El chute definitivo. En memoria de José José, la bestia del amor

Cada vez menos nuestro mundo

Norbert Schüster

La canción acaba de morir

Omar Kayham

Las biografías siempre son incompletas hasta que se cierra la fecha de nacimiento con la de muerte. En tu caso, que saltaste de una eternidad a otra, se puede ver que tal tentativa no es otra cosa que un disparate de bibliotecario mediocre.

Dijiste noche no te vayas, como si no fueras tu el que la abandonaría y, con ella, a todas estas almas en pena: ese era el bouquet de tu dosis personal.

Ojalá papá lindo te de unas buenas jeringas repletas de heroína y le digas, en el viajado, que dicen que eres un payaso y nada puedes hacer. También quiero ron y mezcal y aguardiente pero mi nuevo oficio de chófer no me lo permite porque debo cargar tu cadáver.

Ojalá que te mueras, dijiste esa noche, y fue como un puro beso porque tu fantasma vuelve a rondar los 10 años que estuviste en consumo al interior de un taxi.

Y esta vez soy yo tu taxista y te llevo a los intrincados parajes de tus pesadillas: viste tu posible vida de sobrio hasta que morías como un vulgar sujeto, tan mediocre como yo, tu taxista.

Por aquella época, cuando te llevé, yo tenía veinte y tu cuarenta. Ahora te alcancé en edad pero no en grandeza y estoy tan cansado que he de confesarte que a veces preferiría estar muerto como tú: quiero morirme pero solo me mato a pajas porque no me pagan lo suficiente para ir a donde las venezolanas.

Pronto te olvidarán pero en mi cachivache, mientras hago carreras, o carreritas al culo, como dirían los vulgares, coloco tu música y levanto la cara con orgullo.

Recuerdo aquella tarde que le cantaste borracho a la señora Verónica Castro. Recuerdo la cara de asco de aquella coqueta mujer que sabía de tu hedor a alcohol trasnochado y mal aliento que de tu boca de bolero salía.

No sabes cómo y cuánto te extrañaré en la botanería en donde me daré duro en la cabeza mientras veo a un cantante de poca monta que te imitará primero a ti, luego a Juan Gabriel y después interpretará sus propias canciones que nadie escuchará.

Qué memoria tienes

Y yo con un Alzheimer ni el malparido

Dios te lo permita, que nunca en la vida

tengas una pena

porque si la tienes, morirás de angustia y desesperación

no te lo reprocho

tan solo le pido a Dios

que me muera

que me muera

 

 

 

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