La necesidad del corazón (última entrega)
Edison Delgado Yepes, escritor nacido en Ecuador, nos ha permitido publicar, por entregas, su novela “La necesidad del corazón”. Acá podrán leer el episodio anterior.
Cuando llegaron a Santa Elena se bajaron del taxi y caminaron lentamente hasta la parada de las chicheras que llevaban su carga de pasajeros y turistas hasta Montañita. Les esperaban más horas de viaje bordeando la playa iluminada de manera espejeante pro los débiles rayos del sol. En el camino Estefanía se recostó en el hombro de Pepe Viche y por fin pudo dormir con aquella tranquilidad que sólo había experimentado cuando era niña y se quedaba dormida en los brazos de su padre.
Mientras tanto Pepe Viche sentía que en su cuerpo estaba a punto de explotar una nueva crisis de shakes, ya que esta relación incipiente con Estefi era algo de gran trascendencia y responsabilidad. Su pierna derecha empezó a temblar frenéticamente, pero la crisis tal como vino se pasó ante la tranquilidad que Pepe Viche recibía al contemplar el hermoso paisaje marino que bordeaba la carretera. Y Estefanía no se despertó durante todo el viaje. En este tiempo Pepe Viche replanteó toda la perspectiva de su vida. ¿Sería esta relación un nuevo comienzo?, ¿a dónde lo conduciría todo esto?
Cuando pasaban por una curva Pepe Viche pudo ver a una gallina colgada de un árbol y pensó de inmediato en la maldita superstición y en la brujería, que era tan valorada en las civilizaciones primitivas. A cada rato se cruzaban por la carretera ciertos venados, tigrillos, cualquier cantidad de culebras morían aplastadas por las llantas de los vehículos. Al parecer recién se había producido un gran aguaje ya que toda la playa estaba repleta de raíces, huesos, palos, troncos de árboles, plumas. Luego se asustaron y pensaron en un acto de brujería cuando vieron una gran gallina colgada de un árbol.
En los asientos de atrás de la chichera venían parloteando un pocotón de gringas del cuerpo de paz, que recién venían de Babahoyo cumpliendo una misión de beneficencia como ayudantes en operaciones gratuitas de corazones abiertos para los pobres, personas de escasos recursos y desamparados. Al parecer venían con un gran cargamento que iba en el techo de la chichera y que consistía en una gran cantidad de ropa usada para ser repartida a los pobres de Montañita.
Cuando Pepe Viche y Estefanía llegaron era medio día y en todo el pueblo se rumoreaba de un acto de brujería en el que un niño se había convertido en un gato, pero ellos no le prestaron atención a esas habladurías y de inmediato se fueron caminando por la playa hasta la punta para hospedarse en una casa triangular, completamente abandonada. Ahí dejaron las mochilas, la tabla y se fueron más a la punta a comer un almuerzo donde la señora Delia y Oswaldo. Aquellos locales preparaban los mejores mariscos asados y con maduro frito que el paladar de un citadino pudiera probar. También fueron los primeros en Ecuador en servir en Montaña los mariscos: las ostras, el atún, la langosta y la ostión cocinado hasta hervir con limón. Eran unos potajes exquisitos si se los acompañaba con unas cervezas bien heladitas.
El viento soplaba fuerte y refrescaba mucho, ya a esa hora, incluso, se podía sentir el frío del mar en los huesos. Las olas estaban grandes y Pepe Viche sentía que le picaban los pies de ganas de meterse a correr, pero primero había que alimentar a su amiga y luego regresar a la cabaña cohete para instalarse bien.
Cuando estuvieron en la casa cohete, desempacaron todas las cosas que llevaban en las mochilas y decidieron acostarse y tomar las cosas con calma ya que tenían la barriga completamente llena de pescado y arroz. Pepe Viche utilizó el forro mullido de su tabla como sleeping bag y Estefanía desenrolló su bolsa para dormir y de su mochila sacó un libro de Flaubert y lo empezó a leer despacio mientras se arrullaba de sueño con el sonido regular de las olas estrellándose en la orilla. Pepe Viche enroló un grifito y se fue al balcón, se sentó y le dio fuego y pronto se encontraba completamente embargado de un ánimo lleno de entusiasmo y alegría. El paisaje que contemplaba ante sus ojos era impresionante y hermoso, también era verídico, muy real. Allí estaban las olas revolviéndose sobre sí mismas esperando que él fuera a montarlas. Era un espectáculo maravilloso de un mar infinito preñado de sol y unos pocos surfistas, que al parecer la estaban pasando muy mal con el tamaño de aquellas olas. De pronto por detrás se le acercó Estefi y se sentó junto a él y le dijo:
-¿Alguna vez has leído Madame Bovary?
-No, ¿qué tal es?
-Excitante, ¿te apetece hacer el amor?
-¿Ahorita?
-¿No quieres?
-No es que no quiera sino que me coges por sorpresa, simplemente, no lo esperaba, estaba completamente extasiado contemplando este hermoso paisaje, ¿no te parece hermoso?
-Por eso quiero joder contigo porque todo me parece tan silencioso, radiante y hermoso y creo que si me jodes me harás más feliz y yo te haré más feliz de lo que ya estamos, ¿no te parece?, ¡te has fumado un batecito!, ¿te ha sobrado algo?
-Será mejor que nos vayamos a acostar y disfrutemos de nuestra intimidad.
-¿Qué le dijiste a tu hermano como excusa para venir conmigo?, ¿le mencionaste que venías conmigo?
-No, simplemente me fui y ni siquiera le he dejado una nota. Ahora en la noche en el pueblo lo llamaré por teléfono.
-¿Crees que se ponga feliz de saber que tú y yo hemos regresado?
-No sé lo que le pasa, últimamente está muy concentrado y muy raro. Es como si estuviera inmerso en profundas meditaciones que casi no se da cuenta de las cosas bellas que nos rodean. Cuando no está ocupado atendiendo el negocio y cuando no está ayudando a Katty se sienta en el porche y se entrega a infinitos silencios y profundas meditaciones. Realmente no sé lo que le pasa.
Luego se quedaron acostados juntos y Estefi se quedó despierta leyendo su madame Bovary hasta que sintió un gran peso en los párpados y se unió a Pepe Viche en el sueño. Mientras tanto, Pepe Viche empezó a soñar con su madre difunta en el preciso momento en que llegaba a la casa para encontrarse con su padre que le decía que su madre –en medio de un apagón -se había equivocado en la oscuridad y en vez de meterse al baño para lavarse las manos se había rodado la escalera con el riesgo de romperse el cuello. Cuando Pepe Viche la encontró a su madre, su rostro estaba muy pálido y la pobrecita se quejaba de un terrible dolor en la pierna izquierda, además tenía toda la bata de casa, completamente ensangrentada. Junto a ella se encontraba Tuco que presa de los nervios hablaba y no paraba de hablar.
Cuando el subconsciente de Pepe Viche no pudo soportar la angustia se despertó y se asustó un poco al darse cuenta de que la oscura noche los había sorprendido mientras dormían. Encendió una vela y se fue a sentar a un rincón de la cabaña cohete para rolear un cigarrillo de yerba. En eso se despertó por el frío Estefanía y le dijo:
-Tengo hambre, ¿qué estás haciendo?
-Un bate, alístate para ir al pueblo a comer donde doña Helena, ponte algo abrigado, que aquí las noches son muy frías.
-Sí, ya me di cuenta, ¡esta vez sí me dejarás una calillita, ¿no?
-Sí, no te preocupes que yo te dejo.
Mientras tanto Tuco asistía junto con Katty y Nancy a un concierto de Pink Floyd en el cine MAYA. Tuco estaba desesperado por que las chicas se vistieran rápido ya que temía llegar tarde y quedarse sin los boletos, pero cuando llegaron a la taquilla, se dieron cuenta que poca gente hacía cola para entrar y les fue fácil entrar al concierto que todavía no empezaba. Adentro las luces estaban encendidas y el cine estaba repleto de adolescentes unos más y mejor vestidos que los otros. Pronto empezaron a pasar en la tela las propagandas de algunas películas que se estrenarían pronto. Como las luces estaban encendidas no se olía mucho el humo de la yerba, pero ya se empezaban a escuchar las risas frenéticas y el rodar de las botellas de cerveza en lata.
El nombre de la banda Pink Floyd proviene de juntar los nombres de dos intérpretes desconocidos de blues: Pink Anderson y Floyd Council. El concierto estuvo saturado de gente, de humo de toda clase de yerba y de botellas de whisky. Lo más buenazo fue escuchar el teclado sicodélico de Richard Wright, mezclado con la voz de Roger Waters. Todo el concierto fue una alucinación completa, desde principio a fin. Tanto Katty como Nancy y Tuco no se pudieron resistir a probar una jaladita de hachís cuando comenzaron a tocar la canción Whish you were here…
Cuando llegaron a la casa Katty tuvo unas palabras en privado con Tuco y le dijo que qué tal si se iban a vivir a Cuenca, pero Tuco le dijo que ni hablar, que aquella ciudad era muy cara y que él ya no tenía el dinero de antes y que el clima frío lo deprimía y que acá se encontraba tranquilo en su nuevo estilo de vida, pero que si ella quería se podían ir de viaje a pasar un fin de semana o unas cortas vacaciones de tres meses, pero que ir a vivir era algo complicado desde el punto de vista económico. Katty comprendió de inmediato que había metido la pata y se quedó callada. Además ella comprendía que también ella necesitaba olvidarse de Cuenca porque allá estaban los pushers de la yerba y de la base, además de sus lindas amigas y amigos farreros, así que se empezó a interesar en la lectura y con el poco dinero que le pasaba Tuco empezó a comprar libros viejos usados y de segunda mano y comenzó a reunirlos y a formar una biblioteca. Le encantaba leer las obras de Howard Fast y de Morris West. Pasaba largas horas de la tarde leyendo incansablemente en su cama y sólo bajaba al comedor a desayunar; a almorzar o a cenar. Después de un tiempo se hizo amiga de una chica XPZ375, que estaba estudiando la literatura de este planeta y ella empezó a compartir con ella un librito de Balzac, titulado: LA PRIMA BELA.
Pepe Viche y Estefanía mientras tanto caminaban hacia el pueblo con las tripas llenas de humo y hambre. Cuando entraron en la cabaña de la señora Helena no dudaron mucho para pedir dos suculentos arroz con menestra, servidos con sendos vasos de quaker. Luego, después de dejar pedidos los platos de comida se fueron a una cabaña que quedaba a unas tres cuadras abajo para comerse en la cabaña de un francés unos cebiches de cazón que eran absolutamente deliciosos. Una zampada la entrada se dieron cuenta de que después de fumar la grifa se habían quedado mudos y no habían pronunciado ni una sola palabra desde la casa cohete hasta que llegaron al pueblo. Todo el tiempo que hicieron ese solitario recorrido el fuerte y frío viento proveniente del mar les golpeaba el rostro y se les metía por todo el cuerpo. Mientras caminaban en silencio escuchaban el sordo retumbar de las olas sobre la orilla. Cuando regresaron de la cabaña del francés a la cabaña de doña Helena ya estaban servidos los platos con la suculenta comida. Pero había una sorpresa esperándolos: Flychi estaba en una esquina, sentado tranquilamente, cenando. Pronto la parejita fue a sentarse junto a su viejo amigo y empezaron a comer juntos. Y Flychi dijo:
-¿Saben?, esto es todo lo que necesita el cuerpo: comida y sexo con amor…esto es todo…esto es lo que le da sentido a la vida y es la gran necesidad del corazón: comida y sexo con amor…por eso todos quieren ir al cielo, pero nadie se quiere morir, ¿no es verdad?
Y luego se echaba a reír con verdadera carcajada al estilo de Demóstenes mientras aplaudía con gran fuerza:
– JA, JA,JA,JA,JA,JA…
Al día siguiente Pepe Viche se metió al mar de Montañita a correr olas. Las barredoras hacían hasta lo imposible por arrancarle la cabeza y no dejarlo entrar, pero Pepe Viche era un surfer pesado de Montaña y entraba remando con una fuerza bestial hasta pasar de una en una todas las olas y las barredoras hasta llegar finalmente al point.
Una vez que llegó al point se quedó sentado ahí, totalmente quieto, sintiéndo cómo el frío se le subía por los pies hasta posicionársele en la coronilla. Para cuando llegaban las mama rusas, estaba todo entumecido y empezaba a remar con la fuerza de un paralítico para evitar ser barrido por las barredoras y para colocarse en la posición correcta para dejarse arrastrar por una ola y bajarla suavemente al estilo soul.
Una escuela de delfines empezó a acompañar la corrida de Pepe Viche y éste se quedó tranquilo porque donde había delfines no había tiburones. Por otro lado a Pepe Viche no le gustaba surfear beach breaks o puntas de ola de mar picado como los de ECUASAL o MAR BRAVO.
En una ocasión bajó una olota cuya concha ya había reventado y todo el chorro grueso de agua del labio le cayó a Pepe Viche encima. Así estuvo surfeando todo el día sin parar hasta entrada la noche cuando ya no se veía la ola. Luego se fue remando en medio de la oscuridad hasta la orilla y se fue corriendo a la casa triangular a encontrarse con su flaquita. Ella le dijo:
-¡Extraño a mi hijo!
-Una madre siempre es una madre, aunque lo hayas dejado en la casa de tus padres, seguramente estará bien cuidado.
-Seguramente preguntarás por mí…¿no?
-Ya habrá tiempo suficiente cuando nos casemos y él tenga que venirse a vivir con nosotros.
-¿En verdad quieres casarte conmigo?
-¿Por qué no? El problema es que tendrás que venirte a vivir en la casa de madera junto con mi hermano, pero si nos adaptamos bien seremos una gran familia feliz.
-Eso me gusta… una gran familia feliz…
-¿Y por qué no nos quedamos a vivir aquí en Montañita?, tú te podrías meter en una clínica para dejar de fumar yerba y cuando salgas podrías tener mejor suerte y encargarte de mi y de mi hijo.
-Yo puedo encargarme ahora de ti y de tu hijo, ahora, perfectamente bien…
-¿Estás seguro?
-Completamente seguro, ¿o acaso me ves como esos perdedores, que se la pasan todo el tiempo metidos en sesiones inútiles de terapia donde les lavan el cerebro y les hacen creer que ellos son los únicos culpables de todas sus desgracias y de todos sus apetitos?, ¿tengo acaso cara de perdedor y de inútil?
-Lo siento, no quise hacerte sentir mal…, lo dije sólo como una opción, que se me pasó por la cabeza, eso fue todo…no te quise ofender.
-Yo he estado en esas sesiones y te obligan a someterte a un degradante sistema de terapia donde todas las ideas giran en torno a que aceptes tu culpa por tu situación de adicto y a que te resignes a basar toda tu maldita vida pensando que eres un enfermo incurable, lo siento, pero esa basura de ideología de recuperación no es para mí.
-Ya te dije que lo mencioné tan solo como una opción, en realidad no tiene importancia.
-En algunas ocasiones hablábamos con Tuco de estas cosas y hasta estuvimos a punto de internarnos los dos para dizque dejar de fumar yerba, pero todo quedó en eso: en simples discusiones de noches de luna. Siempre volvíamos a dejarnos atrapar por las cuestiones mundanas y los apretones de la ciudad con todas sus obligaciones, ¿ves?, internarse en una clínica significa que tienes que olvidarte del mundo, siquiera por espacio de tres años y volver a reeducarte. Toda tu maldita vida tiene que cambiar y tus viejas ideas de consumo tienen que ser sustituidas, en un doloroso proceso sicológico de lavado cerebral, por unas nuevas ideas de recuperación. Algunos tipos pasan toda su maldita vida tratando de recuperarse y de adaptarse a ese nuevo estilo de vida. Yo no, yo en cambio, quiero morir fumando yerba y sintiéndome feliz. No quiero pasar el resto de mi vida tratando de convencerme de que todo lo que hice en los primeros años de mi vida estaba mal.
-Está bien, ya te dije que sólo fue una sugerencia.
Las noches en Montañita son tétricas y desoladas. El viento corre fuerte y su ulular estremece las pequeñas cabañas de madera. El frío y la oscuridad lo son todo, y el silencio también y la paz también. La mente siempre permanece alerta a los sonidos de la oscuridad. El ruido de las olas golpeando la orilla se convierten en un susurro, pero también en una melodía enloquecedora, que a fuerza de repetirse se olvida y se ignora. También los olores son característicos: se huele a selva, a arena, el sudor de la Tierra y la sal.
Todas las noches de Montaña están pobladas de espíritus y sombras misteriosas, escondidas o difuminadas por la imaginación debajo de una gigantesca luna que flota en el negro firmamento. Las calles polvorientas son barridas por el viento y por la soledad. Todos duermen y en medio de ese silencio imperturbable no hay absolutamente nada más importante que pensar en qué es lo que va a pasar mañana, qué nueva aventura se te presentará. ¿Habrá olas?
Nadie sabe lo que va a pasar mañana. El destino es la fuerza mayor que gobierna a los hombres. Ni los dioses pueden hacer algo al respecto. Los hombres somos meros juguetes en las manos del destino…nos podemos oponer con todas nuestras fuerzas, pero siempre todo resulta inútil.
Montaña era tan aterradoramente bella y silenciosa por las noches. Los estrechos caminos de tierra, pobremente iluminados por la luz de la luna y de las estrellas. A lo lejos el aullido de uno o más perros cholos.
¡Qué manera de desperdiciar la vida apretando las agendas, llenando de tanto afán y deseo cada precioso momento, en lugar de vivirla de la manera más simple!
Pepe Viche pensó que apenas le cayera un billete se iría a vivir a Montañita donde las cosas ocurren con más calma. Salinas estaba convirtiéndose en una pequeña ciudad llena de apretones y ya era casi imposible respirar con tranquilidad.
El corazón de Pepe Viche le pedía a gritos un cambio de vida; una fuga geográfica; una salida a todos los apuros; si tendría que vivir como monje lleno de estrecheces y miseria lo haría; viviría de esa manera, porque a fin de cuentas esa era la necesidad de su corazón.
FIN