestraba el tango de contenido sentimental y siempre fue más cercano a la estética del barriobajero, tan explotada en muchos de sus relatos y ensayos.
Borges también cuenta con otro dibujo que desmonta, una vez más, la perspectiva generalizada que encumbra al escritor en un lugar impoluto en el que jamás se dejó tocar por aspectos «menores» como la política. Este segundo documento está en la colección que tiene la Universidad de Virginia y pertenece a un manuscrito de nueve páginas llamado «Viejo hábito argentino» que luego apareció publicado como «Nuestro pobre individualismo» en el libro «Otras inquisiciones»:
El incendio terrestre de Marcel Schwob
Marcel Schwob (1867-1905) es conocido por «La cruzada de los niños», una historia que ha inspirado a varios cultores de lo que se algunos críticos y especialistas editoriales denominan novela histórica, y por «Vidas imaginarias», cuyo mecanismo para narrar tuvo sus resonancias en «Historia universal de la infamia» de J. L Borges o » La literatura nazi en América» de Roberto Bolaño. Pese a que los nombres que recuerdan a Shcwob en nuestro idioma, dominan el canon editorial y académico, gran parte de su obra aún reposa en silencio; este escritor francés cuenta con historias terroríficas («Aracné», por ejemplo) o narraciones donde el final y el comienzo del mundo se funden en el amor desamparado:
El incendio terrestre
A Paul Claudel
El último impulso de fe que había inflamado al mundo no había podido salvarlo. En vano se erigieron nuevos profetas. Los misterios de la voluntad había sido forzados inútilmente; pues ya no importaba dirigirla, lo que parecía decrecer era su cantidad. La energía de todos los seres vivos declinaba, se había concentrado en un esfuerzo supremo hacia una religión futura, y el esfuerzo no había tenido éxito. Cada uno se escudaba en un egoísmo muy dulce. Todas las pasiones eran toleradas. La tierra estaba como en una cálida y súbita calma. En ella, los vicios crecían con la inconciencia de las plantas venenosas. La inmortalidad convertida en la ley misma de las cosas, con el dios Azar de la Vida; la ciencia oscurecida por la superstición mística; la tartufería del corazón para la cual los sentidos servían de tentáculos; las estaciones, en otros tiempos delimitadas, ahora mezcladas en una serie de días lluviosos que incubaban la tormenta; nada preciso, ni tradicional, sino una confusión de antiguallas, y el reino de lo vago.
Piazzola y Borges: un matrimonio roto y con hijos
En 1965 apareció el álbum «El tango» que consistió en la musicalización que Astor Piazzolla hizo a algunos poemas de Jorge Luis Borges. Este momento, que pudo haberse materializado en el clímax del orgullo argentino, desembocó en la enemistad entre el músico y el escritor. Como lo hace notar Jorge H. Andrés, en el libro «Borges» de Bioy Casares, donde aparecen muchas de las conversaciones que sostuvieron estos dos autores, Georgie dice de Astor: «Es un bruto y tan vanidoso. Uno de sus tangos se llama «Melancólico Buenos Aires». ¿Te das cuenta, qué animal? No son tangos ni nada; él los llama tangos porque si los presentara como simple música, los músicos se le vendrían encima; en cambio, como innovador de tangos lo toleran y hasta lo fomentan». Borges apodó a Piazzola «Astor Pianola» y el músico, un poco menos venenoso, lo llamó ignorante y sordo (con lo que Borges superaría a Homero, al menos, en lo que a limitaciones físicas se refiere). Les presentamos «El tango», cuyo poema fue declamado por el actor Luis Medina Castro:
Borges charla con Gerardo Diego
En 1980 España se aprestó a galardonar a Jorge Luis Borges y Gerardo Diego con el premio Cervantes. Los dos escritores, en su juventud, compartieron charlas, entusiasmos y debates. En el fragmento que les presentamos, hablan sobre Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, superando esa idea instalada en la historia escolar de la literatura española que ubica a los dos grandes poetas del siglo de oro como dos competidores que se detestaban:
Un manuscrito de Borges
Hace un par de años los suplementos culturales se remecieron con la noticia: El profesor de literatura Julio Ortega descubrió un manuscrito inédito de Borges en el archivo de la Universidad de Austin. Según este especialista, el autor abandonó el escrito porque vislumbro su proyección como novela Ya se ha hablado de la novela inconclusa de Borges cuyo título es «Los Rivero»; si se continúa con la apreciación de Ortega estaríamos frente a un hallazgo: Borges escribía sin pensar en el género de lo que hacía. En 2010, se publicaron cien ejemplares de lujo con el documento, un ejemplo más de la monumentalización de los mismos y de la ambición hermética que persiste entre muchos amantes de las colecciones – que asimilan como literatura-. A continuación, el comienzo del manuscrito y una transcripción (que no contempla lo que ha sido tachado por resultar ilegible):
Borges discute con algunos colegas
Casi todo registro visual que se tiene de Borges deja ver a un hombre plácido, dueño de aseveraciones incontrovertibles pese a que él mismo diga incurrir en errores. En la charla que a continuación presentamos, Borges debe hablar con otros escritores que se encuentran al otro lado de su noción de literatura- como ocurre con el venezolano Adriano González León- ; si bien, cuando la charla se dirige a temas políticos, el autor de «El Aleph» guarda silencio, después no se contiene y comienza a discutir. En este encuentro, ocurrido en México en 1973, también están presentes Salvador Elizondo y Juan José Arreola quienes sí fueron más obsecuentes con el maestro. También estuvo presente, como un témpano, el español Germán Bleiberg. Además, Borges equipara a las manos con algo mecánico como una máquina de escribir y habla del gran daño que hizo la imprenta al hacer proliferar libros:
En la segunda parte de este encuentro, González León ya no aparece: es reemplazado por Juan García Ponce. Borges hace un llamado a la inocencia en la escritura: