Cuando Fernando Vallejo no era estrella
Hubo un tiempo en el que las opiniones de Fernando Vallejo no aparecían en las secciones políticas de los diarios, ni se dedicaba a decir a los cuatro vientos que le gustaban los mcuhachos porque, con solo verlo, ya se sabía qué gustos sexuales tenía. También fue la época en que más que parecer un marica que cumple con el molde de todo escritor marica (inteligente, ácido, irreverente y demoledor de falsos ídolos), semejaba una señora que tocaba piano y le gustaba tomar un té vespertino con sus amigas de la alta sociedad.
De ese Fernando Vallejo que desapareció, sepultado por sus opiniones perfectas para un titular de periódico sin noticias, documentales tan obsecuentes como La desazón suprema, `premios literarios y doctorados honoris causa, aún quedan registros visuales. A medidados de los noventa, Gloria valencia de Castaño lo entrevistó y lo regañó cuando el escritor dijo cosas para escandalizar señoras en lugar de contestar las preguntas hechas por ella:
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