Ovejas electrónicas con cabeza de vaca

Vacas, ovejas y un replicante

Pablo Francisco Arrieta, en una columna del diario Publimetro Bogotá, relató su encuentro con el escritor argentino Jorge Saldaña en un sábado lluvioso de la Feria del libro de Bogotá . También contó su experiencia con los policías y militares que volvieron a sus casas después de haber pasado más de una década capturados por las FARC.

De su charla con el escritor argentino afirmó:

Para él la literatura es una, y le es difícil separar por géneros el trabajo de los narradores, de manera que las historias de uno sean más valiosas que las de algún otro. En particular hizo referencia a la ciencia ficción. ¿Cómo puede ser considerada una literatura menor? Hasta el mismo Borges o su amigo Bioy Casares escribieron textos del género, y ¿acaso ellos son inferiores al resto de su producción?

El reconocimiento como «gran literatura» es uno de los puntos recurrentes en muchos cultores de la ciencia ficción . Borges, Bioy o Quiroga  jamás se presentaron como escritores de un género en específico (a Borges también lo usan autores como Paulo Coelho en su prólogo a «El Alquimista») o como aspirantes a ingresar al parnaso. El énfasis que hace mucho escritor de ciencia ficción en la seriedad de su trabajo resulta tan sospechoso como el de alguien que, apenas entra a una casa ajena,  muestre sus manos y diga que no es ladrón.

Respecto a lo que ocurrió con los policías y militares que retornaron, Arrieta dijo:

… pasaron tanto tiempo alejados de la civilización que al momento de su liberación han retornado pero… al futuro.

La idea que subyace en este enunciado es la oposición entre civilización y barbarie. Como los pensadores del siglo XIX, se ve a la selva como el habitáculo donde están los bárbaros al acecho. Junto a esta división surge el tiempo:  este sólo se da en la civilización y, por consiguiente, sólo en ella existe eso denominado futuro. Esta perspectiva tiene resonancias de los personajes de «Los pasos perdidos» de Alejo Carpentier, rebasados por la «realidad fantástica» que habita en los ríos profundos de Venezuela, o  de los cronistas de Indias como Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.

Los dos hechos, aparentemente disímiles, Arrieta los une cuando refiere que los miembros de la fuerza pública se figuraron las tecnologías de la civilización gracias a películas como «Minority Report» y concluye con la siguiente afirmación:

Donde sea que nos encontremos, la literatura ha servido para que los cambios del mundo nos tomen con menos sorpresa y fuerza, los textos nos preparan para las situaciones que viviremos (y en eso Henry Miller puede ser tan importante como Cervantes). Y, en los casos que menciono, fue la ciencia ficción el género que ambos mencionaron.

Continuando con el raciocinio de Arrieta, Spener Jhonson, el autor de «¿Quién se ha llevado mi queso» puede ser tan importante como Dostoievsky o Shakespeare. Las facultades utilitarias de Miller o Cervantes pueden remitirse a la forma de hacer armaduras maltrechas para viejos locos o a que hay que despiojar sobacos en París. La ciencia ficción debería buscar su inutilidad y proclamarla (si es que aspira a que sea considerada como «gran literatura» – esa intención trae consigo todo un programa estético y establece unas reglas en su construcción, así como la tienen los que la asumen como un elemento de entretenimiento). Acudir a  las tabletas que aparecen en «Minority Report» o  a los aerosoles de «Ubik» para justificar el trabajo de Dick, es limitarlo a la anticipación, como ya se ha hecho con obras como las de Verne.

Pudimos haberle dicho a los policías y militares que regresaron: Hay ovejas electrónicas con cabeza de vaca.

Acá puedes leer la columna de Arrieta

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