Que habla sobre los extremos

Por Daniel Zapata

Lyudmila Pavlichenko

Popularmente se dice “todos los extremos son malos”. Esto puede generar confusión porque a la hora de tomar una decisión, la frase no funciona bien. Hay que tener presente que una decisión se asume en una determinada situación, con unas características específicas, que nos corresponden solucionar.

En otro sentido, la frase funciona perfectamente cuando debemos generar condiciones o crear alternativas para desarrollarnos, es decir, que implique no sólo una postura personal sino a los otros. Si alguien decide que hay que matar a los gatos, este extremo es perjudicial porque hay personas que los adoptan como mascotas y los cuidan como si fueran sus hijos. En esta medida, el extremo es malo porque siempre perjudica a alguien.

Entremos en materia:

El papel de la mujer en Colombia a comienzos del siglo XX, fue formulado bajo un extremo: agradar a los machos.

Ejemplos de dicho sistema: una vez contraído matrimonio, la mujer debe entregar todos sus bienes a su marido, para que éste los administre; la mujer casada, que tenga alguna profesión debe solicitar a su marido un permiso por escrito que le permita ejercer. En la educación de los hijos, la ley dictaminaba la exclusión de la madre, ello correspondía a los varones; la patria potestad de los hijos, la podía asumir la mujer únicamente, si era madre soltera o viuda; además de esto, los juristas decidieron que el marido podía inspeccionar la correspondencia, las amistades, y todo aquello que pudiera ser perjudicial; acto seguido en 1939 se implementó el decreto que la mujer debía tomar el apellido de su marido antecedido de la preposición “de”. El macho podía tener relaciones extramatrimoniales sin protesta alguna por parte de su esposa, la única causal de divorcio era que él tuviera una relación establecida, que viviera en amancebamiento; por el contrario, la mujer en caso de tener una relación esporádica, era suficiente para acabar la relación. Recordemos que todos los bienes son del marido, por ende, la mujer se quedaba en la ruina. Por el simple hecho de estar casada, judicialmente la mujer pasaba a ser considerada incapaz, condición que para la época tenían los locos y los menores de edad. Dicho de otra forma, la mujer se debatía entre los atropellos de las leyes y las sanciones sociales; aunque se casaran por puro amor, ello les implicaba la perdida de su libertad pues se convertían en siervas de su marido; por otra parte, de no hacerlo, las solteronas no eran bien vistas, menos cuando la misión de la mujer era parir y construir familia; ni siquiera podían salir solas a la calle porque eso era sospechoso o mal visto por la sociedad.

Para dar otro ejemplo, la iglesia católica, en aquel entonces uno de sus más venenosos esbirros Miguel Angel Builes, hacia 1930 da instrucciones a todos los obispos para que en las eucaristías opinen y sancionen públicamente el vestir de las mujeres, ya que obedeciendo al dictamen del infierno se desnudan elegantemente en las calles. Por el lado de la educación, la mujer pudo ingresar a la universidad en 1936.

No pretendo hacer un recorrido histórico sobre las condiciones en las que se desarrolló la mujer colombiana a comienzos del siglo XX, mi interés es contextualizar algunas situaciones que se dieron en el pasado, para preguntar:

¿Qué ganamos con todo esto?

II

Estoy  deacuerdo con que los tiempos han cambiado un poco: la mujer ha logrado entrar en la sociedad de múltiples formas, fruto de su inconformidad y constante lucha; antes del feminismo hubo mujeres en Colombia que asumieron posturas críticas, posturas que buscaban participar en el desarrollo del país; dos ejemplos: a comienzos del siglo XX Soledad Acosta de Samper redactó una carta al presidente Marroquín, en la que le pedía ejercer soberanía sobre nuestro territorio, que no dejara avanzar a Estados Unidos en sus ganas de apoderarse de Panamá. El segundo, en la Guerra de los Mil Días, las mujeres también fueron a combate. Se organizaron en pequeños grupos, uno de ellos se autodenominó “las juanas”, para acompañar a sus esposos o su partido político, con el fin de alimentarlos, cuidarlos si eran heridos, o para “dar plomo parejo”. En general, la historia nunca ha dado protagonismo a estos actos, aunque la mujer luchara por entrar en el sistema, nunca lograba siquiera un reconocimiento.

Reitero, los tiempos han cambiado un poco: la mujer ha ingresado en la política a ocupar cargos importantes; en el deporte se ha destacado y a elevado el nivel competitivo del país a nivel mundial; en el campo de la pintura, la literatura, las artes escénicas, las artes plásticas, la música, han abierto un camino reconocido internacionalmente. En definitiva, la mujer ha logrado ingresar paulatinamente en la sociedad. Su inconformidad con la sociedad machista ha ido ganando el pulso.

No obstante, toda la batalla que han emprendido se ve opacada principalmente por el medio masivo por excelencia: la televisión.

Colombia se jacta de ser un país incluyente, pluricultural, democrático y un infinito blablablá, en la práctica no es así. Igual que en el siglo pasado la mujer sigue siendo un objeto sexual, un objeto de placer; la mayoría de los comerciales tratan sobre la estética de la mujer, cremas para los senos, para la cola, para las arrugas; o la inversa, mujeres interesadas en hombres con un buen título profesional, un automóvil lujoso, por un desodorante o shampoo.

El mensaje es claro, las mujeres sólo son su cuerpo, las mujeres sólo les interesa la apariencia; el mensaje es constante y ello es un problema porque incide todo el tiempo en el comportamiento de la sociedad. Seguimos siendo machistas.

En Colombia, muchas veces lo que importa no son las leyes sino lo que se piensa o se practica en la cotidianidad.

Cambio un poco la perspectiva: si bien el tema central es la condición de la mujer en relación a las leyes y a la sociedad colombiana a partir del siglo pasado, no está demás enunciar que precisamente por todo lo anterior, hoy en día algunas mujeres han tomado una postura extrema, por ejemplo, pensar que asear la casa las degrada, que complacer a su pareja es estar sometida a él, o que al igual que el hombre tiene derecho a acostarse con quien quiera sin por ello ser juzgada. En definitiva, algunas creen que el hombre debe pagar por lo que ha hecho, pero no se dan cuenta que esta actitud es la que aprendieron del machismo.

La historia nos enseñó que la idea de creer que hay seres superiores es una arbitrariedad, una ley absurda que se impuso a la naturaleza; empero, no se puede pasar por alto el gran impacto que esto ha tenido en nuestra cultura, debemos conocer este historial, como también la tergiversación del feminismo o la actitud vengativa de la mujer frente al hombre, (estas dos posturas no son lo mismo) ello nos ha implicado atraso porque los protagonistas de nuestra historia, independientemente del reconocimiento, son los dos.

Ahora bien, ¿Qué tenemos que hacer para independizarnos de todas estas ideas que no nos permiten avanzar? La palabra clave es la independencia porque esta no hace alusión a desprendernos de la hegemonía de un territorio, es también hacerlo frente aquello que no nos permite ser felices, frente aquello que no nos permite desarrollarnos como especie.

Fuente: musatura.com

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