¿Mordió Lewis Carrol a Philip K. Dick?

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Harold Bloom asegura que el Snark (una criatura cuyo cruce, en inglés, es de serpiente y tiburón) es la versión de Moby Dick hecha por Lewis Carroll, guiándose, además, en ese pasaje del tercer canto en el que el capitán les enseña a sus tripulantes un mapa en blanco después de haber pronunciado la relatividad de las cartografías pues su veracidad se erigen sobre los caprichos y limitaciones del dibujante  Puede conjeturarse una prefiguración de Philip K. Dick en la novela de Melville; el autor de «Ubik» fue una ballena blanca tan grande, con un aleteo tan potente que blanqueó el mapa  en el que  se pretendió encapsular sus relatos y novelas, llevando a la muerte a la realidad y poniendo en crisis al realismo más obsecuente y apegado a lo verosímil. «The hunting of the Snark» de Lewis Carroll es un poema de ocho cantos que narra la búsqueda de esta bestia; algunos hacen hincapié en el sinsentido que exudan los versos, otros se ocupan de hallar simbolismos y realizar una lectura en clave alegórica.  Así como John Tanniel ilustró algunas escenas de «Alicia a través del espejo», la primera edición de «La caza del Snark» contó con nueve dibujos de Henry Holiday:

Aunque no aparezca el Snark en los dibujos, el capitán de la expedición que iba a cazarlo lo describió:

“Venid y escuchad mientras os repito

las cinco señales inconfundibles

por las que reconoceréis con plena garantía,

donde quiera que estéis, el genuino snark.

“Digámoslas por orden. La primera es su sabor,

que es escaso y hueco, pero crujiente

como un abrigo que estuviese demasiado ajustado en la

cintura, con aroma a fuego fatuo.

“Tiene el hábito de levantarse tarde;

estaréis de acuerdo en que lo lleva demasiado lejos

cuando os diga que, a menudo, se desayuna para el té de las

cinco y que come al día siguiente.

“La tercera es su lentitud para entender un chiste.

Si te aventuras a explicarle uno,

suspirará como lo haría alguien profundamente desdichado,

y siempre se pone serio ante un juego de palabras.

“La cuarta es su afición a las máquinas de baño.

¡Siempre carga con una tras él!

Y está convencido de que añaden belleza al panorama;

una opinión discutible, a mi entender.

“La quinta es la ambición. Ahora convendrá

describir las diferentes especies,

distinguiendo los que tienen plumas y muerden

de aquellos otros que tienen bigotes y arañan.

“Pues aunque los snarks corrientes no hacen ningún daño,

creo que es mi obligación advertir que algunos son

buchams…”

Lewis Carroll mordió a Philip K. Dick.

Les presentamos una introducción al poema «La caza dej Snark. Agonía en ocho cantos»

En 1982, año de esta edición de La caza del snark, se cumple el ciento cincuenta aniversario del nacimiento del reverendo Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898). Este oscuro diácono y profesor de matemáticas del Christ Church College de Oxford se hizo célebre bajo el seudónimo de Lewis Carroll. Aficionado como era a los acertijos y los juegos de palabras, no podía incurrir en al vulgaridad de una caprichosa elección de su nombre literario. Tradujo sus dos nombres al latín, invertido el orden, con el resultado de Ludovico Carolus; y, a continuación, los convirtió en sajones, esto es, Lewis Carroll.

Los lugares comunes de una cultura tienen la función de favorecer la feliz concurrencia espiritual y el reconocimiento humano, para constituir la vivas raíz de tallos divergentes. Carroll tiene el merecimiento de ser uno de esos tópicos o lugares comunes. Sus escritos son muy citados, especialmente en el mundo anglosajón. Menciona el artista Henry Holliday, ilustrador de la edición original de La caza del snark, el caso de un estudiante de Oxford que sabía de memoria el libro; a esa persona le sucedía que, ante cualquier incidente de la vida diaria, siempre le venía a la memoria algún verso del poema que resultaba perfectamente adecuado. También, en cierta ocasión, el Presidente Roosevelt expresó a un comensal de la Casa Blanca su satisfacción por poder citarle el Snark sin necesidad de mayores explicaciones. Y añadió:

¿Creería usted que nadie de la Administración ha oído hablar de Alicia, y mucho menos del snark. Y, cuando el otro día dije al ministro de Marina: “Señor ministro, Lo que digo tres veces es verdad”, no entendió la alusión y contestó en tono ofendido: “¡Señor Presidente, nunca se me habría ocurrido poner en duda su veracidad!”

Estas dos anécdotas, que incluye Martin Gardner en sus excelentes comentarios a la obra de Carroll, son una pequeña muestra. Ejemplifican la versatilidad de sus frases y el placer que proporciona su mención. Tal vez sean éstas las razones por las que un sinnúmero de publicaciones científicas, y de toda índole, se inicien con una cita de Lewis Carroll. Y éstas suelen consistir en paradojas, frases absurdas en apariencia, pero formalmente correctas e instructivas.

Lo absurdo y lo lúdico. He aquí dos principios observados profundamente por Carroll en su mundo de ficciones literarias. ¿No es acaso La caza del snark el disparate de un espíritu encantadoramente travieso? Este espíritu podría compararse con el de un arquitecto delirante que empieza a construir el edificio por su tejado, para luego ir improvisando un diseño imposible, que, al igual que los grabados de Escher, mezclan las tres dimensiones espaciales una continuidad sin fin. Carroll no se contentó únicamente con ofrecernos una historia que provoca la confusión y la sonrisa, sino que además empezó a escribirla por el último verso de la último estrofa. Él mismo lo contaba así:

Caminaba por una ladera, solo, un día luminoso de verano, cuando se me ocurrió un verso, un único verso: El snark era un búcham¸ como bien suponéis. Entonces no sabía lo que significaba; pero lo anoté. Y, algún tiempo después, se me ocurrió el resto de la estrofa, de la cual el verso mencionado resultó ser el último. Y así, paulatinamente, en momentos de ocio de los dos años siguientes, el resto del poema fue encajando hasta completarse, y la estrofa en cuestión fue la última.

Esta curiosa manera de componer culminó en marzo de 1876 con la publicación de la obra. ¿Y qué es La caza del snark? Es un poema dividido en ocho cantos, sin número fijo de estrofas, que refiere la aventura de una heterogénea tripulación a la búsqueda y captura de un animal mitológico, el snark. “Snark” es una palabra maletín, que consiste en condensar dos o más formas léxicas en una sola palabra. Carroll se complació en acuñar muchas de estas palabras maletín, todo un fenómeno de economía semántica. Snark es un compuesto de snake (serpiente) y shark (tiburón), con el que denominó a una criatura híbrida, un monstruo deliberadamente inimaginable. Otros ejemplos de palabras maletín que hallamos en el poema son malhuriosa [malhumorada+furiosa] o misrívolo [miserable+frívolo]

El Snark es un poema épico: narra la enigmática hazaña de la caza de un animal desconcertante. Por consiguiente, los caracteres que sintetizan su esencia son lo épico y lo misterioso. Y estos dos rasgos nos abren las puertas de un universo caótico, de un mundo deliciosamente absurdo, conjugador de elementos racionales e irracionales, que se nos presentan como un producto de la actividad onírica u que se asemeja a la contemplación de lo que está al otro lado del espejo.

Tal vez, con estos juegos de mixtificación de lo real  recuperase interiormente Carroll su zurdera, proscrita y dominada en el colegio. Esta afirmación es una mera conjetura, pero hay dos aspectos de este poema que tienen una clara defensa. El primero se refiere al lúcido distanciamiento respecto de la razón canónica, de lo considerado natural, correcto, racional y necesaria. El segundo aspecto se centra en la elaboración poética de la obra. El libro posee una belleza formal y una vivacidad en su estilo que resulta cautivador. El ritmo y la rima consiguen una musicalidad espontánea y alegre. La acción se sucede con rapidez y concisión. Y nos sumergimos en ella mediante una apretada consecución de situaciones inesperadas. Las secuencias son intensas y se agotan vertiginosamente.

La traducción de esta versión no se atiene a la rima, aunque sí busca recrear el ritmo y la musicalidad originales. La palabras maletín tienen su conversión a términos afines, que no idénticos, por lo cual se ofrece ciertos neologismos. Ello no afecta a las denominaciones de los animales fantásticos, salvo que su grafía original dificulte la correcta pronunciación; en este caso, se ha reformado el nombre para conservar así su fonética. Como muestra, ofrecemos el último y famoso verso de la obra, que esta versión se lee de la siguiente manera: “el snark era un búcham¸ como bien suponéis”. Traduce el verso que en inglés rezaba así: the Snark was a Boojum, you see.

El relato de La caza del snark es un texto singular y apasionante. Resulta singular porque contiene humor, ingenio, cultivo del absurdo, invención de términos y la creación de un ambiente irreal habitado por unos personajes delirantes. El efecto que en el lector ejerce esa fórmula carroliana, llevada al extremo en este poema épico, es una fascinanción intensa. Al placer de seguir una acción desbocada se suma la perplejidad ante su significado. Esta perplejidad es un incentivo de la lectura, pues incita al juego de buscar sentido a las situaciones y, muy especialmente, al desenlace de la acción.

¿Qué significado tiene la historia? ¿Qué representan los personajes de la expedición? ¿A qué simbolismo remiten los animales fantásticos que aparecen en el poema? La interpetación de La caza del snark es una actividad inagotable y, a la vez, una invitación a reflejar las ilusiones y los temores de cada cual en estas agradecidas páginas de Lewis Carroll.

Tomado de la Edición de M.E Frutos y X. Laborda, Barcelona, Mascarón, 1982.

También hay una versión traducida en prosa.

 

 

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